Cuando se habla de mejorar la empleabilidad de los españoles, los mensajes suelen girar en torno al talento sénior, a los jóvenes y a colectivos con bajos niveles formativos. Pero ¿sabía que el grupo con mayor tasa de desempleo en el país es de las personas con discapacidad por trastornos de salud mental? Concretamente, más del 80% de ellos carece de trabajo. Ante una cifra tan elevada, lo fácil sería pensar que su propia condición es el principal freno a la hora de trabajar, sin embargo, la realidad es bien diferente. “La barrera no es la falta de ganas ni de capacidades, sino el estigma”, sentenció la presidenta de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, Ana González Pinto, durante el reciente I Foro Sinergias organizado por ES+ Salud Mental y Janssen celebrado en Madrid (España).
Dado que otro 75% del colectivo considera el empleo como algo fundamental en su vida, según una encuesta compartida por González Pinto, el resultado es que existe una masa de la población española que no solo tiene una gran voluntad de encontrar trabajo, sino que, si lo lograra, el efecto positivo se repartiría también entre sus familiares y en el conjunto de la sociedad. Así lo demuestra un estudio realizado por ES+Salud Mental en colaboración con Janssen y Ecodes, según el cual, cada euro invertido en empleo para personas con enfermedades mentales supone un retorno de 5,35 euros en beneficios sociales y económicos.
Y es que, cuando consiguen un empleo, “pasan de ser ciudadanos pasivos, perceptores de servicios y ayudas; a ser ciudadanos activos, que aportan con su trabajo”, explicó la gerente de ES+Salud Mental, Maribel Rodriguez. Como decía Marx, el trabajo dignifica al hombre, y esa verdad también es cierta para este colectivo. Además de ganar autonomía individual y económica, algunos de los distintos testimonios de los pacientes que se compartieron durante el foro destacaron cómo el acceso a un empleo había mejorado su día a día en forma de dignidad, estabilidad y una mejoría clínica. Para la responsable de ES+Salud Mental (antes Feafes Empleo), “se trata de un cambio vital para su calidad de vida y la de sus familias y supone un retorno importante para las administraciones”.
Y por el lado de los beneficios para las empresas, además de contribuir a su labor social, las que apuestan por contratar a personas de este colectivo suelen encontrarse con una ventaja extra: la motivación. Mientras que Estados Unidos sufre la Gran Renuncia y las compañías españolas se esfuerzan por mantener contentos a sus trabajadores, Rodríguez explicó que “estas personas no solo aportan su talento, también sus ganas de trabajar y su motivación, y ayudan a las empresas a ser más inclusivas y diversas y promoviendo una sociedad más rica en valores”.
EMPLEO INCLUSIVO Y SOSTENIBLE
Para demostrar el elevado compromiso y la calidad del trabajo que las personas con enfermedad mental pueden llegar a ofrecer, el I Foro Sinergiasinvitó a distintas empresas y entidades sociales que han hecho suya la misión de fomentar el empleo de este colectivo. Una de ellas fue Solteco, cuyo CEO, Jose Vicente Sáinz, explicó: “Están muy comprometidos con su trabajo, es algo que destacaría con creces frente a cualquier otro tipo de empleado”. Su compañía, especializada en la fabricación de mobiliario con madera plástica a partir de residuos, no solo ejemplificó el gran potencial de trabajo de las personas con trastorno mental grave, sino también el poder de la sostenibilidad para crear empleos acordes a sus capacidades.
De hecho, más allá del trabajo en sí mismo, el foro también aspiraba a promover las industrias sostenibles. “La relación directa entre las empresas y las organizaciones sociales es clave para normalizar y mejorar la vida de personas que están en situación de vulnerabilidad. Tenemos que ser motor para generar empleo inclusivo, que ofrezca más oportunidades a estas personas, pero además podemos propiciar sinergias que ayuden a generar oportunidades laborables verdes y sostenibles. No olvidemos que el planeta seguirá girando, con o sin nosotros, depende de nuestro compromiso con la humanidad y el medio ambiente”, resumió el Patient Advocacy manager de Janssen, Alejandro González.
Mientras la mayoría de las compañías siguen centradas únicamente en la parte ambiental de los tres pilares de la sostenibilidad, los proyectos compartidos durante la jornada probaron que existen entidades capaces de mejorar el planeta y la sociedad al mismo tiempo. Lo hacen principalmente a través de empleos de carácter primario, tipo reparto y montaje de componentes, que son precisamente de los que más se generan en la economía verde, junto a la digitalización y a la alta tecnología.
Estos trabajos pueden surgir en cualquier sitio, ya sea en una fábrica como la de Solteco, en la producción de vehículos eléctricos inclusivos como los de LGM Estudio o en el proyecto de turismo saludable y alimentación lenta de la granja escuela de la Fundación Ultzama. “Para trabajar con nosotros solo hay que saber montar en bici y navegar por la ciudad”, sentenció el representante de la alternativa sostenible a las plataformas de reparto La Pájara en Bici, Christian Osuna.
Sus iniciativas sirvieron para poner de relieve distintos nichos de empleo accesibles para personas con enfermedades mentales y todos ellos incidieron en la importancia de la formación para ayudarles a acceder al mercado laboral. Pero, además, sus innovadoras propuestas de negocio resaltaron la importancia de la colaboración y la suma de conocimientos para romper barreras y estigmas e idear proyectos sostenibles, innovadores y, por supuesto, rentables. Porque, ante las dudas de viabilidad económica que podrían surgir en compañías muy centradas en lo verde y lo social, los distintos responsables demostraron que, si se quiere, se puede.
Lejos del prejuicio de que este tipo de iniciativas solo pueden funcionar en lo anecdótico o con un gran apoyo público, los invitados al I Foro Sinergias incluso mostraron ejemplos multimillonarios de carácter internacional. Fue el caso de la directora de Innovación y Sostenibilidad de Ecoalf, Carol Blázquez, quien, además de señalar las distintas oportunidades laborales que el mercado de la moda sostenible puede ofrecer a personas con enfermedad mental, compartió el ejemplo de la empresa de ropa de aventura Patagonia, que este mismo mes acaparó titulares cuando su CEO decidió donar el 100% de las acciones de la empresa, valoradas en 3.000 millones de euros, a dos organizaciones centradas en la lucha climática.
Ya había datos empíricos que resaltaban la urgencia y los beneficios de promover la empleabilidad de las personas con enfermedad mental. Pero los testimonios escuchados durante el I Foro Sinergias, tanto de miembros del propio colectivo, como de las organizaciones que ya confían en ellos, dejaron claro que hacer esta apuesta siempre da un resultado ganador. Si el trabajo dignifica, genera riqueza y autonomía y aun encima ayuda mejorar el planeta, ya no hay excusas para que los próximos programas de empleabilidad y las búsquedas de talento de las empresas no empiecen a tener en cuenta a este colectivo con tanto potencial y que tantas ganas tiene de trabajar.