El reinicio (reboot) del mundo al que estamos abocados tiene sus vertientes políticas, sociales, éticas. De hecho, para que ese reinicio se haga efectivo, para que la humanidad pueda enfrentar los retos que se plantean, que son globales, como el cambio climático, la desigualdad rampante o la correcta gestión de la revolución tecnológica, serán necesarios los consensos y no está claro que sea fácil alcanzarlos. El debate sobre estos consensos fue uno de los temas centrales de Retina Reboot.
“Atravesamos un ciclo altamente polarizado”, dice Eduardo Madina, ex diputado socialista y socio de la consultora Harmon, “y eso que es difícil imaginar una circunstancia histórica que haga más evidente la necesidad de grandes acuerdos”. Hubo otros tiempos en los que dentro de la política se daba la cooperación a la vez que la competición, pero Madina observa que actualmente los políticos han optado por la confrontación constante. “Estamos compitiendo muy bien y cooperando muy mal”, señala.
La sociedad está ahora marcada por la incertidumbre y tensionada por las amenazas del Antropoceno. “Los partidos son víctima de esta situación, piensan a corto plazo en un mundo muy fragmentado emocionalmente, donde tratan de salvaguardar sus posibilidades de construir gobiernos”, opina José María Lassalle, profesor de Icade y director del Foro de Humanismo Tecnológico de Esade. El pensamiento a corto plazo, típico de la política y sus ciclos electorales, alentado por la virulencia del debate público, puede ser trágico en un mundo cada vez más cambiante.
Los partidos piensan a corto plazo en un mundo muy fragmentado emocionalmente
José María Lassalle, profesor de Icade y director del Foro de Humanismo Tecnológico de Esade
Quizás por ello cada vez aparecen más estudios e informes que tratan de trazas hojas de ruta o de imaginar futuros más apacibles, desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas hasta el reciente plan España 2050 del gobierno de Pedro Sánchez, pasando por el Pacto Verde de la Unión Europea. “Creo más tarde o más temprano se impondrá la cordura: la complejidad es tan grande y sofisticada que no quedará otro remedio que pensar desde otras perspectivas, quizás desde otra política”, señala Lassalle.
Las desigualdades a las que nos enfrentamos en este siglo XXI no son solo las desigualdades materiales clásicas, propias de siglos anteriores. “Ahora las desigualdades también son cognitivas, en relación con la tecnología, o tienen que ver con la vulnerabilidad a la hora de hacer frente al Cambio Climático, además de las relacionadas con la construcción de nuevas identidades”, señala Lassalle, “quien acierta a construir una nueva centralidad verá hacia donde se tiene que orientar la nueva política”.
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