William Gibson (Carolina del Sur, 1948) es un visionario. En 1984, este escritor estadounidense consolidó su fama al publicar una de las novelas más importantes de ciencia ficción: Neuromancer, ambientada en un mundo distópico de neón, dominado por las megacorporaciones y donde los datos son oro puro. Gibson se convirtió así en el padre del cyberpunk (un género donde abundan los futuros distópicos, los hackers, cyborgs y los estragos la tecnología). Pero sobre todo, vislumbró la importancia que tiene dominar las herramientas digitales, algunas sin nombre en aquella época, pero que han adquirido forma en los últimos 40 años: como la inteligencia artificial, la computación cuántica, la neurociencia, la biotecnología y la robótica.
Hoy, estas innovaciones y otras similares, englobadas bajo el término ‘deep tech’, son tan esenciales para la vida diaria como para la seguridad de una nación. Europa, en particular, se encuentra en una situación delicada en esta materia. A pesar de ser una potencia económica, en los últimos años no ha podido competir al mismo nivel que Estados Unidos y China, que han liderado y marcado el camino del futuro tecnológico, gracias a su fuerte inversión en investigación y desarrollo, así como a la colaboración estrecha entre el sector público y privado en el impulso de proyectos innovadores. “El papel que tiene la Unión Europea para poder tener una soberanía tecnológica es muy limitado”, dijo Gonzalo León, investigador y profesor emérito de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
“La región enfrenta un problema grave al carecer en este momento de grandes actores empresariales privados con suficiente influencia en el mercado mundial”, abundó durante su participación en el evento DeepTECH y soberanía científico-tecnológica, organizado por Retina y Transfiere (Foro Europeo para la Ciencia, Tecnología e Innovación, que celebró su decimotercera edición). En la actualidad, Europa carece de una capacidad competitiva equiparable a las empresas líderes en tecnología avanzada, tales como OpenAI, DeepMind o Baidu. Esta situación se repite también en el sector de las principales empresas tecnológicas convencionales, como Google, Apple, Facebook y Amazon. “Europa ha quedado rezagada en muchos aspectos clave”, agregó Borja Cabezón Royo, consejero delegado de ENISA, durante su intervención en el encuentro, llevado a cabo la semana pasada en Málaga.
Sin embargo, no deberíamos ser tan pesimistas, añadió. “La historia de Europa ha sido una historia de superación de crisis, y en las emergencias, siempre ha respondido bien. [El contexto] nos obliga a dar saltos cualitativos y cuantitativos”, comentó. Los retos, sin embargo, son diversos. El mercado de tecnología profunda de Europa sigue fragmentado (por elementos como la regulación, las diferencias históricas y las agendas nacionales individuales), un problema crítico para la seguridad, la defensa y la soberanía de la cadena de suministro.
Estados Unidos y China tienen la ventaja del enorme tamaño económico en el mercado, además de ser un mercado único. “La autonomía cuesta dinero”, continuó León, de la UPM. Por ejemplo, la inversión de capital de riesgo en tecnología avanzada en Europa totalizó 46.000 millones de dólares (aproximadamente 43.000 millones de euros al tipo de cambio actual) entre 2018 y 2023. En contraste, China atrajo inversiones por un total de 64.000 millones de dólares durante el mismo período, mientras que Estados Unidos alcanzó una cifra de 250.000 millones de dólares, según datos de la consultora Dealroom.
El camino por recorrer es largo
Alicia Troncoso, catedrática de la Universidad Pablo de Olavide, explicó que la Inteligencia Artificial (IA) tuvo su origen en Estados Unidos hace unos 70 años, impulsada principalmente por el sector privado. Sin embargo, en España, apenas ha comenzado a integrarse en las empresas en los últimos cinco años. Ello demuestra un desequilibrio significativo entre el Viejo Continente y la primera economía del mundo en este ámbito. “Si queremos competir, necesitamos más financiación, tanto pública como privada, y una mayor colaboración entre universidades y empresas”, advirtió en el mismo encuentro.
Aunque Europa puede que no lidere la revolución de la IA a nivel mundial, aún puede influir en su aplicación en industrias donde se encuentra a la vanguardia. Verónica Bolón Canedo, investigadora de la Universidad de La Coruña, sugirió la búsqueda de nichos o áreas de especialización en las que Europa pueda destacar. Destacó el liderazgo de España en el campo de la inteligencia artificial verde, que se centra en minimizar el impacto ambiental de esta tecnología. Además, la experta subrayó la necesidad de retener el talento local y mejorar las condiciones para su desarrollo y retención en el país.
Según Troncoso, la falta de oportunidades para que los estudiantes se especialicen en inteligencia artificial después de graduarse y las condiciones laborales poco atractivas en España contribuyen a la fuga de talentos hacia otros países. Esta retención de talento es fundamental para el desarrollo de una infraestructura de IA sólida en Europa. “Es una lástima que invirtamos en formar talento y luego lo perdamos porque las condiciones aquí no son buenas”, retomó por su parte Bolón Canedo. Europa alberga múltiples universidades reconocidas por su investigación e innovación en inteligencia artificial, con el Reino Unido y Suiza a la cabeza. “Las empresas demandan cada vez más este tipo de talento, pero si las condiciones no mejoran, seguiremos perdiéndolo”.
Futuro cuántico
El futuro está en la computación cuántica. Esta tecnología rompedora abrirá un sinfín de nuevas fronteras y posibilidades que hoy en día son simplemente inimaginables. Con ella, podremos realizar modelaciones detalladas de reacciones biomoleculares y químicas, proporcionando información sin precedentes en campos como la investigación farmacéutica. También facilitará el envío seguro de información confidencial a cualquier parte del mundo, así como el diagnóstico rápido y preciso de enfermedades al permitirnos analizar células a nivel molecular. El desarrollo de la computación cuántica es comparable al viaje a la Luna: quien la domine tendrá un control científico-técnico sin precedentes y creará un diferencial global.
Pero Europa no abandera la carrera. “China y Estados Unidos son los líderes absolutos, e incluso Australia podría estar adelante debido a sus enfoques de trabajo diferentes”, reconoció Pepa Martínez Pérez. Investigadora del Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (INMA), durante su intervención en el encuentro. La experta mencionó que una de las grandes diferencias entre EE UU y Europa es que del otro lado del Atlántico, la forma de trabajar es ultra competitiva, mientras que aquí es más humana. “Si Europa adoptara un enfoque más competitivo, avanzaría más rápido”, destacó. Aunque hay inversión y talento en Europa, dijo, en ciertos países hay más tradición científica que en otros. “En España, desafortunadamente, hay poca tradición científica y no es la mejor. No tenemos esa tradición que lleva a ciertos países a tener premios Nobel”.
Un viaje al cerebro humano
El ingenio humano ha alcanzado fronteras inimaginables. Desde llegar a la luna hasta explorar Marte y descubrir nuevos planetas y exoplanetas con telescopios espaciales, hemos avanzado en la exploración del universo. Sin embargo, aún nos enfrentamos a un desafío fascinante e intratable: el cerebro humano. Este enigma sigue siendo un misterio para los expertos en neurotecnología, un campo interdisciplinario que fusiona la ingeniería y la tecnología para desarrollar dispositivos y aplicaciones que interactúan con el sistema nervioso.
Las primeras aplicaciones están ya en el mercado. “Como los implantes cocleares y las tecnologías no invasivas basadas en ultrasonidos, que tienen aplicaciones tanto en el ámbito médico como en otros contextos, como el militar”, indicó Estefanía Estévez Priego, investigadora y divulgadora científica en Contando Sinapsis, que también fue invitada al evento de Retina y Transfiere. Los implantes destinados a interpretar el cerebro representan una nueva frontera en el sector sanidad. Son similares a otros que ya se utilizan en la práctica clínica rutinaria, como los de estimulación cerebral profunda para tratar temblores en pacientes con Parkinson o para aliviar dolores crónicos.
Los avances prometen mejoras significativas en el tratamiento de diversas condiciones, incluida la depresión resistente al tratamiento, mediante la aplicación de implantes para modular la actividad cerebral, explicó la experta. “Además, las neurotecnologías emergentes, que no son invasivas y no requieren intervenciones quirúrgicas, están ganando terreno”, argumentó. Pero para ir más allá se requiere de una mayor apoyo económico, tanto público como privado, y un mayor impulso a las empresas que se dedican a este nicho.
“Si hacemos una búsqueda rápida, podemos encontrar entre 60 y 80 empresas enfocadas ya en el neurotecnología en Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, en España habrá tres o cuatro, una en Portugal, y ninguna en Italia”, aseveró. “Creo que se reconoce un potencial de la tecnología, pero no le estamos dando todavía el protagonismo que se merece”. Estévez Priego mencionó que la apertura del primer grado específico de neurociencia en la Universidad Carlos III sugiere un paso adelante en el interés por esta materia, pero reconoció es insuficiente para competir en el mundo. “Hay que ofrecer más especializaciones en este campo para ser atractivos y atraer más talento”, concluyó.
Sobre la firma
Es periodista. Escribe sobre tecnología y negocios. Estudió Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (México) y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.