La AEE presentó su nuevo logotipo el pasado 4 de octubre. Un tiro en el pie. Polémicas y frustración. En 2022 se había encargado a la READ (Red Española de Asociaciones de Diseño) convocar un concurso público para seleccionar a un estudio que se hiciera el rebranding de la nueva entidad nacional. El fallo del concurso declaró ganadores al estudio murciano Rubio & Del Amo en colaboración con el conocido estudio de diseño Cruz+Cruz, fundado por Pepe Cruz Novillo, el diseñador que en España lo hizo todo, hasta diseñar el cartel de La escopeta nacional de Berlanga.
En este contexto, la comunidad de diseñadores estaba esperanzada y segura de que el resultado cumpliría las expectativas creadas. Los diseñadores estamos acostumbrados a ver cualquier esperpento como propuesta de logotipo, desde las chancletas de Madrid 2020 como capital europea y mejor sitio para tomar un «cup of café con leche», hasta el famoso «no logo» de Zara. Esta vez todo era distinto. Por fin el diseño gráfico se tomaba como un elemento que genera valor sin depender de los gustos personales de la mujer del jefe de turno. ¡Así sí, Paco!
Pero, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida y así ha pasado también en el caso de la AEE. Cambio de director y, como diría Joaquín Reyes,“¡chorprecha!”, nuevo logotipo.
Un giro de guion inesperado cuando todo ya estaba vendido. Un encargo desde cero realizado a la agencia MyWay para hacer lo mismo, pero peor. La AEE alega que ha sido porque la propuesta de Rubio & Del Amo con Cruz+Cruz no molaba internamente. Explicación que nos permite pasar de un tono de comedia costumbrista a un verdadero thriller con cadáver anexo. Ha sido como revivir la escena de la ducha de Psicosis. De La escopeta nacional berlanguiana al cohete nacional, pero con muchísima menos gracia.
El diseño gráfico sufre desde hace décadas el escarnio público del «me gusta o no me gusta» por distintas razones. La más importante quizás es que cada vez que se hace público el resultado de un encargo, se habla de nuevo logotipo, cuando el trabajo a menudo es estratégico y el logo es la guinda del pastel tras meses, a veces años, de esfuerzo. Ha pasado muchas veces ya que se hable de nuevo logo con proyectos tan famosos como el rediseño de Correos realizado por Summa Branding o el de la RFEF realizado por Pablo Coppel.
Un drama, más intenso que el musical de Joker 2 porque no respetar el resultado de una convocatoria pública abre la veda a la inseguridad y a una sociedad en decadencia además de desatar preguntas sobre cómo se gasta el dinero público y en base a qué criterios.
A día de hoy, ni la AEE, ni el Ministerio de Ciencia e Innovación, ni la READ han arrojado mucha luz sobre lo ocurrido. La Red española ha publicado una nota de prensa afirmando que su rol ha sido de puro intermediario. Mientras tanto los dos estudios de diseño afectados están valorando posibles acciones legales y comprobar si ha habido incumplimiento contractual. El ministerio afirma que el logo ganador no ha sido descartado sino que se reserva para otros usos futuros, hasta ahora desconocidos.
El sector del diseño está muy poco valorado en nuestro país sea porque los diseñadores somos un gremio muy fragmentado, sea porque comunicamos poco y mal el valor que tiene una marca. Pero también porque las condiciones de las convocatorias tanto públicas como privadas apelan siempre al precio más bajo sin importar mucho el resultado final generando un sistema caníbal que destroza día tras día posibles buenas prácticas.
Qué una entidad pública decida cambiar sin criterio alguno una identidad visual es una puñalada a la frágil estabilidad de un sector que a veces peca de “omertá” como señala Víctor Palau desde la columna de la revista gráffica.info
Lo irónico de todo el percal es que las decisiones mediocres no entienden de color político ni de tamaño de la administración. Si pensamos que los dos estudios ganadores de la convocatoria han recibido solo 6.000€ para realizar la identidad visual, nos damos cuenta que el error nace nada más empezar la convocatoria. La puesta en valor es mediocre porque implica un esfuerzo desproporcionado en el caso de ganar.
El nuevo logotipo de la AEE es un doble crimen. Por un lado por cómo se ha realizado el segundo encargo a través de una falta de transparencia que despierta muchas preguntas. Por el otro, porque el resultado final está por debajo de los estándares de calidad implicando un derroche de dinero en algo poco eficaz.
Si jugáramos a las conspiraciones, en los años 70 ocurrieron dos hechos. Es cuando se diseñó el famoso logo de la Nasa del que coge inspiración el nuevo y flamante logo de la Agencia Espacial Española y Cruz Novillo diseñó el póster de la película de Berlanga. Coincidencias? No lo creo, amigo. Iker Jiménez montaría un programa entero partiendo de esta premisa y alegando que es probable que entidades de otros planetas hayan inducido la necesidad de diseñar el logo de la AEE dos veces. Claros acontecimientos que demuestran la existencia de los reptilianos infiltrados en las entidades públicas.
Como en La escopeta nacional, hay empresarios patosos que quieren moverse en las altas esferas, políticos caprichosos, personajes de una historia estrafalaria hecha de momentos irónicos y tremendamente absurdos. Parece ser que el tiempo no pasa y que se siguen repitiendo las mismas escenas estrafalarias. Llegados a este punto, ¿cómo se podría conseguir un final feliz?
Que la READ diese más explicaciones de su papel, del por qué decidió las tarifas de 1.500€ para los finalistas y de 6.000€ para la propuesta ganadora. Que además realizase un acto de asertividad para marcar un ejemplo a seguir. Sabemos que nadie es perfecto, lo más importante en estos casos es salir, dar la cara, explicar lo que ha funcionado y qué no y así sentar las bases para una mejora de los procesos de intermediación.
No se trata de hacer una caza de brujas, indignarse está bien para empezar una acción, pero sirve una actitud propositiva y acciones que empujen a cambiar la percepción del diseño gráfico. Hay asociaciones como el ADG-FAD que están pidiendo a sus socios visibilizar y denunciar todos aquellos concursos y llamadas a proyectos que incumplen los mínimos para una oferta digna.
También es útil crear una recogida de firmas a escala nacional para pedir explicaciones al respecto. Y utilizar esta metedura de pata intergaláctica para fomentar unas buenas prácticas y no aceptar cualquier tipo de condición laboral. Seguir cayendo en la trampa del libre mercado a cualquier costo es masoquista y hace un flaco favor a la comunidad del diseño precaria y maltrecha.
En el caso de la Agencia Espacial Española la postura es más compleja. Sin embargo un primer paso sería hablar, dar explicaciones, rectificar y admitir el error. Estamos en un momento histórico en el que las instituciones tienen que empezar a mostrar un lado más humano, corrigiendo el tiro, admitiendo el error y volviendo atrás aunque esto implique un coste extra. No hacerlo seguiría perpetrando las malas praxis de que el diseño, así como otros aspectos nacionales, es una cuestión de gusto personal, algo menor por debajo de la cerámica de Talavera, tanto por mencionar nuestro queridísimo M. Rajoy. Si a alguien en la AEE no le ha gustado la propuesta de Rubio&delAmo + Cruz+Cruz, pues que se aguante y se guarde su gusto personal para otras ocasiones. El diseño, el que está bien hecho por profesionales que tienen criterio, se basa en otros principios más racionales que trascienden el gusto. El diseño, así como nos ha enseñado Pepe Cruz Novillo, responde a preguntas como ¿es funcional? ¿Puede generar una identidad clara que permanezca en el imaginario colectivo? ¿Ha explorado la esencia de la AEE y refleja sus valores?
Lo siento señor director de la Agencia Espacial pero, a esta altura de la película, tiene que dar la cara porque usted marca futuras acciones hacia el diseño. Quiera o no, tiene la responsabilidad de explicar y rectificar para plantear nuevos escenarios más afines a la capacidad de arriesgarse del ser humano.
Como decía un usuario en Instagram, esperemos que no programen las misiones espaciales de la misma manera en la que han encargado su logotipo. Sería el comienzo de la saga 2031 Berlanga en el espacio. Una película de pandereta estelar.
Ni al infinito, ni al más allá, como apuntaba otra usuaria en Linkedin.