El metaverso ha muerto, larga vida a la realidad aumentada

2025. Lo físico y virtual se fusionan ante nuestros ojos. Una nueva generación de gafas de realidad aumentada está a punto de transformar por completo nuestra forma de ver el mundo. Todo está listo, solo falta resolver un par cabos sueltos, ¿o hace falta algo más?

Zuckerberg cambió el nombre de Facebook convencido de que un mundo alternativo, el metaverso, se estaba construyendo. Pero, tras millones de dólares invertidos, el proyecto ha resultado un fiasco, o al menos no es lo que esperaba. Ahora, ha encontrado otra vía. No se trata de un desvío ni de una parada intermedia antes del metaverso. Es un destino en sí mismo: una nueva forma de mezclar el mundo físico y virtual.

El verano pasado, Meta mostró un prototipo de gafas de realidad aumentada que serán la puerta de entrada a nuevas experiencias. Se trata de un dispositivo más ligero y elegante que las voluminosas gafas inmersivas con las que distintos gigantes tecnológicos quieren que entremos en el metaverso. Mientras con unas parece que vas a la playa a tomar el sol, con las otras da la sensación de que estás listo para hacer snorkel.

Estas gafas inteligentes son el resultado de múltiples innovaciones. Por un lado, combinan proyectores Micro LED y lentes de carburo de silicio para ofrecer un amplio campo de visión. A su vez, incorporan tecnologías avanzadas como la visión por ordenador y la inteligencia artificial generativa.

Es sorprendente cómo se ha logrado integrar tanta tecnología en unas gafas, pero lo más asombroso es la posibilidad que ofrecen de interactuar con el entorno mediante control vocal, ocular y gestual. Para esto último se apoya en una muñequera con tecnología EMG, que capta e interpreta los impulsos eléctricos del sistema nervioso. No lee la mente, pero es como si lo hiciera.

Estas características convierten a las gafas en un trampolín hacia servicios que, hasta hace poco, parecían impensables, como obtener respuestas instantáneas a preguntas sobre lo que se está viendo en cada momento. Por ejemplo, durante unas vacaciones en el extranjero, estas gafas podrían traducir información en otro idioma al instante, actuar como guía o facilitar conversaciones con un servicio de traducción simultánea. También se podrían utilizar en eventos deportivos para ofrecer estadísticas en tiempo real o durante una tarde de compras para mostrar recomendaciones personalizadas. Las posibilidades son infinitas y están abiertas a la imaginación.

Es fascinante pensar en todo el potencial que encierra la realidad aumentada en actividades de ocio, educativas o laborales. A medida que la inteligencia artificial siga evolucionando, la sensación de disponer de un asistente personal al alcance de la mano en todo momento se volverá cada vez más real. Al fin y al cabo, la «inteligencia» no tiene por qué estar dentro de las gafas, sino que, cuando integre capacidades 5G, podrá accederse a ella como un servicio en la nube, lo que ampliará el abanico de casos de uso.

Meta no es la única empresa desarrollando una nueva generación de gafas de realidad aumentada, ni estas son el único dispositivo que aprovechará los servicios de inteligencia artificial. Varias compañías están luchando por desafiar el monopolio del smartphone como acceso principal a la IA. Aunque los dispositivos lanzados el año pasado, como PIN AI, tuvieron una aceptación moderada, las gafas, siendo un accesorio común, tienen el potencial de ser adoptadas rápidamente al ser algo que ya utilizamos.

Zuckerberg no solo busca liderar el mercado de gafas de realidad aumentada, compitiendo con la alianza reciente entre Samsung y Google, sino también alejarse de Apple y sus estrictas políticas de privacidad. Es una oportunidad única para reducir la dependencia del móvil, tanto para los usuarios como para el propio Meta.

En la práctica, el sueño de tener un asistente personal con la potencia de la inteligencia artificial generativa actual está al alcance. Solo faltan algunos detalles por resolver. Aunque es posible crear un prototipo que muestre la magia de unas gafas de realidad aumentada en un entorno controlado, fabricarlas a escala global a un precio razonable es otra historia. La experiencia de Apple con el lanzamiento de sus gafas Vision Pro ilustra este desafío, pero es un problema empresarial que con el tiempo encontrará solución.

Ahora bien, el verdadero reto se encuentra en otro lugar: un mundo donde cada interacción puede ser grabada, procesada y analizada cambia por completo nuestra concepción de la privacidad. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestra intimidad, y la de los demás, por conveniencia? 

A esto se suma la posibilidad de que la inteligencia artificial generativa modifique o reinterprete lo que vemos y oímos, abriendo la puerta a problemas que todavía no alcanzamos a entender. Entre ellos, la posibilidad de que la IA sufra una «alucinación«, creando confusión en el usuario en momentos delicados. Los errores y equivocaciones en el mundo físico pueden resultar muy caros. Habrá que entender bien el contexto de uso. No va a ser fácil, los retos son innegables, pero la tecnología ya está aquí, esperando a que en 2025 comience su comercialización. Todo está listo para que la nueva generación de gafas de realidad aumentada salga del laboratorio en el que se encuentran para desplegar toda su magia a nuestro alrededor.