Los ordenadores figuran entre los instrumentos más versátiles jamás inventados. Las únicas limitaciones a su funcionalidad son nuestra capacidad para programarlos y nuestra inventiva a la hora de imaginar posibilidades. Sin embargo, hasta ahora ha resultado notoriamente difícil desarrollar aplicaciones fiables que se presten bien al amplio espectro de adaptaciones que requieren las personas con discapacidades. Las discapacidades tienen una variación aparentemente infinita. No debe sorprendernos, ya que el cuerpo humano es complejo. Algunas discapacidades son temporales (por ejemplo, una muñeca rota) y otras son crónicas y persistentes (por ejemplo, sordera, ceguera, deficiencias motoras y cognitivas). Sea cual sea el caso, las personas suelen necesitar diversos tipos de herramientas para que las aplicaciones informáticas sean utilizables y accesibles.
Yo tengo una pérdida auditiva neurológica progresiva y necesito unos audífonos binaurales para desenvolverme en mi día a día. Mi mujer tiene dos implantes cocleares, una tecnología que todavía hoy me produce asombro. Cuando veo la televisión o vídeos, o en las videollamadas, necesito leer los subtítulos. A dónde quiero ir a parar es que mi discapacidad me ha hecho consciente de lo importantes que son las ayudas técnicas para hacerle la vida más fácil a las personas con discapacidades.
Hay intervenciones de distintos tipos que mejoran la accesibilidad. Por ejemplo, se puede agrandar el tamaño del texto y de las imágenes, se puede maximizar el contraste y jugar con la tipografía, se pueden utilizar lectores que describen oralmente lo que aparece en la pantalla del ordenador, se puede transcribir la voz a texto para las personas sordas o con problemas de audición, incluso se pueden sujetar herramientas a la cabeza del usuario con un soporte para apuntar, si le fallan los brazos o las manos… La lista es interminable. Algunas de estas funciones están integradas en los sistemas operativos de los ordenadores, las tabletas y los móviles, y solo hay que activarlas para que presten la ayuda precisa. Aunque a veces no resulta tan fácil como sería deseable. Algo que quizá es más importante es que los diseñadores de aplicaciones informáticas pueden no tener la experiencia o la intuición necesarias en el uso de estas herramientas de adaptación para tomar decisiones de diseño que den como resultado el nivel de usabilidad deseado.
Si el programador (o las personas que le asesoran) no tiene experiencia en el uso de lectores de pantalla, es posible que no sepa cómo optimizar la accesibilidad de una página web con los lectores de pantalla disponibles actualmente. Y los usuarios, a lo mejor no conocen las opciones de configuración que pueden hacer que un determinado dispositivo les sea más útil. Incluso aunque existan especificaciones detalladas sobre combinaciones de colores, contraste, tamaños de fuente, porcentajes de ampliación, etc. (por ejemplo, cuando se amplía una página web, ¿sigue siendo práctica?), no siempre los programadores tienen la experiencia y la habilidad necesarias para trasladar todas esas normas y recomendaciones a una aplicación pensada para que sea accesible.
Una solución sería que existieran herramientas pensadas para elaborar páginas web accesibles, con plantillas y ejemplos de uso. Igual que, en el pasado, las páginas web se creaban escribiendo a mano código HTML y ahora se suelen hacer utilizando cómodas herramientas de composición y maquetación, sería fantástico que hubiera herramientas de composición que dieran como resultado páginas web accesibles de manera natural. El caso es que sí que existen herramientas de comprobación, pautas generales y editores de composición de páginas web, pero la ayuda y la orientación que proporcionan tiene sus limitaciones. Para crear aplicaciones accesibles, los programadores deben tener mucha experiencia en el uso de mecanismos, estándares y herramientas de adaptación.
Sin duda, se han creado algunas herramientas destinadas para resolver este problema, pero hacen falta más. Se necesita más formación y ejemplos bien contrastados de buenas soluciones que mejoren la capacidad de los fabricantes de herramientas para ayudar a los programadores a producir objetos y servicios digitales accesibles. Otro campo importante de estudio en el que convendría invertir es el de la comprensión de qué es lo que hace que una aplicación resulte accesible. Los profesionales de la informática deberían pasar más tiempo con personas que dependen del software y el hardware de asistencia, para entender a un nivel más profundo cómo debe ser un diseño accesible y utilizable. También habría que entender mejor cómo se forma la percepción y cuáles deben ser los pasos para diseñar pensando en la accesibilidad. Se necesitan normas que permitan a los usuarios expresar sus requisitos de configuración, para que los distintos sistemas operativos tengan plena compatibilidad con las aplicaciones accesibles. Se necesitan interfaces de programación de aplicaciones y bibliotecas que faciliten la configuración de la accesibilidad. Cualquier programador que pretenda crear aplicaciones para usuarios con discapacidades debería tener formación en diseño accesible.
En mi opinión, ya existen muchos de estos ingredientes, incluso personas —no muchas— con una formación y una experiencia extraordinarias en el diseño orientado a la accesibilidad. Es necesario destilar esos conocimientos e incorporarlos a aplicaciones del mundo real, que ayuden de verdad a los programadores a producir accesibilidad by design. Dentro del mundo de la ingeniería y la ciencia de la programación existe una experiencia considerable y, sin embargo, siguen faltando las herramientas necesarias para una accesibilidad fiable. No es un problema trivial y ninguna de estas ideas es nueva. Solo hay que aplicarlas con más determinación y con prácticas codificadas.
Vivimos un momento apasionante para algunas tecnologías de accesibilidad. Hay muchos ejemplos de tecnologías que se están desarrollando en direcciones favorables a la accesibilidad: la conversión de voz en texto, el reconocimiento y la comprensión del habla, la traducción de idiomas, la reelaboración del habla para mejorar la inteligibilidad, el reconocimiento óptico de caracteres (por ejemplo, para traducir menús) o las herramientas de aprendizaje automático que mejoran la interacción con voz, vídeo y texto para las personas con discapacidad. Seguro que vendrán muchas más.
Vinton G. Cerf, es Vicepresidente y Chief Internet Evangelist en Google. Está considerado uno de los padres de Internet, fue uno de los creadores del protocolo TCP/IP en 1972, trabajó en el diseño de DARPA y diseñó MCI MAIL, primer servicio comercial de correo electrónico. Fue uno de los fundadores de la Internet Society y su primer presidente. En 2002 recibió el Premio Príncipe de Asturias