Vigilar nuestra privacidad en internet es tan crucial como cerrar la puerta de casa al salir. Si te descuidas, puedes dar vía libre a un rosario de problemas. En un universo digital donde nuestros datos pueden ser vendidos al mejor postor, utilizados para manipular las decisiones de los demás, o las nuestras, a través de phishing, deep-fake y otros métodos de fraude, dejar nuestra información al aire es ponernos en riesgo automáticamente. Cada clic, cada compra y cada «me gusta» construyen un retrato digital que puede ser malinterpretado o explotado. Un rastro de miguitas de pan capaz de atraer a agentes maliciosos. Lo llamamos: huella digital y es, básicamente, la información que dejamos en línea al interactuar con internet, incluyendo publicaciones, búsquedas y compras. Se divide en huella activa, que generamos intencionalmente, y huella pasiva, que se recopila sin nuestro conocimiento. Un poso que debemos vigilar si no queremos que individuos o grupos organizados lo empleen como un punto débil para atacarnos.
Tu huella digital es tu memoria en internet
La huella digital puede causar algunos problemas serios, así que es mejor estar alerta. Por un lado, el robo de identidad es un clásico: los delincuentes pueden hacerse pasar por ti y realizar transacciones fraudulentas, dejándote indefenso. Luego está el fraude financiero, donde un simple descuido puede provocar que alguien acceda a tus cuentas. Entrar en un simple correo puede ser suficiente como para perder miles de euros en un instante. En el mundo de las redes sociales, el peligro acecha en cada publicación. Por ejemplo, una persona sube una foto de sus vacaciones y, poco después, comienza a recibir mensajes inquietantes de un extraño que ha rastreado su ubicación. Por último, la manipulación publicitaria puede hacer que compres cosas que realmente no necesitas, solo porque la publicidad parece hablarte directamente. Todos estos riesgos se derivan de nuestra huella digital y dan fe de que debemos proteger nuestra información como si fuera oro.
La vigilancia es una tarea daría
Pero ser consciente de tu huella digital es una tarea que implica gestos cotidianos. Para empezar, comienza buscando tu nombre en diferentes buscadores y revisa los resultados. Si encuentras algo preocupante, intenta modificarlo o contacta a los administradores del sitio para solicitar cambios. También puedes configurar alertas de búsqueda para mantenerte informado sobre menciones de tu nombre y limita la información que compartes en redes sociales, revisando y actualizando publicaciones antiguas que ya no reflejen cómo quieres presentarte. Además, gestiona tus cookies borrando el historial o navegando en modo incógnito para minimizar la información que compartes sin querer.
Estas serían algunas de las claves a seguir de cara a paliar las brechas ya sucedidas, que no sólo pueden significar que tengamos una huella digital no-deseada, sino también una rendija de privacidad peligrosa. A fin prevenir, de raíz, estos problemas sigue la siguiente lista de consejos y siente tu huella digital y tu privacidad a salvo.