España es un país con un potencial notable en competencias digitales que se enfrenta a un paradigma curioso: supera la media de la Unión Europea en habilidades digitales básicas -figura en el décimo puesto del ranking de la UE-, pero acarrea una palpable escasez de especialistas TIC. Según el Instituto Nacional de Estadística, únicamente el 16% de las empresas españolas de más de diez empleados cuenta en plantilla con expertos TIC. Esta cifra varía según el tamaño de la empresa y queda, en cualquier caso, por detrás de la media de la UE, que se sitúa en el 21%.
Por otro lado, el Índice de Economía y Sociedad Digitales (DESI) revela cómo esta falta de expertos lastra la productividad de las organizaciones, especialmente en las pymes. Además, incide en la necesidad de reducir la brecha de género en el ámbito digital, pues solamente hay un 19% de mujeres especialistas TIC, tanto en España como en la Unión Europea.
Este hecho se observa todavía más claramente en determinadas áreas tecnológicas críticas, como la ciberseguridad. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) cifra en 80.000 personas las que se deberían incorporar a este sector en España solo para cubrir la demanda actual. Es un claro indicador de la gran oportunidad que existe para perfiles junior, con altas posibilidades de crecer profesionalmente, y con acceso a beneficios sociales y flexibilidad laboral, en un campo de especialización que solo puede crecer.
Convertir el gap laboral en oportunidad educativa
Ante esta situación, la formación se presenta como la única solución viable. Y debiera constituir el foco del esfuerzo colectivo en este 2024, y en la legislatura que arranca. Cada año se gradúan en España 16.000 jóvenes en Tecnologías de la Información, pero la demanda alcanza ya los 120.000 puestos de trabajo digital sin cubrir cada año, según la patronal DigitalES. Es evidente, por tanto, que el sistema educativo tradicional no sirve para responder a las necesidades del mercado laboral. De hecho, al ritmo actual, harían falta más de dos años completos para poder cubrir, con nuevo talento del sistema educativo tradicional, las vacantes digitales que existen en un solo día. Para entonces, paradojas de la tecnología, gran parte de lo aprendido ya habría quedado obsoleto.
Las empresas de nuestro país también están apostando por la formación digital de sus empleados, pero aún les queda mucho camino de mejora por delante. Según datos de Eurostat, el 21% de las organizaciones españolas de más de diez empleados ofrecieron formación a su plantilla para desarrollar sus habilidades TIC. Una tendencia positiva, pero con cifras todavía inferiores a la media europea (22%), y lejos de los países donde hay mayor proporción de empresas con partidas presupuestarias destinadas a la formación TIC como Finlandia (40%), Noruega (34%) o Suecia (34%).
Avanzar en la capacitación profesional en habilidades digitales es clave para reducir la brecha. Pero no suficiente. También es fundamental contar con profesionales que sepan gestionar los nuevos desarrollos tecnológicos y, sobre todo, explicarlos y compartir su conocimiento con otras personas. Los nuevos usos y rutinas digitales exigen expertos que dominen el entorno y sepan gestionarlo de forma adecuada. Nos encontramos, por tanto, en una encrucijada temporal en la que, o nos desviamos de la senda por la que venimos para cambiar de dirección, o seguiremos ensanchando la brecha. Es el momento de acelerar el talento digital para multiplicar la capacitación tecnológica de las personas, de las empresas y de las instituciones. España tiene la oportunidad de convertir el gap digital en oportunidad formativa para aspirar a ser proveedores netos de profesionales TIC.
El poder de la educación para cambiar vidas
Ahora bien, esto no se consigue formando en competencias digitales sin ton ni son: se hace preparando a las personas para los empleos del futuro. Se hace acompañándolos en el proceso formativo y en su incorporación al mundo laboral para convertirlos en expertos en, por ejemplo, ciberseguridad, ciencia de datos, desarrollo de software, diseño de productos digitales o marketing digital. Campos todos ellos con elevadas cifras de empleabilidad y demanda creciente de profesionales. Esta oportunidad formativa debe ir, de hecho, mucho más allá de la mera formación técnica. También es imprescindible fomentar el pensamiento crítico, la facultad de resolución de problemas, el trabajo colaborativo y la adaptabilidad a entornos cambiantes, habilidades esenciales en el cambiante panorama tecnológico, e inherentes al pensamiento digital y computacional.
Este cambio debe realizarse en colaboración con empresas e instituciones para garantizar que las habilidades digitales adquiridas se alineen con las necesidades del mercado laboral actual. Por eso es tan importante también reconocer la labor de muchas compañías que han sabido adaptarse e implementan planes de reskilling para sus empleados. Una inteligente apuesta por dar nuevas oportunidades a las personas del equipo, invertir en ellas y en su futuro, a la vez que solventan la falta de talento en el mercado formando a los perfiles que necesitan. En definitiva, se trata de conseguir que los nuevos talentos digitales no sólo estén preparados para los trabajos del futuro, sino que se conviertan en agentes del cambio en sus respectivos campos. Creemos firmemente en el poder de la educación para transformar vidas y construir un mundo mejor, más inclusivo y más justo. Y es que, con cada persona formada en competencias digitales, con cada empresa convencida de la importancia de la capacitación digital, con cada sociedad empoderada por la tecnología, cerraremos un poco más la brecha digital, abriendo un mundo nuevo de posibilidades.
Iker Arce es cofundador & CEO de The Bridge