Hay quien piensa en el futuro como si fuera una fuerza impredecible e inexorable que se nos sobreviene continuamente obligándonos a reaccionar a su antojo. Y, aunque es cierto que debemos adaptarnos a lo que traiga, lo que da forma a lo que viviremos mañana es lo que hacemos en nuestro presente. El mundo de hoy no sería el mismo sin el descubrimiento del fuego, la invención de la rueda y el hallazgo de los hidrocarburos y su poder combustible, con su impulso a la revolución industrial y sus terribles impactos negativos para el medio ambiente. Pero tampoco sería el mismo si en la década de 1960 el Gobierno de Estados Unidos no hubiera invertido en la creación de una red para conectar ordenadores, ni si Steve Jobs no hubiera lanzado el primer iPhone en 2007.
La humanidad no es un sujeto pasivo de la historia sino lo contrario: todas nuestras acciones, inventos, hazañas e impactos son los ladrillos con los que se construye lo que vendrá después. Así que, si lo que vivimos hoy es una consecuencia de todo lo que hicimos ayer, el presente puede y debe aprovecharse para construir un mañana mejor. Por eso, frente a los pequeños avances incrementales que suelen dominar el día a día de la industria y la academia, hay quien lo apuesta todo a las revoluciones exponenciales, capaces de transformar el mundo que conocemos para crear un futuro más justo, saludable y sostenible.
Es el caso del ingeniero, físico y emprendedor Peter H. Diamandis, que lleva más de dos décadas ideando formas de impulsar la búsqueda de soluciones a los grandes problemas del mundo, como la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad o el efecto invernadero. Y lo hace desde prácticamente todos los frentes posibles. Entre sus muchas iniciativas destaca la Fundación XPrize, que promueve la resolución de estos retos a través de competiciones, cuyos premios suelen superar los varios millones de dólares; y la Singularity University (EEUU), centrada en formar a líderes para que entiendan y desarrollen exponencialmente las tecnologías necesarias para resolver tales desafíos.
Su objetivo final es encontrar “ideas que puedan cambiar la vida a al menos 1.000 millones de personas en menos de cinco años”. La misión resulta tan ambiciosa que podría parecer imposible. Sin embargo, recuerde que hace menos de dos años y en cuestión de meses, la colaboración entre científicos de todo el mundo logró un nuevo tipo de vacuna cambió fundamentalmente la evolución de la pandemia de COVID-19 y salvó hasta 20 millones de vidas en un solo año. Ese es el tipo de avance que busca Diamandis, que compartirá su visión sobre el potencial de las tecnologías exponenciales en Audi Summit for Progress, que la compañía celebrará en Madrid (España), el próximo 25 de octubre.
La clave de su discurso se centra en el concepto de la abundancia, con el que dio título a su libro ‘Abundance: The Future Is Better Than You Think’. En él plantea que los problemas de la humanidad asociados a cuestiones como la energía y el agua no se deben a su escasez, sino a nuestra incapacidad de acceder a ellas. En un planeta compuesto mayoritariamente por agua y que recibe cantidades ingentes de energía gracias al Sol, para Diamandis, la tecnología es la llave que nos dará acceso ilimitado a ambos recursos.
Ya en 2007 el Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC) de la ONU confiaba en la aparición de nuevas tecnologías disruptivas, como los sistemas de captura y almacenamiento de CO2 y el hidrógeno verde, para mitigar y estabilizar el avance del cambio climático. Sin embargo, por mucho que se trabaje en ellas, su avance sigue eclipsado ante las bajas barreras de entrada y los menores riesgos de inversión asociados a los emprendimientos digitales que suelen dominar los concursos de innovación y las rondas de financiación. O, como dijo una vez el astronauta Buzz Aldrin: “Me prometisteis colonias en Marte y en lugar de eso me disteis Facebook”.
Las grandes compañías tecnológicas del planeta siguen empeñadas en atiborrarnos de apps de servicios que dicen hacernos la vida ligeramente más cómoda, pero que no sirven de nada para detener la emergencia climática ni acabar con el hambre en el mundo. Por eso, bajo el lema “Ideas to start the future”, el Audi Summit for Progress congregará a algunas de las mentes más brillantes en el ámbito de la innovación para compartir visión del futuro y ayudar al público a entender su potencial para construir un mañana mejor.
Y es que tampoco hace falta echarse a la espalda los grandes retos para generar un impacto positivo en el mundo. Para demostrarlo, además de Diamandis, el encuentro contará con la diseñadora industrial Inma Bermúdez, que acaba de alzarse con el Premio Nacional de Diseño. Conocida por dar soluciones a los problemas diarios a través de sus propuestas, saltó a la fama en 2014 con su lámpara Follow Me, con la que rompió esquemas de la iluminación al incorporar LED inalámbricos, y es la única diseñadora del país que trabaja para IKEA de manera ininterrumpida desde 2006. Junto a ella también estará el chef Eneko Atxa quien, además de sus numerosos premios gastronómicos, ha sido elegido el chef más sostenible del mundo en dos ocasiones, demostrando que no hace falta sacrificar el cuidado del planeta a costa de la calidad de la alta cocina.
Su presencia en Audi Summit for Progress demuestra que, además de los saltos tecnológicos exponenciales, los avances que ya existen también tienen potencial para mejorar la vida de la gente. Por eso, aunque las grandes innovaciones tendrán un lugar destacado en el programa, la jornada incluirá otras cuestiones desafiantes como la digitalización, el diseño y la sostenibilidad, con el objetivo de transmitir una cultura emprendedora e innovadora capaz de reconstruir el mundo a base de progreso.
Aunque parezca que cualquier pandemia y catástrofe natural puede tirar todo el esfuerzo por tierra en cualquier momento, en realidad todos los mañanas posibles pueden predecirse. Si no hacemos nada, sabemos que el futuro climático será más sombrío, que surgirán nuevas enfermedades pandémicas y que la cada vez mayor población mundial tendrá cada vez menos seguridad alimentaria. Pero nada de eso está escrito en piedra. Está en nuestra mano trabajar para evitar ese destino, rechacemos los falsos oráculos y pongámonos manos a la obra para tejer los futuros más brillantes.