Unai Sordo, Yolanda Díaz y Pepe Álvarez con el Estatuto del Becario.

Becarios, pero no precarios. Yolanda Díaz quiere “arrojar luz” en las tinieblas de las prácticas

El Estatuto del Becario, firmado ayer por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, intentará romper la rueda de explotación y abusos que algunas empresas ejercen sobre los trabajadores más jóvenes, quienes suelen desempeñar puestos estructurales durante años a cambio de casi nada.

Cuando Carmen consiguió su primer contrato indefinido tenía 27 años y no lo hizo en España. Llevaba desde los 22 haciendo prácticas con la ilusión de dejar de ser la eterna becaria. Ese sueño se cumplió a 2.322 kilómetros de su casa, concretamente en Berlín, porque ni en la que era su ciudad ni en la capital a la que vino a intentar labrarse un futuro le dieron la oportunidad de saltar a un trabajo con un sueldo de verdad. Y digo sueldo de verdad y no trabajo de verdad porque Carmen sí trabajó de verdad en varios puestos estructurales de diferentes empresas, pero con un contrato que no se lo reconocía: unas prácticas extracurriculares.

Durante sus primeros dos años lo máximo que llegó a cobrar fueron 120 euros en concepto de ayuda al transporte y reconoce a Retina que todavía se sentía afortunada porque tenía muchas compañeras que no veían ni un euro a cambio de trabajar entre 25 y 40 horas semanales.

Tras agotar todas las opciones, decidió estudiar un máster para probar de nuevo y rezar para que después de una de esas prácticas, alguna empresa apostase por ella de verdad. Carmen asegura indignada: “En los sitios que hice las prácticas estaban encantados conmigo. De hecho, en el último, después de hacer 9 meses de prácticas y estar como colaboradora externa durante ocho meses más me ofrecieron un contrato de formación. ¡Un contrato de formación después de 17 meses con ellos! El problema es que la necesidad aprieta y como me pagaban 700 euros al mes por jornada completa decidí aceptarlo. Eso sí, sabía que me iba a tirar así dos años hasta conseguir un contrato indefinido. Claro, imagínate… más de 40 meses (entre prácticas, colaboración y formación) trabajando para esta empresa para conseguir un contrato indefinido y cobrar 1.200 euros al mes”.

Cinco meses después, Carmen embarcó a Berlín para trabajar en una empresa de investigación de mercados en el ámbito de la comunicación y el marketing. Según cuenta, fue una decisión difícil, pero era la única oportunidad que tenía para dejar de ser la eterna becaria. Como ella, Gonzalo tuvo que hacerse autónomo a los 27 años porque no conseguía salir de este tipo de contratos. “Ya no sabía ni qué estudiar para poder optar a prácticas. Hubo un momento en el que, tras hablar mucho con mi familia, tomé la decisión de hacerme autónomo. Nunca fue algo que barajase, pero no tuve otra opción”, explica a Retina.

Pese a que las prácticas curriculares y extracurriculares no incluyen una relación laboral, sino formativa, hay muchas compañías que exigen que las personas que postulan a estos puestos tengan experiencia y que desarrollen empleos estructurales. Basta con hacer un barrido rápido a las ofertas que hay en la red o consultar a estos jóvenes para constatar dicha realidad.

Ejemplo de ello son estos dos anuncios:

“Convenio de prácticas en marketing. Competencias valoradas: Conocimiento y/o experiencia en CRM, habilidades de comunicación, buena expresión oral y escrita, trabajo en equipo, flexibilidad y cooperación, creatividad e Innovación. Valorable experiencia profesional similar”.

“Responsable de Estación depuradora de aguas residuales. Se buscan estudiantes para  prácticas extracurriculares remuneradas para estudiantes”.

Ambos anuncios son un ejemplo de lo que refleja el informe The experience of traineeships in the EU (La experiencia de los becarios en la UE), publicado por la Comisión Europea, en el que se asegura que siete de cada diez becarios reconocen tener una carga laboral equivalente a la de los trabajadores con contrato.  Esto, sumado a los bajos salarios de los jóvenes cuando consiguen encontrar un trabajo, complica y mucho la posibilidad de independizarse. De hecho, los jóvenes Españoles se independizan, de media, rozando la treintena.

Por su parte, los sindicatos llevan años alertando de la problemática no sólo de los eternos becarios, sino también de los fraudes que se cometen por parte de las empresas en esta cuestión. El portavoz de RUGE, Eduardo Magaldi explica a Retina que se han llegado a encontrar empresas cuyas plantillas están prácticamente cubiertas por personas en prácticas, lo que evidencia que muchos de ellos son falsos becarios que están cubriendo puestos estructurales.

Es por ello que, después de 15 meses de negociaciones, el Ministerio de Trabajo ha firmado con los sindicatos, sin el visto bueno de las organizaciones patronales, un Estatuto del Becario que proteja a los jóvenes. En este nuevo texto se recogen nuevos derechos como la compensación de gastos, el disfrute de días de vacaciones y festivos o la posibilidad de utilizar todos los servicios de la empresa, como el aparcamiento. Además, el nuevo Estatuto del Becario establece límites en el número de prácticas que se pueden realizar y garantiza el derecho a un tutor en el centro de trabajo que podrá tener como máximo, de modo simultáneo, a cinco personas en formación práctica, que serán tres, en el caso de centros de trabajo de menos de 30 personas de plantilla.

Tras la firma del texto, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, afirmó: “Desde hace décadas, la juventud de nuestro país se ha encontrado un mundo laboral sin oportunidades, un mundo laboral que le faltaba al respeto y le dejaba a su suerte. Allí donde esperaban realizarse han encontrado falsas becas, han encontrado figuras tramposas que enmascaraban relaciones laborales plenas, jornadas extenuantes y un nulo reconocimiento. Esta es la historia de nuestro país hasta el día de hoy. Esta norma viene a arrojar luz sobre esas zonas de sombra”.

No obstante, si el acuerdo sale adelante antes de las elecciones, se le debe sumar una concienciación por parte de las empresas y un seguimiento por parte de la Inspección de Trabajo, porque, de no hacerlo, pese a que la norma intentará atajar estas situaciones no lo podrá lograr, o no tendrá todo el recorrido que debería para que las Cármenes y los Gonzalos dejen de ser los eternos becarios.

*Alejandra de la Fuente es periodista, autora de ‘La España precaria’ , y responsable de distintas cuentas de @MierdaJobs desde las que  expone ejemplos de los empleos más indignos y precarios que encuentra.

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