Todo empezó con un favor. Los hijos de un primo de Salman Khan necesitaban apoyo en matemáticas, pero como vivían a mucha distancia, Khan decidió grabar la clase en vídeo y colgarla en YouTube. La sorpresa llegó cuando, además de sus familiares, otros niños empezaron a usar y comentar sus contenidos. Unos 15 años después, aquel favor se ha convertido en Kahn Academy, una plataforma de educación sin ánimo de lucro con 135 millones de usuarios registrados de 190 países.
Su creador, un polifacético ingeniero y matemático que solía trabajar en un fondo de inversión y codearse con algunos peces gordos de Silicon Valley (EEUU), decidió dejarlo todo y lanzarse a esta aventura educativa que ofrece vídeos, ejercicios, tutorías personalizadas y seguimiento de la evolución de los alumnos en 51 idiomas diferentes.
Khan, que recientemente visitó España con motivo del South Summit, cree que su trayectoria en el sector financiero le ayudó a no ser visto como el típico emprendedor idealista, sino como alguien con una idea con verdadero potencial. Y lo tenía, como demuestran las historias de algunos de sus alumnos, que bien merecen sacar una caja de pañuelos.
¿Cómo resumiría el enfoque de Khan Academy?
La filosofía central se basa en la posibilidad de adquirir maestría en cualquier habilidad. Si alguien no sabe algo, debe tener la oportunidad de volver a intentarlo. Parece de sentido común, pero el sistema educativo actual no funciona así. Si alguien logra una puntuación del 70 por ciento en una asignatura, pasa al siguiente nivel, aunque no sepa una parte de la materia, pero esa brecha se mantiene y las lagunas se acumulan hasta que todo se vuelve muy difícil. Por eso incluso hay profesores que usan Khan Academy.
Sus datos afirman que sus alumnos suelen obtener mejores rendimientos que los que no utilizan su plataforma. Pero cualquier niño que reciba cualquier tipo de refuerzo educativo mejoraría sus capacidades, ¿no?
Eso es importante porque representa la idea de la maestría en el aprendizaje. La gente rica siempre lo ha hecho con sus hijos. Si dominaban la materia al 80 por ciento, sus padres decían: “No es suficiente, voy a contratar un tutor para que llenes esas lagunas”. Ese tutor se da cuenta de que la razón por la que al niño le cuesta algo está en cosas que no aprendió hace dos años.
La realidad es que, si todo el mundo tuviera un buen tutor personal, el problema de la educación se resolvería. Pero no hay recursos para todos y ahí es donde herramientas como Khan Academy pueden ser valiosas, porque ofrecen cosas que no están al alcance del 90 por ciento de la humanidad. Es la misma idea del tutor personal, pero escalable, con menos fricciones y más accesible, ya que ofrecemos tutorías gratuitas por Zoom. También puedes acudir al contenido a cualquier hora y reforzar conocimientos sin sentirte avergonzado de preguntar, como le puede pasar a un profesor.
Si fueras un príncipe hace 500 años, tendrías cinco tutores y, si no entendieras la estrategia militar o la gobernanza, se asegurarían de que lo consiguieras, porque vas a ser rey. Queremos eso mismo, pero para todo el mundo.
Usted defiende que es posible dominar cualquier materia. Sin embargo, a mí siempre se me ha dado fatal el dibujo técnico, me siento incapaz de dominarlo. ¿Acaso no hay personas a las que determinadas habilidades o materias les resultan imposibles?
Hasta cierto punto. Creo que la maestría significa que siempre debes tener la oportunidad y el incentivo para alcanzarla, sea la materia que sea. En tu caso, estoy convencido de que puedes alcanzar maestría en dibujo técnico a nivel básico, aunque nunca llegues al nivel de los profesionales. Siempre puedes dejarlo, decidir que no es para ti, se trata de que tengas la oportunidad.
Se critica mucho que, mientras la sociedad y las industrias se digitalizan y atiborran de tecnología, las aulas permanecen prácticamente igual que hace 200 años. ¿Está de acuerdo? ¿No cree que las críticas a la escasez de tecnología en las aulas obvian el enorme componente social que requiere la educación?
La gente se sorprende cuando digo esto, pero creo que una estrategia educativa nunca debe comenzar con tecnología. Se debe empezar con el objetivo pedagógico, el objetivo humano que se intenta resolver y, entonces averiguar qué hace falta para resolverlo. Tal vez solo se necesite una pizarra o un papel. Para mí, el enfoque consiste en utilizar la tecnología más sencilla con la que pueda resolver un problema.
Uno de los grandes problemas en la educación actual es que muchos estudiantes no tienen acceso a un buen aprendizaje. Así que, ¿cuáles son las soluciones? La tecnología podría ser una solución interesante para cerrar esa brecha. No se trata de que la gente tenga un teléfono solo porque mola, estás intentando decir: “Oye, dándote este teléfono te estamos dando acceso a un curso de física al que antes no podías acceder”.
Una estrategia educativa nunca debe empezar con tecnología, a lo mejor solo hace falta una pizarra o un papel.
Algunas personas tienen tantas lagunas que abandonan el sistema o no son capaces de seguir adelante, ese es otro problema. Los 30 niños de sus aulas tienen diferentes necesidades y la única manera de afrontar eso es con un tutor para cada niño, pero no tenemos recursos para 30 tutores. Así que, tal vez la tecnología es una solución para ese problema.
Otro histórico problema de las aulas en los últimos 200 años es que las lecciones impartidas por el profesor pueden resultar muy despersonalizadas para los niños, no se les permite hablar. La pandemia demostró que las personas querían interactuar y ser tutoras unas de otras, tal vez la tecnología también puede facilitar eso.
El uso de Zoom durante la pandemia fue subóptimo en muchos niveles, pero muchos profesores se dieron cuenta de que podían poner a los niños en grupos de cuatro de forma mucho más fácil. Además, en el caso de Khan Academy, los profesores conocen el nivel de cada niño, porque su rendimiento queda registrado digitalmente, lo que facilita dividirlos en grupos para que se ayuden unos a otros. Hace 10 años, era muy difícil, el profesor tenía que mirar las notas de cada niño.
Este es el tipo de cosas que la tecnología puede facilitar. Pero nunca debemos empezar por ella. Mucha gente me pregunta por usos educativos de realidad virtual e inteligencia artificial, pero no sé si esas tecnologías son la solución correcta a los problemas. Tal vez lo sean, pero no es obvio. En general soy escéptico, creo que se debe usar la tecnología más simple que resuelva el problema.
¿El resumen podría ser que el proceso educativo debe mantenerse y que la tecnología es un simple facilitador?
La tecnología reforzará cualquier pedagogía que ya esté en marcha, así que primero hay que cambiar el sistema pedagógico, la forma en que los seres humanos se organizan educativamente. Para obtener un crédito universitario tienes que sentarte en la silla una cierta cantidad de horas, ¿qué pasa si hacemos que no importe cuánto tiempo te sentaste en una silla, sino en si sabes el material o no?
Si la primera vez que haces un examen dominas la materia al 70 por ciento, deberías poder hacer otro para alcanzar el 80 por ciento y el 90 por ciento. Pero eso es muy difícil en el sistema tradicional, los profesores van a crear un gran examen, no veinte, y tienen que ser estadísticamente similares. Pero, de nuevo, la tecnología podría conseguirlo.
¿Qué innovaciones cree que van a tener un mayor impacto en el futuro de la educación?
Creo que muchas de las tecnologías que esperamos aprovechar en los próximos cinco años no son de vanguardia. Todo se basa en la tecnología web. Puede que avancemos algo con la inteligencia artificial, pero no va a cambiar el terreno de juego en los próximos cinco años. Puede que dentro de 20 sí y podamos empezar a detectar si un estudiante está a punto de rendirse. ¿Existen señales que los algoritmos de aprendizaje automático podrían captar y usarlas para ofrecer la intervención más adecuada en cada caso?
Si Facebook es capaz de detectar cuándo vamos a abandonar la plataforma y ofrecernos algo para retenernos, este enfoque también se podría aplicar a la educación, ¿no?
Exacto. Si Facebook te puede ofrecer un contenido polarizante para que te enfades y no te vayas, y los videojuegos usan mecanismos típicos de las adicciones para que siguas, todo eso se puede aplicar a la educación. Los videojuegos y las redes sociales pueden ofrecerte cualquier droga que necesites para hacerte adicto. Aunque la mayor parte de la gente disfruta aprendiendo, con la educación les estamos dando brócoli, porque aprender no siempre es fácil. Así que creo que el truco consiste en ofrecer algo que necesitan y que les cuesta, pero de una forma motivante para que quieran hacerlo.
Te sorprendería cuantísima gente todavía no ha estado frente a un ordenador y teclea con dos dedos. Es un obstáculo para la mayoría de los trabajos.
Estamos hablando con la gente de Meta y tal vez dentro de 10 años habrá aplicaciones interesantes para algunas formas de aprendizaje experimental. En la vida real no puedes entrar en un reactor nuclear, pero en el metaverso, sí. Y lo mismo pasa con las leyes de Newton y la Teoría de la Relatividad, resultan contraintuitivas para los estudiantes, pero imagina poder experimentarlas en una realidad virtual que te pone a la deriva en el espacio. El metaverso ofrece un tipo de intuición imposible de conseguir de cualquier otra forma. Yo todavía me mareo cuando uso Oculus, pero creo que esta parte experiencial empezará a ser muy poderosa dentro de 5 o 10 años.
El fundador de Code.org, Hadi Partovi, defiende que todos los niños deben aprender bajo el enfoque del learning by doing. ¿Está de acuerdo en que la práctica es la mejor forma de enseñar a todos los niños?
Soy un gran fan de dar a cada estudiante tantas modalidades de aprendizaje como necesite. Creo que cada uno necesita cosas diferentes en momentos diferentes, a veces ves algo de una manera y luego de otra, y finalmente hace clic.
Estoy de acuerdo con Hadi en que la práctica es el elemento central, pero, en Khan Academy, si necesitas un video, ahí está; si necesitas apoyo humano, también. Es muy extraño, la educación es como una religión, la gente se mete en batallas muy religiosas, “¡no, tienes que enseñar la fonética!”, “¡No, tienes que enseñar la palabra entera!”, “¡No, tienes que memorizar las tablas de multiplicar!”. Se trata de ofrecerlo todo, porque todo es importante, y luego, dejar que los diferentes estudiantes hagan clic en diferentes momentos. Es necesario para aprender cualquier cosa, tu mente necesita verlo en múltiples contextos hasta que de repente lo entiende.
Además del learning by doing, Partovi también aboga por universalizar los estudios de programación. ¿Qué opina sobre actualizar las materias educativas a la nueva realidad digital y, quizá, empezar a enseñar mecanografía de forma obligatoria?
Estoy totalmente de acuerdo, sobre todo con la mecanografía. Los niños de guardería del colegio de mis hijos aprenden a escribir a máquina, y lo hacen tan bien como cualquier adulto. Es una herramienta muy funcional en este momento de la historia. Y, aun así, te sorprendería saber cuantísima gente todavía no ha estado frente a un ordenador y teclea con dos dedos. Es un obstáculo para la mayoría de los trabajos.
También soy un gran fan de la programación, yo aprendí mientras creía y me ayudó en mi viaje. Por eso también lo ofrecemos en Khan Academy. Pero debo decir que también soy tradicionalista. Las asignaturas tradicionales como la lectura, la escritura y las matemáticas son más importantes que nunca.
A veces se pone de moda decir que todos los niños deberían aprender a escribir código, pero creo que es más importante que nunca que aprendan a leer y a escribir bien, que tengan una comprensión lectora sólida. Nuestra sociedad escribe más que cualquier otra, blogs, correos electrónicos, libros blancos…. Quiero decir, una gran parte de mi trabajo que consiste en escribir y comunicar, nunca lo habría predicho hace 20 o 30 años, y es debido a Internet.
Leer algo, darle sentido y hacer juicios correctos es más problemático que nunca, y también la fluidez matemática. No creo que todo el mundo tenga que aprender cálculo, pero creo que se ha convertido en un limitante para muchas cosas. Así que animo a que todos los niños aprendan cálculo, aunque luego no vaya a usarlo, pero es importante porque la gente te va a evaluar en función de si sabes.
¿Y qué opina de la ciencia? Creo que la pandemia ha demostrado que tener ciertos conocimientos científicos empodera a la ciudadanía y la ayuda a tomar mejores decisiones.
Estoy 100 por 100 de acuerdo. La informática es importante, pero también la biología, la química y la física. Lo que pasa es que se enseñan mal. Los niños memorizan las ecuaciones de fotosíntesis para el examen y luego las olvidan. Se trata de aprender las bases de todo de forma intuitiva. No todo el mundo va a convertirse en programador, pero todo el mundo necesita saber de qué va y cómo puede beneficiarle o perjudicarle.
¿Alguna vez ha cometido un error en un vídeo?
Oh, sí, bueno, pequeños errores y otros un poco más grandes. A veces estoy haciendo una ecuación, normalmente me gusta hacerlo en tiempo real para que el estudiante sienta que lo está haciendo conmigo, y lo digo todo en voz alta. Puedo cometer un pequeño error y darme cuenta y comentarlo en el momento. Pensé en editar los vídeos, pero mis primeros me dijeron que les ayudaba ver mis errores porque notaban el proceso mental.
Pero, a veces he cometido fallos mayores. Cuando publicamos un vídeo, especialmente en YouTube, normalmente a los 10 minutos, si hay algo confuso o incorrecto, la gente lo resuelve muy rápidamente. Es parte de la belleza de esta modalidad, porque si un libro de texto contiene un error hay que esperar cinco años para corregirlo, mientras que nosotros lo vemos en cinco minutos. Incluso he aprendido que había palabras que pronunciaba mal, como Euler.
También recuerdo una lección que impartía tal y como dictaban los libros de texto, sobre cómo se comunican las neuronas. Yo lo había aprendido así. Pero unos días después recibí un correo de un fisiólogo de la Universidad de Pennsylvania que me dijo que su investigación acababa de desacreditar eso. Los libros seguían enseñándolo de la forma clásica y su investigación no iba a aparecer en los nuevos libros hasta dentro de cinco o 10 años. Así que hice otro vídeo mostrando su correo electrónico y explicando qué había pasado. Les dije a los niños que el contenido del vídeo antiguo era lo que se esperaba de ellos, pero también les enseñé que había nuevos conocimientos sobre eso. Es algo realmente poderoso porque se consigue que los niños formen parte del proceso científico, que se den cuenta de que no todo lo que pone en sus libros es correcto, que es un proceso evolutivo.
¿No sintió que estaba desafiando al sistema? En su charla TED dijo que, si Newton se hubiera grabado impartiendo sus teorías, ahora usted no tendría que hacerlo. Sin embargo, la ciencia evoluciona y no siempre está sujeta a consenso.
No sé, lo que intentamos es empujar al sistema para que sea más relevante para su propio fin. Mi arma secreta a medida que avanzaba en mis estudios académicos fue que empecé a darme cuenta de que había fórmulas que no tenía que memorizar porque no eran nuevas, solo eran revisiones de otras cosas que ya sabía. Eso es lo que trato de hacer en Khan Academy, lo cual es un poco subversivo.
Pero también se trata de añadir cosas académicas tradicionales de una manera un poco más intuitiva e introducir nuevas áreas que tal vez el sistema debería estar enseñando, por ejemplo, alfabetización financiera. Los niños aprenden cálculo, pero nunca aprenden la diferencia entre una acción y un bono o que el precio de las acciones no importa, que lo que importa es el valor de la compañía.
En el caso del profesor de Pennsylvania, usted estaba de acuerdo con él. ¿Qué pasa cuando recibe un comentario con el que discrepa?
Hace 11 años, ser una figura pública era nuevo para mí y, aunque estábamos recibiendo un montón de comentarios muy positivos, es inevitable que a la gente le guste lanzar dardos. Recuerdo que había personas en Twitter que decían que esto o aquello no era así, y yo decía que no, y así durante un tiempo, hasta que me di cuenta de que era mejor no involucrarse en esas discusiones.
Más allá de polémicas, ¿cuál ha sido el comentario o la historia que más le ha marcado
La historia más famosa, que salió en The New York Times, es la de una niña afgana que no puede ir a la escuela por culpa de los talibanes. Así que entró en Khan Academy, aprendió y decidió que quería convertirse en física. Consiguió llegar a Pakistán con su familia, obtuvo un visado para EEUU y ahora está estudiando computación cuántica en la Universidad de Tufts.
Y una vez que estaba dando una charla en la Universidad de Stanford, un alumno de unos 30 años empezó a llorar. Resulta que cuando tenía 18 años fue arrestado por vender marihuana y fue condenado a 30 años de prisión.
¿¡30 años por eso!?
Sí, bueno, algunas leyes de EEUU son un poco locas. Total, que cuando estaba en la cárcel y empezó a usar Khan Academy. Luego consiguió una reducción de condena y salió hace como cinco años. Entonces se dio cuenta de que las matemáticas y las ciencias le resultaban muy fáciles, así que se apuntó a la universidad pública y lo hizo tan bien que pudo acceder a Stanford. Y ahí estaba, sentado en una conferencia mía, cuando se puso a llorar. Yo también lloré, toda la clase lloró.
Hay muchas personas que, de otra manera, no tendrían ninguna oportunidad, pero si se la das, si le permites aprender no sabes lo que pueden llegar a conseguir. Parecen historias inusuales, pero detrás de cada una de ellas puede haber otro millón de niños, quizá no en situaciones tan malas, pero que pueden aprovechar toda la ayuda que reciben.
Sobre la firma
Periodista tecnológica con base en ciencias. Coordinadora editorial de 'Retina'. Más de 12 años de experiencia en medios nacionales e internacionales como la edición en español de 'MIT Technology Review', 'Público', 'Muy Interesante' y 'El Español'.