Y de repente, la oscuridad. El ordenador apagado, bloqueado, secuestrado. “La ciberseguridad” desborda —al igual que el agua en una piscina infinita— los límites empresariales. Una tendencia del Observatorio. Afecta a las elecciones estadounidenses o la “insurrección” en Cataluña. Europa está sola. China y Estados Unidos se disputan el Gobierno del nuevo orden digital. El Viejo Continente tiene que levantar su propia bandera. “La excesiva dependencia tecnológica supone pagar un coste extra”, admite Teresa Riesgo, secretaria General de Innovación del Ministerio de Ciencia e Innovación.
La política de Bruselas de promover un diseño propio de inteligencia artificial (IA) lleva la intranquilidad a las dos superpotencias. Europa tiene su particular veta. Un 5G avanzado, un enorme volumen de datos, expertos en cálculo, industria 4.0, brillantes desarrolladores de algoritmos y una trama de fibra impensable en el país de Biden. La tecnología digital es la batalla por controlar el nuevo mundo. Y la dan personas que trabajan aquí. “Las empresas emergentes necesitan a los mejores profesionales, porque están en su momento más delicado”, admite el emprendedor Luis Martín Cabiedes. Pero ese relato es bien conocido. O capitalismo o amor. O un buen salario o un gran proyecto. “Si quieres tener gente que sepa cómo aplicar la inteligencia artificial…”, deja en el aire Nathalie Picquot, responsable de Corporate Marketing, Brand Experience y Digital Engagement de Banco Santander.
Desde luego, no se puede estar en las nubes. ¿O sí? El mercado cloud en Europa crece a un ritmo superior al 25%. En 2030 superará los 500.000 millones de euros. Es la estimación de OVHCloud y KPMG. La migración parece que es el paso obligado para las organizaciones. “La mayoría de las empresas van a moverse a la nube”, refrenda José Luis Sancho, lead de Innovación, Crecimiento y Estrategia de Accenture.
Arranca la electrificación
España quiere enchufar su futuro a un mundo sin carbono. Ha alumbrado la normativa. La Ley de Cambio Climático y Transición Energética. “Energías limpias y renovables”. Notas para un país distinto. Otro titular del Observatorio. Reducir un 23% (respecto a los niveles de los años noventa) las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030. Prohibir la fabricación de nuevos coches diésel y de gasolina desde 2040. Un incremento de las estaciones de carga eléctrica y más zonas de bajas emisiones. Es el arranque, otra vez, del Génesis. Se tiene fe o no. En abril pasado, el Gobierno anunció que destinará 13.200 millones de euros a la movilidad sostenible. Y ha abierto dos de las primeras convocatorias del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica de Energías Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento (PERTE ERHA). La percepción viaja por sectores. “Creemos en la sostenibilidad, porque somos una empresa sostenible”, subraya Juan de Antonio, fundador y consejero delegado de Cabify. No reivindicarse sería hacer una excursión a una trampa.
Hay bastante de berlangiano en este guion digital
El Observatorio Retina 2022 presenta cada capítulo con una imagen en 35 milímetros de ese genio que fue Luis García Berlanga. Se lo merece. Su nacimiento cumple cien años. Quizá se echa de menos la escena final de El verdugo (1963). José Luis (Nino Manfredi) acaba de dar su primer garrote vil y sube a la carrera, demacrado, las escalerillas de un barco donde se encuentra con su pareja, Carmen (Emma Penella). Le da el dinero de la ejecución. El padre de Carmen, Amadeo (Pepe Isbert), sostiene a su nieto.
— ¿Hombre, ha habido un aumento? —, ironiza Amadeo.
— ¡No lo haré más, entiende! ¡No lo haré más!— grita José Luis a Amadeo.
—Eso dije yo la primera vez—, replica, sin mirarle, con el crío en brazos.
Ese sentido de supervivencia del ser humano, ahora escrito resiliencia, surge inherente a las nuevas tecnologías. La IA debe proteger la dignidad y la seguridad; la individualidad de 7.500 millones de almas. Humanismo tecnológico. Da igual el nombre. En Renfe cuentan que tienen dificultad para encontrar personas de Madrid que quieran trasladarse a geografías solitarias. “El cambio cultural resulta más importante que otra cosa. Muchas veces buscamos profesionales para esa España vaciada, que también puede ser allí donde han estudiado o se han criado”, lanza Manel Villalante, director general de Desarrollo y Estrategia de la compañía. Quizá cuesta cambiar. Pero ya se sabe: “Eso dije yo la primera vez”.
Sobre la firma
Miguel Ángel García Vega lleva más de dos décadas escribiendo en El PAÍS. Actualmente, además de en Retina, publica con regularidad en EL PAÍS Negocios, El PAÍS Semanal, Especiales y la sección de Cultura. Ha recibido, entre otros, los galardones de periodismo: AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.