En la red social de vídeos cortos empieza a enrarecerse el aire. No tanto entre los usuarios, aunque algunos sí observarán los acontecimientos con preocupación, por la cuenta (bancaria) que les trae. En los pasillos de la compañía deben andar inquietos. Un tribunal de apelación de Estados Unidos ha rechazado el recurso de TikTok para tumbar la ley que busca su prohibición en el país. Esto quiere decir que la compañía tiene hasta el 19 de enero para vender su negocio y sus operaciones en Estados Unidos. Si no lo hace será baneada.
Por supuesto, apelará al Tribunal Supremo del país. Pero el cerco se estrecha. El último desarrollo de los acontecimientos viene de unos meses atrás este mismo año, cuando el Congreso estadounidense aprobó la legislación que daba nueve meses a TikTok para venderse a una compañía del país o afrontar la prohibición. El argumento de esta norma es la recurrente protección de la seguridad nacional.
No parece que China esté dispuesta a que uno de sus paladines digitales, el más internacional de todos, sea despiezado. Y si se prohíbe TikTok, 170 millones de usuarios de Estados Unidos se quedarán sin acceso a la plataforma. La ley prevé todo tipo de medios para evitar que la red social siga operativa: se impedirá a las tiendas de aplicaciones de Apple y de Google ofrecerla en su catálogo y no se permitirá que nadie le proporcione servicio de hosting.
A día de hoy TikTok tiene un tamaño considerable en Estados Unidos. Fue la aplicación más descargada en 2023, con una amplia ventaja sobre Facebook e Instagram, y ese año facturó 16.000 millones de dólares en el país. Pero una futura prohibición de la plataforma tendría consecuencias más allá de Estados Unidos. Como suele pasar con todas las redes sociales, muchos creadores de contenido estadounidenses tienen una audiencia global. Estas voces podrían apagarse o languidecer, pues les sería más difícil —y menos rentable, al perder la masa de usuarios local— publicar su contenido.
El culebrón es de largo recorrido. Se remonta a la pasada Administración Trump. El entonces presidente de Estados Unidos impuso sanciones económicas a China en 2018. Era el pistoletazo de salida de una guerra comercial que se mantiene a día de hoy. El gigante asiático contrarrestó imponiendo aranceles a productos estadounidenses. El conflicto escaló poco a poco. Uno de los hitos fue la prohibición de Huawei en Estados Unidos. Una medida que se forzó sobre todo al obligar a Google a impedir el uso de sus servicios en los móviles de la marca china.
La ojeriza a TikTok llegó a continuación. Se impulsaron investigaciones para determinar si la red social de vídeos era una amenaza para Estados Unidos. Ante los primeros indicios, en noviembre de 2019, tanto el Ejército de Estados Unidos como la Armada prohibieron a sus efectivos utilizar la aplicación. Y unos meses más tarde la Administración Trump emitió una orden ejecutiva que obligaba a la compañía a vender su negocio en Estados Unidos. Se acusaba a la compañía de estar supeditada a las veleidades del gobierno chino, debido a una ley de inteligencia del gigante asiático aprobada en 2017. Con este texto en la mano, Beijing podría obligar a toda compañía nacional a cederle los datos de sus usuarios.
En aquel momento hubo conversaciones para una posible venta a Microsoft. Incluso salió otra interesada, Oracle. Eran dos compañías ajenas al negocio de redes sociales —así se evitarían posibles problemas con la normativa antimonopolio— y parecían deseosas de adquirir el algoritmo de recomendación de la plataforma. Siempre se ha dicho que gran parte del éxito de TikTok es su capacidad para enganchar a los usuarios mostrándoles un contenido muy ajustado a sus intereses.
Pero ninguna de estas negociaciones tuvo éxito. Bytedance, la matriz de TikTok con sede en Beijing, respiró tranquila cuando un juez estadounidense paralizó la orden de Trump de prohibir la red social horas antes de que venciera el plazo. Según su opinión, el presidente se había excedido en sus poderes y la plataforma caía dentro del ámbito de la libertad de expresión, que debía protegerse.
Trump se marchó el 20 de enero de 2021 y, al sentarse en el sillón presidencial, Joe Biden encargó al secretario de Comercio una nueva investigación para dilucidar si la red social representaba un peligro de seguridad nacional. La postura del gobierno de Estados Unidos se había suavizado. Pero a esas alturas la guerra comercial iniciada por Trump era ya una cuestión en la que los dos grandes partidos del país estaban de acuerdo. Y algo parecido sucedía con el caso particular de TikTok.
El proceso ha sido lento y ha caminado con paso más firme durante la Administración Biden. Se ha tardado tres años en conseguir un resorte —ya desde el poder legislativo no a través de una orden del presidente— para prohibir las operaciones de la compañía. Entre tanto la red social ha crecido en usuarios, ha atraído a creadores de contenido, a todo tipo de negocios y a anunciantes. Ahora las implicaciones económicas de prohibir el servicio serían mayores y afectarán a mucha más gente en Estados Unidos que hace cuatro años.
Pero hay otra vuelta de tuerca. Podría pensarse que el regreso de Donald Trump son malas noticias para TikTok, pues fue él quien impulsó su disgregación en primer lugar. No tan rápido. Curiosamente, el que será nuevo inquilino de la Casa Blanca se mostró en contra de la prohibición de TikTok cuando el Congreso aprobó la nueva ley hace unos meses. ¿Por qué? Resulta que Trump le cogió tirria a Facebook y a Instagram después de que le suspendieran sus cuentas tras apoyar el asalto al Capitolio.
Desde entonces el político republicano se convirtió en enemigo declarado de Mark Zuckerberg y de sus plataformas. Un capricho que ha motivado su apoyo a TikTok como una forma de minar el negocio de Meta, que tiene en la red social china a su principal competidor. Esto no quiere decir nada, porque Trump tiene un carácter impredecible. Además, Zuckerberg se ha cuidado de limar asperezas y tras las elecciones cenó con el futuro presidente en su lujosa residencia de Mar-a-Lago.
Aún hay un último golpe de peine para rizar el rizo. Se da la circunstancia de que estaría en manos del gobierno de Biden alargar tres meses la prohibición de TikTok. Eso sí, solo si ven que hay voluntad de vender el negocio en Estados Unidos. Esto le daría a la plataforma aire para buscar nuevas formas de subsistir. La fecha límite para dictar o no esta prórroga es el 19 de enero, justo un día antes de que Trump sea investido por segunda vez presidente de los Estados Unidos.