Cuando Oculus, división de Meta dedicada a la realidad virtual, contrata a un nuevo empleado, le regala una copia de Ready Player One. La anécdota sirve para explicar cómo la idea del metaverso que ha calado en Silicon Valley no se basa tanto en realidades científicas, sino en libros de ciencia ficción. No es la primera vez que el mundo tecnológico sueña con crear un universo digital paralelo. En 2008, Philip Rosedale hizo lo mismo con Second Life. Las promesas de entonces eran las mismas que ahora. Ha cambiado la tecnología, que en los últimos 15 años ha realizado un salto cualitativo asombroso. Pero ha cambiado también el contexto económico. Como explicó Brian Merchant en una columna en Atlantic, el sector tecnológico necesita urgentemente una nueva estructura en la que invertir, después de que muchas de sus apuestas durante la última década hayan salido mal. El metaverso parece estar destinado a ocupar este lugar.
Meta, empresa matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp, ha apostado fuerte por el metaverso. En 2020 invirtió cerca de 18.500 millones de dólares en I+D, un 30% de sus ingresos. Ninguna compañía había invertido tanto en un solo proyecto. Aunque Meta no ha señalado una fecha concreta para el lanzamiento del metaverso, el 2022 parece ser el año en el que su apuesta se consolide. Así lo confirma Irene Cano, directora general de Meta en España y Portugal. “Las tendencias que nosotros estamos observando para el 2022 se centran en torno a los nuevos hábitos de los consumidores y a la explosión del comercio electrónico. A la exploración de nuevas plataformas y las oportunidades que representa el metaverso respecto a nuevas industrias que están floreciendo o refloreciendo, cómo puede ser la educación”.
El informe Fjord Trends 2022 elaborado por Fjord, agencia de Diseño e Innovación de Accenture, también señala el metaverso como una de las tendencias a tener en cuenta este año. Más allá de sus orígenes lúdicos, explica, parece destinado a convertirse en un espacio virtual en el que las personas y las marcas podrán interactuar, crear, consumir y ganar dinero.
Un universo paralelo
El metaverso será un mundo virtual, al que nos conectaremos utilizando una serie de dispositivos hápticos que nos harán pensar que realmente estamos dentro de él. El metaverso será un universo paralelo digital en el que podremos comprar, reunirnos o trabajar. El metaverso será muchas cosas, pero de momento no es nada. Lo más parecido que hay son los videojuegos, el sector cultural que más dinero mueve en el mundo, unos 160.000 millones de dólares al año.
Cuando Microsoft compró Activision, compañía de videojuegos creadora de World of Warcraft y Call of Duty, por casi 70.000 millones de dólares, explicó esta compra (la mayor de la historia de la tecnología) como un movimiento estratégico en la carrera hacia el metaverso. Lo cierto es que el metaverso no existe. Lo que sí existe es el Xbox Game Pass, una especie de Netflix de videojuegos al que ahora se le suman unos cuantos títulos. Sony, propietaria de PlayStation, perdió 20.000 millones de dólares en bolsa tras el anuncio.
No hay que olvidar, con el metaverso, que hablamos de una industria con potencial para cambiar el mundo. Andrés Ortega, investigador del Real Instituo Elcano, asegura que este universo virtual “estará plagado de tecno-personas, de tecno-empresas, de tecno-Estados e incluso de tecno-terrorismos de nuevo cuño. La cuestión no es solo si el metaverso es controlable, sino si es gobernable, o vamos a una esfera digital que todo lo penetra, pero en el que ningún poder político acaba dominando”.
Por otro lado, y aunque hayan empezado el año con mal pie (el bitcoin se está desplomando por la tensión con Rusia) muchos aseguran que 2022 será el año de las criptomonedas. Lo hace un reciente informe de Crypto.com, que prevé que una de cada 8 personas se hará con estas divisas en 2022. El auge del mercado de NFTs y la previsible buena marcha económica pueden suponer el empuje definitivo para que las criptodivisas terminen de asentarse en el mercado. Mike McGlone, analista jefe de Criptografía de Bloomberg Intelligence, se centra en el aspecto especulativo de estas divisas y asegura que en 2022 pueden ganar ventaja frente a las acciones como modelo de inversión.
Para conseguirlo deberían reducir su impacto ambiental (en la actualidad es una energía tremendamente contaminante) y aumentar su seguridad (aún resuena en la cabeza del inversor casos como el de Squid, el token inspirado en la serie El Juego del calamar que resultó ser una estafa millonaria). Todo esto evitando una excesiva regulación, principal atractivo para sus defensores y crítica de los escépticos. El 2022 será el año de las criptomonedas, pero se enfrentan a muchos retos que ponen en duda esa predicción.
Sobre la firma
Periodista experto en tecnología y cultura. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, máster en la Escuela de Periodismo de EL PAÍS. Escribe en Yorokobu y EL PAÍS. Anteriormente ha trabajado en la Cadena SER, Onda Cero y Vanity Fair.