De la ambición a la acción: cómo Europa puede liderar la revolución de la IA

La adopción de la IA podría impulsar el PIB de la Unión Europea en 1,2 billones de euros, con España beneficiándose entre 100.000 y 120.000 millones de euros en la próxima década. Pero mientras que los competidores internacionales están avanzando rápidamente, los líderes empresariales ya han advertido de que Europa corre el riesgo de enredarse en su propia red burocrática.

Imagina una herramienta que pueda analizar un electrocardiograma y descubra las primeras señales de una enfermedad cardíaca antes de que aparezcan los síntomas. También que se permita diseñar tratamientos oncológicos pediátricos personalizados para mejores resultados. No es ciencia ficción, es la realidad de la inteligencia artificial de hoy. Este futuro está llegando más rápido de lo que nadie imaginaba.

La cuestión es si Europa liderará esta transformación o se dejará llevar por ella. Y hay mucho en juego. La adopción de la IA podría impulsar el PIB de la Unión Europea en 1,2 billones de euros, con España beneficiándose entre 100.000 y 120.000 millones de euros en la próxima década. Pero mientras que los competidores internacionales están avanzando rápidamente, los líderes empresariales ya han advertido de que Europa corre el riesgo de enredarse en su propia red burocrática.

Si miramos, por ejemplo, a China, el Gobierno está invirtiendo miles de millones en centros de datos e integrando la IA en toda su economía. La estrategia está funcionando. El 83% de sus empresas usan IA generativa mientras que la adopción en Europa es solo del 14%.

El problema no es la visión, sino la ejecución. Más del 60% de las empresas europeas consideran la normativa como el mayor obstáculo para la inversión. Desde 2019, se han promulgado más de 100 nuevas normativas de la UE para la economía digital. Esta fricción autoimpuesta se agrava por la fragmentación del mercado único, que, según el FMI, impone un «arancel punitivo» del 45% a los bienes y del 110% a los servicios, un fenómeno que el economista Mario Draghi ha llamado «Europa se impone aranceles a sí misma».

Esta carga normativa afecta especialmente a empresas como la startup española Idoven, que utiliza la IA para salvar vidas detectando enfermedades cardiacas a partir de electrocardiogramas. Su tecnología se basa en los datos y en la iteración rápida. Para ellos, una compleja red de normativas, fragmentada entre los Estados miembros y poco clara sobre el uso de datos sanitarios para entrenar modelos de IA, crea enormes obstáculos administrativos. Esto ralentiza su capacidad de expansión, disuade la inversión y retrasa la llegada de herramientas a los médicos y, con ello, a los pacientes que podrían beneficiarse de diagnósticos más tempranos.

Para convertir la ambición en acción, Europa debe adoptar una estrategia clara de tres partes: sentar una base más inteligente para la innovación, fomentar la adopción y las competencias, y ampliar la escala capacitando a las personas.

Primero, necesitamos una regulación centrada, coherente y equilibrada. En lugar de regular los inputs (el proceso científico), debemos centrarnos en los outputs (los efectos reales de la IA). Es crucial rellenar las lagunas legislativas existentes en lugar de imponer nuevas normas generales, y que la regulación no sólo prevenga daños, sino que también fomente activamente la innovación.

Segundo, es hora de construir. Debemos poner estas potentes herramientas en manos de personas y empresas. En España, la IA tiene el potencial de transformar 13,7 millones de puestos de trabajo, aumentando la productividad entre 85.000 y 95.000 millones de euros. Una regulación que impulse la innovación creará nuevas empresas y empleos adaptados a la era de la IA, al igual que los ordenadores personales, internet y los móviles abrieron nuevas eras.

Para que los trabajadores prosperen, la formación es clave. Google se compromete a formar a un millón de personas en España en competencias de IA para finales de 2027, a través de colaboraciones con instituciones como Educa EdTech, Santander Open Academy y Fundae. Esta iniciativa abarca estudiantes, pequeñas empresas y grupos minoritarios, y también capacitamos al sector público. La industria puede liderar proyectos piloto, pero los gobiernos deben amplificar los más exitosos.

Tercero, debemos ampliar la escala. Su potencial reside en resolver grandes desafíos, no solo en chatbots. Ejemplos incluyen AlphaFold en biología, modelos Gemini en tratamientos personalizados contra el cáncer infantil, y IA en agricultura para optimizar cosechas y reducir emisiones. Los líderes europeos aciertan al priorizar la IA, pero la ambición no basta. Es momento de acciones decisivas: eliminar obstáculos para nuestros innovadores, colaborar para acelerar la investigación y poner estas herramientas transformadoras en manos de los españoles. El potencial es claro, las herramientas están listas y nos comprometemos a colaborar con España para aprovechar este momento y dar paso a una nueva era de crecimiento e innovación.

*Kent Walker es Presidente de Asuntos Globales, Google y Alphabet