El chaparrón bíblico que convirtió Madrid en un gran parque acuático de cemento, no impidió que se celebrara la entrega de los Premios Retina ECO en el Museo Reina Sofía de la capital. Las aceras, empapadas por la lluvia y los gruñidos de pterodáctilo de los viandantes, fueron generosas no impidiendo la llegada de los asistentes a la cuarta edición de unos premios que reconocen la sostenibilidad y la virguería tecnológica verde de nuestro país.
Para quienes se dieron a la impuntualidad positiva, esa que prefiere llegar con tiempo a comérselo, la gala gozó en sus minutos previos con la actuación de Yeli Yeli, formación compuesta por el cantaor Álvaro Romero y el percusionista Esteban Perles. Su flamenco electrónico, dado para el jubileo, dejó ojipláticos a los presentes. Menudo alud de ideas tabú se veían a punto de saltar de sus inquietas bocas. Pero el ramalazo provocador y moderno -moderno bien, claro- de la banda es, para los no iniciados, marca de Retina. Advertidos quedan.
Con la puntualidad de un maquinista británico, la anfitriona de la gala aterrizó velada por un coro de aplausos. La Reina Letizia, seguida por la ministra de Igualdad, Ana Redondo, el ministro de Transformación Digital, Oscar López, y la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, tomaron sus asientos, momentos antes de que la presentadora, Lorena Baeza, diese el pistoletazo de salida con una locución tan perfecta que parecía de doblaje.
Se diría que la lucha contra el infierno climático, al que nos condenan la mayoría de los expertos mundiales, tiene por mejor arma enervarse mucho, con cara de sota, a lo Greta Thunberg, y moralizar a altos mandatarios mundiales. Sin embargo, la solución más eficaz a una crisis frente a la que sólo pueden cegarse quienes se saben con búnkeres y patrimonio para cabalgarla, o aquellos que ya viven en una crisis adquisitiva permanente, pasa por el universo de las ideas.
El reloj del apocalipsis sitúa a la humanidad a 90 segundos de la larga medianoche. El Invierno está al llegar, como dirían en Juego de Tronos. Y nuestra esperanza recala en que los dones prometeicos gracias a los que hemos ido pudriendo los techos y cimientos de nuestro planeta, alumbren un camino hacia su recuperación. O, como mínimo, a una profunda frenada que nos salve de la frontera de lo irreversible.
Esta fue la premisa que puso en valor la vicepresidenta del grupo Prisa, Pilar Gil, cuando aseguró que la cita: «Brinda un merecido tributo en la lucha contra el cambio climático y por la diversidad y el progreso tecnológico”, instando, acto seguido, a: “instalar un estado de rebelión permanente contra el calentamiento global, encarnado por los galardonados». A continuación, el Consejero delegado de Capgemini -entidad directamente ligada a los premios Retina ECO-, Luis Abad, recitó con dicción colegial los beneficios de la sostenibilidad, y aclaró que la cita sirve para: “recordar que la sostenibilidad es, no sólo una necesidad de supervivencia, sino una gran apuesta por el rendimiento empresarial”.
Llegados a este punto, hizo su aparición el director de Retina, Jaime García Cantero. Lució Cantero un traje de fiesta con corbata de raba en su tinta: fina y negra, y una camisa blanca confeccionada por una de las empresas galardonadas, la marca Sepiia. Lo primero en lo que quiso hacer hincapié el director de Retina fue en: “la suerte que es poder celebrar este evento en el Museo Reina Sofía, donde Retina tiene mucha historia. Un lugar destinado al arte, la modernidad y la vanguardia, que representa lo que valoramos dentro de la tecnología”.
«Solemos usar un Macguffin para ligar los premios con obras artísticas”, explicó Cantero, dos chanzas mediante que provocaron sonrisas de tango en los allí presentes. “Otros años, hemos usado, por ejemplo, el cine. Pero este año, en vista del lugar que nos acoge, lo hemos hecho con cuadros”. Y así, el director de Retina fue entrelazando los proyectos galardonados en las 5 categorías con distintos lienzos.
La primera sinergia llegó de la mano de una imagen de una obra de Daniel Vázquez Diaz, titulada El mar, para hablar de la empresa CIMICO SL, que recibió el galardón Consumo Eficiente. Su proyecto; AMAS MABR IFAS, propone un puntero modelo de tratamiento de aguas residuales, con el que maximizar la eliminación de cargas contaminantes minimizando el consumo energético. Más tarde, en la mesa de debate celebrada, la presidenta ejecutiva de Cimico, Inés Larrea, explicó que: “Los procesos biológicos son una parte fundamental de la depuración de agua. El consumo energético de las depuradoras es impresionante. Y abordar esos procesos (por otra parte imprescindibles), reduce el gasto energético y, por ende, la contaminación”.
La segunda sinergia puso en relación con la empresa Nortegas, receptora del galardón Generación Verde, una obra de Fernand Léger, titulada Pintura mural. El proyecto, llamado H2SAREA, es un sistema de distribución de hidrógeno verde en el País Vasco, que emplea para la descarbonización de la zona la red de gas natural ya existente. Durante el posterior coloquio, el consejero delegado de Nortegas, Javier Contreras, afirmó: “Las redes actuales son capaces de vehicular una parte de hidrógeno mezclado con gas natural. Hemos probado la capacidad de la red y confirmado que se produce una importantísima descarbonización si se alcanza una mezcla con un 30% de hidrógeno”.
La tercera sinergia nació de un lienzo de Alexander Calder, titulado Hélices, que Jaime Cantero ligó a la empresa ABB, ganadora del premio Movilidad Inteligente. ¿Su proyecto? Un nuevo sistema de navegación para embarcaciones propulsado por un motor eléctrico que reduce hasta el 22% el consumo de energía. Más tarde, el director de la división Marina y Puertos de ABB, Alejandro Zorzo, destacaría: “Este sistema propulsivo innovador logra sacar la máxima eficiencia en las palas, con las que se puede alcanzar una descarbonización del 50%”. Un dato que no es baladí, si tenemos en cuenta que las 16 embarcaciones más contaminantes del planeta contaminan igual que todos los automóviles juntos.
La cuarta sinergia tuvo por protagonista el programa de recuperación de baterías de vehículos eléctricos de Mapfre, CESVIrecambios, ligado por el director de Retina con la pintura “Un mundo”, de Ángeles Santos. Reconocido con el premio Economía Sostenible, este programa propone la reconversión de las baterías en sistemas de almacenaje de energía solar, entre otros. El director de CESVImap, José María Cancer, destacó lo significativo que es que: «una empresa de servicios se vuelque en reducir el impacto medioambiental del sector automovilístico. A través de la descontaminación de los coches en siniestro, y la recuperación de los materiales, se logra una gran reducción de los residuos”. Sin duda, uno de los grandes retos de la crisis climática.
Por último, y desde luego no menos importante, el premio ADN Verde fue a parar a manos de la empresa Sepiia (antes mentada), que el director de Retina ligó al cuadro de Picasso La dama azul. Seppia, como un proyecto en sí misma, es una marca cuya fabricación de prendas es resistente a las manchas y bacterias, así como a la necesidad del planchado. Lo cual, huelga decir, mitiga enormemente la contaminación derivada del sector textil: uno de los más contaminantes. El presidente ejecutivo de Sepiia, Federico Sainz de Robles, diría posteriormente que se trata de: “Un proyecto con el objetivo de hacer el día a día más fácil a las personas, al tiempo que a la reducción del impacto medioambiental”.
Hechas las debidas presentaciones, e invocados como por una campanilla, los distintos representantes de los proyectos galardonados fueron desfilando por el escenario para recoger una fascinante escultura de la artista Cristina Almodóvar. En este punto, asoma pertinente una pequeña reflexión. La realeza es el talón de Aquiles que revela a los hipócritas. Da igual que uno sea ferviente republicano, o alardee de su desinterés por la vetusta institución. La aparición de uno de sus miembros salpica el suelo de uñas mordisqueadas. Y los ensayos frente al espejo del que debe mantener un tête à tête, acaban pirueteando en sudorosos tartamudeos. Hay incluso quien, indeciso entre la reverencia, un apretón de manos o dos anti-protocolarios besos, acaba fintando más jugadas que Lamine Yamal. Un hecho que se vivió en la entrega de premios de la mano de la Reina Letizia, quien, afortunadamente, toreó toda vacilación con educada maestría. Si el hábito no hace al monje, vaya, la corona sí hará a la anfitriona de las celebraciones.
A modo de remate, el ministro de Transformación Digital, Oscar López, coronó la entrega de premios asegurando: «pensar en el Museo Reina Sofía es sinónimo de innovación y apuesta por el progreso, una característica que comparten los premiados. Nuestras sociedades abordan el reto de transitar a una industria verde y sostenible. España ya está en la locomotora de este cambio, y no en el tren de cola«.
Finiquitada la ceremonia, autoridades y asistentes disfrutaron de un cóctel en el que las marabuntas se apiñaban cual groupies alrededor de la Reina Letizia. Tras bregar con las cámaras, la Reina se interesó vivamente por los distintos colaboradores presentes de Retina (pimpollo inclusive), con un sentido de la politesse de una familiaridad exquisita. El reclamado encuentro propició más de 20 minutos de preguntas cruzadas entre la que fuera prestigiosa periodista de numerosos medios, y juntaletras de diversas castas y un piso franco común: Retina. “Yo tengo un foco puesto sobre mí y creo que es imprescindible moverlo hacia propuestas de un orden tan importante como esta”, aseguró, en petit comité, Doña Letizia (perdone por el chivatazo, su majestad). Los otros protagonistas de la gala fueron las empresas premiadas. Aquellas que, azuzando el fuego de la creatividad, aunando técnica y buen juicio, se hicieron merecedoras de un reconocimiento que, esperemos, sólo allane su camino hacia el éxito. Y, por ende, a hacia la salvaguarda de nuestro planeta.
Sobre la firma
Periodista y escritor. Ha firmado columnas, artículos y reportajes para ‘The Objective’, ‘El Confidencial’, ‘Cultura Inquieta’, ‘El Periódico de Aragón’ y otros medios. Provocador desde la no ficción. Irreverente cuándo es necesario.