Ana Esmith tiene alma de británica. Rotunda, divertida y coherente, esta artista madrileña, periodista y actriz de formación, defiende más que nunca los valores que aquella señora de vestido de poliéster, martillo y mini bolso plastificado, instauró en nuestro núcleo social hace prácticamente una década: la era del Beige.
P. Así que te pillo escribiendo el guion para clausurar la Seminci en Valladolid.
Si, tengo que escribir mi propio guion. Estoy contenta, sobre todo, por el challenge que supone. Te dicen de repente, “copresentadora de Televisión Española” y te parece un chiste, porque Miss Beige es un personaje que no habla. Además, un festival de cine que es el único festival de cine de autor. Pero lo más importante para mí, cuando me lo ofrecieron, era establecer que dos señoras van a salir al escenario y que entre esas dos señoras tenía que haber solidaridad, amor, respeto, pero no desde un sitio ñoño y aburrido, sino desde otro lugar. Que no hubiese en ningún momento competición, sino que tú puedes elegir, pues hoy me siento más ella o hoy me siento más la otra o un poco las dos. Cada una somos como somos y cabemos todas. Entonces, con lo que se me ocurrió para el comienzo de la gala creo que ya queda establecido el discurso. Y tiene humor, que para mí es importantísimo. Espero que quede bien, porque las intenciones son buenas.
P. ¿En qué punto estás en este momento entre Miss Beige y Ana Esmith? Es un equilibrio muy fino.
Diría que el 90% de lo que hago es Miss Beige. Ahora mismo tengo por delante seis bolos y cada acción es distinta, ninguna se repite. Unas son performance, otras son charlas, hay de todo un poco. Como Miss Beige tengo la necesidad de generar el material en función al sitio al que vaya. Entre mis necesidades y las necesidades del sitio donde voy trato de encontrar un punto de conexión donde ambos estemos cómodos. No es como el teatro, que tú tienes una obra ensayada y vas de gira con una propuesta, la haces y puede gustar más o menos pero al final está firmada por un director o una directora. Mi trabajo significa exponerse al 100% cada vez.
P. Entonces es excitante y en contraposición te la estás jugando todo el rato.
Sí, estás muy expuesta. Tú puedes decir una cosa, pero es que luego va a haber un público que va a venir, va a experimentarlo de una forma u otra y obviamente va a hablar de si le ha gustado o no. Es maravilloso porque nunca puedes dar nada por sentado. Es excitante, pero conlleva mucho trabajo y estar en alerta constante.
N. ¿Dónde vamos a poder ver a Miss Beige próximamente?
La semana que viene voy a la ESDIR de La Rioja a impartir la charla inaugural del año académico. En Madrid presentamos Más información al reverso, una pieza intimista de danza y performance, junto Richard Mascherin en La Fundación Mapfre en torno a la exposición #31MUJERES, una exposición de Peggy Guggenheim. En octubre he sido invitada a participar en el ciclo Veneradas y Temidas del CaixaForum de Sevilla donde haré una performance que se llama Secretos de Alcoba donde la gente viene a acostarse con Miss Beige. A finales de octubre, estaré Museo de Thyssen en Málaga donde impartiré un curso de performance que al que he llamado El Salón de los Rechazados.
P. Cuéntanos qué significa pertenecer a este grupo de los rechazados.
Es un curso que he creado en homenaje al Salón de los Rechazados creado por Napoleón III. Cuando empezó la pintura moderna y no sabían dónde meterla, Napoleón III creo un espacio anexo para alojar las obras rechazadas, Le Salón des Refusés. Y ahí nació la pintura moderna, con la obra de todos aquellos rechazados en su tiempo. Entonces el curso se llama Le Salón des Refusés y durante dos días nos juntamos en el Museo Thyssen de Málaga y en el tercer día abriremos el salón al público con Miss Beige como dama de ceremonias. Es bastante rock and roll el curso tanto para los participantes como para mí.
Lo que trabajamos a nivel individual se expone en el Salón de los Rechazados. Intento hacerlo una vez al año porque es intenso. Aparte del Thyssen, lo he impartido en CentroCentro, Madrid, en la Universidad de Santiago, en su sede de Lugo, en la red de teatros alternativos en Gijón y en el MITCFC de Galicia, entre otros. Es toda una experiencia.
P. Además tenemos una parte académica de Miss Beige.
Sí, he sido premiada por la Universidad Nebrija y ahora voy a dar una charla a la Universidad de La Rioja, que es la cuarta universidad a la asisto, y me gusta cómo un proyecto tan personal y tan alejado de las normas académicas ha llegado alcanzar un reconocimiento académico. Como artista tienes que pensar bien cómo hablarles a los estudiantes para que les sirva y no se convierta en un acto de ego.
Entonces, la emoción de eso, frente al CaixaForum en Sevilla, donde propongo que la gente pueda acostarse conmigo y compartir sus secretos de alcoba o fundirme en la exposición de 31 mujeres, eso implica que mi cabeza tiene que estar en sitios completamente distintos. Elijo los proyectos teniendo siempre en cuenta mi desarrollo como artista, porque muchas de estas cosas surgen por propuestas que me han hecho. Me parece que cada uno tenemos que poner nuestro sello, nuestra forma de hacer en todo lo que hacemos.
P. ¿Y cómo ves el arte contemporáneo en la actualidad? ¿Crees que está un poco manido esto de encajarlo en las categorías tradicionales (artes escénicas, artes plásticas, cine, música, literatura…)?
Pues sí. Yo creo que España siempre estamos un poquito por detrás, nos cuesta abrir más el horizonte. Igual que estamos abriendo nuestras fronteras a todo, y nos damos cuenta de que la inmigración es buena (digan lo que digan los políticos) y que mezclarte con otras personas solamente te puede traer cosas buenas, pues lo mismo, los que pertenecemos al arte deberíamos reflexionar sobre el mismo punto. ¿Por qué necesitamos encorsetarlo todo? Yo he colaborado con bailarines, músicos, actores, escritores, fotógrafos (…)
P. Si pensamos en qué momento nace Miss Beige, había cierta necesidad de una figura como esa. Y ha sido y sigue siendo un perfil muy innovador.
Mucha gente me lo dice. Además surge a mi vuelta a España después de 15 años en el extranjero en 2015. El año que viene cumple 10 años. Desde el principio Miss Beige ha sido querida.
P. Y muy entendida. ¿De dónde viene Miss Beige?
Y esa es la parte que a mí más me asombra. Miss Beige nace en España. También el vestido, aunque algún complemento es inglés porque yo como buena actriz tengo mi fondo de armario. En aquel momento pensé que Madrid no estaba preparada, que la gente no estaba preparada, pero yo adelante con lo mío. En el inicio para mí era principalmente una necesidad artística personal. Empecé a observar que la recepción era buena y la primera sorprendida era yo. Juzgué mal a España y a Madrid. Fue una muy grata sorpresa.
P. Si tuvieras que describir en una frase tu primera idea.
El vestido que me compro en el rastro al que voy todos los domingos si estoy en Madrid, porque me encanta. Recuerdo ver el vestido, me pareció ahí tan feo, tan desgraciado, tan poliéster, tan poca cosa, ahí arrugadillo. Me costó un euro. Y dije, intenta hacer algo con este vestido sin alterarlo. Lo que ves es muy estereotipado, entonces, llévatelo a un sitio más interesante. Y este fue el reto del domingo por la tarde. Entonces, como tengo un buen fondo de armario, empecé a ver… Ah, pues tengo unos guantes beige, tengo un cinturón beige, ahí tengo un bolso beige…
P. Y ahí fuiste creando el personaje.
Sí, sí, esa misma tarde estaba ya todo. Así empezó. Cuando yo me vi enfrente del espejo, lo que veis vosotros, dije, madre mía, este personaje no puede hablar, porque la imagen es tan potente que si habla le va a restar. Es curioso porque yo hablo cinco idiomas, soy actriz, puedo cambiar el tono de mi voz pero no va por ahí. Es que la imagen se come todo lo que yo tenga que decir. Y, claro, para mí también era un reto volver a mi país después de estar 15 años hablando otro idioma a no decir nada en el mío propio. O sea, 15 años escribiendo en inglés para luego volver a tu país, donde manejas el idioma, la cultura, todo, y decides no hablar. Eso para una persona que se maneja con la palabra principalmente, como periodista y actriz, es un reto. No me lo puse fácil, pero vi que yo tenía que tomar esa decisión porque el personaje no podía decir nada, porque esta voz no le acompañaba. Miss Beige nunca fue concebida para gustar.
P. Pero sí que evoluciona con los tiempos.
Claro, ella es un personaje de ficción pero en contacto con la realidad. Pero a día de hoy su naturaleza no ha cambiado. He tenido muchas ofertas y he sido bastante fiel a mí misma y a mi trabajo, siempre he dicho que no a cosas que me podrían darme muchísima popularidad, pero que no compartían nada con mi propuesta.
P. Habrás tenido momentos muy difíciles, porque habrá gente que no entienda el personaje o que no sepa ni siquiera si es un personaje de ficción.
Ya, pero a mí esa parte no me parece difícil. A mí me parece genial, porque como está en el límite de poder ser una persona normal y corriente, me encanta cuando me meto en situaciones y me consideran una persona normal y corriente. Porque ahí se ve la verdadera naturaleza del ser humano. No hay nada de ficción. Por eso me gusta que ella es ficción, pero se mezcla con la realidad. Disfruto mucho cuando el ser humano se muestra tal y como es a su lado.
P. Eres como un espejo.
Claro, es que justamente es eso. Yo siempre lo digo. Es un espejo, tú no te das cuenta, pero te estás viendo reflejado y es genial porque tú verás lo que quieres mostrar de ti. Por eso cuando hago una performance con Miss Beige es tan satisfactorio porque aparece la vulnerabilidad. Para mí como intérprete es maravilloso porque yo estoy ofreciendo mucho, pero de repente veo a la otra persona como es. Ves que no pueden jugar las reglas sociales porque Miss Beige no las juega. Es un proyecto que me lleva a tantos sitios… El ser humano es maravilloso. Entonces cuando nos miramos, cuando es la unión de dos seres humanos, pasan cosas que tú crees que son el límite, pero espérate porque luego va a pasar otra cosa todavía mejor.
P. ¿Te sale natural pensar como ella? ¿O te tienes que poner en ese lugar?
Si tengo que pensar solo como ella, me tengo que poner en ese lugar. Porque yo estoy educada en un sistema capitalista y patriarcal donde la mujer para empezar tiene limitaciones, entonces bueno, todo eso lo tengo quiera o no como Ana. Miss Beige no lo tiene. Y claro, si yo tengo un día complicado aparece Miss Beige. Me ha salvado muchas veces.
P. Es una forma de canalizar muy buena. Pienso que a nivel psicológico tienes que estar muy equilibrada para poder asumir ese rol con esa seguridad.
Es maravilloso porque esos días complicados de repente Miss Beige dice, aquí estoy yo, tira. Y luego también en mis momentos de vanidad donde ha habido ofertas y cosas donde he sido muy tentada, también Miss Beige me ha puesto en mi sitio. Me ha dicho, a ver cariño, no te desvíes. Eres lo que eres. Tú has venido aquí a contar esto. Y sí, esa seguridad juro que me la ha dado Miss Beige. Lo que pasa es que viene con su letra pequeña.
P. En cuanto a la creación y tal como contrastaba con el artista Miki Leal en otra entrevista, llama la atención de forma preocupante cómo ahora los artistas de las nuevas generaciones están muy atentos a las tendencias y las incorporan en sus obras.
Es absurdo. Pero es una tendencia. Y Miss Beige es un buen ejemplo de que no había tendencia de nada, porque no existía. Tú tienes que seguir tu instinto. Ser auténtico. Y cuidar tu trabajo, si estás pendiente de lo que hacen los demás es que no estás muy concentrado en tu trabajo. Tienes que cuidarlo y respetarlo, aunque sea pequeñísimo y parezca que no ocupa nada, es tuyo. Tú tienes que crear tu propio imaginario. Y en ese imaginario es en el que vives. Y te aíslas también. El arte habla de ti.
P. En estos tiempos que vivimos de FOMO y de planificarse tan estrictamente como necesidad, ¿cómo es tu relación con la tecnología? ¿Usa Miss Beige el chat GPT?
Yo utilizo la tecnología a mi favor, las reglas me las pongo yo. No me las pone la tecnología a mí. Siempre digo cuando hablo de las redes que si empezamos nosotros a poner las reglas, cada uno con su perfil, quizá empezarán a cambiar las cosas. Pero si tú eres el que estás alimentando a un sistema y te quejas, a lo mejor tú también tienes parte de culpa. Son tus reglas, son tus tiempos. Si tienes una cierta responsabilidad y un cierto perfil, tú verás para qué lo quieres utilizar.
Cada artista tiene que estar con lo suyo. Y luego tenemos a los amigos y a la gente que queremos que nos dan la energía y la fuerza que necesitamos. Porque esto es como el a, b, c. Evoluciona muy rápido. La tecnología en este punto son las vocales de lo que va a ser. Cada uno lo estamos haciendo lo mejor que podemos. Para algunos que somos más mayores, es una forma nueva de comunicarse. Tú tienes que saber dónde hay un público. Y si tú tienes un perfil artístico, lo que quieres es que tu trabajo se conozca y se vea. Entonces, las redes te ayudan. Como artista tienes que probar un poco tu intelecto y tu forma de ver el mundo. Nadie sabe cómo hacerlo y todo el mundo está intentándolo. Y algunos lo intentan y encuentran cosas que son posibles y otros lo único que les genera es ansiedad. Al final se trata de ser respetuoso, tengas los seguidores que tengas. Y si tienes un mayor número de seguidores, sé consciente que tienes una responsabilidad social.
P. ¿Y la inteligencia artificial?
Bueno… Yo que no sé ni retocar una foto, pues imagínate mi relación con la inteligencia artificial. No lo puedo ver más lejano. Y yo creo que Miss Beige es un buen ejemplo de que por mucha inteligencia artificial existente nunca va a superar al ser humano. Miss Beige es mucho más inteligente que la propia inteligencia artificial. Lo bueno de Miss Beige es que aunque se puede copiar, es insustituible y creo que esa resistencia artística tiene que estar ahí. La inteligencia artificial como herramienta me imagino que para muchas cosas puede ser buenísima pero no en nuestro mundo que se caracteriza por tener nuestro sello, nuestro imaginario. Reconozco y respeto que la vida evoluciona y que la tecnología obviamente va más deprisa que nosotros, pero a mí no me afecta para nada.
P. ¿Pero te puede servir como herramienta en algo?
No lo descarto, pero a día de hoy no lo veo, soy tan analógica. Si algún día me hiciera falta o me propusieran una cosa donde pudiese ocurrir, pues oye, ya veríamos. Mi mirada es en el fondo tan pura, que si estuviera en alguna forma condicionada perdería un poco esa magia.
P. En este momento puedes permitirte elegir tus proyectos.
Tampoco tanto. No, no te puedes permitir elegir. A lo mejor te puedes permitir decir no, pero no elegir. Decir no perdiendo dinero claro. Arriesgarse a perder. Miss Beige como personaje es tan fuerte que se ha hecho su sitio. A mí me encanta Esther Ferrer cuando dice, dejemos que la gente entienda lo que quiera. Deja que pase algo. Y si no pasa algo, a lo mejor esa persona también se lo tiene que mirar. Porque si tú frente a una obra de arte no tienes ningún tipo de estímulo, puede que tu ojo ya esté quemado por otras muchas otras cosas. O tal vez no has cultivado lo que tenías que cultivar. Para eso está el arte, para que pasen cosas, por un lado o por otro.
P. ¿Y tienes algún momento glorioso de Miss Beige pegado a la memoria?
Tengo muchísimos, son momentos en el que el ser humano es maravilloso. El problema es cuando vamos todos juntos como masa, que ahí ya perdemos nuestra individualidad. Pero el ser humano, uno a uno, me ha hecho llorar, reír, me ha hecho pensar que mi trabajo tiene sentido.
P. Es que un personaje como Miss Beige a nivel social hacía falta, ¿no?
Es alucinante como todo el mundo reconoce algo que ni yo era consciente. Convertirte en un ícono de un país con unos valores muy claros y sobre todo dando otra versión del país diferente, inclasificable. Al final es algo muy natural, algo como esta señora me gusta y no sé por qué, esta señora me representa. Me parece que es precioso que un personaje así una a la gente y sobre todo con lemas tan absurdos como “Se Nota, Se Siente, ¡el beige es incluyente!”, con martillos en los bolsos. Que la gente diga yo quiero ser beige. Partir todos desde el juego para compartir una verdad muy bonita.
Además hay intercambio, no es un monólogo, es un diálogo y esa es la parte más gratificante, que mis reglas las presto, por eso la gente cuando viene a mis performances viene a jugar y a ver qué pasa, vienen a meterse en mi mundo y eso a mí me parece maravilloso.
Ha habido tantos momentos buenos que me hacen creer en el ser humano, y eso con todo lo que está cayendo, me parece que es esperanzador. Aparte que lo veo como un sitio de verdad.
P. ¿Y recuerdas algún punto de inflexión de darte cuenta del de la trascendencia que tienes?
Sí, fue en el 2018, el primer llamamiento que hice como Miss Beige para que la gente viniera vestida de beige en La Juan Gallery. Cuando vi la cantidad de gente que vino, al recibir todas esas miradas externas yo me sentía al mismo tiempo como la Virgen María y Madonna. Sentí mucha responsabilidad al pensar que esas personas creían en esa propuesta. También me pasó en otra en una performance en La Noche Blanca en Oviedo, en el 2017. Hice un llamamiento y la gente vino a la plaza de la catedral. Cuando me despedí, llegué al hotel y me puse a llorar de la emoción que me había producido ver a esas personas que no conozco de nada jugando a mi propuesta con mis reglas y yendo a por todo.
Lo primero que surge es el agradecimiento y después la responsabilidad que conlleva. Siempre pienso que tengo que capitanear este barco fuerte porque toda esta gente confía en ti. Ahí me di cuenta de lo que es el poder. La primera vez que experimenté el poder me dio miedo la verdad. Debes decidir cómo lo vas a utilizar. Tienes decisiones en la vida, en este caso artísticas, de cómo utilizar ese poder que tú tienes. Ese fue el punto de inflexión, asumir la responsabilidad que tienes con este trabajo. El público de Miss Beige es muy variado, conecto mucho con las nuevas generaciones, eso me encanta, así que es importante no dar lugar a malas interpretaciones, mantenerte ahí sin hacer concesiones respetando siempre tu trabajo.
P. ¿Tienes algún referente?
Esther Ferrer, yo pienso que es la persona más inteligente de este país. La he querido como casi a un miembro de mi familia. Y también tiene un carácter y una imagen muy austera. Y siempre me ha hecho reír, y el humor es una cosa que valoro muchísimo. Tiene todo mi respeto y admiración
P. ¿Qué sucede a nivel internacional con Miss Beige?
Estoy contenta, Miss Beige ha funcionado no solo en España. En México me publicaron en una revista mexicana y fue una revolución. En el Reino Unido, por ejemplo, un profesor de un posgrado de fotografía documental habló de mí en una clase. Y una señora de Gales ha hecho su tesis sobre Miss Beige. Que una persona decida dedicar parte de su vida a tu trayectoria es brutal, hay cosas que de repente dices, pero qué fantasía es esta. Eso es lo bueno de las redes, que han pasado cosas así, yo soy la primera sorprendida.
Miss Beige es muy internacional y esa parte también es muy interesante, cómo en el fondo, como seres humanos, compartimos muchas más cosas. Y sobre todo entre las mujeres. Me parece maravilloso que de repente una persona en México se emocione con una foto tomada junto a un toro de Osborne. Que es un símbolo nuestro, que es el símbolo de España. Llegar a otras culturas es muy enriquecedor. Y te das cuenta de que el trabajo tiene consistencia.
P. Y para terminar, ¿hay alguna serie a la que esté enganchada a Miss Beige? Yo no tengo tele. Y tengo un ordenador muy antiguo. Estas son mis herramientas pero escucho mucho la radio y voy mucho al cine. Y, sobre todo, voy mucho a la filmoteca. Es mi forma de conectar con la vida. Tampoco tengo ninguna plataforma. Eso sí, tengo mis clásicos y hay cosas que me encantan y me las he visto y revisto muchas veces, Berlanga, por ejemplo. Mi sueño hubiera sido que Miss Beige hubiera aparecido en una película de Berlanga. Y aparte, esos diálogos de Rafael Azcona. Verme reflejada como española en una película de otra época me parece una genialidad por parte del autor y que son obras maestras, y como a los clásicos siempre hay que recordarlas.