Javier Peña, fundador del canal de divulgación ambiental Hope! , quiere hablar de sostenibilidad de una manera diferente: “mi estímulo ha sido pensar en cómo aportar algo distinto, con un enfoque que en vez de estar mirando al problema, proporciona soluciones alcanzables”. Frente a un bombardeo constante de malas noticias y pesimismo, él ha decidido acostumbrarnos al optimismo con bondad y sensibilidad: “Cuando algo se hace inaccesible, tenemos la tendencia natural a frustrarnos y a ser cínicos o pesimistas. Mi intención es desmontar ese cinismo con una manera de divulgar fácil, que pueda llegar a cualquiera y con alternativas que permitan ver más allá del problema en sí. Que nos cuenten todos los días que el mundo está en peligro es contraproducente”. Por eso Peña ha decidido contarnos los retos de nuestro planeta desde el optimismo, la sensibilidad y la bondad.
(P) Parece que no queda ninguna esperanza, ¿Cómo podemos invertir esa tendencia? ¿Cuál es una actitud que nos puede ayudar a cambiar la manera de abordar la sostenibilidad?, ¿Saber de proyectos que se pueden realizar nos ayuda a imaginar escenarios futuros positivos?
(R) La narrativa es un aspecto en el que trabajo mucho y creo que es especialmente importante en estos tiempos en los que la distopía parece que ocupa todo nuestro imaginario. Tenemos un relato único que es igual que el de las películas y las series sobre el futuro donde todo es escasez, guerras, penurias y hemos acabado con la naturaleza. Lo interesante es que estamos frente a uno de los posibles desenlaces. Por suerte, tenemos muchos otros y creo que es muy importante construir una narrativa que nos empodere, que nos dé esperanza y que nos motive. Porque claro, si no, si piensas que no hay nada que hacer, que está ya todo escrito y todo perdido y ya no hay tiempo nada va a cambiar porque se vuelve imposible y demasiado grande para que cada uno sienta que es alcanzable. Es un mecanismo que nos lleva fácilmente a la parálisis y a la ansiedad.
Uno de los mantras que se repite sobre la generación zeta es que está desilusionada y sin esperanzas. ¿Crees que el cinismo es una epidemia de nuestro tiempo?
Bueno, si seguimos repitiendo que no existe la utopía, no existe la verdad y no existen las buenas intenciones, eso acabará ocurriendo. Además, creyendo que todo está manchado de intereses ocultos es normal que vayamos de camino al desastre, porque conseguimos que el «nada puede cambiar» se transforme en una verdad absoluta. Pero justo estamos viviendo los años en los que la humanidad puede protagonizar la mayor transformación a escala global a mayor velocidad de toda la historia, para convertirnos en la primera generación sostenible del planeta. Y lo que intento es difundir mi teoría de cambio para apaciguar la ansiedad del poco tiempo que nos queda y generar un escenario que es posible realizar, estimulando cambios en cadena que pueden aportar soluciones nuevas.
Si lo entiendo bien, tu enfoque es muy parecido al divide y vencerás del imperio romano. Una manera de fragmentar un problema colosal en muchos pequeños y así poder abordar soluciones que sumadas pueden llevarnos a hacer desaparecer la problemática de la crisis climática.
Efectivamente. De hecho, hasta mi manera de divulgar ha cambiado con los años. Antes me enfocaba mucho en el problema y lo preocupante que es hasta poder llegar a una visión terrorífica; luego entendí que era un enfoque incompleto porque no estimula la transformación. Para entenderlo mejor uso el ejemplo de un incendio. Cuando hay un incendio en tu edificio lo primero que tienes que hacer es oler el humo, darte cuenta de que hay un peligro. Y lo segundo, y no menos importante, es saber qué tienes que hacer a continuación. ¿Dónde está la escalera de emergencia? ¿Cómo tienes que salir? ¿Cuál es tu camino hacia un lugar seguro? Creo que se incide poco en esta segunda parte, explicando qué implicaría y en qué consistiría resolver este problema. En la mayoría de los casos se presenta siempre con un contexto en que que nos tenemos que sacrificar mucho a cambio de hacer algo por el planeta. Todo el discurso gira en torno a la obligación y el esfuerzo y nadie, en su sano juicio quiere sacrificar su vida para hacer algo. De hecho la obligación nos empuja a encontrar excusas y a pedir que sean los gobiernos, las empresas o países como China en tener que resolver la crisis climáticas porque ya tenemos demasiados problemas en nuestras vidas como para encontrar tiempo para salvar al planeta.
Cuando te pones a ver realmente en qué consistiría el camino de la transformación ecológica para para revertir la crisis y restaurar el equilibrio ambiental del planeta junto con la prosperidad social, te das cuenta de que todas y cada una de las soluciones que tenemos que llevar a cabo implican ventajas inmediatas para la vida de las personas. Entonces, mi teoría de cambio, mi apuesta estratégica como comunicador, es centrar los mensajes en lo que se puede hacer, analizando casos de éxito, aportando datos y haciendo evidentes los beneficios y cómo se ha conseguido para ver también que una idea es escalable y no se queda circunscrita a una región pequeña. Es allí que de repente ves cómo una transformación genera más empleos, mejores niveles de vida, ciudades con temperaturas más agradables, reduces gastos y la dependencia de energías extranjeras, empoderando una economía soberana basada en las renovables. Es decir, es importante poner el foco en cosas que son transversales en el deseo de conseguir una mejora, porque abaten barreras y reducen segmentaciones ideológicas o de partido.
Aclárame más este matiz. Hablas de transversalidad a la hora de abordar una problemática como la crisis ambiental. Estás a favor de una narrativa que no separe ni se enfoque en una ideología partidista. Es una contratendencia a lo que ocurre a nivel de fragmentación de la sociedad.
Sí. Porque todo el mundo prefiere tener un país más soberano energéticamente que un país que tiene que importar el 80% de su energía, que el PIB de todos los años es el 5% del PIB en comprar petróleo y gas. Si lo generamos aquí en España, puede contribuir a aumentar cierto nivel de autonomía y además atrae industria que crea puestos de trabajo. Por ponerte otro ejemplo, todo el mundo prefiere ver un campo de cultivo lleno de flores, lleno de vida, con productos que no llevan pesticidas generando más rentabilidad para los agricultores y un nivel de salubridad más alto para los consumidores. Además, no solo es mejor a nivel económico, sino que ayuda a construir un consenso y un deseo en torno a un horizonte de posibilidades anulando el pesimismo relativo a quién tiene intereses sobre el medioambiente. Solo para proporcionarte un dato, con este tipo de narrativa hemos llegado ya a superar los 1.000 millones de reproducciones en nuestros vídeos.
Wow! Es impresionante.
Sí, es una barbaridad. Lleva pasando así desde hace cinco años, con una media de 200 millones de reproducciones al año, generando en su mayoría comentarios positivos, esperanzadores con reacciones que llegan de gente cercana o de gente que conoces que está trascendiendo las barreras ideológicas y sociales preestablecidas. Hope! es un experimento que demuestra, por un lado, que hay un apetito muy grande de hablar de temas medioambientales si se explica de una forma comprensible, sin sesgos, y por otro lado, que en el camino de las soluciones nos encontramos todos, porque todo el mundo quiere una naturaleza más sana y unos paisajes más verdes, tener viviendas mejor aisladas que consumen menos. Es una cuestión que nos une y para generar un trabajo de construcción.
En esto que comentabas de la construcción de futuros deseables, tenemos una paradoja. El futuro deseable que podemos alcanzar ya es presente en muchos lugares del mundo. Pequeños trocitos de ese futuro presentes en muchos lugares del mundo. Y cuando unes todas esas piezas te das cuenta de que resolver la crisis climática, además de una obligación moral y de una cuestión que tenemos que hacer por responsabilidad, es una gigantesca oportunidad para mejorar como humanidad y para avanzar en todos nuestros objetivos económicos y sociales y sanitarios y medioambientales.
Comunicar pasa por divulgar y la divulgación, más que enfocarse en el problema en sí, intenta proponer soluciones, hacer patente lo que ya se está haciendo para contrarrestar el pesimismo. Además diseñar soluciones que den una visión ecosistémica y que unan evitando el conflicto que se genera con dualismos inútiles como si algo es de izquierdas o de derechas, capitalista o no. La de Hope! es una llamada colectiva que ayuda a estimular la participación. Un enfoque proactivo que invite a la gente proporcionando las soluciones.
Claro, es que estamos viviendo unos años donde resolver la crisis ambiental parece exagerado, pero no lo es. Enseñar lo que se está haciendo ayuda a tomar conciencia y quitar de la ecuación la palabra imposible. Soy posibilista y además muy optimista, porque veo que tenemos los medios y los recursos para hacerlo. Es pasar de una catástrofe cuyas dimensiones se nos escapan a crear un entorno más claro. Hablar en términos catastróficos es empujar al ser humano a pensar solo en su vida, porque lo del clima es demasiado grande para que se pueda abordar en el día a día, empujando la disgregación y el rechazo a los contenidos medioambientales porque te generan angustia.
¿Entonces juegas mucho a imaginar escenarios futuros?
Sí, imagina un futuro deseable que puedes ver en tu ciudad, en tu casa, en tu propio barrio o en tu país , ayuda a imaginar soluciones y a concretarlas porque ayuda a entender que tenemos soluciones mejores a las tecnologías contaminantes, extractivas y destructivas que hemos heredado del pasado.
Vale, pero ¿cómo consigues despertar y pasar a la acción? En la web de Hope! cuentas que un estímulo muy fuerte ha sido el nacimiento de tu hijo, ¿pero cómo se transforma en una llamada a la acción?
Mira, cuando nació mi hijo allá por 2018 también se publicó el informe del IPCC (Grupo intergubernamental de expertos del cambio climático) con un enfoque muy crítico. Fue casi como si estallara una bomba porque ponía como fecha límite el 2030 para reducir las emisiones de al menos la mitad.
O mantenernos por debajo del límite de 1,5 grados a partir del cual los riesgos se disparan exponencialmente. Mientras estaba leyendo el informe, me puse a calcular que mi hijo en 2030 tendría 12 años y me di cuenta de lo rápido que se estaba deteriorando el entorno en el que vivía en aquel momento, la Sierra de Gredos con sus maravillosos encinares. Así que tomé conciencia de lo evidente que era empezar a ver sequías extremas o olas de calor con veranos que se vuelven insostenibles. De repente ves las encinas que se secan, aumentan los incendios y cómo empiezan a colapsar las cosechas con temperaturas inusuales que queman las flores de los cultivos o que no aguantan por falta de agua. Es allí que se me desató la ansiedad y sentí un fuerte nudo en el estómago.
Además, si hay algo de lo que puede pecar El IPCC es de conservadurismo porque tiene que ser consensuado por todos los cuerpos científicos de todos los países. Están diciendo que es una catástrofe y es extraño que no estemos todos hablando de cómo resolverla inmediatamente.
Es allí que tomé conciencia de que no le estamos dando la importancia que se merece, y como vengo del mundo de la comunicación digital, decidí abrir el canal porque en mi entorno tampoco encontraba ninguna organización a la que pudiera unirme. Empecé a grabar vídeos con la intención de traducir a un lenguaje más cercano lo que estaba diciendo la comunidad científica. Le pusé Hope! porque la esperanza es lo último que puedes sobre todo cuando tienes un hijo. Perder la esperanza se transforma en un lujo que no te puedes permitir. Ha sido lo único que se me ocurrió que podía hacer en mi vida.
Lo sorprendente es cómo has conseguido conectar con las personas si tenemos en cuenta que en los primeros tres meses ya tenías 20 millones de reproducciones.
Fue un empujón grande que me confirmó que tenía que seguir por ese camino. Dejé mi trabajo y me centré completamente en la creación de contenido. El dato curioso es que los vídeos generan muchas interacciones y hasta te llegan comentarios de personas de las que nunca te esperarías que podrían estar de acuerdo con todo esto. Hasta personas anti-ecologistas de repente comparten mis vídeos por Whatsapp porque ven que el contenido es útil y sensato.
Es interesante como una comunicación cercana y basada en información clara y datos puede unir y reducir diferencias fomentando una visión transversal sobre un tema importante.
Sí, luego es normal que haya diferencias en cómo implementar las soluciones, porque allí cada uno tiene una visión diferente. Hay personas que ven una intervención estatal necesaria, otras no tanto, pero lo relevante es enfocarse en aplicar las mejores soluciones y que ya están al alcance de todos.
Además creo que en esta era de la post verdad, una labor importante es conseguir que no se desprestigian las instituciones científicas cuestionando todo con meta estudios basados en intereses individuales. Sería una tragedia dejar el paso a las conspiranoias. Es mucho más útil unir a la sociedad con una misión común construyendo un horizonte esperanzador para nuestros países y en general para nuestro planeta. Para reconstruirnos necesitamos reimaginar cómo habitamos la tierra, cómo funcionan nuestras economías, cómo calentamos nuestras casas o cómo nos movemos.
En este proceso que te ha transformado en divulgador, ¿hay algo que te haya ayudado a tener una revelación personal?
Sí. Fue cuando pude acceder al proyecto de DrawDown Project de Paul Hawken creado por un grupo de personas que decidió responder a la pregunta: «¿Cómo sería hacer todo lo que está en nuestras manos? ¿Cómo podríamos no ya frenar, sino revertir la crisis climática en una generación? Fueron ellos que unieron a científicos de todo el mundo e hicieron un inventario con las soluciones posibles y con la escala y los costes para que pudieran ayudar a solucionar el problema. Se ha creado así un listado de 100 soluciones que ya existen y son viables. Soluciones que son viables técnica y económicamente y que escaladas no solo frenan el problema sino que ayudan a empezar a revertir el cambio climático con ventajas sociales económicas, medioambientales y sanitarias. Es una visión más ecosistémica que permite dar forma a una economía del siglo XXI que fomenta el equilibrio con la naturaleza y que deja de ser extractiva. Esta propuesta me impactó tanto que fue allí que dejé de ver al problema como un monstruo invencible, como un ente informe, porque te fijas en soluciones específicas que tienen que ver con los sistemas de electricidad, o los de calefacción o con los transportes o la basura y el compostaje, cambiado de tener la sensación de sacrificarse a ver oportunidades.
Me fascina ver que según vamos hablando estamos pasando de una idea insuperable a una visión de un problema como un puzzle de muchas soluciones viables. En uno de tus vídeos mencionas el proyecto de la meseta de Loess en China que ha sido apoyado por el Banco mundial en el que se ha convertido una gran zona árida en un ecosistema próspero y verde que ha reducido los niveles de pobreza de las comunidades que viven allí.
¡Claro! Imagínate, ¿Quién puede estar en contra de esto? Es magnífico ver una región gigantesca donde millones de personas han visto su economía mejorar, donde los agricultores han duplicado sus ingresos, a la vez que pasaban de un entorno en desertificación a traer la vida, el agua, y la prosperidad de vuelta. Con la naturaleza. No contra ella.
Y te diré más, este tipo de proyectos se están replicando en todo el mundo. Hace poco hemos estado grabando material para nuestro documental en una región del altiplano del sureste español donde se ha aprobado un proyecto parecido al de la meseta de Loess, porque tiene características geográficas parecidas y se quiere implementar lo mismo.
Una de las historias que hemos documentado es la de John D. Liu, un documentalista que vivió el mismo proceso en la meseta del Oeste en el altiplano de Murcia, Granada y Almería, una región de un millón de kilómetros cuadrados en la que ya se han unido más de trescientos agricultores pasando de una agricultura tradicional extractiva a la agricultura regenerativa, plantando decenas de miles de árboles. Te podrás imaginar el cambio drástico que ha implicado eso. Es una visión poderosa de cómo los agricultores deciden frenar la desertificación y conseguir que vuelva el agua a sus tierras, gracias a la colaboración de ayuntamientos, empresas de turismo rural, los jóvenes y las escuelas. Es un proyecto universal de traer la vida y la prosperidad de vuelta.
Había visto tus vídeos sobre la agricultura regenerativa, pero no estaba al tanto de cuántos players estaban involucrados en el proceso. Me surge una pregunta ¿Quién propone los proyectos? En tus vídeos dices que además de las iniciativas locales es importante que se tomen decisiones a nivel gubernamental para que el cambio sea efectivo y transformar a España en una superpotencia verde.
Por muy absurdo que parezca es una iniciativa colectiva que nace desde abajo, donde los distintos pueblos se unen bajo una visión común. No estoy seguro de si está recibiendo subvenciones o apoyo gubernamental. Pero es parte de mi labor de comunicador incitar a los gobiernos estatales, regionales y locales que tienen que ser más activos en estas iniciativas porque hay una oportunidad gigantesca para romper ese prejuicio que parece que los agricultores están en contra de la Agenda verde 2030. Es importante dialogar para que no pase el mensaje de que todo son costos, sacrificios y limitaciones. Solo hace falta preguntarle a un agricultor regenerativo para ser consciente de todo lo que está ganado porque se ha liberado de un montón de gastos de la agroindustria y de los agroquímicos, mejorando la salud de los suelos consiguiendo una mayor resistencia a la sequía y maximizando la producción.
Es en ese punto que la acción tiene que ser colectiva e institucional, para que ocurra a gran escala con regulaciones y una acción institucional de acompañamiento, pedagogía y empatía con los agricultores. Si no se aprovecha esta oportunidad, dejamos campo abierto al lobby negacionista.
Entonces en este caso es importante poner el acento sobre el origen de las sequías, el clima extremo, las olas de calor y la consecuente pérdida de cosechas.
Sí, el agotamiento de los suelos por el exceso de industrialización de los campos y el exceso de uso de productos químicos destruye y empobrece. En uno de los vídeos que he publicado se ve claramente la diferencia entre un terreno árido “industrializado” y uno cultivado con otro tipo de técnica. La comparativa deja en evidencia lo que llevamos haciendo mal desde hace décadas, empobreciendo la riqueza y la variedad del suelo.
No sé si es por deformación profesional, pero como diseñador suelo ponerme al otro lado de la conversación para hacer de abogado del diablo. A veces, cuando se cuentan estos logros, siempre hay alguien escéptico, como cuando se empezó a difundir el caso de Islandia como uno de los pocos países que fue capaz de salir de la crisis económica. Recuerdo que muchos comentarios eran pesimistas porque ese ejemplo era de un país pequeño y que la solución no se podía escalar. ¿Cómo se convence a alguien pesimista?
Creo que es importante evidenciar que en una transición tan grande hay muchas resistencias por parte de los sectores que van a ser reemplazados y que ahora mismo tienen el dominio del mercado. Pienso en los sectores de los combustibles fósiles, de los agroquímicos o de todas las otras tecnologías parecidas. Esas fricciones hasta impulsan la difusión de bulos que fomentan la desinformación. La clave está en informar más, a través de miles de proyectos que han probado su eficacia y que son escalables. Está muy bien tener cierta dosis de escepticismo, pero eso no quiere decir que hay que renunciar a las evidencias. Un papel fundamental lo juegan los medios de comunicación. Ellos influyen en la opinión pública. Pueden ser los transmisores de los beneficios a corto plazo que las soluciones que se proponen pueden aportar a los otros sectores. Aclarar lo más posible, hablando también de los casos negativos, sin demonizar ciertas situaciones. Pienso en todo lo que está ocurriendo con proyectos como el coche eléctrico, la aerotermia, contra la agricultura ecológica o las renovables o hasta la peatonalización de las ciudades. Estamos viviendo una especie de guerra de la comunicación donde hay distintos bandos, así que es clave proporcionar información con datos.
Pero entonces en esta dirección es fundamental hablar de cómo abordar la transición que es siempre el gran olvidado de la comunicación. ¿No crees que el enfrentamiento nace del cinismo y de la poca transparencia a la hora de contar cómo se hace una transición de este tipo? Pienso en cuando se dice que si un sector colapsa eso implica una ingente pérdida de puestos de trabajo, cuando si se reduce la actividad de un sector, esos puestos de trabajo se pueden activar en otro más nuevo. Allí hay toda una serie de diálogos donde es interesante ver qué rol tiene cada uno, desde un gobierno a unas empresas, hasta llegando a los ciudadanos.
Sí. Es fundamental. Si consideramos el tema actual de las calderas de gas, podemos constatar que ya no se están produciendo calderas, pero sí que se están empezando a producir otros sistemas y esa producción requiere de trabajadores. Además, en países como España este momento puede ser clave para generar más independencia energética del exterior, puede ser un verdadero boom económico. España puede atraer empresas gracias a las condiciones climáticas que tenemos y conseguir bajar el precio de la luz a la vez que fomenta una soberanía energética. Claro que se perderán puestos de trabajo, pero serán muy pocos. Por eso es importante asegurar una transición justa que relocalice la gente como está pasando con el carbón o con otros casos relativos a las plantas de renovables o de reciclado de baterías en zona mineras.
Y también es clave cambiar la mirada de lo que podemos perder a todo lo que podemos ganar, porque España puede tener mayor fabricación de aparatos, fomentar la industria de las renovables, tener soberanía energética, ocuparse del mantenimiento de las plantas y de las redes e instalaciones. Además de atraer industria con el precio de la energía más barato en la UE con la idea de que un panel solar en España puede llegar a rendir el doble que un panel solar en Alemania. Estamos hablando de una clara ventaja competitiva.
Javier, volviendo a lo de especular con futuros posibles y usar la imaginación, ¿Hay algo que te gustaría ver a corto plazo?
Pues mira, ahora estoy viajando mucho con el tema de la serie documental que estamos rodando y me ha pasado de visitar ciudades como Utrecht, Ámsterdam y me quedo fascinado con cómo ir en bici es algo seguro, generalizado y que te permite moverte para ir a cualquier parte con una integración armoniosa. Esa libertad de poder elegir cómo desplazarte es algo que sueño que pase aquí también cada vez más. La posibilidad de elegir entre coche, tren, transporte público o bici es un futuro de libertad que añoro. Esa libertad de elegir impacta sobre la reducción del tráfico. Lo hemos probado sobre nuestra propia piel, en aquella ciudades con menos diversidad de transporte, moverse con la furgoneta era un auténtico calvario.
Una ciudad donde hay una transformación verde te enseña que la salubridad del aire es mejor, los niños pueden jugar en las calles, ser libres sin tener que estar respirando todo el rato la contaminación generada por coches y motos. Si a eso le añades los proyectos de restauración de la biodiversidad, trayendo de vuelta la abundancia de repente tienes una imagen esclarecedora del tipo de futuro que podemos vivir en poco tiempo. Pienso en los proyectos de rehabilitación energética, donde cuesta mucho menos calentarse o refrescarse en verano y he visto personas vivir en mejores condiciones gastando menos. Vamos a asistir a una transformación económica basada en eso.
Hay una metáfora que me gusta mucho sobre esto. La economía de hoy es como una oruga que va comiendo recursos, dejando residuos que son problemas. Esa economía necesita evolucionar a crisálida hasta convertirse en mariposa para polinizar las flores y sacar los recursos que necesita para vivir en un equilibrio con el resto del sistema. Ahora mismo estamos viviendo esa metamorfosis. Lo único es que tenemos que ser conscientes de lo grande que es nuestro papel para que eso se cumpla y podamos ganar una vida mejor.
Me acabas de dar otro significado al efecto mariposa. A partir de ahora se podría utilizar para hablar de una transformación positiva y no de un efecto secuencial destructivo.
Queramos o no somos la generación que va a pasar a la historia por elegir en qué dirección queremos ir. ¿Queremos ser la generación que se resignó o la generación de la regeneración?.
Francesco Maria Furno, es fundador del estudio de diseño Relajaelcoco. También es profesor en el Instituto de Empresa en Madrid y en Segovia. Se ocupa del diseño de marcas y estrategia y le fascina la cocina como acto social.