Decíamos en la primera parte de este especial sobre debates del presente y futuro de la inteligencia artificial (IA) que la batalla entre Google y Microsoft se juega en la audacia a la hora de implantar en el buscador una tecnología nueva y con riesgos. A corto plazo el segundo tiene menos que perder, dado que Bing no está entre sus cinco principales fuentes de ingresos. Si nos atenemos al dicho, Google es el cerdo y Microsoft la gallina de unos huevos fritos con beicon.
En esta lista de siete aspectos que la irrupción de los nuevos modelos de inteligencia artificial va a alterar hay uno principal e ineludible: las economías de los modelos de negocio de las grandes empresas digitales.
1. El coste de introducir los nuevos modelos de IA es un factor fundamental en esta guerra empresarial. Añadir bots conversacionales basados en modelos largos de lenguaje como ChatGPT tiene un coste computacional importante y, en consecuencia, económico. Así lo demuestra un informe de Semianalysis: “Hoy en día, a Google le cuesta unos 1,06 céntimos de dólar realizar una consulta de búsqueda, con la que genera 1,61 céntimos de ingresos de media. Las consultas a ChatGPT cuestan (estimadas) 0,36 céntimos de dólar”. Por tanto, la integración directa de ChatGPT en Google sería devastadora, pues se comería bastante de ese margen de 0,55 céntimos.
Morgan Stanley por su parte estima que, en un escenario en el que el 50% de las consultas al buscador recurriera a un modelo largo de lenguaje que requiriese una respuesta de 50 palabras, el agujero en las cuentas de Google sería de 6.000 millones de dólares al año.
2. Por otro lado, pasar de la lista de resultados que ofrecen los buscadores actuales a una IA que responde (aún con fuentes y enlaces) supone también pasar de una visión sobre la realidad en la que las respuestas y su verdad consisten en pluralidad de puntos de vista que uno debe explorar, a otra en la que una voz convencida te dice una única respuesta “verdadera”.
Los humanos tendemos a creer a la máquina, algo que se ha ido observando con los primeros conductores de coches pseudoautónomos. Aunque los vehículos se han mantenido en el nivel 2 de 5 en lo que a conducir solos se refiere, gran parte de los propietarios se han ido confiando más en ellos al ver la pericia de las máquinas. Con la seguridad que responden ChatGPT y compañía es posible que el patrón se traslade a la búsqueda y gestión de información o conocimiento. ¿Nos suena la frase “lo he visto en Google” dando a entender que “eso” es verdad?
3. Debemos analizar cómo reaccionarán las disciplinas ya afectadas. El caso paradigmático ahora mismo es la educación, en la que las reacciones se están sucediendo ante la posibilidad de que los estudiantes utilicen estas tecnologías para que les hagan los deberes. En este debate hay quien intenta impedirlo por la vía de cortar el acceso a las herramientas (inútil); los que apuestan por perseguirlo con otros servicios que detecten el uso de inteligencia artificial en los trabajos (no hay ninguno que funcione); los empeñados en adaptarse de manera ligera (deberes escritos a mano y exámenes orales); en el penúltimo escalón, quienes animan a los alumnos a utilizar IA e intentan explicar su valor y limitaciones; y por último quedan los que abogan por que nos reinventemos por completo (una visión extrema con pocos partidarios, todo sea dicho).
4. La tecnología abrirá un nuevo frente para la ciberseguridad. Los proveedores de estos modelos están poniendo mucho énfasis en intentar controlar lo producido con ellos. En este ejemplo con el chat de Bing tenemos los dos elementos de la ecuación. Por un lado, los usuarios que mediante el ingenio en las instrucciones que dan a la IA consiguen saltarse las salvaguardas establecidas por Microsoft. Por otro, la información que la empresa quería ocultarnos: todas las instrucciones con las que han dotado a Bing
Se trata de un nuevo frente de ciberseguridad. Menos sofisticado técnicamente que los virus clásicos y el más actual ransomware, la inyección de prompts tiene como mayor riesgo a corto plazo la mala imagen para las empresas que ofrecen modelos de IA. A largo, conforme los sistemas vayan alcanzando mayores cotas de responsabilidad, los peligros irán a la par.
5. El ecosistema digital se tambalea. ChatGPT responde a todo, el chat de Bing lo hace añadiendo enlaces, pero es probable que la cantidad de visitas a webs de las que procede la información disminuya. En ocasiones será porque la respuesta resulta suficiente para lo que el usuario necesita (está sucediendo con las recetas de cocina, por ejemplo, las da completas), otras veces, porque la incitación a chatear y pasar rato explorando otros derroteros con el bot es una gran tentación.
La búsqueda será menos búsqueda. Eso hará tambalear el ecosistema digital creado alrededor de la experiencia de la lista de resultados Google (que recordemos, va a integrar su propio bot llamado Bard), lo que a su vez impactará en la industria de los contenidos, los servicios digitales y el comercio electrónico. ¿Y los medios de comunicación? La mayoría ha observado que los últimos años la gran fuente de tráfico es Google Discover y no tanto el buscador tradicional, así que en este aspecto es probable que nadie levante la voz.
6. Lo que la inteligencia artificial aprendió nosotros. ¿Cuándo le dimos permiso? ¿Por qué, si es la gran estrella del capitalismo tecnológico, no parece que vayamos a ver un céntimo de ello? Los creadores de contenidos que han alimentado a las IA empiezan a hacerse preguntas y, algunos incluso están pasando a la acción y a la reivindicación. Quejas y demandas empiezan a aparecer en un nuevo episodio de los debates alrededor de los los derechos de autor.
El fondo de Colaboradores de Shutterstock puede ser un ejemplo de modelo que capaz de salvar este conflicto. Adobe va a pagar a todos aquellos cuyas imágenes formen parte del conjunto de entrenamiento. Cada vez que Shutterstock consiga ingresos con la IA generativa, ellos recibirán algo de dinero.
7. El regreso de las deep tech. Después de años en los que parecía que el universo digital se dirigía a un reinado de creadores, profesionales del marketing y hasta de ciertos oportunistas de modelos dudosos, llega el reinado de una tecnología “dura”. Profesores de matemáticas del mundo, podéis entrar en clase con orgullo y decirle a vuestros chicos y chicas: “El futuro pertenece a los que sepan optimizar la multiplicación de matrices”.
Sobre la firma
Ingeniero Informático, pero de letras. Fundador de Xataka, analista tecnológico y escritor de la lista de correo 'Causas y Azares'