El pasado es un puente que se desmorona a cada paso que da quien lo cruza. Se vive en el presente. Nadie ama a la mujer (o el hombre) que tendrá ayer. En el año que queda atrás, la economía española —acorde con el Instituto Nacional de Estadística (INE)— creció un 5%. Se esperaba casi un punto y medio más después del apagón por la crisis sanitaria durante 2019. Pero este es el planeta en el que vivimos. Orbitando sobre sus propias contradicciones. El año II de la época del coronavirus. La economía tembló. En cambio, resultó un gran ejercicio para la transformación digital de las organizaciones, las empresas emergentes (levantaron más de 3.000 millones de euros) y la digitalización.
Sin embargo, el pasado es una tierra ajena. El Observatorio Retina 2022 quiere mostrar toda la iridiscencia de un territorio nuevo. Recuerda a Cela cuando escribió su Pascual Duarte: “Sumé violencia sobre violencia y aquello quedó como un petardo”, contaba. Cambien “violencia” por “digitalización”, “innovación” o “tecnología” y se entenderán mejor las conclusiones del trabajo. Sobre todo porque proviene, entre otros, de primeras espadas de Amazon, Renfe, Telefónica, PRISA, Banco Santander, Airbus, Cabify, emprendedores y analistas. Pero también de Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, o de Teresa Riesgo, secretaria General de Innovación del Ministerio de Ciencia e Innovación. Tienen muy claro el mapa, el trazado y el territorio.
La economía crecerá —si el FMI acierta— este año el 5,8%. La tasa más alta de la Unión Europea. Ese porcentaje oscila entre el optimismo y la responsabilidad. Los retos se esparcen al igual que tierra abrasada por la sal. Retener el talento, invertir en I+D, cumplir con la sostenibilidad, apostar por las energías limpias, construir una tecnología humanista, alzar los muros de la ciberseguridad, defender la soberanía digital… Verbos en infinitivo. Todo esto lo recoge el informe y el pasar de páginas con los expertos. Todo esto se relatará en las próximas líneas. Porque 2022 es una rayuela y resulta posible leerlo por el final. ¿O es el principio?
Esto, el trabajo, al menos en parte, lo llama “Optimismo con deberes”. Al igual que tras la muerte de Jesús se inicia el año I no el cero. ¿Este ha sido el fin de un mundo? Todos los pensadores son rehenes de las grandes frases. También se creía que el arte carecía de sentido tras la Shoah. ¿Quién sabe? “Sin embargo, es cierto que la legislación no está pensada para encajar en esta nueva realidad tecnológica”, defiende Nathalie Picquot, responsable de Corporate Marketing, Brand Experience y Digital Engagement de Banco Santander. Pero este año no se puede perder al igual que una mala cosecha. España se juega las próximas dos décadas. Solo en el primer semestre del ejercicio debe aprobar leyes relativas a fiscalidad, reforma concursal, cotizaciones de los autónomos, pensiones complementarias, formación profesional. ¿Llegará esta tierra a tiempo? “España ha empezado su transformación digital y está lista para cerrar la brecha”, sostiene Carme Artigas. “Ya está aprobado el kit digital de unos 3.000 millones de euros, que se destinará a pymes y autónomos”. También se ha lanzado la ley de startups, un programa general de telecomunicaciones o una carta de derechos digitales. El puente comienza a quedar atrás y la “Tecnología con propósito” (otra de las tendencias del informe) camina siguiendo su particular Estrella del Norte. Tecnología al servicio del Hombre. No es un oxímoron.
España ha empezado su transformación digital y está lista para cerrar la brecha
Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial
Pero esa voz, que es una palabra, llega exhausta de horas. España se ha comprometido con Europa a cumplir este año con el 43% de los objetivos que marca el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Uno ama a un país por lo que no le da y por lo que le da. Este busca “talento”. El Génesis del siglo XXI. Otro capítulo, quizá el más repetido, del Observatorio. “Hay mucho, sobre todo en compañías emergentes”, comenta Juan de Antonio Rubio, CEO y fundador de Cabify. “Aunque debemos ser más competitivos”.
Su empresa ve nuevas oportunidades en otras clases de transporte. De la misma forma que Amazon —que ha diseñado la cadena logística más compleja de la historia de la Humanidad— envía cualquier cosa. Pero, ¿quién lee de idéntica manera los posos del café? “El gran reto es la capacitación a todos los niveles, existen unos 15.000 puestos sin cubrir”, se queja Javier Rodríguez Zapatero, presidente ejecutivo y cofundador de ISDI. “Al final, acabas teniendo gente muy formada, pero que crea valor en otros países”. Se marcha. Y la tecnología lo pone más fácil. “Nos van a robar los trabajadores sin salir de casa”, alerta Pedro Mier, presidente de Ametic, patronal de contenidos digitales. ¿Alguien bloqueará el puente? ¿Están abiertas las empresas a pagar el talento? “El problema es retenerlo: no estamos dispuestos a compensar económicamente lo que vale”, lamenta Paloma Peinado, vicepresidenta, IM Operations and Military Aircraft, Airbus, quien reivindica que en la nueva forma de volar mandará, sobre todo, la experiencia del cliente. Desafiando la narrativa de los lugares comunes.
En los últimos años, España ha construido un ecosistema emprendedor tan hilvanado que semeja un tapiz. Las firmas emergentes de vanguardia cruzan puentes más lejanos que Madrid, Barcelona o Valencia. Por ejemplo, Málaga irradia un boom de propuestas en agrotecnología y juegos. Geografía. Pocos anteponen vivir en Londres a la sierra madrileña. “España es el principal destino para trabajar en remoto”, resalta Irene Cano, directora general de Meta para España y Portugal. Y augura: “También veremos un auge en el comercio digital de proximidad”. Otra vez, el reloj arma una batalla. En el segundo semestre del año deben aprobarse reformas en la normativa de vivienda, el emprendimiento, el sector público, el empleo, el crecimiento empresarial y la segunda parte de la transformación de las pensiones. La velocidad y la información en el reparto de los fondos serán esenciales para el éxito. La aurora no se detiene sobre campos yermos. “Resulta necesario crear un contexto legal que propicie las inversiones, somos muy lentos en conceder los permisos”, advierte Marta Plana, cofundadora de Digital Origin (ahora Clearpay/Afterpay). Habrá que darse prisa. Esto no es la carrera de Alicia a través del espejo: no habrá un final feliz para todos. Europa quiere que el 80% de sus ciudadanos tenga habilidades tecnológicas y contar con 20 millones de expertos. “Nadie se va a quedar atrás”.
Resulta necesario crear un contexto legal que propicie las inversiones, somos muy lentos en conceder los permisos
Marta Plana, cofundadora de Digital Origin (ahora Clearpay/Afterpay)
Esa frase la ha lanzado la Administración infinidad de veces. Pero cómo convertir a alguien de más de 55 años en una especie de “neoingeniero”. Es una reconversión y, según la historia, en este país son traumáticas. Por ahora, han llegado a finales del ejercicio pasado 19.000 millones de euros de los Fondos de Nueva Generación. Alguno los ven como un amortiguador social. Y las pymes (el 99,8% del tejido productivo español) deben saber que esas casillas de Excel también son suyas. “A nuestra compañía le va bien si a las pequeñas y medianas empresas les va bien”, concede Ruth Díaz, vicepresidente de Amazon Fashion Europa. La ejecutiva estima que unas 12.000 pymes ya utilizan su plataforma en España. “El cliente es el responsable de su tiempo y la digitalización impulsará las ventas”, añade. Una mezcla singular. Ni memoria ni deseo. Matemáticas y Biología. “Las pymes son cada vez más innovadoras, tenemos ese gen innovador y cuando se pone en marcha da grandes resultados”, asegura Esther Borao, directora general del Instituto Tecnológico de Aragón.
Francia asume este semestre la presidencia de la Unión Europea. Y el mandatario galo, Emmanuel Macron, ha decidido cuál es su propósito: “La soberanía geoestratégica, climática y digital comunitaria”. “Vivimos en un mundo cada vez más duro y brutal donde algunos consideran que todo está permitido y los valores que defendemos son cuestionados, y hay un verdadero riesgo [arrinconados por China y Estados Unidos] de que los europeos salgan de la historia. No solo porque no podamos escribirla nosotros, sino porque vendrán de fuera a hacerlo”, alertan fuentes del Elíseo.
Eso sucede en París. En el centro de Madrid, donde se presenta el Observatorio, Teresa Riesgo, alinea sus renglones torcidos. “Hemos aprendido la lección. Necesitamos un espacio de seguridad. Resulta imprescindible para facilitar todas esas tecnologías habilitadoras. Tenemos ya dos empresas españolas que fabrican vacunas humanas”, sostiene. Esa es una parte de la ecuación. Falta la otra, la marmita al final del arco iris: los datos. “España no puede permitirse su flujo descontrolado. Por eso, Europa es la primera gran geografía que está vigilando que no ocurra eso ni se monopolicen”, advierte Carme Artigas. Viene escrito en el Talmud, el texto sagrado judío. “¿Quién es sabio? El que prevé las consecuencias”. “Regular el uso de los datos es el elefante en la habitación”, ilustra Enrique Arribas, director de Marca y Marketing Corporativo de Banco Santander.
Buena parte de ese nuevo mundo sucederá en territorios abisales. Tecnologías profundas. “Deep Tech”. Otra tendencia del Observatorio, otra inmersión en una realidad nueva. El metaverso de Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook. Es el fin y el comienzo. Durante más de una década, los tecnólogos han soñado con una era en la que la vida virtual resulte tan “importante” como la realidad física. Inquieta el aprendiz de brujo. Alguien que declara ante el Congreso de los Estados Unidos por presuntas prácticas monopolísticas y cuya empresa ha sido comparada con Corea del Norte deja dudas a mil chips de profundidad. En teoría, la gente pasará horas interactuando con sus amigos en esa platea virtual. El resultado es que también gastarán dinero en ropa u objetos para sus avatares. La sublimación máxima de la sociedad del yo. ¿La promesa del brujo? Unos 10.000 puestos de trabajo en la Unión Europea.
Narcisismo digital
De momento, estamos lejos de preguntarnos sobre un nuevo narcisismo digital. El presente de España pronuncia otras voces. “Las empresas de telecomunicaciones deberían estar sometidas a menos regulación”, indica David del Val, director de Core Innovation y CEO de Telefónica I+D. Y remata: “Hace falta crear una infraestructura potente, sobre la que discurra el 5G o el internet de las cosas (IoT)”. Porque si el país quiere ser relevante —en un mundo “duro y brutal”, como avisa la Administración francesa— debe invertir en inteligencia artificial y análisis masivos de datos. Crear industria tecnológica. Es la siderurgia o los astilleros de esta era. “La idea es clara: aplicar tecnología digital al mundo de la fábrica”, resume José Luis Sancho, Lead de Innovación, Crecimiento y Estrategia de Accenture. ¿Trabajo? “Hay mucho para desarrolladores”, afirma. ¿Tecnología y profundidades? Si se le pregunta a Luis Martín Cabiedes —lleva décadas invirtiendo y desinvirtiendo en compañías emergentes— la respuesta es la “blockchain”. “Definirá el futuro”, zanja. Es su particular campo de maíz maduro mecido por el viento. De los servicios bancarios a las criptomonedas pasando por los tokens no fungibles (NFTs). La blockchain arraiga con facilidad. El desafío —porque todos los tiempos tienen el suyo— para una empresa como PRISA (editora de El PAÍS) es “crear contenidos de calidad a través de estas tecnologías y saber monetizarlos”, observa José Gutiérrez, director general de Soluciones, Digital y Tecnología de PRISA Media.
Las empresas de telecomunicaciones deberían estar sometidas a menos regulación
David del Val, director de Core Innovation y CEO de Telefónica I+D
En el empleo, ya se ve, citando a Dickens, era el mejor de los tiempos era el peor de los tiempos. “El trabajo híbrido” —también lo analiza el Observatorio— entendido como una mezcla de oficina y casa, propagado por el coronavirus, se ha quedado viejo en dos años. El modelo dickensiano son cenizas, la imposición de la covid-19, astillas. Una encuesta de enero publicada por la revista Forbes apunta a que el 83% de los trabajadores sería más leales a sus empresas si las opciones de trabajo fueran más flexibles. ¿A quién le extraña la gran dimisión? Solo en agosto del año pasado, 4,3 millones de estadounidenses dejaron su empleo. “El teletrabajo carece de límites, los tienes que poner tú”, avisa Ernest Calvet, vicepresidente de ServiceNow para el Área del Mediterráneo. Si eres madre y trabajas, el día amanece con oscuras ojeras. Porque, “¿qué es el empleo?”, se preguntaba el filósofo Noam Chomsky en una entrevista con El PAÍS. “Para la mayoría de la gente significa pasar la mayor parte del tiempo que estás despierto siguiendo las órdenes de un jefe totalitario, que puede dar órdenes de un modo que ni Stalin hubiera soñado”. Las organizaciones buscan estructuras horizontales para abolir dictaduras. “Jerarquías planas, trabajar por proyectos y en grupos”, sintetiza Nathalie Picquot. Los chicos se llevan mal con las imposiciones. “Tenemos que ser muy rápidos en entenderlos, adaptarnos a su forma de comprender la vida e interiorizar sus anhelos y proyectos”, reflexiona Paloma Peinado.
Y “la salud”, tras seis olas de coronavirus, bate con rabia contra el espigón del puerto. Es el sector. Nadie lo duda en el Observatorio. El faro. En noviembre se aprobó el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de salud de vanguardia. Unos 1.469 millones de euros entre 2021 y 2023. La econometría deja su rastro de espuma. Añadirá 4.300 millones al PIB y creará 12.700 nuevos puestos de trabajo. Medicina de precisión, digitalizar la atención primaria, un Sistema Nacional de Salud Digital, terapias innovadoras. La salud conectada. Oura —una empresa de tecnología sanitaria— ha creado un nuevo modelo de su Oura Ring con sensores tan precisos que auguran los ciclos menstruales y la temperatura. Sin contexto (supervisión médica) es una invitación a la entropía y el error en los diagnósticos. El director de cine Rainer Fassbinder acertó de plano: “Déjame mirarte a los ojos. Quiero saber cómo estás”.
Sobre la firma
Miguel Ángel García Vega lleva más de dos décadas escribiendo en El PAÍS. Actualmente, además de en Retina, publica con regularidad en EL PAÍS Negocios, El PAÍS Semanal, Especiales y la sección de Cultura. Ha recibido, entre otros, los galardones de periodismo: AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.