Las redes sociales se han convertido en la encarnación de los viejos bloques políticos. Por eso China, con su “Gran Cortafuegos”, tiene castrada a Meta en su territorio, y Estados Unidos se ha propuesto ahora hacerle una peineta a TikTok. Para ello, con 352 votos a favor y 65 en contra, la Cámara de Representantes ha lanzado un proyecto de ley que prohibiría TikTok en suelo estadounidense.La información es poder, como reza el cansino refrán, y las plataformas son dispensadores de datos masivos, tan eficaces dirigiendo los hábitos y gustos de las masas como un border collie pastoreando su desorientado rebaño.
Para un gran número de estadounidenses, la herética Cámara Baja está poniendo en jaque mucho más que un simple circo de videos cortos. Les está, así lo expresan: “condenando”… Empujando al precipicio de la bancarrota. Y no sólo a esos alelados dedicados al baile y a la propuesta de ingeniosos retos; como meterle el dedo índice por el culo a la mascota, o el llamado “Rompecraneos”, que consiste en hacerle una zancadilla de órdago a algún crío empanado del instituto. También a empresarios, desde vendedores de plantas hasta artistas… ¡Artistas, oye! Los desalmados dirigentes de Estados Unidos, están poniendo en jaque la memoria del mundo. Si Picasso se alzara, después de enfrentarse a la censura por machista, se iría impaciente a apoyar las protestas contra la prohibición de TikTok.
Porque así es, la red social mueve montañas; gibraltares humanos que el miércoles 13 de este mes protestaron en Washington, frente al Congreso de Estados Unidos, contra el proyecto de ley. Aunque, bueno, quien dice montañas… dice una aglomeración… no una turba, ni un burujón, ni mucho menos un tropel, más bien unas decenas de personas.
La marabunta (por decir algo), que de sindicalista-obrera tenía poco, estuvo capitaneada por mujeres y hombres de las etnias más diversas, y los trajes más parecidos. El lema “Keep TikTok”, relucía en varios carteles con exacta tipografía. Como sí, Dios no lo quiera, no quisiera ser mal pensado, todos se hubieran dado cita en un almacén, ¡sorpresivamente chino!, a recoger las pancartas una hora antes. O como si un caballero de ojos rasgados hubiera hecho su aparición con un carrito, igual al de las yonkilatas de las plazas, repartiendo el género anunciante al grito de: ¡Freedom! ¡Freedom!
Los allí presentes hicieron una llamada de atención a sus líderes, recordándoles que la Tierra de las Oportunidades se erigió sobre la sangre de los valientes para que hoy ellos, hijos del Señor, pudieran disfrutar de la libertad. La libertad de usar TikTok, que es una libertad como otra cualquiera. Tan legítima como un fusil M16 en el cobertizo, o tener a la suegra puesta hasta las cejas de Oxicodona. Y es que, tendrá bemoles, vaya, que tenga que llegar una empresa china, uno de los engranajes de ese complejo organigrama dictatorial y restrictivo del gigante asiático, a dejar claro que: “el Gobierno está intentando despojar a 170 millones de estadounidenses de su derecho constitucional a la libre expresión”. ¡Una empresa china tiene más claros los derechos civiles de los norteamericanos que los propios representantes del Congreso! ¿Y qué si esa empresa resulta ser la propia TikTok? Da igual su implicación, si lleva razón, la lleva…
¿Acaso la Cámara de Representantes estadounidense se ha vuelto loca? Sólo en el territorio la red social china ya tiene nada menos que 170 millones de usuarios, y contribuyó, el año pasado, con unos 24.200 millones de dólares en el producto interior bruto. Como afirmó el director ejecutivo de TikTok, Shou Zi Chew: «En los últimos años, hemos invertido para mantener sus datos seguros y nuestra plataforma libre de manipulación externa», dijo. “Nos hemos comprometido a seguir haciéndolo. Esta legislación, si se convierte en ley, conducirá a la prohibición de TikTok en los Estados Unidos … También sacará miles de millones de dólares de los bolsillos de los creadores y las pequeñas empresas”. Y, una vez más, que quien hable sea la cabeza de la serpiente que está a punto de ser purgada, no tiene nada que ver con sus palabras…
A decir verdad, la Cámara de Representantes no quiere, como tal, prohibir TikTok. A los dirigentes gringos se la trae al pairo si el personal se desliza por el tobogán de una pantalla hasta la inanición, o dedica su vida a la exhibición ininterrumpida de sus frivolidades o, también, claro, usa los videos cortos para la pedagogía o la difusión cultural. A ellos lo que les incomoda es la cercanía de ByteDance (empresa matriz de TikTok) con el Partido Comunista Chino. Si TikTok se vende a una empresa estadounidense, problema arreglado. Salvo que el proyecto de ley obligaría a ByteDance a vender la red social en menos de 6 meses, lo que se presenta… problemático. Por no decir imposible.
Y ¿quién está frotando espídicamente el palo que azuza esta hoguera? Meta, por supuesto, que sabe que todo lo que sea avanzar hacia su monopolio de las interacciones digitales acercará a la empresa un poco más a esa soñada posición de Big Brother. Pero de Big Brother cool, chachi, molón y, sobre todo, yanqui. Que la denominación de origen en esto, como en el jamón, es prioritaria.
Por supuesto, la ley tiene que pasar por la Cámara Alta, pero el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ya ha dicho que la ratificará si la norma llega a su escritorio. Una afirmación que le ha costado poco despachar, y que, quizás, tenga que ver con que al yayo de América le resulta incómodo tener que hacer videos acelerados sobre cómo preparar galletas de chocolate, que es el contenido que cuelga en TikTok. Biden, en fin, no está de humor para farolillos chinos, que digamos.
Y eso que el mayor porcentaje de opositores a que se prohíba TikTok es demócrata (50 de 65 votos), un margen que se debe al uso activo que le da la juventud (16 a 25 años) afín a los preceptos demócratas, como la visibilización de la minorías o el colectivo LGTBI. Ahora, este margen de votos demócratas en contra era mucho mayor con anterioridad, salvo que, desde el inicio del genocidio palestino, en el territorio norteamericano los videos de TikTok que hablan sobre el conflicto van 69 a favor de Palestina, frente a 1 a favor de Israel. Y, en Estados Unidos, bien sea uno liberal o conservador, del carro que pocos se bajan es el del lobby proisraelí, con sus tesoros en materia económica y de influencia.
Los detractores de TikTok lo tienen muy claro, no quieren a China husmeando en Estados Unidos y prefieren limitar su capacidad de obtención de información masiva, o de lanzar balazos de influencia contra su población. Los detractores de la ley, en cambio, ven TikTok como una ventana de rendimiento empresarial, o de divulgación política, y consideran su prohibición una amenaza a la libertad de expresión. Si bien los primeros no tienen pruebas fehacientes de que China esté metiendo mano en su almacén de datos humanos nacional, los segundos bien podrían hacer lo que se supone se les va a prohibir en otras redes sociales, y todo suena un poco a mirar cada cual por su propio trasero. Cosa, por cierto, tan estadounidense como las barras y estrellas.
Si finalmente, TikTok se prohíbe en Estados Unidos, habrá que esperar cuál será la reacción de los dirigentes Europeos, que en este tipo de materias suelen seguir a su “Primo de Zumosol” en la OTAN. La Guerra Fría, se supone, acabó hace tiempo, pero la batalla de bloques, ¿qué más pruebas queremos?, no para de actualizarse.
Sobre la firma
Periodista y escritor. Ha firmado columnas, artículos y reportajes para ‘The Objective’, ‘El Confidencial’, ‘Cultura Inquieta’, ‘El Periódico de Aragón’ y otros medios. Provocador desde la no ficción. Irreverente cuándo es necesario.