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Control parental en el reino de los nativos digitales

El control parental sigue siendo una necesidad, cada vez más acuciante, de cara a impedir a los menores acceder a contenido crítico e incluso a poner en riesgo su salud.

Se trata de un interrogante que lleva levantando justificadas ampollas, prácticamente desde su aparición. ¿Sirve de algo el control parental? Cuando hablamos de nuevas tecnologías, suele caerse en la paradoja de que quienes deben ser protegidos de sus oscuros pasadizos, son los mejor preparados para acceder a ellos. Es una cuestión de adaptación y contexto educacional. Afortunadamente, las generaciones que están en los primeros 15 años de crianza de sus hijos, ya no son como sus padres. Los viejos progenitores intentaban subirse al carro de la informática, muchas veces con sustanciales dificultades para abordarla correctamente. Eran tiempos en los que el control parental asfaltaba el espejismo de un sosiego bastante infundado. Las primeras generaciones digitales aprendieron rápido, y fácilmente, a saltarse los pasos y acceder a contenido impropio para su minoría de edad. Hoy, esa frontera se ha visto pormenorizada por una casta de padres igual de adscritos a los progresos de la tecnología que sus hijos.

Al acceso a contenido crítico para los menores, antaño la gran preocupación, se ha sumado, con las nuevas tecnologías móviles y el estallido de las redes sociales, otros retos. En especial, el tiempo de consumo de pantallas y las interacciones con desconocidos online. En esta nueva era, mucho más horizontal, en la medida en que los padres están bien adaptados a los avances tecnológicos, a la par que especialmente sensible, dado que la cotidianidad digital ha multiplicado también los riesgos, es importante saber: ¿dónde ha quedado el control parental?

¿QUÉ ES EL CONTROL PARENTAL?

El control parental se trata de un mecanismo usado por adultos con el objetivo de controlar el uso que hacen los menores de edad de sitios web, sistemas operativos o equipos. A través del control parental, es posible restringir el acceso a contenidos no aptos, monitorear las páginas por las que navegan los menores, así como bloquear sitios web o usuarios que representen una posible amenaza. Eso, sin contar con que, a través de varias herramientas de control parental, existe también la posibilidad de limitar el tiempo de uso de las computadoras, con lo que se evitan posibles vulneraciones en la salud de los menores directamente relacionadas con el uso excesivo de las pantallas.

Aunque las generaciones más jóvenes sean auténticos nativos digitales, y habitantes de una sociedad en la que las pantallas son herramientas imprescindibles de uso cotidiano, eso no significa que dispongan de la madurez necesaria para evitar ser víctimas de las sórdidas actividades que se llevan a cabo en internet. E incluso más allá de ser objeto de manipulaciones espurias por parte de desconocidos en la red, o de toparse con material lejos de lo recomendable para su edad, una cantidad de uso excesivo puede convertirse, igualmente, en un grave problema de salud física y mental. Es por ello por lo que el control parental se revela como una necesidad, casi imperiosa, en la crianza de las nuevas hornadas.

TIPOS DE CONTROL PARENTAL

Si bien la parte más vital del control sigue residiendo en un especial empeño de atención sobre los menores y el uso que hacen de la tecnología, acompañándolos, guiándolos por un uso debido de internet y advirtiéndoles de sus riesgos, existen mecanismos técnicos complementarios. Moderadores de la velocidad, por así decirlo, con los que los progenitores pueden asegurarse de que los menores están cumpliendo, más allá de su vigilancia, con los límites establecidos.

1.      Limitar el tiempo de uso de los dispositivos: Aunque, como ya hemos mencionado, estar pendiente de la cantidad de horas que pasan los jóvenes frente a las pantallas es la mejor forma de enfrentar los límites de uso, los dispositivos como ordenadores o smartphones, tiene en su sección de ajustes un apartado llamado “Bienestar digital y control parental”. Esta herramienta permite poner un temporizador a la aplicación que se desea limitar, bloqueando su uso pasado ese tiempo. Si bien puede ser fácil de trampear, sencillamente conociendo el código de bloqueo, es uno de los instrumentos más útiles.

2.     Limitar el contenido de los dispositivos: Una estrategia más contundente consiste en bloquear, directamente, el uso de ciertas aplicaciones, páginas web o contenidos. En la app de Family Link, Google abre una posibilidad muy sencilla de restricción, que puede incluso organizarse individualmente. De esa forma, en el caso de hablar de varios menores a cargo, unos tendrán acceso a cierto contenido que les será limitado a otros.

3.     Desactivación de las conversaciones: Los sistemas de mensajería instantánea son uno de los escenarios que más preocupan a los padres. Si tenemos en cuenta que se trata del canal de unión predilecto para estafadores y desconocidos que tengan intereses ilegítimos, parece lógico que aplicaciones y páginas web abran la posibilidad de su desactivación. Los videojuegos, por ejemplo, son un entorno en el que esta clase de sistemas convienen ser desactivados si hablamos de niños de poca edad.

4.     Limitar las compras: Si bien parece lógico, no lo es tanto según el entorno. Restringir la posibilidad de que se lleven a cabo compras no autorizadas en aplicaciones y juegos, puede ahorrarles muchos disgustos a los padres. Tanto unos como otros, pueden llegar a facilitar tremendamente los mecanismos de pago, y es imprescindible que los niños no tengan facilidades para realizarlos.

5.     Activar las alertas de geolocalización: Nadie pone en duda que parece una herramienta un tanto invasiva, y que un mal uso de los tutores de ella puede vulnerar la, también necesaria, privacidad de los menores. No obstante, se trata de una medida adicional de seguridad perfecta para poder tener controlados los dispositivos, así como para recibir notificaciones según los sitios web que se visiten y alertas de cara a áreas no autorizadas.

EL CONTROL PARENTAL: UN TRABAJO DIARIO

Favorecer que los niños y adolescentes hagan un uso responsable de la tecnología digital, tanto en la cantidad de tiempo que designan a ella, como a la naturaleza de su uso, es una actividad de implicación diaria. Además de todos los ejemplos que hemos presentado anteriormente, conviene también llevar a cabo revisiones y actualizaciones de las configuraciones de privacidad y seguridad con cada nuevo dispositivo, evitar malwares descargando las aplicaciones en sitios oficiales y elegir contraseñas fuertes. Además de, por supuesto, cerciorarse de que los perfiles en redes sociales de los menores están únicamente limitados a su entorno y las personas conocidas, impidiendo un uso malintencionado de la información disponible en las plataformas.

El presente y el futuro digitales son una realidad insalvable con un número igual de elevado de ventajas para los más jóvenes, como de situaciones potencialmente conflictivas. Es un trabajo de los tutores y adultos de su alrededor, educarlos en el respeto a los peligros de la red, así como en el de un uso excesivo de las pantallas. Allá donde la palabra no llegue, podrán llegar estas herramientas. Formas de control parental cada vez más sofisticadas, para circunstancias cada día más extraordinarias.

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