Sostenibilidad e igualdad de género: las mujeres salvarán el planeta

Las jóvenes españolas están más concienciadas sobre la emergencia climática que los chicos, según un estudio del IE y CEPSA. También son ellas quienes más sufrirán sus consecuencias, sin embargo, las mujeres están infrarrepresentadas en las estructuras educativas, laborales y de poder con capacidad de cambiar las cosas y generar riqueza. Si queremos una España más sostenible y justa necesitamos aumentar la cuota de profesionales femeninas en transición energética.  

En Internet, en profesiones STEM y en prácticamente cualquier aspecto de la vida, las mujeres salimos perdiendo. Incluso en la emergencia climática. Aunque parezca que las mayores temperaturas, fenómenos extremos y subidas del nivel del mar nos amenazan a todos por igual, la realidad es bien distinta. No solo está demostrado su mayor impacto en las regiones más pobres del mundo, además, sus efectos negativos se ceban especialmente sobre las mujeres. Y no es que haya algo en nuestros genes que nos haga más vulnerables, no, son las propias desigualdades que todavía persisten en la sociedad las que aumentan su impacto sobre nosotras.

Tal vez esa sea en parte la razón por la que las mujeres jóvenes demuestran “un mayor nivel de concienciación sobre la importancia del cuidado del medio ambiente”, según el informe Transición Energética e Igualdad de Género: Oportunidades para la Juventud Española de Fundación IE y Fundación Cepsa. En su encuesta a 2.400 jóvenes de entre 16 y 25 años del país, el 74% de ellas manifiesta un compromiso alto frente al 70% de los chicos. Aunque la diferencia no es muy elevada, resulta destacable que, mientras el mayor porcentaje de compromiso en mujeres se mantiene en todos los niveles educativos, en el caso de los hombres desciende a medida que lo hace la intensidad de la formación recibida.

Que las jóvenes se preocupen más por el cambio climático no resultaría problemático si no fuera porque a la hora de analizar el tejido académico, laboral y de liderazgo en los sectores relacionados, las mujeres siempre aparecen infrarrepresentadas. Es decir, que a pesar de que somos nosotras quienes más voluntad tenemos por luchar contra la emergencia climática, este compromiso no se refleja en las estructuras educativas, productivas y de poder que realmente mueven los hilos. Esto, a su vez limita la capacidad de las mujeres de luchar contra un problema que se ceba especialmente con ellas, y reduce sus posibilidades de acceder a los beneficios económicos y laborales de la transición verde.

Por eso “es importante prestar atención al tema de igualdad, para evitar que la transición ahonde en brechas prexistentes y para no perder la oportunidad”, resume la vicedecana de Empresas con Propósito de la IE Business School, y directora del Centro de Innovación Social y Sostenibilidad de la IE University, Concepción Galdón. Más duro se muestra el director del Centro de Adaptación del Agua y el Clima de la IE University, Gonzalo Delacámara, quien sentencia: “Que no haya conexión entre sostenibilidad e igualdad de género es algo que debería avergonzarnos”.

El mayor impacto del cambio climático sobre las mujeres se ve claramente en países en vías de desarrollo, donde son ellas las principales responsables de tareas asociadas a los recursos naturales, como la recogida de agua. Cuando más escasa y difícil de encontrar resulte, mayor será el tiempo y el esfuerzo que tendrán que invertir. Pero esta realidad también tiene sus propias dimensiones en países como España, donde “el movimiento hacia una economía más limpia implica costes que afectan más a las mujeres que a los hombres, especialmente cuando las mujeres son las cabezas de familia con renta más baja”, advierte el informe.

TRANSICIÓN JUSTA E IGUALITARIA

Surge así una especie de desigualdad de género climática en la que las mujeres no solo sufren más los problemas del planeta, sino que también tienen menos capacidad de mejorarlos y de acceder a los beneficios económicos y sociales que ofrece la transición verde. Ya hemos hablado mucho de la importancia de que esta transición se realice de forma justa para todos los niveles territoriales del país, pero parece que nos hemos prestado tanta atención a si está siendo justa en cuanto a cuestión de género. Y los datos preliminares sugieren que no.

Por ejemplo, en 2022, la proporción de trabajadoras en actividades vinculadas a esta transición fue solo del 18,2%, según el informe El empleo de las mujeres en la transición energética justa en España del Instituto para la Transición Justa (ITJ). La cifra choca con el 17% que había en 2021, una década antes, y con la del 47% de mujeres que representan la masa laboral española. Es decir, que, aunque casi la mitad de los trabajadores españoles son mujeres, su presencia en industrias verdes no llega ni a uno de cada cinco profesionales en total. Y, dada su lenta evolución, la ·paridad de género en el empleo de la transición energética tardaría 265 años en alcanzarse”, dijo la presidenta del ITJ, Laura Martín, cuando se presentaron los datos.

Todo se entiende mejor cuando se tiene en cuenta el elevado componente técnico asociado a estas profesiones y se compara con las cifras de mujeres que estudian y trabajan en carreras STEM. En 2019 solo el 16% de las profesionales del área de las STEM de nuestro país eran mujeres, según el Libro Blanco de las mujeres en el ámbito tecnológico. Y lo peor es que esta brecha surge mucho antes de llegar al mercado laboral, ya que solo el 5,2% de las chicas espera trabajar en profesiones del ámbito de la ciencia y la ingeniería, mientras que el porcentaje de chicos es del 15,3%”, según el estudio Radiografía de la brecha de género en la formación STEAM.

A pesar del notable interés de las mujeres jóvenes “por la participación en las medidas y políticas contra el cambio climático, encontramos que la mayoría de las mujeres de la muestra responde que no se ve trabajando en asuntos medioambientales en el futuro”, señala el informe del IE, y añade: “En los focus groups, este resultado se relacionó con la subrepresentación femenina en el campo STEM y el entendimiento de que el sector energético pertenece a este grupo de actividades. El bajo número de mujeres que trabajan en estos ámbitos desincentiva que elijan formación o roles laborales asociados a las disciplinas y puede que las chicas más jóvenes no estén presentes en la industria”.

En otras palabras: gran parte de la culpa de que no haya más mujeres en carreras y profesiones STEM suele estar en los sesgos y en la falta de referentes femeninos que sirvan de inspiración y guía para las siguientes generaciones. Así lo reconoció la nueva gran referente de nuestro país, la investigadora del CNIO y miembro de la Reserva de Astronautas de la ESA, Sara García, durante nuestro reciente encuentro La Década Digital 2030: “Las autolimitaciones surgen cuando algo parece difícil o no tienes referentes, si nadie ha llegado ¿por qué vas a llegar tú? Hay que romper con la educación basada en prejuicios y sesgos, porque no hay carreras fáciles ni difíciles, ni de chicos o de chicas”.

REPARTIR LA RIQUEZA DE LAS ‘CLEAN TECH’

Su ejemplo ya debería estar inspirando a las siguientes generaciones de chicas dispuestas adentrarse en trabajos asociados las industrias verdes al demostrar que, a diferencia del cambio climático, las carreras STEM sí que no entienden de géneros. Por si esto en sí mismo no fuera suficiente, también hay que tener en cuenta que potenciar la igualdad entre los trabajadores y directivos dedicados a la transición energética podría traducirse en beneficios directos para las mujeres por al menos dos vías distintas.

En primer lugar, aumentar la presencia femenina en este campo ayudará a ampliar la mirada de las soluciones e innovaciones planteadas. Si en el ámbito de la tecnología, la salud y la ciencia sobran los ejemplos de cómo los sectores dominados por hombres acaban produciendo soluciones para hombres, la transición energética no se salva de esta misma ecuación. Esto se vuelve especialmente importante en un contexto en el que precisamente las mujeres son quienes más sufren las consecuencias del cambio climático.

En segundo, y tal vez más importante, dado que esta industria podría convertirse en un potente motor económico, dejar sus avances en manos principalmente masculinas provocará la misma concentración de poder y riqueza desigual que ya vemos habitualmente en las grandes tecnológicas y en prácticamente cualquier sector que se imagine.

El potencial económico del sector se refleja en el hecho de que las inversiones en empresas clean tech se han disparado en todo el mundo en los últimos años, según un análisis de The Economist. Eso sí, mientras que en países como Portugal la cantidad invertida en esta industria pasó de los 857.000 millones de dólares en 2021 y a los 5,3 billones de dólares en 2022, la cifra para España del año pasado fue de tan solo 225.400 millones de euros, lo que además supuso un descenso frente a los 260.600 millones que se invirtieron en 2021.

Queda claro que nuestro país exhibe varias debilidades en cuanto al género y al cambio climático. La creciente concienciación de la sociedad en general y de las mujeres en particular no será suficiente para arreglar el problema. Necesitamos seguir creando soluciones innovadoras contra la emergencia climática y necesitamos que haya más mujeres diseñándolas. Porque, como concluye el informe del IE, “el sector se posiciona como una oportunidad para el liderazgo equitativo, donde características de liderazgo masculino y femenino serán bienvenidas para conseguir el éxito empresarial sostenible”. ¿Acaso hay algo más urgente y justo que eso? El planeta lo necesita y nosotras, también.

Sobre la firma

Marta del Amo

Periodista tecnológica con base en ciencias. Coordinadora editorial de 'Retina'. Más de 12 años de experiencia en medios nacionales e internacionales como la edición en español de 'MIT Technology Review', 'Público', 'Muy Interesante' y 'El Español'.

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