Seguridad y defensa: de polémica belicista a fuente de riqueza

Las partidas presupuestarias para el sector se han disparado vertiginosamente. Nunca antes en la democracia española el Ministerio de Defensa se había encontrado con semejante inversión, una ventana privilegiada para el desarrollo de nuevas y punteras tecnologías capaces de fomentar la innovación y protegernos de nuevas amenazas.

Rara vez nos preocupamos por revisar el origen de las cosas. Observamos un objeto y lo validamos sin tener en cuenta todo lo que lo ha hecho posible. Esa falta de perspectiva impone el descuido por ciertas áreas, indirectamente minusvaloradas, como puede ser la seguridad y la defensa y que, en la España constitucional, ha sido una asignatura tradicionalmente pendiente.

Bien sea por interpretaciones político-históricas del sector o por un menosprecio de su utilidad a falta de conflictos directos, tanto la sociedad civil como los poderes públicos han desestimado la importancia de azuzar altas partidas presupuestarias e inversionistas. Un hándicap, puesto que, de cara a la política exterior, la aportación en defensa es una herramienta de presión y respeto en el marco anárquico del tablero de las relaciones internacionales. En un sentido más interterritorial, es también una fuente de valor económico con retornos en capital tecnológico intersectorial. De ahí que se mencione la necesidad de tomar distancia, desenterrar la procedencia y dibujar la causalidad. Por más que se siga señalando directamente la seguridad y la defensa como la herramienta de la gestión de amenazas bélicas, este sector ha sido la fuente primigenia de la mayor parte de hitos tecnológicos con los que cohabitamos.

Así lo recuerda el coordinador nacional de Airbus España, Jorge Caro: “La gente no piensa en el desarrollo de tecnologías de defensa como algo que impacte en su día a día, pero por ejemplo el GPS comenzó como un desarrollo de defensa. Internet comenzó como Arpanet y ahora mismo se utiliza absolutamente en todo, nadie puede vivir sin él. El velcro también empezó con un desarrollo de defensa y la lata de conservas. Quiero decir que hay una comunidad de desarrollos e inversiones que se hacen en defensa que tiene un retorno en la sociedad civil”.

Ha habido, sin embargo, un cambio destacado desde el inicio de la guerra de Ucrania. La característica percepción ciudadana de la seguridad y la defensa como un campo de inversión con poco sentido para España ha mutado. Las encuestas más recientes del CIS sitúan en un 76,9% el número de españoles preocupados por la guerra de Ucrania, de lo que ha derivado en un mayor interés colectivo por todo lo que rodea a la seguridad y la defensa. Si sumamos, además, los compromisos establecidos con Europa de cara a la disuasión frente a Rusia, los cuales se engloban en la agenda de seguridad de la OTAN, todo apunta a que seguridad y defensa va a ser una de las apuestas fuertes del escenario público español.

Esta perspectiva ya ha tomado forma en un auge presupuestario exclusivo del Ministerio de Defensa. Casi duplicándolo de cara al 2029, la evolución resulta apabullante, pasando ya sólo en este año de los 9.791 millones de euros de 2022 a 12.317 millones en 2023. Estas cifras, si tomamos el gasto total de 24.000 millones, sitúan a España, por fin, en el 2% del PIB en gasto de Defensa que había vaticinado y firmado en la cumbre de Gales (Reino Unido) de 2014 con el resto de los miembros de la Organización Tratado del Atlántico Norte.

Debemos prestar atención a las sinergias entre los desarrollos tecnológicos militares y la sociedad civil. Este gasto no sólo tendrá por destino las acciones bélicas, sino que también, como ya se ha mencionado, incurrirá en tecnologías de doble propósito. Algunas, de hecho, con objetivos defensivos ya imprescindibles. El director de Marca y Marketing Corporativo del Banco Santander, Enrique Arribas, detalla: “Poner atención en los aspectos de defensa y ciberseguridad me parece crítico, aunque en el primer caso el foco esté puesto debido a la situación coyuntural por la que la geopolítica ha vuelto a ocupar el tablero. La ciberseguridad, sin embrago, sí que me parece una necesidad absolutamente estructural”.

Más allá de la excepcionalidad de la situación actual o, mejor dicho, a causa de ella, se ha destapado la obligatoriedad de atender a la seguridad y a la defensa, así como de entender los beneficios, nacionales y empresariales que de ella se derivan. Ampliando esa necesidad de la que hablamos, lo cierto es que, como explica el investigador del IEEE Fernando Álvarez Gómez Lechón, existen múltiples amenazas transnacionales que pueden afectar a la seguridad de los españoles. Entre ellas, la competencia estratégica, la inestabilidad y la emergencia de nuevas tecnologías.

DEFENSA = INNOVACIÓN

Recordemos de nuevo que seguridad y defensa ha sido la cuna tradicional de los avances tecnológicos más importantes con implicación en la sociedad civil, y este desarrollo vive actualmente una aceleración categórica. Los sectores de la inteligencia artificial y la datificación abren, dentro del marco de la defensa, nuevos modelos de comunicación, de vigilancia y de logística. Por no hablar de los avances en física cuántica, que aspiran a suponer una verdadera revolución en todo lo que deriva de los sistemas de rastreo y encriptación.

De ahí que la inversión en tecnologías capaces de paliar las vulnerabilidades en la comunicación vaya a ser cuantiosa. No es sólo una cuestión de ganancia comercial, sino una necesidad nacional ante el riesgo derivado de los nuevos, progresivos e imparables avances en materia tecnológica. Quedarse atrás en esta carrera no sólo debilita el poder de negociación internacional, sino que supone un riesgo directo para la seguridad del Estado.

No hay que olvidar tampoco que los crecientes presupuestos en seguridad en materia de innovación tecnológica no provienen únicamente del Ministerio de Defensa, sino también del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, consciente el organigrama gubernamental de la beneficiosa interconexión que existe entre los avances militares y el desarrollo de nuevas herramientas. No por nada el Ministerio de Defensa nos informa que su presupuesto para 2023 contiene 4.902 millones destinados a inversiones de los programas especiales de modernización, que contribuirán a crear 22.667 empleos de forma directa o indirecta.

Un ejemplo concreto de estas inversiones en el ámbito del I+D+i es el Centro Tecnológico de Desarrollo y Experimentación (CETEDEX) de Jaén, que estará ubicado en el Polígono Industrial Nuevo Jaén y permitirá la creación de más de 2.500 puestos de trabajo directos e indirectos en la zona. Esta iniciativa incentivará la colaboración entre el Ministerio de Defensa, las universidades, los centros tecnológicos y de investigación, y las empresas, así como la cooperación con la Unión Europea de la Defensa, facilitando la transferencia de conocimiento y de tecnología.

Por otro lado, cabe destacar que la subida en las partidas presupuestarias para el Ministerio de Defensa hasta el 2% del PIB es puesta en duda por ciertos sectores, que remarcan la diferencia entre el gasto oficial y el real. En el Centre Delàs d’Estudis per la Pau se analizaron los Presupuestos Generales del Estado para determinar cuál era el gasto real, sumando todos los pormenores, incluidas esas inversiones del Ministerio de Industria, y se concluyó que en 2021 hubo un gasto en Defensa de 21.634 millones, es decir, un 1,8% del PIB español. ¿Qué significa esto? Que, realmente, la actual subida al 2% del PIB del gasto oficial para seguridad y defensa convierte la inversión real en unos 30.000 millones, es decir, un 3% del PIB.

Huelga decir que siendo tan cuantitativa la evolución (España se situaría en gasto militar en los primeros puestos de la OTAN), vamos a encontrarnos con un 2023 dónde seguridad y defensa va a vivir un crecimiento nunca antes experimentado en la historia de la democracia española. De dicho auge surgirán, sin duda, avances tecnológicos punteros que acabaremos por integrar en la cotidianidad civil. Un progreso necesario para aumentar el peso de España en el tablero internacional, pero también para protegerse de las crecientes amenazas híbridas que dominan el universo de claroscuros y zonas grises de los actuales conflictos. Un escenario crítico donde o se es lobo o se es cordero, y donde la naturaleza de uno depende de los instrumentos disponibles para hacer frente a los constantes e inevitables roces derivados de la pugna por el poder.

Sobre la firma

Galo Abrain

Periodista y escritor. Ha firmado columnas, artículos y reportajes para ‘The Objective’, ‘El Confidencial’, ‘Cultura Inquieta’, ‘El Periódico de Aragón’ y otros medios. Provocador desde la no ficción. Irreverente cuándo es necesario.

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