Micropagos y menores: ¿sabe qué hace su hijo con su dinero en Internet?

Cada vez más jóvenes tienen acceso a pagar por cosas online, desde cajas de recompensa y funciones en los videojuegos hasta donaciones para captar la atención de sus ídolos favoritos en plataformas como Twitch y TikTok. El problema es que ambos fenómenos esconden mecanismos de persuasión que únicamente buscan sacar tajada de los usuarios más vulnerables: los niños y los adolescentes.

Debía tener 15 años cuando mis padres empezaron a darme una paga semanal: 12 euros, de sobra para al cine de vez en cuando, pasar largas tardes con mis amigos en la misma cafetería a costa de una única consumición e incluso ahorrar un poco. Dos décadas después, la paga sigue siendo uno de los principales mecanismos de los padres para acercar a sus hijos al mundo de las finanzas y enseñarles a controlar sus gastos. Pero, ahora que el dinero y la vida son cada vez más digitales, ¿qué nuevas formas están adquiriendo las tradicionales pagas en mano y qué riesgos plantea que los más jóvenes manejen dinero online?

Por muy digital que se esté volviendo todo, el efectivo se mantiene como la principal vía de los padres para dar la paga a sus hijos y para que estos se la gasten, según un estudio de Pixpay. Sin embargo, un 15,7% de los progenitores ya lo hace mediante soluciones tecnológicas como transferencias bancarias y apps como Bizum, del mismo modo que un 19,3% de los chavales dispone de tarjetas propias o paga mediante aplicaciones móviles.

La siguiente gran pregunta es: ¿en qué gastan ese dinero? Aunque solo un 1,8% de los padres de los padres consultados afirma no saberlo, la cifra real debería ser más elevada si tenemos en cuenta los numerosos escándalos que se han producido en el ámbito de los micropagos en videojuegos. Tal vez no lo sepa, pero, en diciembre de 2022 la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos multó a Epic Games, responsable del popularísimo Fortnite, con unos 490 millones de euros por, entre otras cosas, establecer “patrones oscuros” para inducir a “millones de jugadores”, incluyendo niños y adolescentes, a realizar pagos no deseados.

La industria de los videojuegos siempre ha estado en el punto de mira de la sociedad, que la ha acusado de todo tipo de cosas, desde fomentar la violencia y el aislamiento hasta reducir la concentración. Pero, en lo que viene siendo sacar el dinero a los jugadores, distintos escándalos e investigaciones dejan claro que hay quienes llevan tiempo intentando lucrarse a base de manipular a los chavales mediante estrategias cada vez más variopintas, y prácticamente todas ellas se ejecutan a través de micropagos.

Por supuesto, los desarrolladores y empresas del sector tienen derecho a obtener beneficios de los títulos que lanzan al mercado. El problema llega cuando sus modelos de monetización incorporan esos mismos patrones oscuros que tan caros le salieron a Epic Games. Grosso modo, dichos patrones consisten en usar técnicas de manipulación para incitar a los usuarios a pagar pequeñas sumas para desbloquear funciones del juego o a comprar objetos virtuales no muy caros, pero a los que es imposible acceder sin pasar por caja.

La situación no debería resultar demasiado preocupante si los más jóvenes solo tienen acceso a unos fondos virtuales limitados. En esa situación, cuando su saldo llega a cero, fin del problema hasta la siguiente paga. Pero, dado que no es descabellado que los datos de la tarjeta de los padres queden almacenados por defecto en el dispositivo y la plataforma en la que los chavales pasan su tiempo (o que incluso se los sepan de memoria), un simple clic puede bastarles para acabar pagando infinidad de pequeñas sumas casi sin pensar, como quien va echando monedas en una máquina tragaperras.

Algo así fue lo que le pasó a un no tan joven jugador británico de FIFA de 32 años cuando decidió sentarse a mirar cuánto llevaba gastado en el juego. El resultado no fue nada agradable: unos 10.000 dólares en dos años. En declaraciones a Eurogamer, dijo: “Mi prometida y yo tenemos la suerte de disponer de una buena renta, así que esta cantidad no nos supone una carga económica. Sin embargo, siento la mayor simpatía por aquellos en posición de bajos ingresos que también pueden ser o convertirse en adictos a la compra de cajas de botín”.

Estas cajas botín o de recompensas, o loot boxes, son las que más están en el punto de mira de reguladores y académicos, precisamente, por su capacidad de volverse adictivas y arruinar económica y psicológicamente a los jugadores. De hecho, son comparadas frecuentemente con las máquinas tragaperras. Varias investigaciones en distintos países, como esta realizada en España, muestran “una relación positiva y significativa entre la compra de cajas de recompensas con los trastornos por juego en Internet y los trastornos por juego online”. Además, el estudio en nuestro país encontró “una prevalencia relativamente alta de la conducta de compra de cajas de botín en una amplia muestra de adolescentes y jóvenes españoles”.

El problema ha escalado tanto que, en 2022, el Ministerio de Consumo lanzó un anteproyecto de ley para regularlas, pero, con el adelanto el electoral, la norma quedó en el aire. Aun así, es probable que salga adelante antes o después, ya que cada vez son más los gobiernos que empiezan a prestarles atención. Y, tras el estudio elaborado por el Parlamento Europeo en 2020 sobre su efecto en los consumidores, especialmente entre los más jóvenes, el organismo emitió una resolución a principios de este año para buscar un enfoque común de protección para los consumidores de la UE.

OTRO PROBLEMA CON TIKTOK, TWICHT Y YOUTUBE

Por supuesto, aunque los videojuegos se alcen como el vector más preocupante del gasto de los jóvenes en Internet, no son la única vía mediante la que pueden acabar derrochando su dinero online. Los twitcheros, youtuberos, tiktokeros y otros influencers también están siendo señalados por alentar a sus fans para que les hagan pequeñas donaciones y regalos en forma de microtransacciones habilitadas por pasarelas de pago en las propias plataformas a cambio de atención y notoriedad.

La organización británica sin ánimo de lucro Internet Matters advierte: “Otra forma en que los niños gastan dinero en línea a través de las redes sociales es regalando en vivo […] Las aplicaciones como Tiktok, YouTube y Twitch ofrecen la posibilidad de dar regalos digitales a su influencer favorito, especialmente durante las transmisiones en vivo. Algunos regalos pueden costar hasta 50 libras. Los obsequios se pueden dar para mostrar aprecio, para recibir o ver contenido exclusivo, o a cambio de me gusta y seguidores. En aplicaciones de transmisión de juegos en vivo como Twitch, se alienta a los fans a regalar Twitch Bits a su jugador favorito (500 bits valen 8,4 dólares) y hacer donaciones durante las transmisiones en vivo. A menudo, estos influencers mencionarán al mayor donante, por lo que muchos compiten para ganar este título. Además, también pueden pagar suscripciones mensuales para obtener un mayor reconocimiento como fanáticos en una transmisión”.

Así que, mientras esperamos a que la regulación se refuerce, desde el Centro Alemán de Sensibilización de la Unión Europea Kliksafe lanzan los siguientes consejos para ayudar a los padres a minimizar los riesgos en el ámbito de los videojuegos:

  • Hable con su hijo sobre si sus juegos favoritos ofrecen microtransacciones y acuerde normas vinculantes para ellas.
  • Averigüe si se pueden comprar “paysafecards” [una tarjeta prepago para Internet], si se pueden gastar cantidades máximas y cuáles son.
  • Compruebe en la factura telefónica si hay microtransacciones de juegos digitales.
  • Busque nuevos juegos junto a su hijo para identificar a tiempo las trampas de costes y contenidos problemáticos y, si es necesario, evítelos desactivando las compras dentro de las aplicaciones.

Por su parte, Internet Matters propone las siguientes recomendaciones para el ámbito de los regalos y las donaciones en plataformas sociales:

  • Hable con ellos sobre qué personas influyentes siguen en línea.
  • Discuta el valor de intercambiar regalos por me gusta o saludos.
  • Ayúdelos a comprender que las intenciones de algunas personas en línea pueden no ser simplemente hacerse amigos de ellos, sino explotarlos.

Con toda esta información y consejos en la mano, y a falta de normas más duras y específicas, el deber de controlar y ayudar a los más jóvenes a no caer en la infinidad de trampas que existen en Internet para quedarse con su escaso dinero todavía recae en exclusiva sobre los padres y los educadores. Así que, ya sabe, antes de lanzarse a dejar que sus hijos naveguen y manejen dinero online, pregúntese en qué se lo podrían estar gastando y, sobre todo, recuerde borrar los datos de su tarjeta de cualquier aplicación y plataforma. Las futuras finanzas de sus vástagos se lo agradecerán, por pequeña que sea su paga.

Sobre la firma

Marta del Amo

Periodista tecnológica con base en ciencias. Coordinadora editorial de 'Retina'. Más de 12 años de experiencia en medios nacionales e internacionales como la edición en español de 'MIT Technology Review', 'Público', 'Muy Interesante' y 'El Español'.

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