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Shakira y Bizarrap: la loba, el novato y el meme definitivo

La canción de la colombiana y el argentino ha roto todas las estadísticas. Desamor, cizaña, mala baba, un productor que convierte en oro todo lo que toca y el gran altavoz del ‘streaming’ y las redes sociales. ¿Alguien dudaba lo que iba a suceder?

Empecemos por lo importante. Ha muerto Jeff Beck. ¡Salve, rey de la guitarra! Tuyo es ahora el Valhala de las hachas. Vayamos ahora a lo urgente. Shakira se ha marcado un totum revolutum de anuario, de decenario incluso. Hay que joderse, desde el juicio de Johnny Deep y Amber Head no ardía Troya de esta forma por una ruptura. Pero es que esta vez, para más inri, viene escoltada por dos perros de presa para la notoriedad global: el morbo musical, que la hace más digerible que la toga y el estrado de los guapitos de Hollywood, y el streaming, ese virus superdotado que infecta todo aparato con conexión a Internet y a cerca del 60% de la humanidad… Casi nada.

No me atrevo a decir cuántas visualizaciones tiene la Sessions #53 de Bizarrap con Shakira porque, entre párrafo y párrafo de este artículo, ya se han sumado cientos de miles. Allá cada cual que lo mire cuando lea esto. Lo que sí que no cambia es el contenido. Muchos aseguran que su descarga emocional es de mal gusto. Que ha hecho pública la ropa interior con zurraspa de su relación. E incluso que no ha pensado en sus hijos. Bueno, cada cual exorciza el dolor como buenamente puede, y la fama internacional tiene estas cosas; lo lleva todo a lo grande.

De hecho, no fue de menor envergadura la campaña construida en torno al cisma de su separación, ni la actitud exhibicionista que, como stars, lucieron ambos eslabones de la pareja. Ya lo decían los principios de exageración, transposición y contagio de Goebbels: si uno es su propio producto toda propaganda, sea cual sea, es buena. El márquetin es un conjunto de técnicas a las que no les falta originalidad y, cuando se trata de vender, toda fórmula eficaz pasa sin problemas bajo el detector de metales éticos. Da igual si hay navajazos emocionales o restos de metralla.

Entrando en materia y dejando de lado los guiños, o mejor dicho berridos, a su expareja, bien es cierto que Shakira no se ha marcado un manguerazo de sororidad que digamos. CLARA-mente, Chía jugó la del buitre lanudo y puede que se merezca un rapapolvo público (el que muchos hemos querido darle a otros de su misma especie), aunque la loba podía haber aullado con un tono un poco más sutil. Pero, a falta hoy de Plaza Central y cepo medieval, en vez de la cabeza, el ajusticiamiento retiene ahora la imagen pública en redes y los tomatazos son de naturaleza digital.  

Desde luego, la colombiana no es la primera en poner los puntos sobre las íes a su ex con una canción. Antes que ella ya estaban Britney Spears, C. Tangana o Taylor Swift (qué prácticamente no escribe de otra cosa), pero sí ha despuntado en el desamorío musical a través del streaming masivo. Y vaya si lo ha hecho, por la puerta grande. ¿Su estimulante principal? Que las sesiones de Bizarrap se han convertido en una gallina de los huevos de oro tan fiable como los guiris en Magaluf. Encima, con una desintermediación a la altura de los dealers a domicilio.

El argentino, quien transmutó a finales de 2021 de un estilo trap al invasivo EDM, tuvo los bemoles, digámoslo claro, de saltarse a la torera las distribuidoras y los canales habituales para concebir una música comercial más Juan Palomo que el anuncio de Gallina Blanca. Sin que eso quiera decir, no pequemos de ingenuidad, que no haya planes maestros bien gestionados detrás de cada gesto.  

Quien no intuya en esto una estrategia hilvanada con la paciencia del telar de Penélope se ha pasado con los carajillos matutinos. La telenovela es lo que hizo saber a medio mundo de la pasión de los gavilanes porque los culebrones son la sal de la vida, en el arte y en los trapos sucios de portera. La serie Shakira & Piqué, inspirada en títulos como You’re the worst o Crazy Ex-Gilfriend lleva lanzando carnaza al cizañeo público desde su primer capítulo.

Esta secuela musical se estrena mientras aún doblan las campanas por otros cadáveres románticos como los de Tamara Falcó, Laura Escanes o la más reciente Aitana. Sin querer meterme en el trabajo de la prensa rosa, sólo diré que el momento lo es todo y este, con grandes musas de los programas del corazón aireando también sus lesiones amorosas, es uno más que perfecto. Seguramente es por lo que Bizarrap, quien con anteriores temas, como el de Quevedo o Villano Antillano, urdió operaciones de promoción masivas y sonadas, en este ha querido tirar de misterio, de volcán a puntito de nieve que toda la peña se muerde las uñas por ver estallar. Todos sabían de la ruptura, todos sabían de una nueva canción. Ay, ¿qué será, será?

Y, claro, suma a la batalla sentimental un ejército de ladillas chismosas autogestionadas con un altavoz vociferante más potente que Los Cañones de Navarone, y la alquimia del triunfo está servida. YouTube, Twitch, TikTok, Twitter y más tes del palmarés social media son catalizadores insuperables de la pelotera masiva. Desde videos de Ibai Llanos mirando el videoclip de la canción, hasta marabuntas sin filtro de memes, todos siembran el germen de la pandemia en la que se ha convertido la última canción de Shakira. Internet es esa vieja del visillo que se nos ha colgado a todos del cuello y, antes o después, termina por llamar nuestra atención. Y cuando algo se posiciona en el centro de la red, no hay escapatoria posible.

Hasta las marcas, que también son adoradoras de la deidad Marquetinius, se han subido al carro de la reyerta. Firmas como Casio no han perdido la oportunidad de despachar bromas con la esperanza de recuperar la popularidad que perdieron desde la desaparición de los relojes de caramelos. Y lo hace empleando, además, un beef sutil, tipo el de la canción, que parece se va a popularizar en una encarnizada batalla por la faltada con el premio de la viralización. La experta en márquetin Itziar Oltra lo ha dejado bien relatado en un hilo de Twitter donde presenta una sorprendente cantidad de empresas que no han tardado ni un día en ponerse manos a la obra.

Así que, si alguien cree que hay una rabia desorientada y ajena a las consecuencias en todo esto, se equivoca de cabo a rabo. Siendo los ingredientes una estrella pop, unas astas que ni el padre de Bambi, el nuevo Midas de la producción y el streaming; la catapulta mediática más inmediata de la historia humana, todo reunido en un efímero formato de tres minutos y medio predilecto para la era de la inmediatez… la salsa es como lanzar atún crudo a un tanque de pirañas. Sangría segura.

¡Ojo! No seré yo quien diga que es ilegítimo jugar en casa y frente a una panda de cojos si así lo desea el equipo contrario (en este caso nosotros, que propiciamos el triunfo como si nos hubieran sobornado). ¡Yo mismo estoy dándole leña al mono al escribir sobre ello! Pero esto nos demuestra como claros corderitos en los rieles de la industria cultural. Un motor que Bizarrap, con una independencia rigurosa y efectiva, a diferencia de la que promovía Piqué, carbura genialmente con el olfato de López Lavigne. Lo cual le permite no morder la almohada al poder, sino serlo al fin, pero haciendo que sus mecanismos allí arriba no sean muy distintos de los plutócratas que le compiten. Vamos, que esto está mejor estudiado que la LOMLOE.

Ahora, sintiéndolo mucho, el himno del despecho todavía se mantiene, más allá del bum, en la estantería de Paquita la Del Barrio. Rata de dos patas acompañará los corazones rencorosos por muchas más generaciones gracias a su universalidad. Puede que también a la riqueza de sus agravios: “Animal rastrero/ Escoria de la vida/ Adefesio mal hecho/ Infrahumano/ Espectro del infierno/ Maldita sabandija/ Alimaña/ Culebra ponzoñosa/ Deshecho de la vida”, que, sin denostar las referencias ocultas del ya exitazo de Shakira, denotan una poética más trascendente; atemporal. Menos de reyerta de barriada, como dice Gonzalo Núñez, y más de lanzada de guante.

Una última advertencia: prepárense orejas y ojos para bregar con este asunto durante semanas. Habrá respuestas por ambos bandos; videos, entrevistas, audios, ¡nuevas canciones!, todo bendecido por el sacrosanto streaming que es el verdadero protagonista de este hito. Servidor, mientras tanto, se las pasará escuchando Strangers in the Night, de Frank Sinatra, porque si el mundo decide atender al unísono a los rencores del amor, ¿qué menos que responder soñando con uno a primera vista y para siempre?

Sobre la firma

Galo Abrain

Periodista y escritor. Ha firmado columnas, artículos y reportajes para ‘The Objective’, ‘El Confidencial’, ‘Cultura Inquieta’, ‘El Periódico de Aragón’ y otros medios. Provocador desde la no ficción. Irreverente cuándo es necesario.

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