Hubo un tiempo en que el futuro se escribía con humo. Las ciudades respiraban carbón, los motores gasóleo y el progreso olía a fuel. Pero hoy el mundo busca un nuevo propulsor para mover sus engranajes. La transición energética plantea desafíos inéditos y oportunidades únicas, y en este escenario el hidrógeno verde se perfila como un vector decisivo, capaz de descarbonizar sectores hasta ahora difíciles de electrificar y, al mismo tiempo, posicionar a España como líder en la generación y exportación de energía renovable.
El pasado 11 de noviembre, en el espacio Taller de Ideas de Madrid, tuvo lugar el encuentro Retina Series Moeve, que reunió a expertos del sector energético para debatir sobre esta transición y sobre la importancia del hidrógeno verde como motor de cambio. El director de Retina, Jaime García Cantero, moderó la conversación, introduciendo el tema y resaltando su relevancia estratégica: “Hablamos hoy de hidrógeno verde, un vector fundamental en la descarbonización, pero además una ingente oportunidad para reducir nuestra dependencia y convertir a España en un país exportador de energía.”
La primera intervención corrió a cargo de la directora de Innovación de Moeve, Belén Linares, quien explicó el enorme potencial de este vector energético: “El hidrógeno verde permite, a partir de viento y sol —que abundan especialmente en el sur de Europa— generar combustibles sintéticos para sectores que no pueden electrificarse de manera directa o económica, como la aviación o el transporte marítimo”. Destacó también la importancia de la circularidad en el uso del agua y de la innovación constante: “Estamos ante una oportunidad que no podemos desaprovechar. Requiere innovación, investigación, desarrollo y, sobre todo, un salto hacia la escala industrial”, recalcó.
De los orígenes al desarrollo
Linares recordó que la historia del hidrógeno tiene raíces lejanas: durante la Segunda Guerra Mundial, la necesidad energética impulsó el desarrollo de las primeras tecnologías de conversión de hidrógeno en derivados sintéticos. “Desde entonces, lo que nos ha faltado —explicó— es urgencia, esa hambre que impulsa el cambio. Solo cuando se conjugan necesidad y colaboración podemos acelerar la transformación”. La directora subrayó cómo la pandemia y la guerra en Ucrania evidenciaron la fragilidad de la dependencia energética europea: “Vimos los efectos directos en los precios del gas y de la electricidad. No podíamos seguir confiando en un modelo insostenible. Hoy necesitamos cooperación público-privada, regulación que acompañe y la infraestructura eléctrica necesaria para sostener este salto tecnológico. Somos compañías valientes, pero necesitamos aliados. Este viaje no se hace solos”, concluyó.
El CEO de Enagás Renovable, Antón Martínez, aportó la perspectiva industrial y práctica. Según Martínez, el futuro del hidrógeno verde no comenzará en los coches eléctricos ni en las portadas de los medios, sino allí donde ya se consume hidrógeno de origen fósil. “La transición empezará en zonas industriales que hoy dependen del hidrógeno gris”, explicó. “En Huelva, por ejemplo, estamos impulsando el Valle Andaluz del Hidrógeno, un proyecto que transformará los actuales complejos energéticos en centros de producción verde”,
Martínez detalló que la sustitución directa de hidrógeno gris por verde es el primer paso para madurar la tecnología: “Solo cuando hay inversión y escala comienza la verdadera curva de aprendizaje, igual que ocurrió con la energía eólica y fotovoltaica”. Resaltó la importancia de generar ecosistemas industriales sólidos: los primeros proyectos deben ser aplicables en entornos donde el hidrógeno ya tiene un uso consolidado, facilitando la transición gradual hacia nuevos sectores de movilidad y transporte pesado.
El Coordinador de H2 y Derivados de Clean Energies de Exolum, Fernando Monasterio, se centró en la logística y distribución, aspectos esenciales para la viabilidad del mercado. “Es clave construir infraestructuras capaces de conectar la producción con la demanda. La movilidad marítima y aérea requerirá redes de transporte eficientes y adaptadas a las características de cada combustible derivado del hidrógeno. Además, podemos optimizar infraestructuras existentes, como oleoductos, para transportar compuestos orgánicos que contienen hidrógeno y reducir costes iniciales”.
La conversación giró hacia la movilidad. García Cantero planteó un hecho revelador: “Cien barcos en el mundo contaminan tanto como millones de coches. ¿Cómo y cuándo llegará la descarbonización al transporte pesado?”. Monasterio respondió que el hidrógeno tiene sentido como combustible en sí mismo y, sobre todo, a través de sus derivados: amoníaco, metanol o SAF (combustible sintético para aviación), que permitirán sustituir paulatinamente los carburantes fósiles. Subrayó que la hoja de ruta europea ya marca objetivos concretos de descarbonización para 2030 y 2035, haciendo del futuro algo tangible y planificado.
Linares retomó el tema de la infraestructura: “Esta transición requiere redes eléctricas y sistemas de almacenamiento capaces de garantizar disponibilidad continua. No hablamos solo de producir hidrógeno, sino de almacenarlo, transformarlo y transportarlo cuando se necesite, no cuando la energía lo dicte”. En ese sentido, mencionó la tecnología de electrólisis como herramienta fundamental para separar el agua en hidrógeno y oxígeno, y el uso de MOF (Metallic Organic Frameworks) como una opción prometedora para almacenamiento eficiente.
Martínez coincidió: “La infraestructura es un elemento decisivo. España puede convertirse en un hub energético europeo si desarrollamos la red troncal de hidrogenoductos que conecte el sur, donde se produce, con el centro y norte de Europa, donde está la demanda”. Monasterio añadió que esta red debe ser flexible para convivir con hidrógeno puro y con derivados, adaptándose a las necesidades de transporte marítimo y aéreo.
El debate sobre alianzas y cooperación se convirtió en un eje central. Linares insistió: “Hemos cambiado el concepto de cadena de valor por el de aliados. No podemos asumir solos esta transformación. Necesitamos partners que generen energía renovable, que transporten y que contribuyan a toda la cadena. La innovación rima con colaboración”. Martínez y Monasterio coincidieron en que solo a través de la colaboración entre compañías se podrá construir un mercado competitivo, viable y sostenible.
Donde lo gris se vuelve verde
El director de Retina planteó un punto crucial sobre la oportunidad global: Alemania ha invertido de forma significativa en hidrógeno verde, pese a costes de producción más altos. Martínez señaló que esto refleja cómo la independencia energética se convierte en competitividad y seguridad del suministro. Monasterio completó: “España tiene una oportunidad histórica: tenemos sol, viento, conocimiento y talento. Podemos producir hidrógeno competitivo, desarrollar infraestructura y generar una industria capaz de exportar tanto energía como conocimiento”.
La directora de Moeve detalló el papel del Valle Andaluz del Hidrógeno: una primera fase de inversión que permitirá generar hidrógeno verde para descarbonizar parques energéticos propios y el transporte marítimo en el Estrecho. Añadió que la planificación debe contemplar los combustibles sintéticos regulados para 2030-2035, especialmente para aviación. “Estamos hablando de un futuro planificado, cercano, pero que hay que construir desde hoy”.
La discusión finalizó subrayando la importancia de las infraestructuras: Monasterio explicó que, además de nuevos desarrollos, es posible reutilizar instalaciones existentes como oleoductos, transportando compuestos líquidos que contienen hidrógeno, acelerando la creación de demanda y viabilidad en los valles de producción. La cooperación, concluyó García Cantero, será el factor determinante para lograr que España se convierta en un líder mundial en hidrógeno verde, capaz de exportar energía y conocimiento a toda Europa.
En el Taller de Ideas quedó la imagen de un futuro cada vez más cercano: industrias que funcionan con energía limpia y un país que, por primera vez, podría dejar de importar energía para empezar a exportarla. La transformación energética, aseguraron los participantes, no será rápida ni sencilla, pero ya está en marcha, y España tiene todas las herramientas para liderarla. Innovación, inversión, infraestructura y alianzas conforman la hoja de ruta para que lo gris se vuelva verde, un paso a la vez, con sentido, planificación y colaboración.