Por un Internet con más Hematocríticos. Humanidad contra la destrucción masiva de Twitter

El mismo día la muerte de Miguel López, Anne Hidalgo abandonaba la plataforma por considerarla un peligro para la democracia. Por eso, mientras esperamos regulaciones más fuertes que nos protejan de la desinformación y el odio, todos podemos contribuir pareciéndonos un poco más a él. Si tanto valoramos y extrañamos su espíritu de buen tuitero, la mejor forma de mantenerlo vivo consiste en llorarle menos e imitarle más.

Cuesta encontrar algo que no se haya dicho ya en los infinitos mensajes de despedida para Miguel López, alias El Hematocrítico, que circulan por Twitter desde ayer. Y digo Twitter, y no X, porque Twitter y Hematrocrítico son sinónimos, al menos en España. Si resumimos bajo el nombre de X la deriva que ha experimentado la red social, nos queda ese Twitter primigenio donde muchos le conocimos y desde donde empezó, como reconoce casi todo el mundo, a volverlo un lugar mejor.

Si todo Twitter le llora hoy es porque contribuyó a construir una versión más divertida y amable, y también irónica y mordaz, pero siempre educada, de la red social, y eso tuvo impacto en todos nosotros. Porque eso es lo que hacen las redes sociales, influir profundamente en nuestras vidas. Por eso, tras años evolucionando hasta convertirse en pozos de odio, acoso y mentiras, que El Hematrocrítico mantuviera su espíritu tuitero humorístico y bondadoso era como ver un cálido faro de humanidad intentando alumbrar en medio de la oscura borrasca social y política que tenemos encima.

Su muerte resulta especialmente trágica por la sensación que tenemos todos de que ahora Twitter va a ser un poco peor de lo que ya es. Aunque el mismo día que Miguel López dejaba este mundo, Bob Pop recopiló una ingeniosísima lista de razones para permanecer en X, la alcaldesa de Paris, Anne Hidalgo, anunciaba que iba a dejar de usarla por haberse convertido en “un arma de destrucción masiva para la democracia”. No es la única que lo cree. “Las plataformas de medios sociales han acelerado y amplificado la difusión de información falsa y la incitación al odio, lo que supone un grave riesgo para la cohesión social, la paz y la estabilidad”, advertía la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, a principios de mes.

Sus declaraciones acompañaban la presentación de un plan de acción elaborado por el organismo para reforzar la regulación internacional de las redes sociales. Al mismo tiempo, Meta se enfrenta a una demanda colectiva interpuesta por 41 Estados de EEUU ante las pruebas de que se “aprovecha del dolor de los niños” para seguir creciendo y generando dinero. Este es solo un ejemplo del creciente impacto negativo de este tipo de plataformas en nuestra sociedad, pero, lamentablemente, la última década nos ha regalado escándalos a patadas.

Si aspiramos a tener algún futuro como sociedad democrática, necesitamos regulaciones más fuertes de forma urgente, eso sin duda. No obstante, la muerte del Hematocrítico debería servirnos de recordatorio de que cada uno de nosotros es responsable de su comportamiento en Internet. No podemos hacer nada contra las granjas de troles y bots que promueven la desinformación y el odio, pero sí podemos no contribuir al problema, y la forma más fácil de hacerlo es pareciéndonos un poco más a Miguel López.

Uno de los comentarios más repetidos ha sido el de toda esa gente que sentía que le conocía sin haberle visto nunca en persona. Y creo que la razón es esa humanidad desbordante que nos regalaba a diario a base de tuits. Por eso, si tanto valoramos y extrañamos su espíritu de buen tuitero, la mejor forma de mantenerlo vivo consiste en llorarle menos e imitarle más. Puede que no todos tengamos tanto ingenio como para volver mainstream el arte clásico a base de descripciones descacharrantes, basta con ser mejores en la parte que nos toca: la educación y la amabilidad. Y añado la paciencia, esa que perdemos fácilmente ante cualquier cosa que nos enfada y nos impulsa a compartirla sin haber contrastado su veracidad o a criticarla antes de intentar entender los matices.

El mundo, ya sea virtual o real, necesita más Hematocríticos. Probablemente hagan falta varios de nosotros para igualar su enorme impacto positivo, pero podemos intentarlo. Resolver los cada vez mayores problemas que nos imponen las redes sociales es un poco como la lucha contra el cambio climático: ningún individuo puede solucionarlos por sí solo, pero cada pequeño gesto cuenta. Aunque la responsabilidad principal se asiente sobre empresas y gobiernos, somos todos nosotros los que construimos la realidad. Si Miguel López pudo dejar una huella tan enorme a base de tuits de 140 caracteres, nosotros también podemos intentarlo.

Hagámoslo por él y por todos. Buen viaje, queridísimo Hematocrítico, vamos a intentar que todo no sea peor sin ti.

Sobre la firma

Marta del Amo

Periodista tecnológica con base en ciencias. Coordinadora editorial de 'Retina'. Más de 12 años de experiencia en medios nacionales e internacionales como la edición en español de 'MIT Technology Review', 'Público', 'Muy Interesante' y 'El Español'.

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