Entrar a las once de la mañana para preparar las comidas y cerrar la cocina a las doce de la noche, trabajar más de doce horas sirviendo mesas con apenas media hora para comer o atender una recepción durante todo el día. Estas situaciones no son una excepción y mucho menos en verano. Personas que dedican cada hora desde que están despiertos a sus empleos y que llegan destrozados al final del día sin haber hecho otra cosa que trabajar.
Esther es cocinera de hotel en una zona muy turística de la costa y en verano su trabajo se multiplica por dos. El volumen es tal que sólo libra un día a la semana durante los meses de julio y agosto, mientras que el resto del año descansa durante día y medio o dos según le marque en su cuadrante. “En mi caso tengo que entrar por la mañana para empezar a preparar todo para las comidas (comidas que terminan a las cuatro y media) y por la tarde hacemos lo mismo con las cenas que suelen terminar a las doce de la noche”, cuenta a Retina.
Como ella, son muchos los trabajadores relacionados con la hostelería y el turismo que trabajan todas las horas de luz que tiene el día y aún más durante los meses de temporada alta. Estas situaciones hacen que tengan mayor propensión a tener accidentes, no sólo por los picos de trabajo, también porque el cansancio después de trabajar un número tan elevado de horas es tan grande que pueden cometer más errores.
«Hace seis años tuve un accidente laboral bastante aparatoso. Estábamos en temporada alta y teníamos que dar un volumen de comidas prácticamente inasumible. Como tenía tanta presión y estaba haciendo varias cosas a la vez no me di cuenta de que el agua de una olla de pasta se había derramado. Bueno, no me di cuenta o sí, pero no pude prestarle atención. Unos minutos más tarde pisé el suelo mojado y resbalé. Me di un golpe tan fuerte que me disloqué el hombro al intentar apoyarme, además de múltiples moratones- Estuve un mes y medio , al darme la vuelta para coger unas patatas di un golpe a la olla que tenía dos meses de baja y todavía mi cuerpo tiene recuerdos de aquel golpe», cuenta Esther.
Como ella, Mireia también tuvo un accidente por culpa del volumen de trabajo. En su caso fue en un chiringuito de piscina en pleno mes de agosto, cuando varios vasos se rompieron y se cortó la mano.
«Al final estás haciendo tantas cosas a la vez que no piensas, solo intentas sacar el máximo trabajo en el menor tiempo posible. No es que te distraigas, es que no te da tiempo a pensar en tu seguridad, pareces un autómata», lamenta.
El abogado laboralista Víctor Llanos asegura que es muy frecuente que las largas y extenuantes jornadas de trabajo produzcan accidentes. “En estos casos se produce una disminución de la capacidad de atención, debido al cansancio y al estrés sometido al cuerpo. Además, en trabajos muy físicos es fácil alcanzar el fallo muscular y realizar un movimiento sin la suficiente tensión muscular lo que hace que se produzca el accidente. Si lo comparamos con escalar una montaña, una larga jornada de trabajo sería una escalada muy larga donde nos cansamos y es más fácil torcernos un tobillo y trabajar bajo mucha presión sería como escalar una pared muy vertical y afilada donde tenemos que estar constantemente concentrados y nos agotamos antes, lo que puede provocar la caída”, analiza.
Además del cansancio, el volumen de trabajo y los accidentes laborales a causa de lo anteriormente expuesto, muchos de estos trabajadores tampoco cobran las horas extra que tan comunes son, y más en temporada alta. De hecho, según el Informe sobre oferta y demanda de empleo en España de Adecco y de Infoempleo, 7 de cada 10 trabajadores hacen las mismas horas extraordinarias que antes de que los sistemas de control horario fueran obligatorios.
Jesús Soriano, el creador de la cuenta Soy camarero, que tiene contacto diario con decenas de personas que trabajan en el mundo de la hostelería, asegura a Retina que en verano se suele acentuar bastante el hecho de que las horas extra no se remuneren. «Lo que suele ocurrir es que o no se cobran más horas extra o, si se cobran, te las pagan como una hora ordinaria, no como una hora extra».
Además, Soriano explica que en verano hay muchos empleados de hostelería que «hacen una barbaridad de horas y no libran ni un solo día en toda la temporada».
¿Cómo es posible que existan empresas (y empresarios) que tengan a sus trabajadores trabajando “una barbaridad de horas” y sin librar ni un solo día. Y es más, ¿cómo es posible que ese exceso de jornada no se lo paguen como es debido o ni siquiera se lo paguen?
Otro de los problemas de esta realidad es que también dificulta la conciliación de los trabajadores. Por ejemplo, Aurora trabaja en un hostal rural y en la temporada de verano su horario aumenta de forma considerable, lo que le impide la conciliación con la crianza de su hija de siete años.
«En verano esto es un trajín de gente entrando y saliendo, algo que nos alegra mucho, pero las horas de trabajo se incrementan y con una hija es complicado. Tiramos mucho de los abuelos, mi marido también trabaja en el sector del turismo y cuando llega la temporada alta la conciliación se complica», asegura. La temporada alta significa cosas muy diferentes para unos trabajadores y para otros. Algunos pueden descansar (de forma merecida) durante unos días y otros tienen que trabajar para que el descanso de estos sea posible, pero no a costa de cargar sobre sus espaldas horas y horas de trabajo. Y esto no es culpa ni de los que descansan ni de los que trabajan, sino de los que explotan para ganar el máximo dinero posible a costa de aquellos que deberían trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
*Alejandra de la Fuente es periodista, autora de ‘La España precaria’, y responsable de distintas cuentas de @MierdaJobs desde las que expone ejemplos de los empleos más indignos y precarios que encuentra.