Una mañana antes de irse a Portugal donde se localiza la efervescencia de arte en los próximos días, exposición retrospectiva del trabajo de Pedro Cabrita Reis con alrededor de mil quinientas piezas en 8 pabellones en Mitra, una muestra dedicada al arquitecto Álvaro Siza Vieira en la Fundación Calouste Gulbenkian y ARCO Lisboa, Miki Leal se sienta conmigo en el Café Comercial. Una infusión para él. No toma café.
Miki Leal es uno de los artistas españoles con mayor proyección internacional. Trabaja en diversos medios: dibujo, pintura, escultura, cerámica, textil e incluso instalaciones, con un lenguaje auténtico influenciado por su profunda relación con la música, la literatura o el diseño. Sus temas son sus intereses, lo doméstico, lo onírico o algunos personajes icónicos. El estallido de color y la inclusión de elementos geométricos suelen estar presentes. La carrera de Miki ha trascendido entre las instituciones, museos, becas y residencias de arte más destacados a nivel internacional. Su obra se encuentra en las colecciones más punteras como el MNCARS (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), el CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo), Hangar 7 de Salzburgo o ARTIUM (Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo. Y su carácter rebelde, canalla y cercano, ha generado colectivos y movimientos dentro del arte contemporáneo en España. Reconocemos su identidad en cada pieza. También en cómo las nombra: CARA B Música de fondo (reciente exposición en la Fundación UNICAJA); Dandy´s match (Galería County Hall en Londres) o Plato combinado (CAC, Sevilla).
(P) ¿Cuál es el proyecto que te ocupa en la actualidad?
(R) Estoy con el proyecto de Portugal porque es un proyecto muy obra. Como un proyecto de vida. Son 50 años, el punto así de madurez, y tenía que hacer algo. Madrid me agobia, quiero un lugar diferente para currar. Estoy acostumbrado a trabajar con niveles de distracción múltiples, así que allí solo soy un máquina. Siempre me ha funcionado muy bien, como cuando viví en Roma o en la beca de Nueva York. Si focalizo me funciona. Lo que quiero es fomentar un poco eso. Quiero plantearme la vida allí a nivel creativo y hacer un programa de residencias, me apetece mucho. Sinceramente ahora estoy más parado a nivel de obra pictórica porque me estoy volcando en este proyecto. Hasta que no termine no puedo dedicarme a otra cosa. Aunque tengo exposiciones en marcha y un montón de proyectos.
(P) ¿Tiene nombre?
(R) Tiene varios. Hay uno que se llama Los Pencales, como la casa antigua de mi padre. Además significa lo mismo en portugués, el árbol de donde sale el figo de indias, la penca. Hay otro un poco más cursi, Parva Domus Magna Quies. Proviene de un dicho romano que significa casa pequeña, tranquilidad inmensa. Mi padre siempre lo ponía en su casa. Está en la casa de Adriano, por ejemplo, en las casas de los patricios romanos en general. He hecho un mural en la parte trasera de la casa desde donde se ve la casa de Adriano en el Tívoli, que me encanta, me vuelve loco esa casa, además era sevillano, y pone eso justamente Parva Domus Magna Quies. Así que Parva Domus a secas me parecía un buen nombre, como casa pequeña. Las dos opciones tienen que ver con un rollo autobiográfico. Lo veo como una casa de amigos, para crear, para volver a la música, a la lectura. Hoy en día es muy difícil tener la cabeza fría para irse a dormir a las 22:00 y coger un libro. Sale más ponerse un capítulo de Netflix o perder el tiempo en redes. Y eso que yo soy anti anti anti. Este proyecto supone un toque más monástico, de búsqueda.
(P) Eres activo en redes y en contraposición sigues trabajando con las manos. De hecho esta casa en Portugal está hecha por ti, tus técnicas, tu estilo y tu trabajo.
(R) Me arriesgo a otras cosas. Mi padre era ebanista, sé de carpintería. Pero de repente, vamos a hacer la cocina y me pongo manos a la obra. Me apetece ese punto de implicación casa-obra. Realmente el diseño de la casa está muy marcado por lo que teníamos que conservar al ser parque natural. Lo que hemos hecho es más a nivel decorativo jugando con esa arquitectura.
(P) La línea de trabajo que desarrollas implica que estés presente. La pintura, la escultura, la cerámica, tus obras en su totalidad dependen de ti. Otros artistas definen su método de trabajo y las obras pueden ser llevadas a cabo por su equipo.
(R) Mi trabajo es manual de muy poca producción y que implica un proceso dilatado en el tiempo. Pinto por capas y la pincelada tiene un lugar fundamental, con una cadencia determinada y una mancha específica. No me importaría un equipo de dos o tres personas, una solo para redes, otra para gestiones más administrativas, la galería y un asistente.
(P) En ese sentido las nuevas tecnologías no te ayudan en tu trabajo, ¿tú tienes chat gpt, por ejemplo?
(R) Tengo cercanos que están super metidos, pero yo solo lo he probado en una ocasión en una exposición que estaba haciendo en Palermo con el Instituto Cervantes, en la Iglesia de los Catalanes. Enrique Juncosa escribió un texto, Alberto Martín escribió otro y yo estaba haciendo una especie de puzzle extraño. Con otro artista, Miguel Ángel Tornero, le metimos: Miki Leal, Palermo, Carlos Mollino, arquitectura, cerámica y mobiliario. Relaciona todo esto. Estaba haciendo un proyecto sobre Carlos Mollino y la arquitectura popular. Como Carlos hizo algunos proyectos en Palermo yo quería hacer una réplica de su mobiliario pero con objetos populares procedentes de mercadillos, basura, etc. Salió muy bien el proyecto. Y el texto era cojonudo, aunque no lo usamos para nada. Ayer precisamente hablaba de eso. En arte me cuesta más verlo, pero en música a un nivel más convencional parece que la IA funciona porque los referentes son muy buenos, no falla.
(P) ¿Existe alguna forma en la que te pueda beneficiar este tipo de tecnología o las formas de relacionarse en redes?
(R) A nivel creativo yo intento cortarme, no ver tanta imagen, es demasiada información. Se homogeneiza todo tanto que al final no sabes si las obras son tuyas y puras, o copias, si la IA es más auténtica que el propio creador. El que está alienado con redes, está haciendo un refrito. Y se nota mucho. En gente joven se ve mogollón. Antes había referentes de bienales, ferias, catálogos, pero actualmente la coincidencia de gente que no tiene nada que ver a nivel cultural y que hace lo mismo es acojonante y eso es por algo. Está vinculado a tendencias y va muy rápido. En el mercado funciona y además estamos en el mismo círculo el coleccionista, el artista, el galerista, todos bajo esa misma influencia de las tendencias.
(P) ¿Te parece que a nivel institucional hay algo más de control?
(R) La tendencia es la tendencia, se nota. No es una crítica, tampoco me parece que esté mal. Simplemente, a veces se premia demasiado y al tío auténtico, más outsider, probablemente le va a costar mucho trabajo llegar a algún sitio. La calidad es relativa, se aprende el método de cómo triunfar, cómo llegar a determinados lugares.
(P) En los tiempos que hemos vivido hasta ahora la validez como artista te la daban las residencias, becas, premios, exposiciones institucionales.
(R) Yo entré por ahí. Llega un momento en el que Todolí sabe quien eres, Enrique Juncosa compra obras tuyas para instituciones, empiezas a trabajar con Fundaciones y ahora, la trayectoria internacional. Aunque yo he trabajado mucho fuera, más por proyectos que por galerías. Ahora estoy en un momento de empezar de fuera hacia dentro. Me apetece encontrar otro norte. Mi punto de inflexión fue cuando Okwui Enwezor me invitó a la Bienal Internacional de Arte de Sevilla de 2006. Antes el trabajo que haces es casi trabajo de casa. En ese momento yo estaba Mike Kelly y Thomas Hirschhor, uno de ellos uno de mis artistas favoritos. Yo me hice unos piezones que te mueres y a partir de ahí surgió un crecimiento más estable con proyectos a nivel internacional que implicaron un crecimiento exponencial.
(P) Lo que sucede ahora es que los artistas tienen un medio más democrático de lo que teníais en aquella época. Un escaparate. Pueden saltarse pasos.
(R) Al final estamos todos en el mismo círculo y creo que no ayuda en general. A veces se confunden muchas cosas. Ahora está todo un poco revuelto. Todo el mundo hace de todo. Pero este fenómeno es muy de nuestro tiempo. No te defines tanto.
(P) ¿Pasaste algún momento de inseguridad pensando que la pintura estaba en decadencia?
(R) Cero. Siempre están intentándola matar y cada vez sale más fuerte. A nivel pictórico creo que estamos en el momento más libre. Ahora tenemos también un periodo de escultura muy heavy, muy tendencia también. Y es que antes parecía que el arte bebía mucho del diseño o la moda y la percepción es que estamos en el proceso contrario. El propio arte contemporáneo es tendencia.
(P) ¿Qué ha pasado con todo este auge del arte digital?
(R) Ha sido visto y no visto. Depende de dónde sea. En Miami, por ejemplo, hay mucho.
Pero de arte digital no controlo, me quedo con el cine, en un mundo más narrativo. Yo soy muy fetichista, me interesa el diseño, una pieza me pide cuidarla y con el arte digital lo veo más desvanecido. Si me cuenta algo sí, como consumo intelectual, como una película, pero como objeto valorable de otra manera no lo he descubierto.
(P) Lo que no significa que de repente recibas una propuesta de residencia con un proyecto de arte digital y no tenga cabida en tu proyecto de Portugal.
(R) Por supuesto. Por ejemplo, la obra de Cachito Vallés, un artista sevillano que se construye manualmente todos los aparatos para que interaccionen con el público, me interesa mucho, tiene mucha gracia. Se convierte en una cosa muy objetual, ahí está la clave.
(P) ¿Cómo te ves dentro de 10 o 20 años?
(R) Eso es lo que más paz me da, estaré super tranquilo, en una casita, con mi buen estudio, mis buenos vinos y mis amigos que me vengan a visitar. Poder seguir haciendo lo que hago. Tampoco mucho más.
Podremos ver su trabajo en ferias como Frieze Paris, Armory Show en Nueva York, MACO en México, Miami Basel y se encuentra preparando una gran exposición en la galería Apartamento en La Habana.
*Noemí Oliva García-Baquero es gestora cultural multidisciplinar en el ámbito del arte contemporáneo y psicóloga. Coordinadora de arte en el Club Matador, forma parte del comité artístico de la Fundación [H]Arte y dirige el podcast Locura compartida.