Eres un NPC y no lo sabes. ¿Los videeojuegos son la nueva reaiidad?

En nuestra sociedad phygital se ha desarrollado una nueva manera de ser. Antes como tendencia de TikTok y luego como definición para indicar aquellas personas que no tienen mucha relevancia, el Non Playable Character es una realidad que trasciende las fronteras de juegos como Red Dead Redemption o GTA.

Fotograma del documental Grand Theft Hamlet

Mientras la plebe se pelea en redes con la aristocracia cultural sobre si leer libros ayuda a ser cultos o si es puro postureo, los demás estamos asistiendo a una invasión de la vida digital y el auge de los videojuegos. Mientras la idea de leer un libro dispara una visión bipolar de la sociedad, la así llamada subcultura gamer genera un entorno cada vez más difuminado. Es así que hay personas, escondidas detrás de avatares que compran productos como las nuevas skills de Fornite o los bolsos en formato NFT de Louis Vuitton online sin llegar a poseer uno físico o gente que se ha dedicado a comprar tierras y propiedades en los metaversos. Sí, esos lugares del futuro que salieron demasiado pronto como Decentraland.

A las puertas del 2026, donde las fronteras físicas se vuelven rígidas y las digitales se difuminan, estamos frente a una nueva manera de categorizar a los seres humanos. Para algunos el concepto de NPC no es nuevo. Pero decir que alguien es un Non Player Character trasciende lo jugable y categoriza a una persona como un personaje secundario sin valor. El Personaje No Jugable, es aquella figura que, en los videojuegos, sirve para rellenar una pantalla. Un carpintero que está arreglando unas maderas de un muelle, un granjero borracho que acude a los animales o una ama de casa que limpia la calle polvorienta con su escoba. Entidades de muy poco valor que realizan acciones repetitivas en bucle. Parece la vida real, sin embargo es solo un juego para friki. O por lo menos, eso a primera vista.

Un fotograma del documental Knit’s Island.

El fenómeno ha ganado notoriedad en los últimos años, especialmente en redes sociales, donde se utiliza el término NPC para describir a una persona real que carece de opiniones definidas o cuya participación es percibida como vacía, debido a una personalidad considerada nula. De hecho surgió como trend en Twitch y TikTok allá por 2023 y ahora se ha transformado en una categoría social. Alguien recordará muchos vídeos de personas que fingían ser personajes secundarios del GTA y que se quedaban atascados en situaciones como si de un bug del videojuego se tratase pero en la vida real.

Fotograma del documental Hardly Working. Fuente Youtube.

Fotograma del documental Knit’s Island.

Del videojuego al documental, evolución del séptimo arte

Hoy en día, gracias a una mezcla entre videojuegos y cine, la categoría del personaje no jugable ha evolucionado tanto, que hay verdaderas perlas del estilo documental basadas en roles secundarios. Parece increíble, pero se multiplican los casos de películas realizadas desde el interior de los videojuegos. Títulos como Hardly Working, Knit’s Island o Happy New Year, Jim son cortos que ahondan en cómo lo digital está contaminando lo físico.

En el caso de Hardly Working realizado por Total Refusal, estamos frente a una manera de contar historias utilizando los entornos gamificados y transformar su narrativa habitual para construir historias paralelas con personajes que no tienen ningún valor a nivel de jugabilidad. Cambiar la perspectiva para poner el foco de atención en una historia irrelevante como un vaquero borracho que pasa los días bebiendo, o una señora que va barriendo un trozo de calle polvoriento con su escoba. Un punto de vista político y reivindicativo único que va más allá de la pátina estética para ahondar en las entrañas de la humanidad con un toque neorrealista digital. ¿Estamos a los albores de una nueva forma de concebir el séptimo arte? Sin duda, Total Refusal, con su actitud reivindicativa, aborda una temática contemporánea al reinterpretar la rutina insignificante como un mito moderno de Sísifo. En este relato, las cadenas se rompen cuando los videojuegos y sus algoritmos sucumben ante los glitches inesperados.

La visión de estos documentales de animación es posible a través de Filmin y nos permiten descubrir una manera de vivir completamente distinta a la que estamos acostumbrados. Un submundo lleno de energía y creatividad que, demasiadas veces, tildamos de friki, sin profundizar en su esencia más creativa. Un término que acuña desprecio y superioridad moral sin rendir justicia a una contracultura que mucho hace para enriquecer el arte desde un punto de vista underground.

Knit’s Island empieza con la premisa de que un documentalista y su equipo de trabajo deciden grabar situaciones que ocurren dentro de videojuegos intentando entrevistar personas que pasan horas de su vida dentro de una realidad paralela.

Ekiem Barbier, Guilhem Causse, Quentin L’helgoualc’h han pasado horas dentro del videojuego DayZ para seguir a distintos grupos en un territorio de casi 250 kilómetros cuadrados. El objetivo de los autores era entender qué empuja a los jugadores a pasar tanto tiempo en un entorno digital distópico y qué tipo de relaciones se desarrollan, mientras se juega.

Al principio puede parecer paradójico, pero una de las frases iniciales pronunciadas por los realizadores a lo largo de su viaje de exploración es: “Por favor no me disparen, soy un director que está grabando un documental”. Mundo digital, realismo absoluto que nos conecta con cualquier campo de guerra actual donde la prensa ha sido acribillada sin piedad. Esta pieza visual nos permite entender que el ser humano está buscando la pertenencia a una comunidad sin importar el entorno, sea físico o digital. Los distintos grupos que se encuentran Ekiem, Guilhem y Quentin a lo largo de la grabación son de lo más dispares, pero todos tienen algo en común: el respeto absoluto de su comunidad coste lo que coste. La sencillez de gente propensa a la vida en comunidad mientras se celan detrás de un avatar que le provee de una nueva identidad.

Trailer oficial de Grand Theft Hamlet https://www.youtube.com/watch?v=OloHiBOMPm8

Hasta piezas como Grand Theft Hamlet dirigida por Sam Crane y Pinny Grills son capaces de realizar un gran ejercicio narrativo mezclando el teatro de Shakespeare, el cine documental y el videojuego colaborativo. Una historia dramática donde, algunos usuarios intentan recrear una de las obras emblemáticas del dramaturgo inglés en el interior de GTA con intentos externos de matar a los actores y a los directores mientras ensayan la pieza. Una locura digna de un mundo distópico, en el que las personas se organizan para defender el teatro y permitir que la piece se pueda realizar. Poesía de una realidad perversa donde el arte cobra vida gracias a la determinación y la autodefensa. Ni los sueños más húmedos de Baz Luhrmann dirigiendo la versión desquiciada y neobarroca de Romeo+Julieta con Leonardo di Caprio.

Grand Theft Hamlet es una auténtica salvajada fruto de la creatividad y de cómo el ser humano puede cambiar el uso de algo preestablecido.

De la pantalla a la vida real, el combo phygital

La emulación de los movimientos robóticos de los Personajes No Jugables ha ido más allá del trend, pasando de los videojuegos, a las redes sociales, movilizándose y hasta influyendo en la creación de piezas de arte que navegan una manera de ser actual.

Por ser personajes que no tienen valor, hasta han empujado a crear una manera de vivir la vida, más sencilla, sin presión, porque un NPC no es el personaje principal. Así que las personas también pueden escoger un estilo de vida secundario libre de las presiones de estar debajo de las cámaras del Gran Hermano.

El gran deseo contemporáneo es dejar de estar tan saturados y tener un estilo de vida más simple, sin mucho lío. Desde Marie Kondo que nos ayudaba a renunciar a la abundancia de nuestros hogares a pos de un minimalismo extremo, hasta la vuelta a las nuevas versiones del Nokia 3210, vivimos anhelando una existencia alejada del estruendo de las redes sociales. Ser un NPC no es un estigma sino más bien una manera de ser que empuja a algunas personas a quitar el estrés y modelar su día a día para que la responsabilidad de aparecer en el espacio público digital se reduzca. 

En una sociedad que venera el ego y el hedonismo, aún hay quienes eligen el anonimato, como si fueran personajes secundarios en un videojuego: presentes, silenciosos, pero esenciales para el escenario.