La disneyficación no solo es un sistema extractivo y parásito, puede llegar a extremos grotescos capaces de rozar lo absurdo. Seguro que has visto algún vídeo en que un reportero, apostado en una de las colinas desde donde informa del genocidio que se está perpretando en Gaza, comparte espacio con una manada furiosa de turistas armados con prismáticos para ver de cerca las atrocidades de la guerra.
Un espectáculo macabro que el capitalismo fomenta. Como aquellas guías que te llevan por el Londres oscuro o el Madrid de los asesinatos. Turismo negro basado en el morbo, pero esta vez con muerte en directo.
Frente a tanto dolor, voyeurismo con olor a pólvora y sangre. Pensábamos que no se podía caer más bajo que aquellos turistas yendo a ver el crucero abandonado por el capitán Schettino en los mares italianos allá por 2012. Pero no, el viaje al infierno de la perversión puede ir mucho mas allá con un viaje a uno de los lugares más maltratados de la humanidad. Pasen y vean como bombardeamos en tiempo real a pobres inocentes. Casi podemos escuchar a uno de los guías: “¡Mirad! Allí acaban de saltar por los aires unos niños que se estaban muriendo de hambre. Y a vuestra derecha algunos soldados disparan sobre una muchedumbre desesperada en busca de algo de comer” —en pleno júbilo distópico resalta con orgullo— “Es nuestro día de suerte, porque es más raro que ver un cachalote en el estrecho de Gibraltar”.
Los soldados israelíes se acercan para sacarse selfies y firmar autógrafos tras golpear a muerte a una mujer. Los turistas, empapados de sudor, los acogen con energía mientras los vitorean. El sudor, la pólvora y sangre se entremezclan en una escena digna de los tormentos del infierno del Bosco. La adrenalina es la recompensa por haber esperado mirando a través de los prismáticos con paciencia, casi como si de una montería se tratara.
Los tormentos del infierno de El Bosco.
Es tan sádica la barbarie que unos pocos han transformado ya Gaza en un parque del horror donde puedes asistir a la tortura pagando tu entrada. El sistema es tan perfecto que ni el marqués de Sade podría haberlo diseñado tan bien. Violencia extema como atractivo turístico. Falta solo puestos de comida rápida fast food y tiendas de souvenirs para vender sandía fresca y objetos como recuerdo del infierno.
¿Qué será lo siguiente? ¿Un canal de TikTok con las mayores torturas del momento? ¿Tutoriales en Youtube sobre las buenas praxis del genocida?
Gaza y Cisjordania se añaden a la larga lista del turismo negro : Chernobyl, Auschwitz, las torres gemelas… hasta el monumento a las víctimas del holocausto en Berlín se ha transformado en un lugar donde sacarse selfie con una sonrisa de lado a lado de la cara, pero eta vexz más allá. Turismo negro en vivo, genocidio en directo, barabarie en tiempo real: atardeceres mirando las bombas caer en la franja. Los tour operadores venden paquetes como si se tratara de un viaje a alguna localidad exótica. El precio medio es de unos 800 dólares por turista. No estamos hablando de visitar un lugar para mantener viva la memoria como ocurre con los campos de concentración. Asistimos pasivos a grupo de personas que deciden deliberadamente viajar para ensalzar el discurso de guerra, subir una colina de control y mirar con telescopios y binóculos los bombardeos de la misma manera que se miran los juegos de artificio en Disneylandia.
Cuando la empatía desaparece , llega el cinismo y las peores atrocidades. Es importante mantener vivo el deseo de un mundo mejor, promoviendo una utopía como motor de un cambio radical que nos permita alejarnos de una actitud fría. Se puede ser más activo, empezando por pequeños gestos como difundir información, fomentar el recuerdo y participando en acciones de boicot. Hasta se puede firmar peticiones de distintas organizaciones, hacer donativos a fundaciones e instituciones que empujan para que cese la barbarie. Porque cómo tratamos a los niños es la unidad de medida que define qué tipo de sociedad queremos ser. En un entorno que nos quiere polarizados y separados, el mayor acto positivo es fomentar la esencia del ser humano como ser empático y resiliente, cualidades fundamentales que nos han hecho evolucionar. Frente a unos pocos sádicos violentos, es cada vez más importante no caer en la polémica y pedir que paren las atrocidades para mantener viva la sensibilidad y rechazar el cinismo.