La mañana del martes 30 de septiembre, en el Real Teatro de Retiro de Madrid, se vio teñida por una inexacta melancolía. Por un lado, el oropel, el premio, la pompa y el reconocimiento para quienes ponen por delante pisar el freno de la tortura al planeta. Del otro, una convicción: lo que antaño fuera importante, hoy es urgente. Y lo es porque la carrera contra el cambio climático cada día es más empedrada, y los retos y catástrofes mayores y más comunes.
No hay riqueza posible donde no haya belleza, y el progreso descontrolado, muchas veces, tiende a un reaccionarismo que ahoga la tierra. Por eso hay que parar. Descartar el aceleracionismo, si este no tiene por patria caminar más rápido hacia la utopía de un futuro sin incendios descontrolados, terribles trombas de agua asesinas o soleadas tumbas donde el calor va ganando, poco a poco, la partida a la vida.
Es un reto difícil, desde luego. En especial cuando en el ágora de las Naciones Unidas resuenan las voces de grandes marrajos blancos, auténticos bocachanclas de felpudo transgénico, declarando que la ciencia es ficción. Que la alarma internacional es un timbre caprichosamente averiado. Y que no hay que mirar arriba, como en la película de Adam McKay.
En esta coyuntura, los Premios Retina Eco 2025, en colaboración con Capgemini, son un leve susurro entre el griterío de la barbarie y la ceguera saramaguiana. Cayendo, sin embargo, en la tentación de la perogrullada, es a base de pequeños y ambiciosos gestos cómo se consigue presentar batalla. Inducir, aunque sea tímidamente, al cambio. Algo que las empresas premiadas en esta V edición han hecho con sus proyectos.
Por eso, a pesar de ese halo de indefensión que recorrió parte de la gala del 30 de septiembre, acabó por imponerse un manto de ilusión. Con ese punto de esperanza culminaron sus intervenciones la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, y la vicepresidenta de Prisa y consejera delegada de Prisa Media, Pilar Gil. Aunque ambas comenzaron sus discursos declarando que la ecología sigue siendo el caballo perdedor en la carrera, no hay que dejar escapar el vigor necesario para hacerlo avanzar posiciones. Como aseguró Gil: “La lucha contra el cambio climático debe intensificarse. Nos jugamos el planeta. Nos jugamos la vida.”
Por supuesto, el madrinazgo de Su Majestad la Reina Letizia fue uno de los puntos fuertes de la ceremonia. A su llegada, el Real Teatro de Retiro se cubrió de un silencio sepulcral, al que siguieron un aluvión de aplausos. He ahí el culmen del poder, de la relevancia: imponer con tu aterrizaje el silencio antes del estallido de las palmas. Ataviada por un dos piezas blanco lirio, la Reina Letizia declaró con su presencia la importancia brindada a estos premios por las altas instituciones.
Por su parte, el director de Retina, Jaime García Cantero, destacó el profundo cambio vivido en el ecosistema internacional desde la Covid-19, lanzando una mirada a Europa que ha visto cómo: “los antiguos amigos ya no son tan amigos, y los viejos enemigos siguen siéndolo”. La pandemia no fue el fin del mundo, pero sí de un mundo, y es en esa nueva cosmología de intereses en la que debemos poner el foco. Una mutación del paradigma que, como narró García Cantero, coincidió irónicamente con un cambio en el lugar de celebración de la gala, que pasó de un antiguo invernadero al Real Teatro de Retiro de Madrid, antaño un cuartel de artillería. La ecología, vaya, ha de armarse para su nuevo frente de lucha. Las pistolas dispararán flores.
Y hablando de flores, estas fueron las protagonistas de la entrega de galardones. Los Premios Retina Eco se caracterizan por una mirada moderna, díscola para la costumbre corporativa, que liga con fuerza el enfoque artístico con el tecnológico. Retina tiene algo de indie. Algo de provocador y original, y por eso su director quiso hacer de la poesía y la Inteligencia Artificial (IA) parte de los maestros de ceremonia de la gala. Y así, sobre versos lorquianos, García Cantero en colaboración con el artista Alberto Barreiro usaron una IA para alumbrar distintas interpretaciones florales digitales que se reprodujeron en la pantalla, cada una de ellas directamente relacionada con un verso de García Lorca y el proyecto premiado.
Un girasol de movimiento tartamudo se atropella en la gran pantalla del evento. Se presentó así el premio a la Movilidad Inteligente, que recibió Endesa, en colaboración con los ayuntamientos de Sevilla, Málaga y Granada, por su proyecto eCity. Le siguió un pequeño nido de semillas negras alrededor de sus pétalos, que sirvió de puente con el premio de Ecosistema Sostenible, recogido por la empresa Semillas Fitó por su iniciativa para reducir la huella ecológica de la agricultura.
“Goza el fresco paisaje de mi herida, quiebra juncos y arroyos delicados. Bebe en muslo de miel sangre vertida”, recitó el director de Retina, antes de celebrar con la abstracta interpretación floral de la IA el premio de Energía y Recursos Verdes, ganado por la empresa Tubos Reunidos con la iniciativa O-Next, que supone el primer tubo de acero sin soldadura fabricado con cero emisiones. A este galardón le siguió el premio a la innovación pública sostenible, que ha recaído en el Ayuntamiento de Barcelona y Veolia España por su proyecto Ecoenergies Barcelona, una iniciativa que suministra gases ecológicos, tanto calientes como fríos, mediante la regasificación de gas natural licuado y el aprovechamiento de biomasa procedente de la poda urbana.
Y, para acabar, un ex aequo. El premio Pyme a la Innovación en Sostenibilidad se resolvió con protagonismo bicéfalo para el proyecto Ladrillo ecológico, de La Paloma Cerámica y Gres, y el proyecto Movilidad Pesada, Impacto Ligero, desarrollado por Muelles y Ballestas Hispano Alemanas, que busca reducir el peso de los vehículos pesados con el fin de mejorar su eficiencia y sostenibilidad.
Tras la entrega de galardones de manos de Su Majestad, se dio una mesa redonda moderada por García Cantero con los representantes de las empresas afortunadas. Y sorprendió gratamente ver que, en su mayoría, los galardonados reconocían que se trataban de objetivos antes enfocados en la responsabilidad ecológica, que en el beneficio. Los proyectos, ahora mismo, les están costando más a sus empresas de lo que generan, lo que encarna dos factores imprescindibles a tener en cuenta en la pelea contra el cambio climático: el sacrificio y la perspectiva a largo plazo.
A la postre de la gala, la Reina Letizia, de blanco reluciente angelical, seguida por una pléyade de trajeados pajes empresariales y discretos hombres-pinganillo, se mezcló con asistentes, autoridades y premiados, dando como resultado pequeñas mareas humanas sobrevolando a su alrededor igual que dípteros a la luz. Resultó gracioso ver a varios asistentes buscar con sus selfis el busto, a lo lejos, de Su Majestad. Como si compartir habitación con ella ya fuera colágeno suficiente para un cutis social envidiable. En definitiva, esta V edición de los Premios Retina Eco, en colaboración con Capgemini, es un paso más en la trinchera donde debe disputarse hoy, en un mundo plagado de cinismo, dudas y realidades alteradas, la lucha contra el cambio climático. Una liza en la que el planeta pelea por sobrevivir. Sin medias tintas, ni segundas oportunidades.
Sobre la firma

Periodista y escritor. Ha firmado columnas, artículos y reportajes para ‘The Objective’, ‘El Confidencial’, ‘Cultura Inquieta’, ‘El Periódico de Aragón’ y otros medios. Provocador desde la no ficción. Irreverente cuándo es necesario.