Hay un grupo de gente que se dedica a preservar el pasado. Un patrimonio gráfico infinito que va desapareciendo poco a poco de una manera inexorable. Lo que antes eran tiendas de barrio, ahora son lugares áridos y sin personalidad alguna montados por franquicias. Mientras me estás leyendo, algún letrero acaba en la basura en tu ciudad.
Paco Graco es un colectivo que se dedica a ir por las calles de las ciudades y rescatar letreros y luminosos de toda la vida. Generalmente reciben una llamada que les avisa del cierre de alguna actividad, corren con escaleras y taladros para quitar el letrero en pocos minutos antes de que sea demasiado tarde.
A lo largo de estos últimos años, han coleccionado tantos que no caben en una nave. ¿Diógenes? Un poco, hasta el punto de que han conseguido montar dos espacios expositivos a la vez, uno en la Casa Encendida y el otro, más grande, en CentroCentro en la céntrica plaza de Cibeles en Madrid.
Es verdad que el pasado es una trampa existencial maravillosa hecha de añoranza y de nostalgia, y puede ser una visión distorsionada de los recuerdos, pero Paco Graco lo utiliza para mantener vivo el recuerdo de calles llenas de comercios regidos por familias, un entramado urbano hecho de pequeñas historias que viven en los letreros y luminosos que hemos visto miles de veces al andar por la ciudad.
La exposición de CentroCentro es un tripudio visual, está teniendo un éxito que se explica solo gracias al valor emocional que conlleva cada letrero transformado en un símbolo del enredo de vidas que se han conectado bajo su luz.
No va a quedar nada de todo esto no solo es el titular de la expo, sino una invitación a reflexionar. Los letreros comerciales de bares, tiendas, hoteles, garitos están lentamente desapareciendo de las ciudades para dejar espacio a luminosos más efímeros, hechos de mala manera y de poca calidad. Es un cambio generacional evidente que refleja la época de constante crisis económica que estamos viviendo. Antaño los comercios duraban mucho más que ahora y eso empujaba a hacer inversiones sobre elementos que perduraran en el tiempo.
HOMENAJE A LA TIPOGRAFÍA
Lo interesante de un evento de este calibre no solo es la cantidad de piezas que reúne, sino también su capacidad de visibilizar uno de los elementos gráficos que más pasa desapercibido en nuestra sociedad. A pesar de estar rodeados por tipografías, nombres, logos, eslóganes, muy pocas veces le dedicamos atención. A menos de que alguien ponga un foco en ello, como pasó con el emblemático letrero de Schweppes en la Gran Vía de Madrid en la película El día de la bestia.
La tipografía es el elemento gráfico que nos permite reconocer una personalidad. Sus formas pueden transmitir cercanía, profesionalidad, elegancia. Y en el caso de los letreros antiguos, también nos enseñan las tendencias más comunes de la época. Paco Graco reúne una visión emotiva de las señales gráficas, con una visión más profesional, generando un momento único en la representación visual de una ciudad. Los letreros son elementos claves de la estética de un centro, como ha pasado con el neón que ha creado una imagen única de París o de regiones enteras como Asia. O las pantallas de Times Square y Picadilly Circus que han transformado el centro de Nueva York y Londres en dos escenas icónicas.
Vivimos literalmente rodeados por letras, símbolos que construyen frases y eslóganes. Lo vemos todos los días sin percibirlo de verdad, ni darle importancia, pero la tipografía es el elemento gráfico cotidiano que más nos acompaña. Mensajes de texto en el WhatsApp, etiquetas de productos, textos de noticias nos rodean a 360º y casi ni los percibimos, dando por supuesto que es algo que está. Si probáramos a quitar los textos de todas las señales la cosa cambiaría.
Subir a la cuarta planta de CentroCentro permite tener una visión impactante de cuánta diversidad y belleza había en las calles de Madrid. Esa diversidad que puede ser interpretada como símbolo de libertad de una sociedad que no se rige por reglas rígidas.
Como diseñador me ha llamado mucho la atención coleccionar gráficas comerciales. Es algo que más o menos hemos hecho todos, desde tener chapas y botellas de refrescos, hasta arrancar emblemas de Mercedes en la adolescencia, tenemos ese vínculo emocional con las marcas, por muy grandes o pequeñas que sean. El colectivo madrileño tiene ese vínculo con símbolos que representan historias cercanas, que dan vida a la esencia de calles que han cambiado mucho en las últimas décadas y que se están desnudando de los letreros más emblemáticos para dejar espacio a formas anodinas que no transmiten nada. Misma conexión que tienen tipógrafas del calibre de Laura Messeguer, que hace unos meses realizó en Lisboa, junto con Letreiro Galeria, la instalación NOM(E) hecha de letreros luminosos.
Recogerlos y promover la creación de un museo específico es una labor social que intenta crear una instantánea de cómo era una ciudad a través de su tipografía. Contar a través de las letras y de sus formas la manera en la que se vivía, construir un relato de una Madrid que ya no existe y que puede perdurar a través de la idea de muchos relatos distintos, además apuntando a lo efímero de todo esto, porque no le damos la importancia suficiente a las piezas gráficas.
Sí, el diseño ha mejorado y se ha difundido mucho en España, pero su reconocimiento está en mínimos y no llega a la popularidad que tiene en otros países como Inglaterra y Estados Unidos, donde, por ejemplo, el sign painting, el arte de pintar letreros a mano, está en boga desde hace 20 años y se ha retomado como una de las alternativas más interesantes para decorar tiendas hasta transformarse en una seña de identidad de movimientos urbanos como los bikers, los grafiteros, los tatuadores y los hípsters.
A través de la expo también podemos apreciar esa idea de construir una ciudad sin ser necesariamente destructivos. Es natural que un barrio cambie, como pasa con Malasaña, pero es también interesante valorar qué se puede aportar sin destruir. Sin embargo, nadie se imagina que todo esto es posible porque cada letrero que se adquiere es una conversación con una persona mayor que cuenta cómo era una determinada tienda o una calle en tal época.
Son conversaciones íntimas que surgen de manera espontánea mientras la gente del colectivo se acerca para coger un nuevo letrero o para pedir información. Es entonces cuando alguien les empieza a contar qué había, de quién era la tienda o cómo se reliaban hasta las mil en el Zahara, un garito cuyo letrero de neón les alumbraba mientras se fumaban un pitillo. Cada luminoso es un lugar emblemático como la tienda erótica de Mundo Fantástico o la Ferretería Benítez donde se ha desarrollado todo tipo de actividad social.
En fin, recuerdos que siguen persistiendo gracias a la labor colectiva de Paco Graco y de otros colectivos presentes en otros países como Portugal y Polonia. En una sociedad con una fuerte vertiente individualista, proyectos espontáneos como este arrojan una energía especial para creer en el poder de la colectividad para dignificar las historias cotidianas y crear un sentimiento de comunidad. Me imagino lo que tienen que haber sentido al ir de madrugada por las calles para rescatar el letrero del Bar Lozano, fornidos de destornilladores y desaparecer en la oscuridad.
Ver todo ese esplendor junto en la cuarta planta del palacio de Cibeles irradiar luz y emociones es un tripudio visual. No hay palabras para contarlo, la única manera es ir allí, hacer la cola como si estuvieras a punto de entrar a misa o en el mejor after de tu vida y subir para que te impacte la visión de tantos letreros en tan poco espacio. Eso sí, te prometo que te sentirás encogido viendo tanta diversidad tipográfica símbolo de una ciudad que ya no es la misma.
No va a quedar nada de todo esto. 03.11.2023 – 10.03.2024. CentroCentro, Palacio de Cibeles.
*Francesco Maria Furno, es fundador del estudio de diseño Relajaelcoco. También es profesor en el Instituto de Empresa en Madrid y en Segovia. Se ocupa del diseño de marcas y estrategia y le fascina la cocina como acto social.