En el vocabulario tecnológico dominado por los anglicismos, el concepto ‘deep’ suele asociarse a algunas de las peores caras de la innovación, como la sobradamente conocida deep web o Internet profunda, donde podemos encontrar contenido no indexado por los motores de búsqueda convencionales. Alrededor del 96% de lo que hay allí no es accesible a través de los buscadores estándar y, en esa oscura marea de secretos, podemos hallar las más indecibles barbaridades. Pero la misma tiniebla que se vuelca sobre los hondos y tenebrosos abismos de Internet, tiene su versión brillante e iluminada.
Un resplandor que se enfurece contra la muerte de la luz, que diría Dylan Thomas, y sueña con hacer de la tecnología la herramienta de un mañana mejor. La deep tech o tecnología profunda es aquella que ambiciona aportar soluciones disruptivas a los grandes retos de la actualidad. Armados con la originalidad, y no poco dinero por parte de fondos de capital de riesgo, estos francotiradores de la innovación llaman, cada vez de manera más descarada, la atención de inversores y avivan la esperanza de resolver las coyunturas en las que estamos envueltos como sociedad. Eso, sin olvidar, la consiguiente eficiencia que prometen para las industrias que se interesen por ellos. No olvidemos que la bombilla iluminó la Tierra, pero también aumentó las fortunas de quienes supieron ver en ellas una casi instantánea fuente de necesidad.
Este hito, cada vez más goloso, tiene un importante nicho de abanderados en nuestro país. De ahí que, el jueves 22 de septiembre se celebrara, en Barcelona (España), el Barcelona Deep Tech Summit, un encuentro al que más de 500 start-up de deep tech acudieron para presentar sus proyectos a fin de ser bendecidos con inversiones público-privadas. El fondo, presentado por el Ayuntamiento de la Ciudad Condal, alcanzó los 10 millones, pero se llegó a los 30 millones gracias a otros visionarios inversores que acudieron curiosos a la cita.
Ponentes procedentes de organizaciones de la talla de la NASA, Meta IA, Nestlé y ABB Robotics se dejaron caer por el acontecimiento con la misión de motivar a estos emprendedores para desarrollar ideas destinadas a solucionar crisis como las energéticas, las climáticas o las sanitarias, así como a favorecer el desarrollo, por ejemplo, de nuevas fórmulas de movilidad urbana. Gracias a la inteligencia artificial (IA), la biotecnología y el blockchain, estos magos (pues algunos de sus trucos parecen sacados de la fantasía) siembran su compromiso con revelar sorprendentes atajos para los retos presentes y futuros.
Distintas personalidades políticas, como la tercera teniente de alcaldesa del Ayuntamiento de Barcelona, Laia Bonet, y el consejero de Empresa y Trabajo de la Generalidad de Cataluña, Roger Torrent, así como el rector de la Universidad Politécnica de Barcelona, Daniel Crespo, dieron el pistoletazo de salida a una jornada donde se bañaron de elogios a las múltiples start-ups implicadas, así como al progreso que prometen sus avances. Perfiles más técnicos, como el del director del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, Ignasi Ribas, la CEO de Matter, Zina Jarrich Cinker, y la directora de Desarrollo de Negocio del Vall D’Hebron Research Institute, Laia Arnal, destacaron la importancia de atraer talento, pensar a largo plazo y reconocer en la tecnología un aliado que no se centre únicamente en el beneficio económico del sector privado, sino que se tamice sobre todas las demandas y ambiciones en vía a una mejora global.
Para arrancar el debate, el director de Retina, Jaime García Cantero, señaló: “Se ha demostrado que la deep tech es poder, y Europa no tiene ni mucha tecnología, ni mucho poder”. En este sentido, la ministra de Ciencia e Innovación del Gobierno de España, Diana Morant, destacó importancia de entender los momentos de crisis como oportunidades, así como de comprender “la relevancia del apoyo de los capitales público-privados en deep tech”, y añadió: “En Europa se está cociendo un momento importante. España, con la ayuda de la Unión Europea, se encuentra en la situación perfecta para desarrollar una mejor ciencia y trasladarla a soluciones innovadoras que nuestro país, ahora con una dotación económica a la altura, pueda traducir en hechos”.
Por su parte, el primer teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, recordó que se ha “diagnosticado un potencial en la ciudad de Barcelona y en Cataluña de transferir conocimiento e investigación al tejido económico y a la producción de riqueza que impacta directamente en la salud, la gestión y la eficiencia”. Como ya hizo en una reciente entrevista para este medio la secretaria de Estado de Digitalización e IA, Carme Artigas, Collboni destacó la importancia de no tener una visión cercada del acceso laboral a estas tecnologías, reconociendo en ramas de lo más diversas nichos de trabajadores potencialmente idóneos para el desarrollo de la deep tech: “Tenemos un par de experiencias de mucho éxito, como la IT Academy, que con unos índices de reinserción laboral del 80% o el 90% de personas que vienen de disciplinas muy diferentes y que ahora tienen una salida inmediata en el sector tecnológico con Barcelona”
La sesión de la tarde se convirtió en un espacio de presentación para las start-ups inscritas, sin olvidar las intervenciones orales de distintos representantes de organizaciones ya asentadas en la esfera deep tech, como la responsable de Políticas Públicas y Desarrollo de Negocio de Voi Technology, Noemí Moya, y la directora de Transferencia de Conocimiento y Tecnología del Instituto de Ciencias Fotónicas, Silvia Carrasco. Señalaron los avances tan acusados que se han ido produciendo en los últimos años en creatividad aplicada del uso de la tecnología y coincidieron en que lo que más se demanda es la inversión, bien por medios públicos o privados, y una llamada al talento. Y como bien mencionó el primer teniente de alcalde de Barcelona, esto último puede encontrarse en las más diversas ramas académicas y laborales.
Como colofón de la jornada, y como no podía ser de otra forma, el encuentro concedió un premio a la mejor start-up de deep tech de 2022, el Barcelona Deep Tech Award, que fue a parar a Qilimanjaro. Su cofundador Víctor Canivell recogió el premio para esta compañía dedicada a la computación cuántica, que ofrece su experiencia en algoritmos cuánticos para resolver los problemas de optimización y aprendizaje automático del mundo real. Todo un valor de acción y eficiencia que, respaldado con este galardón, sólo confirma la prometedora carrera de Qilimamjaro.
En conclusión, la Barcelona Deep Tech Summit abrió la veda a la importancia y el éxito de esta clase de congresos centrados en aglutinar a la comunidad científico-tecnológica, con el objetivo de incentivar vasos comunicantes, no sólo entre inversores y emprendedores, sino entre las propias empresas. A fin de mejorar los distintos virus que nos asolan, y asolarán, la deep tech se presenta como una piedra de Rosetta para traducir las soluciones a problemas de gran magnitud reconociendo en ella, desde grandes fondos hasta múltiples cuadros técnicos y humanísticos, una fuente cada vez más rica de progreso, originalidad y mejora de la sociedad.
Sobre la firma
Periodista y escritor. Ha firmado columnas, artículos y reportajes para ‘The Objective’, ‘El Confidencial’, ‘Cultura Inquieta’, ‘El Periódico de Aragón’ y otros medios. Provocador desde la no ficción. Irreverente cuándo es necesario.