“Quien todavía no sepa qué es la inteligencia artificial [IA] es porque no quiere enterarse”, dijo tajante la fundadora y GP de Next Tier Ventures, Patricia Pastor, durante el encuentro IA en el mundo empresarial: oportunidades y desafíos éticos, organizado por Retina, impulsado por Santander y con NTT Data como socio anual. La cita, que tuvo lugar el pasado 30 de noviembre en Valencia, coincidió con una fecha clave para el sector y para el mundo: el aniversario del lanzamiento de ChatGPT.
El primer año de vida del mundialmente famoso chatbot de IA generativa de OpenAI tiene relevancia a todos los niveles, precisamente, porque representa la killer app de la inteligencia artificial. Es decir, es el caso de uso que ha logrado acercar la tecnología a las masas, destronando a las herramientas tradicionales que la gente solía utilizar para obtener el mismo resultado. Adiós Wikipedia y buscador de Google, hola bots parlantes inteligentes. Es el mismo fenómeno que se produjo en Internet con la llegada del e-mail cuando la gente empezó a conectarse a la Red de forma masiva y poco a poco dejó de usar el correo postal.
La gran diferencia con ChatGPT ha sido la velocidad, ya que se ha convertido en una de las aplicaciones con la tasa de adopción más rápida de la historia. De hecho, solo hubo una persona del público que reconoció no haberlo usado nunca. “En dos meses había 100.000 millones de usuarios registrados”, recordó el director del Instituto Universitario Valenciano de Investigación en Inteligencia Artificial (VRAIN), Vicent Botti. El problema es que esta rapidez no ha venido acompañada de los conocimientos que realmente hacen falta para sacarle el máximo partido y evitar sus peores consecuencias, al menos en España.
“Esto no va de miedos ni de modas, la inteligencia artificial lo está transformando todo y no se puede parar, así que lo mejor que puede hacer la gente es asegurar su rol dentro de toda esta película, ya seas formador, trabajador o lo que sea. Por primera vez Europa lo está haciendo bien, pero España, no”, lamentó Pastor. Y es que uno de los primeros ejemplos de nuestra lentitud y falta de conocimientos en inteligencia artificial reside en su propio sector: la falta de especialización de los inversores de capital riesgo.
Eso fue lo que sufrió la CEO de la empresa de etiquetado de datos para entrenar modelos de IA LinkedAI, Paula Villamarín, cuando fundó su compañía en 2018: “Entonces era muy difícil acercarse a fondos de inversión porque no entendían lo que hacíamos. Nuestras rondas de inversión nunca han sido con fondos en España, solo hemos tenido éxito en EEUU y América Latina, por eso es importante que se especialicen. […] Ahora están empezando a ver la escala de hasta dónde va a llegar la IA porque el mercado es global, los clientes están en todas partes. Cuando los inversores ven eso, entienden por qué los tickets tienen que ser tan elevados, pero para las empresas españolas no están siendo lo suficientemente altos. Además, la inversión está frenada”.
Así lo confirma el informe State of European Tech 2023 de Atómico, que advierte de que en el dinero invertido en start-ups tecnológicas españolas ha descendido un 42% respecto a 2022. La buena noticia es que el terremoto de ChatGPT ha empezado a cambiar las cosas. “Antes, la mitad de la conversación con cualquier inversor se dedicaba a explicar qué es la inteligencia artificial, ahora ya no hace falta, y eso es importantísimo cuando solo tienes cinco minutos para convencerle. Antes también tenían miedo, ahora no, ahora todos quieren compañías de IA en su portfolio. Es un momento excelente para las compañías del sector”, añadió Villamarín.
DEBERES REGULATORIOS
La lluvia de fondos se vuelve especialmente importante para cualquier empresa española de IA que aspire a competir mínimamente contra los gigantes de Silicon Valley o contra las compañías europeas que sí están sabiendo surfear esta ola. “Francia y Alemania albergan a dos de los principales fabricantes europeos de modelos de fundacionales, Mistral y Aleph Alpha”, señala un reciente artículo en Wired sobre la cada vez más turbulenta posición de Europa en cuanto a la regulación de la tecnología. Y lo peor que es parece que el hecho de que estos países lideren el sector dentro del continente les está haciendo pivotar hacia las posiciones que más benefician a sus empresas de IA.
“La actual oposición de Francia, Italia y Alemania a regular los modelos fundacionales de IA pone en peligro el liderazgo de la UE en regulación”, advirtieron esta semana un grupo de expertos en una carta abierta publicada esta misma semana en El País. Y añaden: “Esta falta de regulación abre la puerta a posibles usos indebidos y abusos de las tecnologías de IA. Las consecuencias son graves e incluyen violaciones de la privacidad, sesgo, discriminación y amenazas a la seguridad nacional en áreas críticas como la sanidad, el transporte y la aplicación de la ley. Desde un punto de vista económico, las aplicaciones de IA no reguladas pueden distorsionar la competencia y la dinámica del mercado, creando un terreno de juego desigual en el cual solo triunfarán las empresas poderosas y bien financiadas”.
¿Empieza a intuir de qué va la película de la que hablaba Ramos? “La regulación es necesaria para evitar el mal uso, tanto de los usuarios como de las empresas. La IA puede dar muchos beneficios, pero también puede producir muchos daños”, resumió Botti. El problema es que el borrador de la Ley europea de IA está todavía cociéndose, lo que deja a las empresas del sector en un limbo legal en el que no saben a qué atenerse ni qué medidas tomar para prepararse ante la futura normativa.
Para evitar que les pille el toro cuando entre en vigor, como les pasó a muchas con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), el director de Inteligencia Artificial en Adigital, Justo Hidalgo, apostó por la autorregulación: “Las empresas pueden reaccionar de dos formas: esperar o empezar a hacer algo ya. Nosotros llegamos tarde al RGPD y tuvimos que hacerlo todo corriendo. Pero, ahora, la mayor parte de las compañías están empezando a autorregularse alineándose con lo que se prevé que va a venir”. Para ayudarlas, su organización ha desarrollado una certificación propia centrada en uno de los temas clave de la IA: la transparencia.
Es uno de los cada vez más ejemplos de iniciativas, guías y herramientas de control que empiezan a inundar el sector. De hecho, Hidalgo abogó por la creación de “un catálogo con todo lo que se está haciendo”. Por su parte, Botti resumió la cuestión regulatoria en dos grandes grupos: uno dirigido a las personas que utilicen las tecnologías disponibles con fines perversos, como podrían ser los deep fakes pornográficos; y otro para garantizar que las empresas que producen herramientas de IA las diseñen de forma responsable, confiable, predecible y transparente.
Bajo esta premisa, las alucinaciones con las que todavía nos deleita ChatGPT tal vez podrían quedar fuera de lo legalmente permitido. Botti detalló: “Si un radiólogo tiene a disposición una herramienta de IA que acelera su diagnóstico o su análisis, pero no confía en él, dejará de utilizarlo”. Su planteamiento sería del todo cierto si no fuera, precisamente, por la opacidad de los sistemas actuales y por la falta de conocimientos que los usuarios tienen sobre ellos. Por eso, Hidalgo advirtió: “Cuando usamos IA como ciudadanos, como usuarios, tenemos que ser conscientes de qué puede pasar, de qué impactos negativos podemos generar”.
DEBERES LABORALES
Otra de las grandes cuestiones que se abordaron en el encuentro fue la del talento. Si ni los inversores, ni los reguladores, ni los ciudadanos están todavía cualificados para enfrentarse a los desafíos que supone la IA, ¿qué pasa con los trabajadores? Se trata de un tema clave para una tecnología que amenaza con trastocar el mercado laboral tal y como lo conocemos, así como la carrera entre las compañías a medida que empiecen a adoptarla. “Se está generando un bum de novedades que van a propulsar la competitividad de las empresas. Va a aumentar mucho el mercado y la competencia. Quien no se suba al carro está perdido”, dijo el CEO y fundador de FlipFlop, Ricardo García.
Su empresa utiliza sistemas de IA para ayudar a otras compañías a tomar decisiones para mejorar sus negocios. Esta es la promesa de la tecnología: agilizar procesos, ampliar las oportunidades y aumentar la visibilidad sobre lo que funciona y lo que no. Y detalló: “Es una época preciosa para los que hacemos cosas con IA. Se abre un abanico de oportunidades gigante y estar aquí hoy es como lo que pasó en la década de los 2000 con las puntocom, pero para bien”.
Ante su optimista visión, solo el tiempo dirá si tiene razón o si, como dicen algunos pronósticos, la inteligencia artificial vive una burbuja que está a punto de estallar. Lo que sí es seguro es que España adolece una enorme carencia de talento especializado en IA. García confirmó: “Hay mucha demanda de perfiles tecnológicos, y eso es David contra Goliat porque las empresas pequeñas tenemos menos recursos que las grandes. El mercado está complicado, hay escasez, y eso nos obliga a buscar más financiación para poder pagar buenos equipos”.
La buena noticia es que la propia inteligencia artificial está reduciendo la cantidad y la profundidad de conocimientos puramente técnicos necesarios para trabajar con ella. Villamarín afirmó: “Antes todos buscábamos desarrolladores de machine learning, lo que necesitamos ahora son personas capaces de analizar un espectro de cosas mucho más amplio, ahí es donde entra la creatividad. Ahora se busca talento transversal con distintas capacidades, tanto habilidades blandas como duras, como medicina o lingüística”.
Por su parte, Pastor dijo: “El talento ha sufrido una evolución brutal con todas las nuevas herramientas que han ido apareciendo. Antes lo tenías que hacer todo tú, ahora solo lo tienes que supervisar. Esto acelera muchísimo tu productividad, es fantástico”. Sin embargo, este cambio acarrea sus propios desafíos. “Obliga a aumentar el nivel para estar al día y poder participar. La guerra de talento de los próximos años se ha transformado por completo, vamos a ver un montón de nuevos puestos de trabajo, como director de IA. Quien consiga manejar estas herramientas tendrá mejor salida laboral”, añadió.
Pertenezca al colectivo que pertenezca, regulador, inversor, trabajador o usuario, ya debería tener claro que el terremoto de la inteligencia artificial va a seguir sacudiendo su realidad con cada vez más fuerza, y que la única vía posible para sobrevivir al seísmo consiste en formarse y prepararse. Los últimos años ya nos han dado un par de descalabros tecnológicos en forma de criptomonedas y metaversos, si no queremos que nos pase lo mismo con la IA, es nuestro deber aprender a manejarla y controlarla. De lo contrario, España puede convertirse en uno de esos bichos raros que todavía no sabe qué es ChatGPT.
Sobre la firma
Periodista tecnológica con base en ciencias. Coordinadora editorial de 'Retina'. Más de 12 años de experiencia en medios nacionales e internacionales como la edición en español de 'MIT Technology Review', 'Público', 'Muy Interesante' y 'El Español'.