La artista y celebrity ucrania Oksana Mas, autora de un mural pacifista expuesto en Kiev, se refugia estos días en España. Su obra, un panel gigante de huevos de madera, simboliza el amor universal y la maternidad: representa a la Madre de Dios.
Desde el año 2010, esta obra, titulada La mirada hacia el infinito, está instalada en la Catedral de Santa Sofía de la capital ucrania, patrimonio de la Humanidad según Unesco y amenazada por el bombardeo que sufre la ciudad. La artista subraya que no se trata de una obra religiosa, sino que simboliza la unión del pueblo ucranio y su código cultural común. Para componer la imagen de María se utilizaron unos quince mil huevos de madera pintados con un color de base a partir de la distribución generada por un software, como si los huevos fueran píxeles. En muchas culturas, el huevo simboliza la vida.
Estos huevos fueron enviados a las diferentes comunidades ucranias de dentro y de fuera del país para que las pintaran de acuerdo con el folklore de Ucrania: con flores, pájaros y formas geométricas. De esta manera, Oksana Mas quería rendir homenaje a su pueblo y regalarle esta obra monumental a través del ministerio de cultura. Su idea original era colocarla en una estación de metro, para que cumpliera la función de “virgen del pueblo”, pero el ministerio insistió en que la manera de conservar el mural en buen estado era custodiarlo en un lugar protegido. Así es como esta Madre de Dios laica acabó en una catedral, frente a la Virgen Orante, un mosaico bizantino del siglo XI.
Volvamos a Mariúpol. Los medios de comunicación oficiales rusos no han reconocido el bombardeo del hospital. Han dicho que las informaciones eran bulos y han calificado a las mujeres a punto de dar a luz, cuyas fotos han dado la vuelta al mundo, de “impostoras”, “blogueras” y “actrices”. Sabemos que cuatro días después del ataque una de estas mujeres y su bebé murieron como consecuencia de las heridas sufridas. Así pues, el milagro del nacimiento, es suceso tan poco explorado y valorado en nuestra cultura occidental contemporánea sobre el que reflexiona el filósofo Emanuele Coccia, ha quedado truncado, convertido en sufrimiento, en motivo de burla e incluso en una doble muerte.
Y, ahora, situemos el foco en Moscú. Tres días antes del bombardeo de Mariúpol, según informaciones confirmadas en los canales de noticias rusos, se produjo un milagro en la Catedral Oficial de las Fuerzas Armadas Rusas en las afueras de la capital. Sí, existe una catedral con este nombre. Es fea como el Apocalipsis y tiene una zona ajardinada alrededor que evoca una pista de aterrizaje para extraterrestres. Se inauguró en el 75º aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria, el 9 de mayo del 2020. ¿Se trataba de conmemorar el fin de una guerra, o de preparar el inicio de otra?
El gobierno de Putin, además de Siria, Bielorrusia y Eritrea, tiene como aliada en esta guerra a la iglesia ortodoxa rusa, encabezada por el patriarca Cirilo, un hombre que probablemente no cree en Dios, y que come de la mano del mismísimo Zar Vladimir Vladimirovich.
Gracias a una propaganda astuta, en los últimos treinta años Rusia se ha acabado convirtiendo en un país a la vez religioso y nostálgico del comunismo, una curiosa mezcla de dos conceptos aparentemente antagónicos, pero con precedentes históricos como la Yugoslavia de Tito y la Italia del comunismo católico. La gente ultramoderna de Rusia escucha canciones y ve películas de antes de la Perestroika, manda a sus hijos a las escuelas dominicales religiosas, lleva cruces en el pecho y acude a las iglesias para encargar tedeums por la salud o el reposo eterno de sus seres queridos. Ahora, la iglesia ortodoxa rusa bendice la “operación especial” en Ucrania, lo que ha causado indignación en la iglesia ortodoxa ucrania y podría en breve provocar un cisma.
El 6 de marzo, se celebró el Domingo del Perdón en la iglesia ortodoxa rusa. En todo el país se convocaron misas específicas, donde el oficiante pedía perdón a los parroquianos, ellos le correspondían y todos se abrazaban y se perdonaban al acabar. Se trató de un acontecimiento muy significativo y lleno de emoción, que se celebra anualmente. Fue precisamente durante esta misa cuando el patriarca Cirilo pronunció un discurso homófobo. El escenario era la Catedral del Cristo Salvador de Moscú, situada a dos pasos del Kremlin. Además de recordar el sufrimiento de los religiosos rusos debido a que en el Donbás se oponen al Día del Orgullo Gay, subrayó que la misión de la “operación especial” de Putin no es física, sino metafísica. En ningún momento habló de las víctimas civiles o militares, ni siquiera de aquellas de procedencia rusa.
Mientras tanto, en aquel mismo momento, en la Catedral Oficial de las Fuerzas Armadas Rusas, el icono de la virgen del “reblandecimiento de los corazones crueles” empezó a sudar sangre. La primera persona que lo vio fue el responsable del departamento de trabajo con los militares religiosos, Aleksandr Kaminskiy, quien lo confirmó en varias entrevistas. Hay también vídeos en YouTube de muchos feligreses que habrían sido testigos. No puede tratarse de fake news, porque estos vídeos demuestran que algo sucedió.
Así que, por un lado, el sangrado y la muerte de las mujeres parturientas en Mariúpol eran falsos, así como los vídeos ucranios donde aparecían. Por otro, las palabras del responsable que trabaja con los militares religiosos y los videos rusos que mostraban la sudoración de la Virgen eran verdaderos.
Este fenómeno también se ha dado en la iglesia católica. En España, el ejemplo más conocido es el Cristo de Burgos, una imagen del siglo XIV que sudaba, lloraba y producía milagros. Fue durante una restauración de la imagen en 1997 cuando se descubrió que contenía un artilugio oculto. Pero, aun así, este tipo de imágenes siguen siendo veneradas y respetadas, y suscitan fuertes sentimientos religiosos. Jorge Ariza, profesor de Historia del Arte de la Universitat Autònoma de Barcelona, basó su doctorado en la resignificación de la simbología tradicional del arte sagrado medieval en el mundo moderno y contemporáneo. Ariza explica a Retina la importancia que han tenido estos fenómenos a lo largo de la historia a la hora de comunicarse con Dios y así “garantizar” su existencia. En el campo de la historia del arte, los santos que lloraban y sangraban permitieron validar el uso de imágenes frente a los iconoclastas, que las rechazaban. Es gracias a estos fenómenos que disponemos de esculturas y retratos de las santidades.
Ahora bien, estas cuestiones me suscitan más preguntas que respuestas. La primera es: ¿cómo puede Rusia acudir a los códigos visuales de los santos que sangran en plena época de los NFTs? Me cuesta creer que no existe un mecanismo oculto que permite sangrar al icono de la Madre de Dios en Moscú. Pero, ¿se trata de una manipulación oficial, de Estado? ¿O es más bien un sabotaje al discurso de la guerra? Los mensajes que se podrían atribuir al milagro en cada caso son bien distintos. Pero, si fuera un sabotaje, ¿por qué se difunde también en los medios oficiales? Es una posverdad cuyo punto de partida es desconocido.
Esta semana vimos cómo una periodista del primer canal de la televisión rusa denunciaba las mentiras que había estado difundiendo. En un acto de casi penitencia religiosa, explicaba en un vídeo su arrepentimiento por haber manipulado y mentido a su audiencia durante años. En tiempos en los que la propaganda política y el misticismo religioso se unen para justificar una guerra, produciendo fake news tan complejos que parecen rompecabezas, de repente, alguien desafía al régimen y dice una verdad. La reacción que provoca la verdad en un océano de mentiras es escandalosa.
Cuando hablé con Oksana Mas hace unos días, se la notaba afligida. Viajó desde Odessa hasta el estudio que tiene cerca de Figueres (Girona) para pasar unas semanas allí concentrada, como hace cada año. Ahora permanece desconectada de su país indefinidamente. Me contó que en este momento se arrepiente de haber hecho una obra que reúne elementos culturales ucranios. “Al final, los políticos utilizan las culturas, los idiomas, la religión, para dividir el mundo, provocar conflictos”, suspiraba.
También me explicó que, durante cientos de años, la Virgen Orante, el mosaico que se encuentra en la catedral de Santa Sofía de Kiev, era adorada y se consideraba que era la protectora de la ciudad. “Mientras la Orante esté erguida, Kiev seguirá en pie”. Eso lo decían los antiguos ucranios. Los actuales lo conocen y dan crédito a esta leyenda.
Sobre la firma
Es comisaria de arte, directora de la fundación de arte y ciencia Quo Artis e investigadora del paisaje. Vive y trabaja en Barcelona.