¿SABEMOS QUÉ ES LA CREATIVIDAD?
El concepto de creatividad está en nuestra mente, sin embargo, la mayoría de las veces no está bien definido. Lo usamos a menudo, pero es un concepto relativamente nuevo. Tal vez por la idea romántica que siempre se le ha asociado.
Ha tenido cambios desde “el mito de la creatividad” (algo con lo que una nace) a una “teoría de la creatividad” (se puede adquirir), las dimensiones donde la creatividad se aplica (persona, proceso, producto, entorno), etcétera. Y, un momento fundamental cuando en 1980 Teresa M. Amabile desarrolló un modelo del éxito de la resolución creativa con conocer el área sumado al proceso de pensamiento creativo y algo mayúsculo: el propósito.
A día de hoy, sabemos que todos los humanos poseen creatividad, que provee de progreso a la humanidad, y que genera cambios en el cerebro de las personas, en su relación con el mundo, con otros y consigo mismos.
“La creatividad también está impulsada por tener un sentido de propósito, de querer ser mejor en algo y tener la libertad de trabajar de forma flexible. Por eso, naturalmente exige y crea un puente entre las humanidades y las ciencias”, señalan los investigadores Richard M. Ryan and Edward L. Deci de la Universidad de Rochester.
¿SABEMOS QUÉ ES EL LIDERAZGO?
Este concepto, cómo no, nos hace retornarnos a la antigua Grecia, donde algunos filósofos se preguntaban qué hacía que un individuo fuera un líder y otro no. En sus inicios veían la idea de liderazgo como “autoridad” dentro del hogar. A partir de 1960 pasó de relacionarse con poder, fuerza, habilidades de análisis etcétera (el líder tenía que conseguir un objetivo a través de otras personas), a un concepto del líder entendiendo las motivaciones de cada uno y haciéndolas partícipes alineando sus objetivos al propósito del grupo.
Durante el siglo XIX cambió otra idea (la de se nace o se hace) del concepto de que un individuo nacía siendo líder, a considerar el liderazgo una habilidad que se puede trabajar. Las últimas teorías han resaltado tres habilidades del liderazgo: autenticidad, empatía y adaptabilidad, impactando en un 27% en sus resultados.
CREATIVIDAD Y LIDERAZGO
También se escucha que el mundo cambia cada vez más rápido, que los problemas son más complejos y transversales en áreas, países, sectores… Para resolver estos grandes retos, habilidades como resolución de problemas, el pensamiento exponencial o la innovación tienen más sentido que nunca. Y, por supuesto, el ámbito empresarial, esto ya se sabe. Sobre todo, cuando el “ser” de una empresa y su monetización pasan por la resolución de problemas o el cubrir necesidades.
Empezamos a poder hablar de liderazgo creativo: “El liderazgo creativo es la capacidad de crear y realizar soluciones innovadoras, especialmente ante situaciones estructuralmente complejas o cambiantes. Se refiere a aquellas personas que, cuando todo está cambiando y aún no se conocen los nuevos enfoques que hay que dar para solucionar las situaciones, estas personas aún pueden crear claridad de propósito para sus equipos. Estos son líderes que buscan navegar –e incluso beneficiarse– de la imprevisibilidad alrededor de ellos. No sólo para la organización o para ellos mismos, sino también, por lo general, para la sociedad, la ecología del planeta”, afirman M. Vernooij y R. Wolfe en The need for creative leadership. What is it and why is it important?
El liderazgo creativo llevamos haciéndolo desde los orígenes de nuestros tiempos, en nuestro día a día cuando resolvemos retos nuevos y de formas que nadie nos había contado. Ahora sabemos que este liderazgo también tiene como detonante la búsqueda por mejorar las sociedades y el conocimiento, y que cuando los líderes favorecen un entorno creativo, aumenta la creatividad del grupo. Y que son las habilidades de las que la gente más parece carecer.
¿POR QUÉ SERÁ?
Para responder esta pregunta tenemos que mezclar el arte y las humanidades, la educación, la creatividad, las ciencias y la tecnología y, cómo no, el propósito. Por lógica, lo más fácil para tener adultos creativos es educar niños y niñas creativos. Según un estudio de la NASA, el 98% de los niños a los 5 años ya son genios creativos, pero sólo un 2% de adultos son genios creativos a los 30 años. Esto viene a decir que hay algo en la educación, la vida y el trabajo que hace que las personas vayan disminuyendo su creatividad.
En este aspecto, está demostrado que el “miedo al fracaso” es uno de los mayores bloqueadores de la creatividad. Un ejemplo es el de la Universidad de Johns Hopkins, donde se escanearon cerebros de músicos mientras improvisaban. Al hacerlo, los cerebros apagaron sus comprobadores de errores y dejaron que las ideas salieran a la superficie. Las artes permiten desarrollar diferentes habilidades creativas, nuevas maneras de mirar las situaciones, envisionar múltiples soluciones a una misma cosa. Y permiten ver la situaciones y problemas complejos, no con miedo, sino como un gran rompecabezas a resolver.
Otro factor fundamental de las artes es la capacidad de observación. Según la Association of Psychological Science, tan solo observar arte puede tener un impacto en nuestra creatividad, especialmente si es deliberada (buscando entender por qué una canción o pintura son como son) y si se observa variedad (varios estilos). También empiezan a vincularse con el desarrollo de la empatía, habiendo correlación, según Greene et al., entre estar expuesto a las artes a mejorar empatía y tolerancia. A su vez, en las empresas/salud ha demostrado tener impacto al reducir los burn outs y aumentar la retención de los empleados.
Una de las últimas propuestas en educación trata de cambiar de ser “consumidores de educación” a “creadores activos” para generar estos adultos creativos.
TECNOLOGÍA EN EL DÍA A DÍA
Es fácil hacer una relación entre las artes y la creatividad. Pero ¿y con las ciencias y la tecnología? “Los mejores científicos son artistas también”, como dijo Albert Einstein.
La educación compartimentada y la cultura general nos han hecho pensar que las ciencias y las artes no tienen nada que ver. Sin embargo, múltiples científicos lo han criticado, como Snow (1961), diciendo que la separación entre ciencias y humanidades iba en detrimento del éxito y del futuro del país, ya que muchos avances rompedores provenían de la mezcla de humanidades y ciencias. O estudios donde se midieron diferentes tipos de creatividad en artistas y científicos, concluyendo que su separación no tenía base y que científicos y artistas talentosos tenían algo en común; su cerebro funcionaba de manera similar a la hora de “asociar” ideas (hoy llamado “connecting the dots”).
Por suerte, esta relación entre los dos mundos está creciendo internacionalmente, poniendo en valor las grandes preguntas humanísticas, no sólo como útiles en la filosofía, sino como base de cómo debemos construir el mundo y las organizaciones del futuro, redirigiendo la atención de los procesos, métodos y máquinas a qué es importante para las personas.
¿TIENE ENTONCES LA CREATIVIDAD UN PROPÓSITO?
Mas bien, el propósito es el eje motor de la creatividad. El propósito no tiene por qué ser un gran reto a resolver a lo largo de una vida (como podríamos imaginar gracias a literatura, aventuras y películas), la creatividad puede estar movida por pequeños propósitos que queremos resolver en nuestro día en pro a un estilo de vida mejor, a un mayor bienestar etcétera.
Todos y todas tenemos creatividad que utilizamos para resolver de la manera que podemos nuestros retos diarios (resolución de problemas) donde somos más creativos de lo que nos creemos. Pero, hay otro ámbito por el cual la practicamos enormemente: según estudios de personas altamente creativas, a todas les gustaba lo que hacían y disfrutaban del proceso de creación (no sólo del resultado obtenido).
A día de hoy, sabemos también que para mantener a las personas creativas los “premios” funcionan a corto plazo, pero mantener la creatividad en el tiempo tiene que vincularse a un propósito mayor que dé sentido a los que están haciendo y a sus vidas.
“La mejor creatividad surge del deseo de contribuir a la vida de los demás, ya sea introduciendo algo nuevo que mejore la calidad de sus vidas o mostrando a la gente que algo que se pensaba imposible es de hecho posible. Cuando cambias las percepciones de la gente sobre lo que se puede conseguir o lograr, contribuyes a su humanidad de la manera más rica posible. Les das esperanza para el futuro”, señala el experto en emprendimiento Dan Pallotta en Harvard Business Review.
¿QUÉ PASA CON LOS NEGOCIOS MÁS TECNOLÓGICOS?
¿Tienen sentido palabras como creatividad y propósito ahí? Siendo precisamente la tecnología exponencial y la urgencia del capitalismo lo que hacen al mundo tan rápidamente cambiante. Siendo los consumidores personas, y quienes van a utilizar la tecnología para trabajar en los negocios también, tiene sentido pensar que sí, necesitan creatividad y propósito detrás.
Los necesitan para crear, para adaptarse a un mundo cambiante, para replantear nuevas soluciones, para ver cómo las personas pueden utilizar estas tecnologías para beneficio de la empresa, o cómo motivar a estos perfiles para que no se vayan a la competencia con todo el conocimiento adquirido.
En este aspecto, fue Adobe quien dirigió un estudio tratando de ver cómo la creatividad afectaba al negocio, lo llamó “el dividendo creativo” y se vio que tenía impacto directo en la cuenta de resultados. McKinsey vio una combinación ganadora en 2021 con el triplete “creatividad, analíticas y propósito”, implicando un crecimiento el doble mayor de las organizaciones que no invertían en estos tres.
Desde la perspectiva de industrias creativas, tal vez una más positiva, tenemos otra manera de hacer las cosas en el mundo empresarial. “Las industrias creativas tal vez están liderando la manera de explorar cómo la riqueza de la condición humana puede hacer contribuciones invaluables a nuevas formas de modelos de negocio y nuevos modos de pensamiento empresarial”, afirman Danah Henriksen y Punya Mishra en el libro Innovation and the Arts: The Value of Humanities Studies for Business.
LÍDERES TECNOLÓGICOS
El ser capaz de ver el mundo con nuevas “gafas”, ha permitido a la humanidad evolucionar gracias a cambiar la manera de mirar y, por ende, de hacer las cosas. En su libro de 1991 Other people’s tardes, Primo Levi afirmaba: “He viajado como un solitario y he seguido un camino sinuoso, formándome una azarosa cultura llena de lagunas en algunos conocimientos. En recompensa, he disfrutado mirando el mundo desde ángulos inusuales, inventando, por así decirlo, los métodos; examinando asuntos de la técnica con la mirada de un literato y de la literatura con la mirada de un técnico”.
En el sector tecnológico un tercio de los directores de Fortune 500 se han titulado en carreras de artes liberales. En el libro The Fuzzy and the techie de Scott Hartley se valora la capacidad de las personas de artes y humanidades de identificar “por qué” se necesita una solución y de trabajar con un técnico que sepa “cómo” construirla”.
El CEO de Media Alpha, Steve Yi, formado en Estudios Asiáticos en Harvard, dijo que las artes liberales capacitan a los estudiantes para prosperar en la subjetividad y la ambigüedad, una habilidad necesaria en el mundo tecnológico donde pocas cosas son blancas o negras.
¿CÓMO CONSTRUIR NUESTRO MUNDO?
Las humanidades han sido una parte fundamental de la “buena” educación desde que se crearon las primeras Universidades. A día de hoy, en un mundo, tan incierto, cambiante, con problemas complejos, transversales, globales y digital, urge más que nunca poner a las humanidades en el centro.
Siendo la creatividad, junto a otras características humanísticas, algo fundamental para los nuevos líderes tecnológicos, las organizaciones y las personas, nos encontramos con un mundo donde estas habilidades no son trabajadas desde la educación, donde quedan bloqueadas por el miedo al fracaso, los compartimentos estancos de las asignaturas y la pasividad en vez de la actividad en el aprendizaje. A su vez, es interesante ver cómo un alto número de líderes tecnológicos sí que poseen y demandan estas habilidades, proviniendo la mayoría de estos de ámbitos de humanidades y artísticos.
Si, como humanidad, queremos poder decidir cuál será nuestro futuro y construirlo para que así sea, las grandes preguntas humanísticas “por qué” y “para qué” deben de ponerse en el centro de los desarrollos tecnológicos y de negocios. Siendo esto tremendamente complejo, en un contexto exigente y cambiante, debemos de poner nuestra esperanza en la educación y el liderazgo, no sólo para las empresas sino también a nivel individual en el que cada persona vive su vida y tal vez, las artes, puedan ayudarnos a conseguirlo.
*Carlota Corzo Álvarez es cofundadora y CEO de Lázzaro, patrona de la Fundación Youth Business Spain, experta en transformación digital de Los 100 de Cotec y artista multidisciplinar.