Hace 10 años, en España el concepto start-up se identificaba como un exotismo empresarial importado de los mercados norteamericanos. Hoy está en boca de todos en nuestro país, y representa el nicho de inversión predilecto para grandes grupos que ven en estas empresas emergentes los patrones de negocio del futuro. South Summit, junto con la IE University, llevan una década mapeando la evolución de las start-ups en el ecosistema nacional, dando así con las claves que marcan los puntos fuertes y débiles de lo que es, a todas luces, el presente y el mañana de la economía en los márgenes de la innovación.
La fundadora de South Summit, María Benjumea, destacó al inicio de la presentación del Mapa del Emprendimiento 2023 el gran interrogante al que nos empujan las nuevas derivas tecnológicas: “¿qué es ser humano?”, destacando que este amanecer digital en el que ya estamos inmersos debe dejarnos en el centro de la ecuación. De ahí que el lema de la edición 2023 sea “Human by desing”. Dejando de lado la virulenta anglificación que comienza a infectar cada ápice de todo lo que tiene que ver con el universo tecnológico y empresarial, el aforismo, aunque no muy original, sirve de recordatorio para comprender que las fórmulas de negocio han de configurar perspectivas éticas que antepongan el bienestar humano.
Entrando ya en los datos concretos del estudio, el director general de Innovación de IE University, Salvador Aragón, presentó el informe que arroja luz sobre hándicaps que se llevan arrastrando en el territorio de las start-ups españolas desde hace una década, al igual que insufla esperanza ante la madurez sostenible de la esfera del emprendimiento nacional.
A modo de instrucción, Aragón destacó que “el emprendimiento en España es un ente consciente que apela a la complejidad, pues la complejidad se entiende con complejidad, y esta genera pensamientos emergentes”. Una forma un tanto enrevesada de destacar la capacidad creativa y la profundidad tecnológica a la que son capaces de bucear los emprendedores españoles.
Centrándonos ahora en las conclusiones del estudio destaca sobremanera la dramática falta de diversidad del ecosistema emprendedor español. Seguimos ante una inmensa brecha de género, solo el 20% de los emprendedores españoles son mujeres. Una muestra, otra de tantas, de la necesidad de perspectivas de inclusión y revisión de los papeles de género en el tejido empresarial. Pese al titular, no todo son malas noticias. Si bien la brecha de género es alta, se está contemplando una evolución positiva respecto a la naturaleza mixta de los grupos de emprendedores, así como su alentadora juventud (33 años de media). Equipos que, además, están viendo reducido su número de participantes, avivando así la búsqueda de sinergias con otras start-ups, sobre todo, en cuanto a las capacidades organizativas. Un hecho que Aragón destacó como singular, pues se está contemplando una tendencia creciente a la aparición de empresas de objetivo más organizativo que creativo, lo que da a entender que esta nueva biosfera empresarial se atiende entre sí cada vez con mayor capacidad y atino.
Pero no es la diversidad la única asignatura pendiente. Necesitamos mejorar, y mucho, en aspectos como la producción de patentes, que sólo alcanzan el 15% de las start-ups y que nos coloca muy por debajo de Norteamérica y varios puntos detrás de Europa, así como en el uso de tecnologías antiguas, el denominado legacy. España todavía depende de un corpus tecnológico al borde de la obsolescencia respecto a otros Estados, lo que limita sus flujos de caja y las expectativas de rendimiento. Reclamos de mejora que se alzan paralelos a una búsqueda de mayor financiación pública, que, aunque este año por primera vez ha superado la barrera del 7%, está muy lejos de equipararse al 44% de la financiación con fondos propios que sigue siendo, de lejos, las más habitual en nuestro país
Por supuesto, durante la presentación del estudio de South Summit, tanto su fundadora como el director general de Innovación de IE University, quisieron resaltar la creciente madurez de las start-ups españolas. En tan sólo cuatro años han pasado de una media de 2,20 años de antiguedad a 3,12 años. Todo un logro, si tenemos en cuenta que lo que se busca en España es afianzar la continuidad del talento, evitando la venta rápida de las empresas potencialmente solventes a miembros del tejido empresarial de países extranjeros.
En este aspecto ahondó la intervención de la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, que quiso elogiar la sorpresiva evolución de España en cuanto a las start-ups; su presencia, así como la creciente aparición de empresas unicornio, hasta hace poco casi inexistentes en nuestro país. “España”, aseveró la secretaria, “cuenta con todas las etapas de crecimiento disponibles. Hay más de 10.000 start-ups consolidadas. Y, aunque todavía se sigue dando una brecha de género por una cuestión de riesgos multifactoriales en los que se incluye la maternidad, el foco está puesto en solventar tales disparidades”.
Por su parte, tanto la consejera de Economía, Hacienda y Empleo de la Comunidad de Madrid, Rocío Albert, como la vicealcaldesa de Madrid, Inmaculada Sanz, insistieron cada una por su lado en el próspero jardín de inversión que es actualmente la capital. Un espacio donde la seguridad jurídica y las facilidades administrativas, así como la creciente atención que recibe del extranjero, sólo avivan su enfoque de la experiencia, en lugar de la mera producción de productos. Madrid es, según ambos cargos, un núcleo de atracción muy potente para el talento emergente.
Un año más, South Summit dice estar a la vanguardia del emprendimiento español. Allanando el camino, dando las claves y generando un espacio de encuentro donde la innovación se siente cómoda para desarrollarse, y vislumbra las herramientas para hacerlo. Su estudio junto con la IE University, aunque con un marcado ADN destinado a lanzar los intereses de ambas entidades, logra esclarecer los escollos a los que deben hacer frente las start-ups españolas si quieren seguir evolucionando y demostrando que no son sólo un valor de crecimiento y desarrollo nacional, sino de orden internacional. Porque el futuro de los negocios a nivel global, según todos los ponentes del encuentro, no recae únicamente en su rentabilidad económica.
Cómo comenzaba aclarando Benjumea, el porvenir se encuentra, sobre todo, en la rentabilidad para el ser humano que las empresas sean capaces de aportar. Y en esa reducción de la brecha entre las personas y en mejorar en la calidad de vida se halla la clave de un horizonte de emprendimiento ilimitado. Ahora, ¿serán capaces las nuevas start-ups de tener eso en mente?