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Los peligros de automatizar tu hogar

La domótica se ha convertido en una tendencia cada vez más al alza. El abaratamiento de su instalación y las ventajas, tanto económicas como de bienestar, de sus capacidades prometen convertirla en algo habitual próximamente. Pero, ¿conocemos los peligros de automatizar nuestros hogares?

Hace décadas, pocas personas hubieran apostado porque tendríamos teléfonos móviles que se conectarían a nuestro coche. Ni que tendríamos smartphones con internet. Ya puesto, ni internet si quiera. Así que cuando hablamos de domótica, no estamos dirigiéndonos al espacio de lo imposible, ni siquiera de lo improbable. Más bien de lo inminente. Hay para quien de lo actual.

La RAE define la domótica como: “Conjunto de sistemas que automatizan las diferentes instalaciones de una vivienda”. Es una definición acertada y concreta, a la que podríamos sumar una gestión eficiente de la energía y, sobre todo, una comunicación entre los distintos marcos del sistema, así como con el usuario. Estos dos añadidos son claves, pues es la parte que podríamos tildar de “inteligente” en nuestro hogar domótico. Pensemos en una casa con calefactores, persianas, ventilación e iluminación controladas por un modelo de automatización inteligente. Al estar estos apartados eficazmente comunicados entre sí, el sistema podrá organizar los elementos de forma a compensarse incrementando el ahorro. Si hace sol, las persianas deberían subirse a fin de reducir el consumo de calefacción en invierno, calentando de forma natural el espacio. Funcionamientos aparentemente sencillos como estos son los que hacen de la domótica una apuesta por el bienestar en el hogar, tanto económico como en sostenibilidad. 

Por supuesto, los modelos de casas domóticas, cuentan también con equipos de videocámaras incorporados, así como alarmas y cerraduras automáticas, a fin de aumentar la seguridad. Y los más avanzados incluyen un asistente conversacional al que dirigirse. Véase un prototipo algo menos espabilado del J.A.R.V.I.S de Iron Man. De esa forma, la domótica se convierte en el eslabón más elevado de la cadena en lo que llamamos Internet de las Cosas (IdC). Antes de hacer que las ciudades sean un gran software interconectado o, saltando unas cuantas casillas, nuestros propios organismos humanos. ¿Lo más curioso del asunto? Instalar en nuestro hogar un “mayordomo virtual” resulta menos costoso de lo que imaginamos. Según el portal Habitissimo, domotizar una casa en sus funciones básicas no supera los 2500 euros. Lo cual anticipa que será una decisión en progresivo aumento durante los años venideros.

Pero, ¿qué pasaría si, como en muchas de las ficciones que conocemos, esa “inteligencia” doméstica se revelara? Desde luego, no hablamos de una sublevación a la altura de la que el Ultrahouse de la familia Simpson llevó a cabo en el capítulo: Treehouse of Horror XII. Todavía quedan muchos flancos por cubrir antes de que una casa con la voz de Pierce Brosnan aspire a un dominio orwelliano de nuestros hogares. Sin embargo, dotar a nuestra residencia de un mecanismo de automatización avanzado e interconectado digitalmente, sí acarrea riesgos de alto nivel.

ROBO DE DATOS

Una de las condiciones necesarias para la domótica es el flujo continuo de datos entre los distintos elementos del sistema. Esto acarrea una gran cantidad de información vital extremadamente sensible según los intereses de quien se fije en ella. Hablamos, no sólo de contraseñas y datos financieros (que pueden haberse integrado), sino de hábitos personales. Al fin y al cabo, la domotización tiene sentido por su automatización inteligente, la cual actúa según nuestras necesidades. Eso implica que el software debe estar bien provisto de información sobre nuestra rutina, picos y bajadas de actividad, flujo de personas en el espacio, etc.

Al igual que sucede con los terminales móviles, una casa domótica es un atractivo caramelo para ciberdelincuentes que deseen, en primera, y más discreta instancia, capturar esa información para bases de datos. En segunda, y más peligrosa, para su venta a terceros. Y en última, y extremadamente dañina, para la extorsión o, directamente, allanar el camino a grandes robos físicos. Con el uso de malwares, como ransomware o spyware, un ciberdelincuente es capaz de obtener toda esa información sensible. Y con el uso de troyanos de acceso remoto (TAR) el pirata informático sería capaz de hacerse, directamente, con el control de los dispositivos del hogar domótico. Lo que nos lleva al siguiente y preocupante punto.

ROBO FÍSICOS

Un robo de información puede facilitar a los delincuentes datos sobre nuestra rutina, permitiendo que se produzca una organización más eficaz de cara a un allanamiento. Pero, en el peor de los escenarios, los ladrones pueden piratear el sistema de forma a hacer suyo el control de las cerraduras inteligentes, la videovigilancia y, en general, toda la seguridad del hogar. De darse esto último, estaríamos hablando de un grado de inseguridad catastrófico. Los delincuentes tendrían libre acceso a la vivienda sin riesgos e incluso con unas condiciones provechosas de cara a los sistemas de alarma, que podrían desactivar a placer impidiendo la acción policial.

¿CÓMO DEFENDER TU HOGAR DOMÓTICO?

No obstante, no todo son riesgos potenciales en el universo de la domótica. Es más, llevando a cabo una serie de actividades recurrentes, un sistema domótico permitiría, no solo mejoras en el bienestar habitacional, así como un aumento del ahorro y la sostenibilidad, sino también un plus en seguridad.

Con el objetivo de imposibilitar a los ciberdelincuentes obtener el control del sistema, así como de recabar los datos que fluyen por el mismo, hay varias acciones preventivas que llevar a cabo. No muy distintas de las que se han de poner en marcha para muchos dispositivos, aplicar estos consejos blinda la seguridad en nuestros hogares automatizados.

1.     Elegir un sistema domótico de calidad: No hace falta ahondar demasiado en lo relevante que es la elección de marcas certificadas, con funciones de seguridad integradas y asistencia técnica. La correcta elección del proveedor de los servicios domóticos es vital a la hora de poder confiar en la eficacia del sistema. Así como para evitar malos tragos en cuanto a brechas de seguridad.

2.     Configurar y ajustar los parámetros y las contraseñas: Muchas veces, por pereza o dejadez, aceptamos parámetros y contraseñas por defecto, cuando se trata de un error clave. Las configuraciones por defecto abren muchas brechas de ataque, como la averiguación de las credenciales de fábrica en foros o sitios en internet. Tampoco favorecen el cifrado de información sensible y facilitan una arriesgada desactualización. Todo ello torna imprescindible hacer el esfuerzo de tomar la iniciativa, y adaptar a nuestras particularidades el sistema.  

3.     Instalar una autenticación de múltiples factores: Tener una autenticación multifactor (MFA) es un proceso que debería asumirse en cualquier dispositivo con acceso a nuestros datos e internet del que dispongamos. No hablemos ya, claro, de nuestro hogar. Que el sistema domótico se escude en el uso de un código PIN, un correo electrónico particular y una verificación biométrica, es el camino directo a la seguridad en la vivienda, y una costumbre a tener en cuenta en la cotidianidad. 

4.     Actualizar el software periódicamente: Como hemos mencionado antes, la actualización del software es un apartado necesario de cara a la seguridad, dado que fabricante y desarrolladores van encontrando posibles lagunas en sus sistemas y aplicando parches en consecuencia. No actualizar el software a tiempo, es permitir a los atacantes usar los posibles fallos de sistema ya corregidos, pero no aplicados. 

Aunque pueda parecer invasivo o preocupante dejar en manos de un software el control de muchos elementos de nuestras viviendas, sólo debemos tener el mismo sentido de la responsabilidad que con los terminales móviles. A sabiendas de la cantidad vital de información que contienen los smartphones, hemos avanzado mucho en la concienciación general de cara a su seguridad. La domótica es, todavía hoy, un territorio en proceso de expansión al que se observa con recelo, pero que alcanzará una futura propagación similar a la de la tecnología móvil. Para evitar que se convierta en una fuente de desconfianza, siendo una nueva diana en la mirilla de los ciberdelincuentes, es necesario conocer los mecanismos de protección. Aplicarlos y ser altamente responsables en su cuidado. Conscientes de los riesgos y gestionada la seguridad, no hay motivo para no disfrutar de hogares sostenibles, automatizados e inteligentes.

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