Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo… yo tomé el menos transitado,
Robert Frost
y eso hizo toda la diferencia”
Aunque fue escrito hace más de un siglo, el mensaje que encierra el famosísimo poema del escritor estadounidense no podría tener más vigencia a medida que tecnologías como la inteligencia artificial (IA) van conquistando y homogeneizando la realidad que conocemos. El algoritmo matemático busca patrones generales en los que lo diferente, lo divergente y lo nuevo simplemente no cabe, condenándonos a un horizonte en el que solo hay hueco para lo que ya funciona, lo que ya conocemos. “Es una caja de resonancia, no te cuestiona, solo te reafirma”, sentenció el cofundador de la plataforma española de streaming Filmin Jaume Ripoll durante el encuentro Año Cero: Disrupción Creativa organizado en Barcelona por Retina, con el impulso del Santander, como socio anual NTT, Barcelona Activa como patrocinador institucional y Casa Seat como entidad anfitriona.
¿Acaso era esa la promesa de la IA? Para nada. “Es una tecnología que te ayuda plasmar fácilmente lo que tienes en la cabeza sin tener que invertir en construir un set, basta con lanzarle un prompt. Eso te puede facilitar el proceso de imaginar cosas nuevas y nuevos mundos. Pero te quita lo bonito, que es el camino, donde aprendes de lo que estás haciendo”, apuntó la directora de cine Bárbara Farré. Es como lo que decía Frost: para la gran mayoría de personas que avanzan por el camino más transitado, la inteligencia artificial se ha convertido en un vehículo con el que cualquiera puede llegar a su destino de la forma más rápida y sencilla posible.
Y eso está bien. “La IA está democratizando el acceso a la innovación y la creatividad para el gran público, y esto da lugar a una mejora como sociedad”, apuntó la directora general de Chazz, de NTT, María José Romero. La pregunta es, ¿nos permitirá esa misma democratización marcar aquella fundamental diferencia que surge al recorrer la ruta menos transitada? “Cuando estás creando, lo bonito es perderte en el camino y equivocarte para llegar a la resolución”, añadió Farré.
LOS MÁS LISTOS MARCAN LA DIFERENCIA
¿Qué pueden hacer los creadores para asegurarse de que la inteligencia artificial no les acaba empujando al mismo sencillo sendero por el que ya transita la mayoría y se mantienen en la inexplorada ruta de lo nuevo y lo diferente? “La IA es una herramienta perfecta para los creadores siempre que tengan buen gusto. Se trata de utilizarla para que te potencie como creador, no que sea ella la que cree por ti”, resumió el cofundador de Sónar Sergio Caballero. Bajo esta premisa, lo importante es, una vez más, quién es y qué capacidades tiene el humano que dirige los mandos de la máquina.
“Quien sepa usarla bien para su trabajo y para ayudar a las personas es quien realmente podrá sacarle todo el jugo, que es infinito, porque no sabemos dónde para”, dijo la Head of Experience Design en Zurich Insurance, Georgina Sala. Se abre así un camino reservado para los más listos, donde la ley del más fuerte pivota hacia aquellos mejor preparados para exprimir hasta la última gota de la tecnología. “Todo el mundo saber cocinar, pero solo muy pocos tienen una Estrella Michelín por saber hacer maravillas con una gamba y un tomate. Con la IA para lo mismo”, añadió Sala.
Por eso, aunque “generar contenido con estas herramientas parece muy sencillo, en realidad hace falta muchísimo conocimiento tecnológico para poder explotarlas”, confirmó la cofundadora del estudio creativo Hamill Industries Anna Díaz. Es lo mismo que nos advirtió la catedrática de Filosofía Moral y Política de la UNED Amelia Valcárcel sobre el efecto Mateo aplicado a la IA: “Para los que dedicamos nuestra vida a la investigación y a saber cosas, Google es aquello con lo que siempre soñamos, la biblioteca universal donde está absolutamente todo. […] Pero, la gente que nada sabe usa esta maravilla para buscar porno. A quien tiene se le dará y a quien no tiene o tiene poco, se le quitará”.
La parte buena es esa democratización, que Romero comparó con el fenómeno Ikea: “Democratizó el diseño, y ahora todos somos un poco más decoradores y cuidamos más lo que hacemos en nuestros hogares. Pero este ritual de democratización está siendo copiado en otros sectores”. Y es que, aunque el enfoque de la marca sueca nos dio más libertad para mimar nuestros hogares, esa libertad está encerrada en los límites que define la propia compañía. Es por eso por lo que, gracias a esa misma democratización, ahora todas nuestras casas se parecen bastante. Que levante la mano quien nunca haya tenido una librería BILLY o una mesa LACK.
Con la democratización de la IA pasa lo mismo. “Los modelos están hechos para representar algo muy bien, pero si quiero hacerlo a mi manera tengo que buscar la fisura que me permita escapar del lenguaje y la estética generalistas, que además son tremendamente sexistas y racistas”, subrayó Díaz. “Se puede comparar con el fast food. La IA lo da todo muy rápido y a todo el mundo, pero ¿dónde está la calidad? Se está creando una estética entorno a lo que produce”, afirmó la diseñadora e investigadora en nuevos medios Esther Rizo, quien incluso llegó a preguntarse si, frente a la dictadura de lo ordinario que nos impone la IA, la próxima contracultura podría ser aquella que se base en la estética de lo extraño.
Razón no le falta, de hecho, ya ha sido acusada de limitarse a representar a gente joven y guapa, como hacen la industria de la moda y los filtros de Instagram. “En el ámbito de la creación todos se copian a todos porque todos utilizan las mismas herramientas. Pasó con Photoshop porque todo el mundo usaba los mismos filtros. Ahora los autores se copian más entre ellos, por eso ahora tenemos que ser más creativos que antes”, añadió Caballero.
UN CAMINO PARA LOS USUARIOS
La democratización creativa de la IA obliga a los creadores a estrujarse más el cerebro para seguir ofreciendo propuestas diferenciales, así que ¿qué papel jugamos los usuarios en un mundo en el que el proceso creativo amenaza con homogeneizarse y dejar de sorprendernos? “Algunos espectadores empiezan a cansarse de que todo se parezca tanto. La revolución tiene que venir con ellos, tal y como pasó con la alimentación. Antes el fast food era genial y ahora lo miramos con escepticismo. En el sector audiovisual el espectador va a tener que adoptar una cierta fidelidad para acabar la película y no dejarla a la mitad”, explicó Ripoll.
No será fácil si tenemos en cuenta que, como recordó Farré, “los espectadores jóvenes cada vez necesitan más estímulos para mantenerse en un estado alerta porque si no se aburren”. En este contexto, Caballero afirmó: “El multitasking me preocupa muchísimo más que el algoritmo. Si queremos trabajar con la IA para llegar a otros sitios tenemos que enseñar a los más pequeños a ser creativos y diferentes, y a no pensar solo en pantallas. Aunque parezca muy hippie, es la única manera de que esto vaya bien”.
De nuevo, volvemos a la importancia de lo que nos hace humanos frente a las máquinas, ya sea enseñar, aprender, aburrirnos o, incluso, equivocarnos. “El error como principio estético es maravilloso y el aburrimiento como lugar en el que encontrar ideas es increíble”, sentenció Díaz. La sensibilidad humana, esa de la que todavía carece la IA (al menos de momento), también se vuelve imprescindible, por ejemplo, en el cine. “Puedes tener un guion que funcione muy bien, y que luego la película sea un desastre, porque una cosa es el guion y otra, la mirada y la sensibilidad del director”, explicó Farré.
Y lo mismo pasa en el ámbito de las recomendaciones audiovisuales, donde tanto Ripoll como Caballero apelaron a la figura del prescriptor o curator. “El algoritmo nunca te va a recomendar una película sobre un escritor alopécico en crisis de mediana edad, como es La Gran Belleza, porque nunca la va a ver como una tendencia de mercado. Después de 10 años de enormes equipos de ingenieros intentando solucionar el problema de cómo seducir al espectador, todavía no se ha conseguido. Y es que no hay una respuesta única ni fácil. Aquí volvemos a la parte humana, al prescriptor con el que me puedo sentir identificado. La clave para esa identificación está en la marca y en las personas que hay detrás de la marca”, dijo el responsable de Filmin.
Esas personas también son las que, sin necesidad de conocimientos demasiado sofisticados, pueden aprovecharse de la tecnología para que siga cumpliendo su misión. Y es que, como recordó Sala, “no hace falta llegar a la Luna para mejorar la vida de la gente, a veces basta con que Siri sea capaz de subir las persianas de forma automática”, y añadió: “Como creativos, antes no podíamos solucionar ciertos problemas, pero la IA es un lienzo en blanco. Lo que hacemos es humanizar la tecnología para que el algoritmo sirva para cubrir las necesidades de una persona”.
Y si esto es cierto para el ámbito de los negocios y la cultura, también lo es para el sector público. “Necesitamos disrupción creativa en las instituciones. Vivimos en un mundo desconfigurado y en cambio en el que necesitamos que construir nuevas coherencias, pero a veces lo hacemos con herramientas y estructuras del siglo XX. El sector de la creatividad tiene que desbordar el sector privado y contaminar el público, necesitamos un choque de modernidad para la elaboración de políticas públicas”, sentenció el comisionado de promoción de Barcelona Pau Solanilla.
La suma de inteligencia artificial y creadores deja, por tanto, dos caminos como los que describió Frost: uno lleno de mejoras incrementales y generalistas al alcance de cualquiera, y otro misterioso y reservado a las mentes más creativas, que serán capaces de aprovechar la tecnología para romper con el statu quo y generar cosas nunca vistas. Puede que un camino esté mucho más transitado que el otro, pero, al menos en este caso, los dos pueden marcar la diferencia.
Sobre la firma
Periodista tecnológica con base en ciencias. Coordinadora editorial de 'Retina'. Más de 12 años de experiencia en medios nacionales e internacionales como la edición en español de 'MIT Technology Review', 'Público', 'Muy Interesante' y 'El Español'.