Lorenzo Senni: “La música electrónica puede ser política”

Bailar esta noche para hacer la revolución mañana. El productor y músico electrónico italiano Lorenzo Senni reivindica la capacidad de la música electrónica para provocar y generar una reacción. El hedonismo rave convertido en acto político. Hablamos con él en el festival Curtocircuito en Santiago de Compostela.

Lorenzo Senni por Rhizomatika Lab

“Pero, ¿cuándo llega el subidón?” es la pregunta más repetida en los comentarios en vídeos de YouTube o sesiones de SoundCloud de EDM  y electrónica bailable. Como si toda la música de club tuviera que adaptarse a ese modelo de los dientes de sierra con subidas y bajadas constantes. Lorenzo Senni, productor y músico electrónico italiano, fue batería punk  antes de revolucionar el trance eliminando estas pendientes vertiginosas. Retrasando el clímax hasta que la ansiedad inunda la pista de baile o anclándose en una cresta infinita de intensidad imposible, Senni nunca deja indiferente.

Como un investigador doctoral que va a las raves a tomar apuntes, el italiano ha diseccionado la electrónica, ha jugando a deconstruirla, ha racionalizado el hedonismo de la pista de baile en una improbable intersección entre la cultura rave y la vanguardia experimental en una propuesta demasiado sesuda para el que solo vino a bailar y demasiado bailable para el que quiere un profundo ejercicio intelectual. La música de Senni busca descolocar y volvió a conseguirlo en la última sesión de la edición de este año del festival Curtocircuito en Santiago de Compostela, donde, una vez más, no dejó a nadie indiferente. La confrontación es un ejercicio político que el músico electrónico busca constantemente. Hablamos con él justo después de su prueba de sonido, antes de que se enfunde su eterna bomber negra heredera de esa adolescencia en la que combinaba el punk y el hardcore. Poco después de empezar la sesión se la volverá a quitar para bailar poseído por su trance despojado de percusión pero lleno del tartamudeo sincopado del sintetizador.

Tu último trabajo, Scacco Matto, parte de un símil ajedrecístico. Los paralelismos entre el juego y la música generada por ordenador de la que vienes parecen obvios, pero ¿por qué justo ahora propones ese jaque mate?

En realidad no era un gran aficionado al ajedrez, ni mucho menos un experto. El nombre parte de la situación que vivía durante la grabación del disco. Me parece que el concepto reflejaba muy bien aquel momento creativo. Estaba encerrado en mi estudio en una especie de lucha contra mí mismo en el que parecía que casi todos los movimientos estaban bloqueados, me pareció que la metáfora ajedrecista encajaba muy bien en ese contexto. Fue a partir de la elección del nombre cuando empecé a investigar sobre ajedrez. Leí mucho, profundicé, hablé con expertos, conocí incluso a Kaspárov. Aunque por lo que me contó, ahora  está más interesado en la inteligencia artificial y la ciberseguridad que en el ajedrez.

Claro, el ajedrez ha sido siempre el terreno de prueba de la inteligencia artificial. ¿Cómo ves su desarrollo en la música?

Creo que es lo que se refiere a creatividad sonora todavía no tenemos inteligencias artificiales creativas lo suficientemente sofisticadas. Sigo con interés el desarrollo de estas inteligencias para la generación de imágenes, pero me parece que en sonido estamos todavía muy lejos de lo que en ese entorno consiguen herramientas como Dall-e 2 o Midjourney.

Hablabas de investigar en el ajedrez, ahora de investigar en inteligencia artificial. Tengo la sensación de que además de un músico eres un investigador musical, en búsqueda constante de esas herramientas sonoras.

Supongo que sí. Yo tocaba la batería en bandas punk y hardcore. Es cuando llego a la universidad y descubro un programa de software que habían desarrollado un grupo de personas que conocí allí cuando empiezo a interesarme por la electrónica. Empiezo a investigar, a escuchar esa música y también a programar. A  generar música directamente con el ordenador. Mi instrumento hasta entonces había sido la batería, a partir de ahí, es el ordenador. Creo que en esa época el software y lo que nos permitía hacer supuso un enorme salto en  la música electrónica. Era un sonido completamente nuevo. Pero son herramientas que tienen ya más de 20 años. La calidad que ofrecen ha ido mejorando pero no tenemos nuevas herramientas que nos permitan dar un salto adelante como el que éstas supusieron. Hay mucha gente trabajando en buscar esas nuevas herramientas. Yo estoy constantemente buscándolas , investigando, pero creo que a día de hoy aún no las tenemos. Para hacer algo radicalmente nuevo en el mundo de la electrónica necesitamos herramientas que, como ese software que empezamos usar hace dos décadas, nos permitan crear un sonido radicalmente nuevo. La verdad es que no tengo muy claro de dónde vendrán esas nuevas herramientas; quizás de la inteligencia artificial, pero lo cierto es que a día de hoy todas las aplicaciones de ella que veo en lo que a sonido se refiere me dejan bastante frío. No tenemos un Midjourney que cree sonidos de la nada o los combine de una forma transparente.

Tu evolución musical, cómo dices, va en paralelo al desarrollo de la tecnología, pero ¿cómo incorporas esta tecnología en tu proceso creativo y de composición?

Desde el principio. Yo escribo y compongo en el ordenador. Es verdad que cada vez me gusta más sacar el sonido fuera de él, por lo que voy componiendo y sacando sonidos conectando el ordenador al sintetizador, pero el proceso es completamente digital. Mi background es ese, el de la programación y la música generada por ordenador. Es cierto que antes todo estaba en el ordenador y ahora trabajo reproduciendo el sonido en el sintetizador, pero, como decía, el ordenador es hoy mi instrumento musical fundamental.

En ese proceso creativo además cada vez incorporas más el transmedia y los visuales. Para presentar tu último disco desarrollaste incluso un juego virtual en torno al ajedrez y la imagen es fundamental en tu propuesta artística.

La parte visual siempre me ha interesado y está muy presente en mi trabajo. De hecho como creador suelo decir que soy un fotógrafo que vive de la música. Me forme artísticamente con fotógrafos y es una disciplina que siempre me ha interesado. Por eso me fascinan  las herramientas tecnológicas que existen ya hoy en el entorno audiovisual que permiten mezclar, transformar. o crear imágenes sintéticas. Creo que el día que tengamos herramientas así en la música el cambio puede ser enorme.

Hablas de la necesidad de herramientas para cambiar la música electrónica. ¿Tan necesitada de cambio ves la escena electrónica actual?

Creo que hay muy pocas cosas nuevas. Y esto aplica no solo a la electrónica sino a la música en general. Creo que vivimos un momento en el que cuesta encontrar algo realmente diferente. Por eso creo que es tan importante investigar en nuevas herramientas para trabajar nuevos sonidos y texturas. Por supuesto las herramientas no lo son todo, pero para crear música totalmente diferente necesitamos explorar tecnologías diferentes. Las necesitamos para crear un sonido antes que realmente digas qué demonios es esto.

Aunque viajas por todo el mundo eres italiano y vives en Italia. ¿Qué opinas de lo que está ocurriendo en tu país?

Estoy preocupado, por supuesto, aunque quiero ser optimista y pensar que el próximo gobierno no será tan radical como podría serlo por las cosas que han venido diciendo. Es cierto que es algo que no nos coge por sorpresa, la extrema derecha lleva años subiendo en nuestro país y supongo que todos tenemos nuestra parte de culpa. Tal vez no los hemos confrontado como debíamos.

Cuando yo hacía punk, provocábamos con nuestro sonido, con nuestras letras, con nuestra actitud en el escenario. Nos enfrentábamos al público y buscábamos generar una reacción. Hoy eso no existe. La provocación y la confrontación han desaparecido de la música y de la cultura en general. Ahora todo es amable, todo debe ser fácil y agradable, todo es para Instagram. Ni siquiera quedan sitios físicos donde poder hacer esa provocación cultural. No quedan clubs o salas donde puedas molestar con tu jodido grupo de rock. Las salas que no han desaparecido se han convertido en parques de atracciones para todos los públicos. La provocación no existe. Insisto, tal vez ellos han crecido porque nosotros no les hemos confrontado lo suficiente. Mi música siempre ha buscado una reacción. Ahora cuando hago electrónica, igual que cuando hacía punk hace 20 años. Creo que la música electrónica puede ser política.

¿Bailar hoy  para hacer la revolución mañana como dice uno de tus últimos temas?

Algo así. Creo que la reacción a la música puede ser política. Cuando empecé a hacer sesiones en clubs, me encantaba retrasar el clímax, incluso hacer que no llegara nunca. La gente que había venido a bailar, o esperaba ese subidón, se enfadaba muchísimo. Me gustaba lograr esa reacción, que vinieran a preguntarme o incluso increparme. Esa reacción inicia una conversación y ese diálogo es político. No soy Rage against the machine pero creo que mi música provoca. Por eso me encanta tocar ante audiencias que no me conocen o si me conocen hacer algo que no esperan. Esa provocación es parte de mi manera de entender la música.

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