Casi 60 añazos tiene ya Brad Pitt, y ahí sigue, protagonizando películas y conquistando corazones. Y lo mismo con Jennifer López a sus 54. Aunque el tiempo haya plateado sus melenas y arrugado sus rostros, ambos artistas deberían ser el símbolo del atractivo propio del que goza la mediana edad, distinto al de la juventud, sí, pero igualmente digno. Sin embargo, la realidad es que ni el sector del cine en particular ni la industria en general pueden presumir de igualdad en lo que a edad se refiere. ¿Cómo se explica si no que más del 50% de los parados de larga duración tanto en España y en el conjunto de la Unión Europea tengan entre 50 y 59 años, según datos recientes el INE?
Por probabilidad, si Pitt y López fueran curritos al uso, uno de los dos llevaría más de un año sin trabajo. “Hace varios años […] preguntamos a unas 10.000 compañías: ‘¿La edad es una ventaja o una desventaja competitiva en su organización?’ La respuesta probablemente no le sorprenda. Más de dos tercios consideraron que la vejez era una desventaja competitiva”, alertan el experto en recursos humanos Josh Bersin y el psicólogo organizacional Tomas Chamorro-Premuzic en un artículo en Harvard Businnes Review.
“Esta es una de las grandes tragedias que estamos viendo, y deberíamos llamarla edadismo”, lamenta la CEO de la organización sin ánimo de lucro Generation, Mona Mourshed, en una entrevista con McKinsey. En ella desgrana los resultados de su investigación sobre la situación de los trabajadores mayores de 45 años en siete países del mundo, entre ellos, España. Una de sus conclusiones más alarmantes es que la falta de oportunidades que la industria ofrece a este colectivo se debe principalmente a los sesgos que el resto de la sociedad le ha impuesto.
Las tres grandes preocupaciones de los reclutadores a la hora de contratar a estos perfiles son su rechazo hacia las nuevas tecnologías, su incapacidad de adquirir nuevas capacidades y su dificultad para trabajar con compañeros más jóvenes. “Los directores de recursos humanos, en todos los sectores, afirmaron sistemáticamente que sólo entre el 15% y el 18% de los candidatos de más de 45 años que veían encajaban en los puestos para los que estaban contratando”, denuncia Moursheed. Sin embargo, un análisis de su rendimiento real dejó claro que los miedos de los empleadores carecían de fundamento.
La experta continua: “Preguntamos a los mayores de 45 años que estaban contratados cuál fue su rendimiento en el trabajo. Resulta que el 87% rinde igual o mejor que sus compañeros más jóvenes. Y se considera que el 90% de ellos tiene un gran potencial de retención, si no más, que sus compañeros más jóvenes. Esa es la definición de parcialidad, cuando ves excepciones a tus percepciones, pero el sesgo prevalece. Resulta trágico”. El problema es tan palpable que el 44% de los trabajadores de más de 45 años afirma haber modificado su currículum para ocultar su edad tras percibir edadismo en algún proceso de selección, según una encuesta de la plataforma británica especializada en trabajadores séniores Working Wise.
ARRUGAS RENTABLES
Es cierto que la investigación de Generation advierte de que solo un 42% de los trabajadores séniores están encantados con la idea de seguir formándose. Sin embargo, su mayor trayectoria personal y profesional los provee de otras características de igual o mayor valor para las empresas. “Sin ánimo de encasillar, porque cada persona es diferente, estos profesionales ofrecen mucha serenidad, algo cada vez más fundamental en la sociedad tan cambiante en la que vivimos”, confirma el director de Recursos Humanos de Leroy Merlin España, Eloy del Moral.
Y no solo eso, el responsable destaca otros atributos, como el agradecimiento y el compromiso. “Una vez contratados, los trabajadores de más de 40 años muestran tasas de retención más elevadas que los empleados más jóvenes”, confirma el estudio de Generation. El resultado es que, aunque los profesionales séniores presenten algunas carencias, las compensan con otro tipo de habilidades inaccesibles para aquellos que simplemente han vivido y trabajado menos. Para Del Moral, Brad Pitt es el ejemplo perfecto de esta ecuación: “Sigue teniendo muchísimo atractivo, aunque no sea el mismo que cuando tenía 20 años”.
Con esta filosofía en mente, la compañía ha decidido sacudirse los casposos estereotipos que estrangulan a los trabajadores de mayor edad con su iniciativa Seniormente responsables, que busca que el 16% de su plantilla se componga por colaboradores de más de 50 años. “Debemos desterrar el mito de que las personas en su último ciclo profesional ya no son válidas”, sentencia Del Moral. Y es que, además del imperativo ético de perseguir la diversidad intergeneracional en los espacios de trabajo, la compañía también busca sus beneficios directos. El directivo añade: “No solo somos altruistas, esto también tiene un retorno”.
Se refiere al archidemostrado hecho de que la diversidad es una palanca de productividad y beneficios corporativos. En su caso, valora que los empleados séniores sirvan de espejo para sus clientes de más edad, los cuales cada vez tienen más relevancia según crece la silver economy. El directivo detalla: “Hemos comprobado que la venta media y la satisfacción del cliente aumentan a medida que nuestros trabajadores ganan más experiencia. Si hay colaboradores más séniores, también hay más clientes séniores. Por mucha empatía que tenga un vendedor 25 años, le va a costar mucho más entender a un cliente de 60 años que a un vendedor de la misma edad que vive exactamente su misma realidad”.
La mayor capacidad de liderazgo y ejecución de quien simplemente ha vivido y trabajado más también debería ser una de las razones por las que “la relación entre la diversidad en los equipos ejecutivos y la probabilidad de obtener mejores resultados financieros se ha reforzado con el tiempo”, según el estudio que McKinsey publicó sobre el tema en 2020. Sin embargo, tras revisarlo en profundidad, resulta que la consultora solo atendió al género y a la etnia, demostrando que el edadismo se ha colado en todos los rincones del escenario laboral.
Esta forma de discriminación está tan extendida que a veces son sus víctimas las que tiran piedras a su propio tejado. Aunque en Leroy Merlin ya han contratado a más de 600 trabajadores de más de 50 años en el último año y medio, y este colectivo ya representa el 14% de toda la plantilla, Del Moral reconoce que le está costando encontrar talento sénior: “Muchas veces son los propios candidatos los que creen que no están cualificados para cubrir nuestras ofertas, tienen el síndrome del impostor”.
Cree que puede deberse al estereotipo asociado a los trabajos de tienda y almacén, que suelen caracterizarse por una mayor carga de trabajo de componente físico. Por ello, tanto en oficinas como en tiendas, la compañía ha focalizado su política de talento para que el día a día y el plan de carrera se adapten al máximo a la casuística, necesidades y fortalezas de cada uno de sus empleados. “Un reponedor de almacén puede centrarse en artículos muy pesados, lo cual requiere fuerza física, pero también puede dedicarse a objetos pequeños que requieren concentración”, explica Del Moral.
CANAS CONTRA LA MUERTE DE EUROPA
Si todavía no se ha convencido de que el edadismo laboral es una injusticia social y un desperdicio económico, tenga en cuenta que en 2030 la edad media de la población española rozará los 50 años. La muerte de Europa a manos de nuestra mayor esperanza de vida combinadas con unas tasas de natalidad cada vez más bajas es una amenaza conocida desde hace décadas. Ya en 1999, The Guardian advertía que nuestro país adolecía de la tasa de fertilidad más baja del mundo, con 1,15 nacimientos por cada mujer. Más de 20 años después, en 2021, la cifra se situaba en un triste 1,19.
¿Podremos permitirnos seguir discriminando a los trabajadores por su edad cuando la mayor parte de ellos pertenezcan a este grupo? ¿Quién trabajará entonces? “Las empresas deben hacer que las personas mayores vuelvan a trabajar y darles trabajos importantes y significativos”, sostienen los autores de Harvard Businnes Review. Eso sí, como buenos ciudadanos estadounidenses seducidos por el capitalismo más feroz, su recomendación incluye a trabajadores ya jubilados, y ponen como ejemplo a Warren Buffett, quien, con sus 89 años, “sigue siendo considerado uno de los cerebros más brillantes del mundo de las finanzas”.
¿Realmente hace falta estirar tanto el chicle cuando la masa de trabajadores disponibles que todavía está en edad laboral no deja de crecer? Una cosa es trabajar hasta la muerte y otra bien distinta es considerar que nadie tiene nada que aportar pasados los 45 o los 50. Cambiar esta mentalidad se vuelve cada vez más urgente si tenemos en cuenta que para 2025 “cuatro de cada diez personas tendrán más de 50 años”, señala Mourshed, y añade: “Es la cohorte más formada de la historia […]. Que el mundo no pueda aprovechar la productividad y la experiencia de esta población resulta trágico, por no hablar de lo que significará para sus vidas personales si carecen de oportunidades e independencia financiera”.
La cosa está clara: si aspiramos a tener un futuro digno para el conjunto de la sociedad y para todos sus individuos en particular debemos empezar a desterrar los falsos mitos que estrangulan a los trabajadores séniores. “Al final se trata de aprovechar la riqueza que da la diversidad. Un perfil más joven puede tener más facilidad en la parte digital y carecer de otro tipo de experiencias que los empleados más mayores sí han vivido, por eso lo importante es que todos compartan sus fortalezas”, concluye Del Moral. Puede que no todos sean tan atractivos como Pitt o tan listos como Buffet, pero ¿es que todos los jóvenes lo son?
Sobre la firma
Periodista tecnológica con base en ciencias. Coordinadora editorial de 'Retina'. Más de 12 años de experiencia en medios nacionales e internacionales como la edición en español de 'MIT Technology Review', 'Público', 'Muy Interesante' y 'El Español'.