Por un futurismo punk: apropiación cultural en el metaverso

Las cosas cambian según cómo las miramos y según el paso del tiempo. Un tema como el metaverso puede ser algo alucinante y esperanzador o lo peor que le pueda pasar a la humanidad. Lo que sabemos es que estamos en las puertas de un nuevo escenario, donde casi nadie sabe exactamente qué es y cómo va a funcionar el metaverso.

Imagen del jardín de Arrancada en Spatial.io.

Cada vez que hablamos de un tema tan de moda como el metaverso, la opinión pública se polariza. Hay quien lo ama sin cuestionarlo y quien vomita odio a tutiplén porque lo ve como la última patraña para embaucar a las masas. Es probable que ambas visiones tengan parte de razón. Pero soñar es gratis, todavía, e imaginar es lo que nos hace humanos. Siempre nos quedará tiempo para renegar.

Lo desconocido genera curiosidad a primera vista. El metaverso, del que todos hablamos, es un enorme desconocido. A excepción de unos pocos iluminados, casi nadie sabe exactamente qué es o qué será. El resto, por extraño que parezca, navegamos sin rumbo, intentando captar la esencia de esta nueva realidad. Es tan así que empresas como Meta han convencido a gran parte de la población de que el metaverso es un espacio parecido a los Sims o a Second Life de hace años, mientras que los expertos en videojuegos se ríen de una definición tan simplista. Meta, cada vez más necesitada de buenas noticias y éxitos, por pequeños que sean, en el corto plazo , se empeña en vender la idea más sencilla del metaverso, pero esta trivialización no convence y no es de extrañar que se haya pegado un batacazo monumental.

Pero , afortunadamente , hay otras visiones. Daniel Hernández, responsable de dispositivos e IoT de Consumo en Telefónica, explicaba en el Twitch de la compañía: “El metaverso no es los Sims, no es solo digital, no es solo Horizon de Meta ni lo que promueve la película Ready Player One. Puede ser un entorno mixto donde lo físico se mezcla con lo digital y las fronteras se diluyen. Ahora mismo intentar definir lo que es es como preguntarle a alguien de los años ‘90, qué es Internet”.

Es un momento : hay tantas posibilidades sobre la mesa que podemos jugar a imaginar escenarios nuevos que podrán ser una versión del metaverso o no. Y es ahora cuando personas como Joel Blanco sacan lo mejor, experimentando sin miedo para encontrar espacios e ideas que darán lugar a los nuevos escenarios. Él es uno de los mejores 40 futuristas españoles, según la revista Forbes, junto a personas como Alberto Barreiro, que también escribe en Retina a cuatro manos con la IA Joy, y Stef Silva, diseñadora de futuros fundadora de la empresa Invisible, por nombrar algunos.

Lo fascinante de alguien definido como futurista es que tiene esa actitud de explorador de nuevas realidades. Blanco es una persona inquieta, se nota en su mirada al charlar sobre todo lo que hace. Le cuesta definirse a nivel profesional porque toca tantos aspectos de las artes visuales, la experimentación y la innovación que es complicado encontrar una etiqueta que le quede del todo bien. Blanco es un personaje de cuidado, como mucha gente de Galicia que me he encontrado en la vida. Me pregunto qué darán de comer por esos lares, porque es puro misterio. Cuando te topas con alguien como él, te das cuenta de que vive en otro universo. Aunque, hoy en día, tal vez sería más apropiado hablar de metaverso.

Realidades paralelas: la de un personaje como Blanco y las del resto de nosotros, los comunes mortales. Son tan distintas que, en nuestro mundo hecho de especialización fordiana, él contrapone una realidad abierta basada en la exploración, el error como fuente de descubrimiento y el low poly obaja resolución. Hablando con él te das cuenta de que es lo más cercano a la experiencia de la contracultura punk de la década de 1970, donde lo sucio, la baja resolución, lo imperfecto y lo puramente instintivo marcaban la esencia de un estilo underground que ha creado un lenguaje áspero tanto en lo visual como en lo musical.

A pesar de vivir en una sociedad cada vez más orientada a fagocitar lo underground a través de la máquina perfecta de lo mainstream que son las redes sociales, personajes como el suyo crean un espacio alejado de los grandes focos para experimentar en libertad, para abrir caminos y encontrar nuevas maneras de expresarse cuestionando lo establecido. Mientras las marcas se pelean para vender el último bolso de moda en el metaverso, Blanco experimenta mezclando espacios virtuales con escaneo 3D a través de su móvil y crear iniciativas como Arrancada, una exposición virtual en Spatial.io que intenta plantear un dilema sobre la apropiación artísticas. Spatial es una red social basada en entornos 3D que alberga eventos en vivo o espacios irreales que, en parte, sustituyen la experiencia física de atender a un evento.

Imagen del espacio expositivo Arrancada en Spatial.io

ARTE ARRANCADA

En el mundo real algunos museos permiten hacer fotos de sus obras, pero ¿qué pasaría si alguien escaneara una obra en 3D con su móvil? ¿Dónde está el límite entre hacer una fotografía de una pieza y escanearla por completo? Es el reto que Blanco plantea en Arrancada, basándose en el rip, esa acción tan común hace años, cuando utilizábamos Emule para descargar películas, y que él ha españolizado bajo el término arrancado.  En la prehistoria de Internet, cuando todo era más salvaje, aquel programa nos dio el acceso ILEGAL (hay que decirlo fuerte y claro) a un mundo infinito de películas y series.

“Al igual que la descarga de películas, utilizar el móvil para ‘robar’ una pieza es un acto que empuja a cuestionar si eso es legal o no”, afirma Blanco, y añade: “¿Cómo diferenciamos entre hacer una foto y subirla a Instagram y escanear un objeto y subirlo a una galería virtual? Es por eso por lo que intento buscar los límites de un escenario completamente nuevo, donde no está claro si hacer algo así es legal o no y qué consecuencias podría tener”.

Imagen del jardín de Arrancada en Spatial.io

Al entrar en Spatial.io, una app web de un posible metaverso que crea espacios virtuales de todo tipo, la expo Arrancada nos muestra desde un escaneo de esculturas que se pueden comprar en El Rastro de Madrid a una pieza sonora del diseñador Lucas Muñoz, y la escultura de la Dama de Elche del Museo Arqueológico.

Blanco detalla: “Es un espacio con un popurrí de obras de arte que tocan todos los palos de la creación humana sin enfocarse en algo en concreto. Justo ese estilo feísta es algo que me pone mucho y me estimula a experimentar con la imperfección. Nos estamos acostumbrando tanto a ver imágenes en alta calidad y perfectas que se vuelve todo muy aburrido, y la baja resolución y lo imperfecto generan demasiado rechazo. Lo que me gusta de ambientes como Spatial.io es que todo se basa en la estética low poly, no hay una búsqueda de la perfección porque todo tiene que pesar poco y ser fácil de navegar. Es fascinante cómo de una limitación técnica, surge la belleza de lo imperfecto, de lo inacabado, al igual que mis escaneos 3D”.

Imagen del espacio expositivo Arrancada en Spatial.io

En una sociedad donde todo tiene que verse bien, en altas resoluciones y donde el píxel tiende a desaparecer, iniciativas artísticas como Arrancada empujan para defender la baja resolución, lo imperfecto y fomentar preguntas. Es el enfrentamiento entre la belleza estética de las formas puras y las cuestiones levantadas desde una fotocopia mal hecha de una obra real. Al igual que el movimiento punk, esta nueva ola de artistas digitales defiende la importancia de jugar y experimentar con el error, la imperfección y lo que a un primer vistazo puede parecer feo pero lleno de significados ocultos.

ROBOS PARA LA REFLEXIÓN

Sin lugar a duda, los museos son igual de solemnes que una catedral en un domingo de misa, y escanear una pieza de arte en un lugar de ese tipo es un acto subversivo que genera dudas, dilemas y levanta cuestiones sobre temas legales como la autoría. Durante más de uno de esos escaneos, Blanco se ha topado con personas que le han preguntado si luego iba a producir la pieza escaneada o qué uso iba a hacer del 3D. Claro, ¿no? Como todo se vende, la mayor preocupación es que alguien se pueda lucrar al tomar un calco. No vaya a ser que aparezcan estatuillas impresas en 3D de esculturas famosas por doquier, sin un control estricto y una licencia asignada.

Y, por si fuera poco, una parte del proyecto ha creado una conversación directa con el Ministerio de Cultura y Deporte para hablar sobre qué prevé la Ley de Propiedad Intelectual, ya que, cuando fue escrita, el escaneo 3D no existía ni se mencionan casos parecidos. La conversación con la institución ha sido de lo más divertida y surrealista. Blanco cuenta: “Mi intención era conseguir la información necesaria para saber si estaba cometiendo algo ilegal o no”. Al final, como se deduce de los pantallazos del intercambio de e-mails, ha surgido un debate para conseguir interpretar leyes que no contemplan casos tan contemporáneos y disruptivos como escanear una pieza en 3D hasta definirla como un “collage de escaneados”.

Algo parecido le pasó a Nora Al-Badri y Jan Nikolai Nelles cuando entraron en el Neues Museum de Berlín para escanear en 3D el busto de Nefertiti con la intención de devolverlo a su lugar de origen como acción simbólica para resolver la disputa entre Alemania y Egipto por la pieza, alegando que Alemania adquirió ilegalmente una de las piezas más icónicas de la época de los faraones. Fue una manera de llamar la atención alrededor de una temática muy controvertida.

Al fin y al cabo, ¿de quiénes son las obras arqueológicas o de arte que los museos de media Europa tienen encerradas con recelo? ¿Por qué no se devuelven a sus países de origen? Una acción como la de escanear un objeto es muy rompedora, cuestionando el statu quo y planteando un cambio de paradigma. Sensibilizar e impulsar una visión más abierta. De hecho, la finalidad de Arrancada es educativa y sirve para difundir el arte y su espíritu con la posibilidad de disfrutar de obras en un entorno tridimensional y poder apreciarlas casi como si los visitantes las vieran en vivo.

Un aspecto interesante para los mismos museos de cada país reside en que poder tener una versión virtual de sus piezas más emblemáticas para fines educativos puede ser un posible escenario futuro en el metaverso que permita crear otro tipo de narrativas museísticas que no tienen nada que ver con la manera en la que visitamos hoy en día un Prado o un MOMA. Blanco señala: “En esta óptica mi actividad tiene el objetivo de educar, no de robar. Educar en dos líneas fundamentales, una sobre el arte y su valor, y la otra planteando la duda de qué pasará cuando todo el mundo sepa cómo escanear a una persona o a un objeto, visto que las redes sociales están plagadas de muchas situaciones de distinta naturaleza”.

Si lo llevamos más allá, con el bum de la inteligencia artificial y de la generación de vídeos de fake news que utilizan modelos de personas para hablar de temáticas controvertidas, ¿cómo se defenderá el derecho de imagen de una persona o su privacidad para que empresas o instituciones no hagan un uso fraudulento de nuestras identidades digitales? Parece algo de un futuro lejano, sin embargo, vista la imprevisibilidad de los nuevos escenarios tecnológicos y lo lento que procede la adecuación del marco legal, plantear cuestiones éticas con acciones artísticas es una iniciativa importante que puede estimular cierto debate.

En esta nueva realidad, donde el simple hecho de llevar un escáner 3D en el bolsillo amplifica aún más toda una serie de escenarios en los que la privacidad se ve mermada por completo, es interesante imaginar qué caminos abre la democratización de una técnica y a qué tipo de evolución nos llevará. ¿Cómo se defenderán los museos ante la posibilidad de escanear obras? ¿Cómo cambiará nuestra manera de disfrutar de una pieza? ¿Los espacios expositivos crearán nuevas narrativas que amplíen la experiencia de visitar un museo?

Está claro que nos estamos acercando a una realidad mixta, donde nuestro yo real y el digital probablemente se fusionarán en uno solo de aquí a unos años. Es divertido fantasear con la idea de que algunas personas decidirán quedarse en lo digital, otras en lo real y otras surfearán en el medio creando personalidades híbridas. Lo que en parte ya ocurre ahora y que podrá llegar a ser mucho más bestia e impactante.

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