Es curioso cómo las creaciones del ser humano, en ocasiones, fagocitan a sus descubridores. Los convierten en siervos esclavo-dependientes de ellas y es, en ese instante, cuando las fauces de los intereses espurios se abalanzan a hacer caja a su costa, sin importar las urnas de lágrimas que siembren por el camino. Conscientes de esta mezquindad, los organismos destinados a mantener el orden y a poner trabas en la carrera de ratas por el poder, se organizan con el objetivo de desviar las flaquezas de la selva social. A fin de intentar solventar desigualdades y escarnios al rendimiento común, los burócratas, sobre quienes se escupen cazos de bilis sin siquiera comprender los pormenores de su cometido, ensayan fórmulas para salvaguardar el bienestar ciudadano, mal que a veces se confunda con el suyo.
La tecnología digital es el laberinto por el que corretean las élites de nuestro tiempo. Energía, comunicaciones, información; todo emprendimiento pasa por necesitar de esta herramienta, lo que la convierte en el peso clave para volcar la balanza a favor o en contra. El drama de las guerras puede leerse, según el bando, en las pérdidas propias. Las víctimas colaterales, no obstante, no saben de banderas. Y, en el cuadrilátero del combate digital, quienes reciben los más inesperados y lapidarios puñetazos, son las personas.
Los individuos corrientes, ajenos al intercambio de golpes, salvo porque consumen el espectáculo y terminan dependiendo de él, sufren las consecuencias de las tácticas de tierra quemada llevadas a cabo desde los satélites que gobiernan el mundo. Por eso, quienes han sido elegidos para arbitrar, e incluso participar, de la batalla; esos burócratas tan altivos e indescifrables, tienen por cometido dar cobertura a los que no tienen vela en el entierro.
Esa ha sido la conclusión más compartida por parte de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quienes se reunieron el pasado miércoles 14 de diciembre en Gran Canarias. En el marco de la cuarta Conferencia Ministerial sobre Economía Digital, responsables políticos y representantes empresariales de más de 50 países diseñaron una hoja de ruta para poner a las personas en lo alto de prioridades de esta voluble lucha por el futuro tecnológico.
¿Cómo? De momento, sentando las bases con la Declaración de la OCDE sobre el acceso de los gobiernos a los datos personales en poder de entidades del sector privado, suscrita por todos los agentes presentes, en la que se incluye la búsqueda de un futuro digital confiable, sostenible e inclusivo, así como dando el pistoletazo de salida al Foro Global sobre Gobernanza Tecnológica. “Este foro pretenderá adelantarse a los avances tecnológicos y estudiará fórmulas para que los progresos estén en línea con los proyectos compartidos, a través de una gobernanza centrada en los derechos humanos y la mejora social”, declaró el secretario general de la OCDE, Ulrik Vestergaard. Una pretensión que entronca con los cuatro temas vertebrales de la reunión:
- Habilitadores digitales de la economía global. Todas las transacciones, del tamaño que sean, están hoy enmarcadas en la conectividad. Plataformas en línea, flujos de datos transfronterizos y seguridad digital son desafíos que cada vez se van a hacer más intensos y a los que hay que prestar una privilegiada atención.
- Construir sociedades mejores. La inclusión es ya un asunto digital. Buscar una igualdad en términos digitales es un reto por cumplir, así como la construcción de sinergias entre la transformación digital y la sostenibilidad. Por el bien de todos, se deben dar respuestas a estas necesidades, así como a evitar las afrentas a la verdad que desestabilizan la cohesión social.
- Aprovechar el poder de la inteligencia artificial (IA) y las tecnologías emergentes. La IA es ya una realidad. Una herramienta destinada a inmiscuirse en la mayoría de las capas de nuestra cotidianidad. Asegurarse de que no se usa para fines perversos y que no explota la vulnerabilidad ciudadana es un reto que, sin llegar a tremendismos apocalípticos, marcará el destino del bienestar colectivo en muchos aspectos.
- Dar prioridad a las personas. La vida personal está ahora volcada, en gran medida, en el entorno digital. Consumidores de todas las edades, principalmente jóvenes, entienden su cotidianidad en torno a las herramientas digitales, lo cual genera potenciales brechas de abuso a las que atender con premura.
Siguiendo estos puntos, durante el encuentro, en todas las intervenciones salieron a colación los términos ‘persona’, ‘inteligencia artificial’ y ‘datos’, aunque sólo el Embajador general de EE.UU. para el Ciberespacio y la Política Digital, Nathaniel Fick, se esforzó por recordar su aportación de 500.000 dólares para apoyar el recién nacido foro. Y tampoco se olvidó de decir que “los ciudadanos han de ser una de las prioridades en el futuro tecnológico, nadie debería quedarse atrás”.
Más, ¿dónde quedarían las palabras sin diálogo? Esta es la premisa que marcó las intervenciones del director de Ciencia, Tecnología e Innovación de la OCDE, Andrew Wyckoff, para quien la OCDE debería entenderse como “un trampolín con el que llegar a los objetivos y dar concreción a las propuestas en los Estados. Mencionó también lo vital que es apostar por la cooperación internacional, siendo la OCDE un foro privilegiado para abordar cuestiones de manera constructiva con unas bases humanistas.
Personas, ser humano, ciudadanos… términos que se repitieron hasta la saciedad, sin quedar del todo claro si como promesa, compensación o humedecimiento de los canales auditivos internacionales. Sea como fuere, el resumen que dio el representante español en la OCDE, Manuel Escudero, también orbitó alrededor de esta idea, a la que sumó una llamada a la prudencia: “Estamos al principio de un viaje muy largo. Lo primero que hemos hecho bien ha sido ponerle vallas al campo, luchando contra la información falsa, el robo de datos y los ciberataques”.
Estos últimos conceptos, aunque no lo parezca, sí ponen en el centro a las personas. Somos, el común de los mortales, quienes más sufrimos estas afrentas a la verdad y los hurtos que, no sólo pueden llegar a cercenar nuestro dinero, sino nuestra intimidad, y a veces incluso los pilares de nuestra vida, cada vez más edificada en el universo digital.
Por otro lado, no podemos hablar de bienestar de las personas sin hablar de un escenario económico nacional que permita asegurar una cierta autonomía tecnológica, tanto en su uso como en su creación. Si como Estado dependemos del exterior, nos convertimos en marionetas de los designios ajenos, a merced de los vientos que azoten sus velas, sin posibilidad de gobernar nosotros el timón.
Es por ello por lo que la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, insistió en la importancia del desarrollo de un tejido industrial con creación tecnológica fuerte que permita reducir la dependencia española de la cadena de suministro global. Tampoco olvidó que los datos, ese objeto inmaterial convertido en protagonista del presente y aún más del futuro, deben entrar en un terreno normativo óptimo. “El objetivo”, recordó Artigas, “es salvaguardar el acceso a los datos personales del sector privado con un marco regulatorio que asegure un flujo libre y fiable de los datos a nivel transnacional, que son el oro de la economía digital”.
La representante gubernamental también tuvo tiempo de destacar el papel del país como sede del encuentro: “Durante estos días España ha sido el foco internacional de la tecnología, la transformación digital y el talento. Un lugar donde defender los derechos y libertades democráticas”. Y si, siguiendo las declaraciones de embajadores de países como Canadá, México y Bélgica, esta ha sido una de las reuniones ministeriales más fructíferas de la OCDE, no podemos dejar pasar la ocasión de reconocer en España un centro privilegiado en la gestión de estas transformaciones y de las necesidades que acarrean. Gran Canaria fue, durante los días del encuentro, el lugar en el que se determinó que la comunidad internacional debe trabajar en torno a las personas y promover, activamente, que exista una igualdad de oportunidades tecnológicas independientemente del rango social.
Inmersos en la inestabilidad internacional de un conflicto como es el de la guerra entre Rusia y Ucrania, conviene galvanizar todos los nexos de comunión posibles entre los países miembros y aliados de la OCDE. De acuerdos, declaraciones y foros de debate se nutren las idiosincrasias de la diplomacia, ese espacio de comunicación que trata de mantener a raya la mezquindad, y tumbar el aparentemente inevitable tablero de conflictos que emana de la dialéctica del poder global.
Si bien el encuentro no generó soluciones tangibles, ya que encontrar una única fórmula para solventar todos los retos citados es algo quimérico, sí se dieron pasos en la línea de la negociación y de la creación de atmósferas para asegurar una futura mayor armonía en la economía digital. Un terreno donde, como se ha concluido en firme, las personas, y no el corporativismo, deben ser la prioridad.
Sobre la firma
Periodista y escritor. Ha firmado columnas, artículos y reportajes para ‘The Objective’, ‘El Confidencial’, ‘Cultura Inquieta’, ‘El Periódico de Aragón’ y otros medios. Provocador desde la no ficción. Irreverente cuándo es necesario.