La última edición del Observatorio Retina, celebrada el pasado miércoles 3 de diciembre en el Ateneo de Madrid, y organizada por RETINA, con SANTANDER y GOOGLE como patricinadores, puso de manifiesto la importancia del debate y el análisis en tiempos convulsos como los que vivimos. Cada tendencia, asumida la imposibilidad cada vez mayor de adelantar el futuro, sirve para calibrar el presente.
El director de Retina, Jaime García Cantero, abrió el debate con una constatación tan técnica como política: “La capacidad de proceso vuelve a ser tremendamente importante”. Detrás de esa frase se desplegaba un mapa de tensiones sobre quién controlará la computación, qué ocurrirá con el empleo, quién protegerá las infraestructuras críticas y qué tipo de seguridad —y de sociedad— se configurará. Cantero advirtió además que “esto del empleo no es algo del futuro, es algo que ya estamos empezando a ver hoy”, y remató: “Toca hablar de ciberseguridad, toca hablar de defensa y toca admitir que aquel optimismo racional quizá no estaba tan acertado”.
Ese mismo “optimismo racional” fue también defendido desde la visión tecnológica por Miguel Escassi, director de Políticas Públicas y Relaciones Institucionales en Google España y Portugal: “La sociedad ha asumido los tiempos que nos han tocado vivir y ha introducido ese mundo en su día a día. Si no somos optimistas, encontraremos un viento de cara importante”. Escassi aportó además cifras concretas: el 95% del contenido nocivo que se sube a YouTube ya se elimina automáticamente, y la identificación de código malware ha mejorado más de un 300%. “Europa tiene una oportunidad en la IA porque no son solo los modelos, son también las plataformas, las nubes y las aplicaciones”, subrayó.
El emprendedor Juan Domínguez llevó esa advertencia al extremo, afirmando sin rodeos: “Estamos entrando en un neofeudalismo digital”. En su diagnóstico, las grandes plataformas habían consolidado un sistema en el que concentran valor, trabajo y poder mientras el resto “paga el diezmo” en forma de dependencia estructural. El problema, añadió, ya no es solo económico, sino también geopolítico: “Será casi imposible repatriar buena parte de la tecnología crítica. Mirad el espacio: veremos qué operador de satélites no es Starlink dentro de unos años. Eso está pasando también en el ciberespacio, que es aún más incontrolable”. El escenario, concluyó, es “peleagudo”.
García Cantero recogió esa idea y la integró en el marco del informe: “El feudalismo ya estaba incluido en las primeras tendencias”, señaló, describiendo un modelo con resonancias medievales, con un poder central fuerte que protege a sus grandes corporaciones. Pero rechazó el fatalismo: “No estoy de acuerdo con la sensación de que no hay nada que hacer. El ejemplo chino demuestra que, en quince o veinte años, tomando decisiones, se puede competir”. El bloqueo, sugirió, no será tecnológico, sino político.
Ese riesgo de dependencia tecnológica también fue abordado por Fernando Suárez, presidente del Colegio de Ingenieros Informáticos, desde una clave de soberanía: el ciudadano corre el riesgo de acabar viviendo en una especie de feudalismo al servicio de grandes corporaciones tecnológicas. “Europa quiere ser otra cosa, pero tiene que saber competir en tecnología porque es ahora mismo donde está la disputa internacional”, advirtió. Y añadió un reto concreto: “Urge subirnos a la computación cuántica, pese a que las infraestructuras necesarias sean caras”.
El vicepresidente de la Asociación de Marketing de España, Enrique Arribas, puso nombre al deterioro: enshittification, la “mierdación” progresiva de productos, procesos y expectativas. “Se ha instalado un clima de pesimismo”, afirmó, y lo vinculó al retroceso de la sostenibilidad como eje central. A su juicio, el error ha sido reducirla a métricas ambientales y de gobernanza y olvidar a las personas. Por eso propuso añadir una H de Humanismo a los criterios ESG. Su ejemplo fue doméstico y revelador: “Cuando tu hijo te pregunta qué va a estudiar y hace dos años respondías ‘programador’, ahora te preguntas si no habría que decirle que sea carpintero”. Para Arribas, el reto no reside solo en producir más, sino en asegurar que el futuro siga siendo habitable en términos vitales: ingresos, identidad, sentido y estabilidad.
Desde el plano empresarial, el CEO de Capgemini, Luis Abad, descendió al terreno operativo y fue directo: “Hace tres años la sostenibilidad era un must en todas las reuniones con CEOs. Hoy no aparece. La agenda es datos, inteligencia artificial —especialmente basada en agentes— y ciberseguridad”. Para Abad, la inteligencia artificial ya no es promesa, sino infraestructura real. Sobre el empleo, matizó que “no se trata de qué perfiles van a desaparecer, sino de cómo adaptamos a las personas a nuevas formas de trabajo”. El impacto existe, sobre todo en el desarrollo de software, pero no como sustitución mecánica. Y como telón de fondo, “la ciberseguridad se ha convertido en una conversación constante porque los ataques son más complejos y numerosos, ya que los hackers también usan inteligencia artificial”.
En ese terreno, los agentes de IA aparecieron como la gran tendencia emergente en aplicaciones de alto impacto por su capacidad para ejecutar tareas repetitivas. “El 50% del código de Google ya se escribe usando IA, y los ingenieros se dedican, por ejemplo, a la validación. No se ha despedido a nadie. Esta tecnología es un complemento nunca una salida de personas”, explicó Escassi.
En el terreno de la inteligencia y la investigación, el presidente de INECO, Sergio Vázquez Torrón, señaló que uno de los grandes debates sería la convivencia entre inteligencia humana e inteligencia artificial, una coexistencia que ya estaba afectando a la autoestima de la inteligencia humana y al valor de su papel, puesto que la generación de contenidos e incluso la producción científica giran cada vez más hacia la IA. Conectó este fenómeno con un escenario de menor peso del trabajo, el reparto del tiempo laboral y las bases fiscales del Estado del bienestar, lo que abriría inevitablemente un debate profundo sobre la fiscalidad de la tecnología y de los superricos. Al abordar el desplazamiento de la agenda desde la sostenibilidad hacia la seguridad, defendió que ambas no estaban tan alejadas, porque la adaptación al cambio climático, a los fenómenos extremos o a los incendios de sexta generación tenía también una dimensión clara de seguridad que afectaba de lleno a industrias e infraestructuras.
Desde la perspectiva cultural, el director de Retina tradujo lo técnico en analogía: “Programar dejará de ser un empleo, igual que escribir cartas dejó de serlo. Pero saber programar será una alfabetización básica para entender cómo funciona el mundo”.
En el plano social, la consejera delegada de ENISA, Carolina Rodríguez, amplió el foco hacia los cambios de fondo. Enumeró señales ya estructurales: “Natalidad en mínimos históricos, vida cara e incierta, trabajo que ya no es identidad, salud mental como lenguaje universal y educación modular y no lineal”. Su conclusión fue clara: el sistema conocido no volverá, y la respuesta deberá ser la resiliencia. Cuando Cantero le preguntó por la innovación en defensa y el doble uso tecnológico, Rodríguez explicó que muchas de las grandes operaciones recientes se habían concentrado en el ámbito aeroespacial, donde la seguridad funciona como poderosa palanca de inversión también para Europa.
En otro giro de la conversación, la CEO de KM ZERO Food Innovation, Beatriz Jacoste, subrayó la relación entre seguridad y alimentación: “Garantizar la seguridad nacional pasa por construir un sistema alimentario resiliente: capaz de responder a las disrupciones geopolíticas y climáticas que amenazan la cadena de suministro”. Tecnologías como la edición genética o la inteligencia artificial nos permitirán producir alimentos ricos y asequibles en un mundo en constante cambio.
Desde la óptica de la inversión tecnológica, el socio de Cabiedes & Partners, Luis Martín Cabiedes, se declaró tecnológicamente optimista a largo plazo, pero crítico a corto. Defendió Europa sin ambigüedades —no se marchará “ni con agua caliente”— y destacó la descentralización como valor diferencial. Reconoció que el tablero tecnológico estaba polarizado entre Estados Unidos y China, y advirtió de que, a corto plazo, Europa no juega la mejor partida estratégica.
En el plano industrial, Miguel Vicente, presidente de Tech Barcelona, ilustró la fragmentación de los mercados europeos con ejemplos prácticos sobre escala y eficiencia: “En Europa cada país tiene su propio enfoque y eso ralentiza la competitividad global. Necesitamos estructuras que faciliten la colaboración transnacional sin perder la identidad local”. Añadió además que la batalla por el talento será decisiva y que Europa aún conserva una oportunidad frente a China y Estados Unidos.
El presidente del Colegio de Ingenieros Informáticos, Fernando Suárez, resumió gran parte del debate en una sola palabra: talento. Más allá de acertar o no en las predicciones anuales, sostuvo que el verdadero desafío estructural es cómo una sociedad forma, retiene y atrae a los profesionales que sostienen la economía digital. Sin resolver esa ecuación, cualquier estrategia sobre inteligencia artificial, ciberseguridad, defensa o innovación queda inevitablemente incompleta.
Mientras tanto, la fundadora y CEO de WeAreKnitters, Pepita Marín, subrayó un punto que resonó entre los presentes: “La sostenibilidad no es un añadido, es el corazón de la creatividad y de los modelos de negocio que queremos mantener vivos”. Explicó que, en su experiencia, los proyectos más innovadores y resilientes surgen cuando la responsabilidad ambiental y social no se percibe como un requisito externo, sino como un motor que guía cada decisión empresarial. Según Marín, integrar sostenibilidad desde el inicio permite “anticipar problemas antes de que aparezcan y generar confianza con clientes y proveedores”.
En otro momento, Andrea Barber, CEO y cofundadora de RatedPower, enfatizó la dimensión técnica que acompaña a esa resiliencia: “Gestionar datos e infraestructura tecnológica con eficiencia no es opcional, es la base para competir y sobrevivir en el mercado global”. Añadió además una nota de confianza sobre el empleo: “Es una oportunidad para crear nuevos puestos de trabajo que a lo mejor ni se nos han ocurrido. Creo que el ser humano necesita trabajar y, sea cual sea, inventará una fórmula”.
Desde la analítica y los datos, el CDIO de Moeve, David Liras, profundizó en cómo la inteligencia tecnológica puede anticipar riesgos y oportunidades: “La inteligencia tecnológica y la analítica permiten anticipar riesgos y oportunidades antes de que se materialicen”. Alertó además de que el mundo se está “desacoplando” en bloques económicos, generando nuevas desigualdades y reforzando la necesidad de autonomía estratégica.
En la vertiente de resiliencia, Fede Sainz de Robles, CEO de Sepia, y Miguel Alexandre Barreiro, CEO de EIRA, coincidieron en que “la transformación digital reconfigura no solo empresas, sino estructuras sociales y la seguridad individual; prepararse es una obligación, no una opción”. Barreiro añadió una reflexión política: “La IA no es un bicho, es una infraestructura. La experiencia política directa hoy ya no está en la defensa, sino en la movilidad, en el acceso a la vivienda; y eso cambia el panorama político”.
En el terreno del talento, la directora general del Instituto Tecnológico de Aragón, Esther Borao, y la presidenta de Adigital, Susana Voces, coincidieron en la urgencia de transformar conocimiento en productividad: “El talento tecnológico no es suficiente si no se traduce en resultados tangibles”.
Desde la nube y la infraestructura, Suzana Curic, Country Leader para Amazon Web Services España y Portugal, y Miguel Escassi, director de Políticas Públicas y Relaciones Institucionales en Google España y Portugal, profundizaron en la gobernanza de datos y la importancia de la colaboración público-privada: Curic aseguró que “sin una infraestructura cloud robusta, la competitividad global se desvanece”. Escassi remarcó que “las políticas públicas deben evolucionar al mismo ritmo que la tecnología para que el ecosistema funcione”.
En el cierre, el Observatorio Retina volvió a cumplir su función menos cómoda: no tranquilizar, sino incomodar con precisión. Como recordó García Cantero: “Esto ya no iba solo de hablar del futuro, sino de entender lo que ya nos está pasando”.
Observadores 2026
Alberto Knapp Bjerén,Presidente de WPP
Alicia Asín, Co-founder and CEO of Libelium
Ana Maiques, CEO de Neuroelectrics y presidenta de ESTECH
Andrea Barber Lazcano, CEO y cofundadora de RatedPower
Anna Cejudo Mercado, Cofundadora y co-CEO en Founderz
Arsenio Otero, Global Sales COO en Salesforce
Beatriz Jacoste Lozano, CEO de KM ZERO Food Innovation Hub
Carolina Rodríguez, Consejera delegada ENISA
Daniel Martínez Harris, Director general de Impresión en Gran Formato de HP
David del Val Latorre, Director de Telefónica Open Gateway
David Liras, CDIO Moeve
David Oliva Lou, COO Digital Solutions at T-Systems International
Elena Pisonero Ruiz, Presidenta de Taldig
Enrique Arribas Alcolado, Vicepresidente de la asociación de Marketing de España
Esther Borao Moros, Directora general del Instituto Tecnológico de Aragón
Fede Sainz de Robles, CEO Sepiia
Fernando Suárez Lorenzo, Presidente del Colegio de Ingenieros Informáticos
Irene Unceta, profesora de ESADE
Jaume Miralles, Director general de Inteligencia Artificial de la Generalitat de Catalunya
Jesús Herrero Poza, Director general de Red.es
Juan Dominguez, Emprendedor
Luis Abad Marturet, CEO de Capgemini
Luis Martin Cabiedes, Socio de Cabiedes & Partners
Miguel Alexandre Barreiro, CEO de EIRA
Miguel Escassi García, Director de Políticas Públicas y Relaciones Institucionales en Google España y Portugal
Miguel Vicente, Presidente de Tech Barcelona
Pepita Marín Rey-Stolle, Fundadora y CEO de WeAreKnitters
Rebeca Marciel, Global Head of Retail Customers en Banco Santander
Sergio Vázquez Torrón, Presidente de INECO
Silvia Bruno, Directora de Innovación y Tecnología de Redeia
Susana Voces, Presidenta Adigital
Suzana Curic, Country leader de AWS
Teresa Riesgo Alcaide, Secretaria General de Innovación, Ministerio de Ciencia e Innovación
Xavier Ferrás Hernández Profesor de Dirección de Operaciones, Innovación y Data Sciences de ESADE