Viaje al Mobile World Congress. Algo supuestamente divertido, que ¿tendré que volver a hacer? 

Stands de plástico iluminados cual árbol de navidad vigués para hablar de sostenibilidad. Sesiones sobre mujeres emprendedoras en Arabia Saudí. Una feria es una feria. Visita fugaz al Mobile World Congress en Barcelona

 

Aunque cualquiera en primero de moderno te insista en La broma infinita, mi libro favorito de Foster Wallace es Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. El del pañuelo se embarca en un crucero para contando lo que ve, explicar el mundo.  “He oído a americanos adultos y boyantes preguntar en el mostrador de Atención al Cliente si hay que mojarse para bucear, si el tiro al plato tiene lugar al aire libre, si la tripulación duerme a bordo y a qué hora es el Buffet de Medianoche”. Yo no soy Foster Wallace y el AVE que me lleva al supuestamente interesante Mobile World Congress no es un crucero de siete noches por el Caribe. Y quizás lo peor de todo, es que yo sí volveré a ir. 

Tras el madrugón, llego justo a ocupar mi “camarote” en este barco ferroviario que cruza la meseta. La tripulación anuncia en español y catalá nuestro destino y la proyección de un “contenido apropiado”. En el asiento de al lado una compañera de las webs tecnológicas (artistas anteriormente conocidos como bloggers) ha escrito 4 piezas en el trayecto. Una de ellas, una prueba en profundidad del diminuto portátil en el que escribe tan rápido que parece que la musa de la tecnología le dictara al oído ese texto lleno de Megas, Teras y píxeles. También le ha dado tiempo a hacer stories de las vías y reels del paisaje con el móvil, aunque ese creo que ya lo traía probado de casa. Yo he sido mucho menos productivo. En esas diminutas televisiones del AVE ponían una película sobre Nureyev. Me había olvidado, como casi siempre, los cascos en casa y Renfe parece haber «optimizado» su reparto. No hay casco más barato que el que no das. Aunque a lo mejor es como lo de Apple, que te cobra 1000 euros por un móvil y no te da cargador por «sostenibilidad». Tacaños Sin Fronteras. Durante un rato intenté leer los subtítulos del silencio. Con Ballet mudo en una pantalla de 20 pulgadas a las 9:00, ¿Quién necesita metaverso? Pensé, impactado por la laboriosidad de mi vecina de asiento, apuntar algunas ideas para este futuro artículo pero recordé aquella anécdota del maestro Azcona. Un estudiante sueco le preguntó cuál era su secreto para separar las buenas y malas ideas. Contestó Azcona que nunca tomar notas. Fiarse de la memoria como criterio de selección. El estudiante sueco sacó un cuaderno y anotó «no tomar notas». Pero yo no soy sueco.

Cansado del baile mudo de los maléficos rusos en versión británica, me dirijo al espacio entre vagones. Ese donde la gente grita con el móvil y los que no se han olvidado los cascos parecen hablar consigo mismos. Allí, otro probador de artilugios telefónicos entraba en directo en un programa de radio. Corresponsal tecnológico en el frente ferroviario. Llamaba MetaCat a Catvers y habla de su millonaria inversión aunque el dato es público y no llega a los 20,000 euros. Nadie pide rigor a los influencers

La feria es una feria. Si no fuera por las mascarillas no vería ninguna diferencia significativa con el Mobile 2019, 2018, 2017…. Menos gente, pero aún demasiada para mí. Demasiado de todo. Luz blanca, moqueta, una gigantesca mezcla imposible entre un centro comercial y una clínica dental. Stands de plástico iluminados cual árbol de navidad vigués para hablar de sostenibilidad, sesiones sobre mujeres emprendedoras en Arabia Saudí. El que paga elige tema, faltaría más. Este año daban un premio si encontrabas un stand sin inteligencia artificial, 5G o metaverso. Nadie lo encontró.Todo muy original. Pero siempre quedan las charlas. Me gustó mucho una en la que un señor (las únicas mujeres en hablar debían ser las saudíes porque empalmé 5 charlas seguidas de señoros; todos ellos muy comprometidos con la diversidad) decía que en su equipo de análisis de datos dominaban los matemáticos y los estadistas. Maravilloso lapsus. Tal vez todo iría mejor si la inteligencia artificial la controlaran los estadistas y la crisis de Ucrania los estadísticos. 

El Mobile World Congress se puede volver a hacer. ¿Pero es imprescindible volver a hacerlo? 

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