ChatGPT ya no mola. ¿Ha estallado la burbuja ‘puntoIA’?

Cada vez menos usuarios, augurios de bancarrota… OpenAI, la gran protagonista del bum de la inteligencia artificial generativa, parece estar perdiendo fuelle a medida que el interés se desinfla y los casos de uso realmente útiles siguen sin masificarse. Sin embargo, casi nadie duda de que la tecnología ha llegado para quedarse y que se trata de una burbuja fundamentalmente diferente a la del cripto.

¿Cuándo utilizó ChatGPT por última vez? Si no vive en una cueva, diría que lo ha probado, pero, salvo que le haya encontrado algún uso superútil para su día a día, seguramente solo trasteó con él en sus primeros meses de vida por pura curiosidad y luego no ha vuelto a hacerle mucho caso. Al menos eso es lo que me pasó a mí y lo que se intuye tras saberse que en junio perdió tráfico por primera vez, casi un 10%, según datos de Similarweb que han sido ampliamente citados por todos los rincones de los corrillos tecnológicos.

La falta de transparencia de OpenAI, que prácticamente no ha compartido ninguna cifra relacionada con el uso, los ingresos y los costes de su aplicación, nos obliga a tomar cualquier dato con pinzas. Pero, dado que otra investigación externa de Semianalisis estima que los costes de mantener operativo ChatGPT podrían rozar los 700.000 dólares diarios, no es de extrañar que haya cada vez más pájaros de mal agüero sobrevolando el nido en el que Sam Altman parecía estar tan cómodo y calentito hasta hace bien poco.

La predicción más sombría asegura que la compañía podría entrar en bancarrota a finales de 2024. “La inversión de 10.000 millones de dólares de Microsoft en OpenAI posiblemente esté manteniendo a flote a la empresa por el momento. Pero, por otro lado, OpenAI proyectó unos ingresos anuales de 200 millones de dólares en 2023, y espera alcanzar los 1.000 millones en 2024, lo que parece una posibilidad remota, ya que las pérdidas no hacen más que aumentar”, afirma este análisis de Analytics India Labs.

Cuesta creer que Satya Nadella vaya a dejar caer al vástago de su enorme inversión. Sobre todo, si tenemos en cuenta que es su principal arma en su lucha de gigantes contra Google. Sin embargo, ya en abril, cuando los usuarios y el tráfico del chat de OpenAI aún seguían creciendo, The Wall Street Journal adelantaba que la nueva versión del buscador Bing alimentado con IA generativa de Microsoft no estaba consiguiendo robar a Google demasiada cuota de mercado en el ámbito de los navegadores.

El otro lúgubre pronóstico no solo afecta a la compañía de Altman, sino a todo el sector, y advierte de que la inteligencia artificial (IA) va a ser “la mayor burbuja de todos los tiempos”, y eso que aún hay quien se está recuperando del estallido de la del sector cripto. Esta última profecía proviene de unas de las voces más destacadas del panorama actual de la IA generativa, el fundador de Stability AI, Emad Mostaque, responsable de la también popularísima app de generación de imágenes Stable Diffusion. A mediados de julio dijo: “Yo lo llamo la burbuja ‘punto AI’, y ni siquiera ha empezado todavía”.

Si no es cierto lo que dice, sería como pegarse un tiro en el pie. Tal vez por eso tampoco perdió comba al afirmar que, aunque todavía “no hay muchas oportunidades de inversión en este ámbito […], el mercado castigará a quienes no la utilicen”, y añadió: “Este será uno de los principales temas de inversión en los próximos años”. Claro, ¿qué va a decir él?, que es uno de los más interesados en que la industria se expanda. Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo.

Esta misma semana, el fundador del fondo de inversión especializado en tecnología Bedrock Capital, Geoff Lewis, ha aseverado: “Definitivamente creo que la IA es una burbuja. Probablemente se han lanzado un millón de productos de IA, y los únicos que realmente están generando ingresos significativos son ChatGPT de OpenAI y Copilot de GitHub, y Microsoft tiene ambos en sus manos”. El debate está servido.

‘HOT OR NOT’

Para poner un poco de orden entre tanto análisis y predicción vale la pena echar un ojo a la reciente actualización que Gartner ha publicado sobre el Ciclo de Sobrexpectación (Hype Cicle) de la inteligencia artificial. En la edición de 2021, antes de que el pueblo llano conociera a ChatGPT (a pesar de que los modelos de lenguaje en los que se basan ya estuvieran disponibles ese año), los chatbots se ubicaban muy a la derecha del gráfico, en “el abismo de la desilusión”, y la IA generativa como categoría en sí misma ni siquiera aparecía.

En su nueva revisión, publicada hace tan solo unos días, esta forma de inteligencia artificial ocupa el lugar más alto, en “el pico de las expectativas sobre dimensionadas” de la consultora, dando a entender que lo que viene a partir de ahora es todo cuesta abajo. Sin embargo, el análisis no hace ni una sola mención al posible descalabro y se limita a decir: “La IA generativa está dominando los debates sobre inteligencia artificial, habiendo aumentado la productividad de los desarrolladores y trabajadores del conocimiento de forma muy real, con sistemas como ChatGPT. Esto ha hecho que las organizaciones y los sectores se replanteen sus procesos empresariales y el valor de sus recursos humanos, lo que ha llevado a la IA generativa a la cima de las expectativas infladas del Hype Cicle”.

Eso sí, en lo que al conjunto del campo inteligencia artificial se refiere, otro reciente informe de Goldman Sachs concluye justo lo contrario: “A diferencia de otros grandes ciclos tecnológicos, como el paso de los sistemas distribuidos a la computación en nube, donde las objeciones de los actores establecidos frenaron la adopción, las empresas tecnológicas más poderosas del mundo están impulsando este cambio, por lo que la IA probablemente no se encuentre en Ciclo de Sobrexpectación”.

Esto quiere decir que, aunque la inteligencia artificial generativa podría representar el pico máximo de hype, la industria en general todavía tiene mucho recorrido por delante. De hecho, a la hora de identificar a los actores con más potencial de éxito, el informe añade: “Las grandes empresas que desarrollan los modelos fundacionales de IA, así como las empresas de ‘pico y pala’ que dan servicio al sector (empresas de semiconductores, hiperescaladoras de computación en nube y empresas de infraestructura) están bien posicionadas para obtener beneficios durante la actual fase de ‘construcción’”.

O sea, que además de las compañías que directamente ofrecen productos de inteligencia artificial, las otras grandes beneficiadas del bum serán aquellas que les dan soporte. Sería algo así como decir que, ahora que los envases de papel y cartón se han vuelto a poner de moda, las principales ganadoras de esta tendencia son las que se sitúan a su izquierda de la cadena de valor, es decir, las que sustentan su producción. Por eso no sorprende que una de las compañías que más tajada está sacando del bum de la IA generativa sea Nvidia.

“La tecnología que hay detrás de chatbots como ChatGPT y Bard de Google se entrena con enormes cantidades de datos extraídos de Internet. Esto implica grandes necesidades energéticas y de computación. Nvidia, la empresa que fabrica los chips informáticos y el software más adecuados para la IA, ha visto cómo su valoración se disparaba en el último año, catapultándola hasta convertirse en la sexta empresa más valiosa del mundo, con 1,1 billones de dólares”, afirma un reciente artículo en The Washington Post. Y, por si fuera poco, sus últimos resultados trimestrales se han saldado con unos beneficios de 2.000 millones de euros más de lo que preveían los expertos gracias, precisamente, a su actividad en el campo de la IA, informa The Guardian.

UNA BURBUJA DIFERENTE

No le servirá de mucho si finalmente la industria de la inteligencia artificial se va a pique y se lleva por delante no solo a los grandes actores, sino también a todas las empresas que intentan posicionarse al tiempo que inflan la burbuja, como pasó con la de las puntocom y la de las redes sociales. “La infame burbuja de las puntocom vio cómo empresas salían a bolsa y se llevaban cientos de millones de dólares de inversore simplemente por tener un ‘.com’ en su nombre. Innumerables empresas de redes sociales lucharon por la supremacía, pero pocos recuerdan nombres como FriendFeed y Yik Yak”, continúa el Post.

Pero las webs, como concepto genérico, no solo sobreviven, sino que representan parte de la arquitectura fundamental de Internet. Por su parte, Facebook, Instagram y YouTube siguen más o menos tan vivas como siempre, y en julio la recién estrenada Threads de Meta desbancó al mismísimo ChatGPT como aplicación de más rápido crecimiento en cuestión de días. Por eso, aunque todas las burbujas estén condenadas a estallar, son sus restos los que hacen de cimientos de la siguiente iteración de la economía y la sociedad digital.

Incluso al comparar la de la IA con la del cripto, que tal vez fue la que más rápido vivió y dejó el cadáver más joven, en declaraciones a CoinTelegraph, el emprendedor y experto en IA Henry Nothhaft afirma: “A diferencia del sector cripto, donde el bombo publicitario a menudo ha superado a la realidad, la promesa de la IA se basa en avances tecnológicos sustanciales y aplicaciones casi ilimitadas”.

Así que, por mucho que ChatGPT esté perdiendo usuarios mientras OpenAI se deja un dineral por el camino, no creo que haya nadie que dude de que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse. Así lo demuestra el hecho de que algunas de las compañías más grandes del mundo, sea cual sea su sector, ya la estén integrando en las entrañas de sus procesos para que haga todo tipo de tareas. “Muchas empresas ya utilizan formas de IA o aprendizaje automático para diversos fines, desde la automatización de procesos manuales hasta la predicción y satisfacción de la demanda de los clientes”, según Economist Intelligence.

Otra cosa es el rumbo que tome a nivel de usuarios y pequeñas empresas, que tal vez se están convirtiendo en la principal fuga de dinero de OpenAI, que ve cómo los costes de mantener su popular app siguen disparándose sin encontrar todavía una estrategia de monetización rentable. La explicación a esta coyuntura la ofrece el CEO de la firma de capital riesgo Section 32, Andrew Harrison, en el artículo del Post: “Al fin y al cabo, la IA no es más que software, un software caro y de escaso margen a menos que haga algo 10 veces mejor”.

Ese es el quid de la cuestión. Los principales responsables de la inteligencia artificial, generativa o no, necesitan asegurarse de que lograr una base de clientes que paguen por sus herramientas a cambio de obtener un valor diferencial de ellas. Sin estos pilares, cualquier empresa está perdida, por muy rápido que se popularicen sus aplicaciones. “Hay razones por las que una adopción rápida no es necesariamente la clave del éxito, como un crecimiento insostenible, una infraestructura de escalado inadecuada y la falta de estrategias de retención de usuarios”, resume este análisis en The Conversation.

Aun así, en realidad da un poco igual que ChatGPT esté perdiendo usuarios, porque su misión inicial no era tanto conquistar el mercado sino hacernos ver que la IA ya está aquí y que es capaz de hacer cosas increíbles. Y lo ha conseguido, así que no se preocupe si OpenAI acaba hundiéndose con el pinchazo (que lo dudo), lo importante es que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse, aunque su curva de adopción se relaje mientras nos baja el hype inicial, ¿no cree? No sé, voy a preguntarle a ChatGPT, que hace mucho que no hablo con él.

Sobre la firma

Marta del Amo

Periodista tecnológica con base en ciencias. Coordinadora editorial de 'Retina'. Más de 12 años de experiencia en medios nacionales e internacionales como la edición en español de 'MIT Technology Review', 'Público', 'Muy Interesante' y 'El Español'.

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