Daniel Innerarity es filósofo, columnista habitual de El País y catedrático de inteligencia artificial (IA) y democracia en el Instituto Universitario Europeo. Javier García dirige en Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante y ha sido presidente de la Academia Joven de España y de la Unión Química Internacional (IUPAC), la mayor unión científica del mundo. Es, además, el único español miembro del comité de tecnologías emergentes del Foro Económico Mundial.
La ciencia ha dejado de ser una voz de autoridad en la sociedad, o al menos ha perdido una parte sustancial de su estatus, pero nunca como hoy ha influido tanto en nuestras vidas. Cómo articular las aportaciones que obtenemos a través del método científico con las demandas de los colectivos sociales, las dinámicas de los partidos políticos y con los mecanismos de configuración de la voluntad popular. Daniel Innerarity y Javier García debaten acerca de ello en torno a ocho cuestiones.
1. ¿Cuál es el papel de la ciencia hoy en la democracia?
Daniel Innerarity: El hábito de los científicos, el pensamiento crítico, la discusión abierta, cultiva un tipo de personalidad muy parecida a la que deseamos de la gente en una democracia. Pero la ciencia no es necesariamente democrática. Tenemos que conjugar la función de los científicos con las decisiones políticas, y no es sencillo. Exige que asumamos nuestra responsabilidad y no abusemos de las evidencias que decimos que tenemos; y que la sociedad entienda nuestra tarea y respete nuestra autonomía.
Javier García: La ciencia es una de las humanidades, no un constructo más allá de las nubes. No buscamos la verdad, sino grados de certidumbre, y la opinión suele contar muy poco si no está apoyada en evidencias o datos experimentales. Hoy en día, cuando se plantea una discusión, rápidamente alguien dice: “esta es mi opinión” y es indiscutible, porque entra dentro de lo privado. A un científico eso le chirría, nunca votamos cuál es la verdad. De hecho, una de las lecciones de humildad de la ciencia es que, aunque algo esté muy establecido, como las leyes de Newton, viene una persona de una oficina de patentes, lo corrige y toda la comunidad científica se pliega ante el descubrimiento.
2. A la hora de resolver las grandes preguntas, ¿la alta especialización de la ciencia es un problema frente a otros métodos?
Javier García: Si uno quiere luchar contra el cambio climático, obviamente la ciencia ayuda a entender sus causas y da propuestas técnicas, pero no lo va a solucionar, tenemos que ser nosotros. Entran todas otras dinámicas como la regulación, los incentivos o el compromiso personal a la hora de consumir. Hay 2.000 millones de personas sin agua potable. Tenemos la tecnología, sabemos por qué mueren y cómo solucionarlo, pero hacen falta otras muchas cosas más allá de la ciencia.
Daniel Innerarity: El Panel Internacional del Cambio Climático lo tiene muy claro y emite unos informes que, en todo caso, se equivocan porque el ritmo de calentamiento global es mayor del previsto. No tenemos un problema teórico, sino político, es decir, cómo movilizamos recursos, cómo ponemos de acuerdo al Norte y el Sur, a países con grados de desarrollo tecnológico diversos, al mundo rural y al mundo urbano.
Javier García: Otro riesgo tiene que ver con que, desde la política, se utilizan las evidencias científicas para apoyar una agenda concreta. Hay que tener mucho cuidado con el acercamiento del científico al político. Tomar argumentos sesgados de la ciencia es lo peor, porque puedes encontrar cosas que justifiquen algo y lo contrario.
Daniel Innerarity: Hay dos modelos que han fracasado: el del político que toma decisiones y busca científicos que se las justifiquen; y el del que hace lo que el científico le dice. Separan a ciencia y política de una manera radical. La solución es que ensayemos modelos de interacción ciencia-política.
Javier García: El científico y el político están en dos esferas muy separadas, con incentivos y lenguajes muy distintos, y ninguno de los dos, ni siquiera la suma de los dos, es capaz de resolver los grandes problemas. En esta colaboración ciencia-sector público falta el sector privado, el sector ciudadano, todos los otros actores. Estos grandes problemas se resuelven de forma sistémica, si fuera tan sencillo como acudir al científico ya lo hubiéramos solucionado.
3. ¿Por qué ha funcionado el Protocolo de Montreal para reducir el agujero de la capa de ozono y no el de Kioto?
Javier García: En el primer caso, los CFS no suponían un cambio de costumbre de uso del ciudadano. Pero combatir el cambio climático implica más cosas: no cojas el coche, ni el avión, consume alimentos de cercanía, abandona la carne… es un cambio de comportamiento. Además, el cambio climático es planetariamente mucho más complejo. Hay, por ejemplo, toda una economía del petróleo afectada, que no se puede comparar con los CFC.
Daniel Innerarity: Conseguir que se estabilicen nuevas rutinas en relación con las anteriores, en ocasiones, conlleva sacrificios. Estoy pensando en los chalecos amarillos en Francia, a los que se les encareció el diésel en una medida que era correcta desde el punto de vista climático, pero socialmente poco igualitaria. Venimos de una cultura de organización industrial que resuelve las cosas troceándolas. La división del trabajo, la división de poderes, han funcionado bastante bien para problemas de un nivel de complejidad medio, pero a partir de ese umbral el troceamiento no funciona. Hay que arreglar primero el todo y luego ir a las partes, al contrario de lo que estábamos haciendo. La mayor parte de los problemas tienen su origen en una interconexión fatal de elementos.
4. ¿Cómo construir una gobernanza de la ciencia?
Daniel Innerarity: En las elecciones, seguramente pensamos que estamos votando programas políticos e ideológicos, pero entre el partido A y el partido B hay diferencias en relación con cuestiones científicas, con lo cual no es tan extraño, aunque suene un poco raro, el control ciudadano sobre la ciencia. Los experimentos que se realizan en un laboratorio y se repiten una y otra vez, no plantean demasiados problemas porque hay siempre marcha atrás y el ensayo-error no es dramático. Pero en muchos experimentos científicos la escala es 1:1. Tirar la bomba atómica, modificar genéticamente animales, la digitalización y la inteligencia artificial, la configuración financiera del mundo, se hacen a escala real, sin vuelta atrás. Eso nos debe llevar a un sentido de responsabilidad mayor.
Javier García: La ciencia está muy regulada, los comités éticos son una realidad prácticamente en todo el mundo. Hay otro tipo de control sobre la ciencia que son los presupuestos públicos. El científico puede sentirse no libre a la hora de hacer una investigación basada en la curiosidad por la financiación disponible y por su capacidad de promoción. Podemos ser ingenuos intentando controlar y regular la investigación, pero los que van a sufrir esa regulación son los científicos que hacen las cosas bien. Los que están en empresas de armamento o en sistemas no democráticos, que es a los que más habría que controlar, no se verán obligados por estos acuerdos. En los organismos de ciencia internacionales nos hace falta también coordinación, unir esfuerzos, y el contexto geopolítico no ayuda en absoluto. La ciencia y la tecnología se entienden como una ventaja competitiva.
Daniel Innerarity: Hay una parte de la ciencia cuya transferencia a la sociedad es relativamente sencilla, porque implica un rendimiento visible, a veces incluso económico. Pero muchas partes no tienen esa recompensa o la tienen muy a largo plazo. Es importante que prestemos atención a esas ciencias a la hora de construir la gobernanza. Las Humanidades y las Ciencias Sociales crean el contexto ético, jurídico, político, en el cual las innovaciones tecnológicas tienen sentido. En las ciencias básicas hay que invertir mucho dinero sabiendo que buena parte de él se va a ir al desaguadero, porque no va a tener una eficacia inmediata. Pero no hubiéramos tenido vacunas con tanta rapidez si no se hubiera descubierto el funcionamiento del ARN mensajero.
5. El Premio Nobel de Química ha recaído en dos científicos de Google DeepMind. ¿Puede penalizar a la ciencia su vinculación a intereses privados?
Javier García: Las empresas que están cambiándolo todo no son tecnológicas, sino de frontera, hacen alguna de la mejor ciencia de la actualidad. Dudar, ser escéptico, tener hipótesis sobre cómo funcionan las cosas e intentar verificarlas, es una forma de vida. Si no mantenemos la curiosidad, al final va a desaparecer el científico y lo que vamos a tener son tecnólogos, gente que resuelve problemas.
Daniel Innerarity: La ciencia necesita crédito, y no solamente económico. Necesita crédito cívico, de la gente, de los gobiernos. En la ceremonia del Premio Nacional de Investigación, hubo un debate y dije: “me dan un premio, pero os podría decir la lista de fracasos que he tenido en mi vida, papers que me han rechazado, libros a los que ha dado portazo una editorial, becas que no me dieron, posiciones a las que apliqué y no conseguí”. Es importante, para ganar ese crédito, que no presumamos más de lo necesario. Manejamos certezas, pero, sobre todo, nos movemos en un ámbito de gran incertidumbre. La ciencia va a ser siempre polémica.
Javier García: El hecho de que las grandes empresas estén utilizando ciencia se debe precisamente a que es el caballo ganador. Es la herramienta más poderosa y, por eso, tenemos que ser más responsables. Cuanto más científica sea nuestra sociedad, más humanista debe ser nuestra educación. Una ciencia sin ética es una pesadilla, pero vivimos en una sociedad en la que la evidencia no es un argumento, pierde fuerza frente a la opinión. Se nos convence más con una emoción, con una historia. Estamos entrenados para que el dato gane el debate y ese es un error: el relato gana al dato.
6. El efecto Don’t look up: ni advertencias apocalípticas, ni falta de atención a las evidencias científicas.
Daniel Innerarity: La película presentaba a unos científicos arrogantes en posición de una verdad con los cuales no me identifico, ese modelo me resulta sospechoso. Da a entender también que las crisis del mundo actual tienen el carácter de cosas que nos vienen de fuera, que nos impactan y he dejado de utilizar la palabra “impacto” porque produce malentendidos. Realmente estamos ante tecnologías, formas de vida, modos de consumo, organización de la sociedad, que tienen consecuencias ellas mismas. Somos nosotros, son riesgos autoproducidos.
Javier García: Escribí un artículo que se llamaba “La maldición de Casandra”. Ella veía el peligro en Troya, pero no la creían. Y el problema era que Casandra no escuchaba. Cuando Troya celebraba que los griegos se habían ido, ella era la aguafiestas. ¿Cómo cambiar la dinámica? Escuchando, preguntando al otro cuál es su preocupación, qué le interesa, en vez de subir a un estrado y dirigirse al vulgo. Hay que ser consciente de que la gente tiene otras preocupaciones.
Daniel Innerarity: La palabra divulgación es horrible. Es despectiva, vertical.
Javier García: El futuro de la comunicación científica es la escucha científica, que nos callemos. La empatía cero es como hablar desde el púlpito.
Daniel Innerarity: Durante el confinamiento de la pandemia, escuché a los negacionistas para entender sus mecanismos. La ciencia es percibida por un pequeño sector de la sociedad como algo autoritario. Lo llamé en mi libro La sociedad del desconocimiento la epistemologización de la política o la epistemocracia. La conversión rápida, precipitada, un poco autoritaria de la ciencia en cracia, o sea, en gobierno, genera un rechazo que podríamos ahorrarnos si comunicáramos mejor.
Javier García: La ciencia está ocupando una esfera de fuente de moral y estoy en contra. ¿Qué se percibe como comportamiento amoral en las sociedades laicas? Coger mucho el coche, contaminar, fumar. Me preocupa que se convierta en la nueva Inquisición. En la disyuntiva entre ciencia y libertad, obviamente el ciudadano va a elegir la libertad. He escuchado a muchos negacionistas y nadie debate las ecuaciones de Maxwell. Lo que la gente rechaza es la ciencia que le hace cambiar su forma de vida o entra en su esfera de la libertad.
Daniel Innerarity: Aunque pueda ser una libertad entendida de una manera muy torpe. Si yo fuera responsable público, bajaría la tasa de alcohol a 0,0, aplicaría una política para reducir el consumo de carne y las macrogranjas. Lo que no haría es comunicar de una manera impositiva. Hay que fomentar un modo de vida que llamo postNarcisista de vida buena: “descubre el gozo de andar, de la bicicleta y de no comer de manera tan pesada”.
Javier García: La implementación de medidas restrictivas de la libertad lleva a fomentar el voto a la ultraderecha. ¿Cuál era el lema de Vox en Madrid? No cambies de coche, cambia de voto. Vamos a conseguir que la ciencia quede en muy mal lugar y va a crecer el voto simplista, egoísta, narcisista.
Daniel Innerarity: Yo combato intelectualmente esa idea de libertad considerada como un disfrute a costa de los demás. Es una banalización.
7. ¿Cómo encontrar el equilibrio entre quienes defienden la investigación científica “porque se puede” y quienes promueven una basada en valores?
Daniel Innerarity: Si en algún sitio tenemos las políticas, los debates, es en Europa. En el caso de la inteligencia artificial, hay una conciencia del riesgo, hay un deseo de que se desarrolle respetando unos valores, incluso desde el punto de vista ecológico. No es fácil porque hay que poner de acuerdo a empresas, sectores agrícolas, automóvil, a los médicos que investigan en la curación del cáncer, a la gente que quiere defender su privacidad. Pero en Europa es donde los debates han avanzado más.
Javier García: Hay muchas cosas que se pueden hacer, pero no deben hacerse. Hay que dar al científico libertad para explorar cosas nuevas y regular la aplicación de ese nuevo conocimiento. En la IUPAC tenemos un programa de pensamiento sistémico para que el científico sea consciente de las repercusiones de su actividad.
8. La concentración de la innovación es una fuente de desigualdad territorial. Andrés Rodríguez-Pose habla de esos ‘lugares que no importan’ como foco de populismos.
Daniel Innerarity: Hay tecnologías y ámbitos de la ciencia que requieren mucha concentración de recursos, facilidad de comunicación, grandes masas críticas y hay otras que no tanto. Lo que cada territorio tiene que pensar es, dada mi dimensión y mi situación geográfica, dónde pongo el acento, en lugar de tratar de hacer todos exactamente lo mismo. Javier García: La ciencia acrecienta la brecha entre ricos y pobres porque es una actividad tan especializada, los equipos son tan costosos y la gente con la formación necesaria para avanzar en la frontera es tan poca, que está restringida a las grandes empresas y a las grandes ciudades, ni siquiera países. Hay que crear un nuevo contrato social y pensar en el territorio. Si se favorece la concentración de la innovación en unas pocas ciudades, muchas personas van a ver a la ciencia como un enemigo, como una competencia.