El invierno de nuestro descontento se anuncia desde mayo como Casandra advirtiendo del desastre a los troyanos. Tras dos años de vida en suspenso a causa de la pandemia, el período estival se prometía feliz, pero a la invasión rusa en Ucrania por el territorio se añadió la guerra entre el Kremlin y Europa por la energía. Precios en subida libre. El clima tampoco ha ayudado a centrarse en este verano extraño de rotura de todos los registros. Escuchar que el invierno lo será literal y figuradamente cuando se está a 43 grados es una disonancia cognitiva y sensorial incapacitante. ¿Qué hacer, entonces, en el verano de 2022 con la fatiga pandémica detrás y el horizonte otoñal delante? ¿Apoyar el turismo local o guardar recursos para la energía del winter (y mucho winter) que is coming? ¿Darle brío al alegre consumo veraniego como si, efectivamente, no hubiera un mañana? ¿Regalarse el viaje soñado antes de la aparición de los dementores? ¿Veranear aburrida y sosegadamente?
Un vistazo rápido a los perfiles de Instagram de amigos y conocidos en julio y agosto (salpicón de destinos: viajes exotiquísimos en familia, piscinas municipales, puestas de sol en safaris, fiestas de pueblo) aproxima una respuesta media a esas preguntas. Los datos oficiales hablan de que hasta junio las previsiones para el sector eran optimistas. Según el último Barómetro del Turismo Mundial de la Organización Mundial de Turismo (OMT), la actividad global tomó carrerilla de enero a mayo con casi 250 millones de desplazamientos internacionales frente a los 77 millones de los primeros cinco meses de 2021. El sector se recuperaba casi a la mitad (46%) del nivel anterior a la pandemia.
España, con la nostalgia del 2019 convertida en subidón ante la posibilidad de acercarse a sus cifras récord (casi 83 millones de turistas extranjeros, más de 90.000 millones de euros de gasto en destino y una contribución al PIB del 12,4% que en 2020 cayó hasta el 5,5% ), ha visto cómo se detenía un crecimiento que en junio ya estaba tan solo al 12% por debajo de aquel año mágico. A falta de los datos finales, lo cierto es que la temporada alta arrancó con un 15% por debajo de los datos pre-COVID.
TURISMO ACCIDENTAL
La pandemia trajo al sector la peor crisis de toda su historia, mostrando al tiempo su relevancia. Casi todo lo que el virus impidió realizar se relaciona con él: movilidad, interacción social, y consumo y disfrute de determinados productos y servicios. La OMT y la Conferencia de las Naciones Unidas para el comercio y el Desarrollo (UNCTAD, en sus siglas en inglés) estiman que hasta el 70% de la caída del PIB mundial durante la pandemia es vinculable a la movilidad y al turismo. Las pérdidas globales en 2020 fueron de 4 billones de dólares con más de 100 millones de puestos de trabajo en peligro o directamente perdidos. Cómo reiniciar el sector de acuerdo con los criterios de sostenibilidad que la OMT persigue será el núcleo del Día Mundial del Turismo que se celebra en Bali el 27 de septiembre.
“En el imaginario público la actividad turística siempre se asocia a las grandes líneas aéreas o a las cadenas hoteleras que, obviamente son agentes importantes, pero el 80% del sector recae sobre la PYME”, explica el responsable de comunicación de la OMT, Marcelo Risi. La pandemia llevó al sector a una parálisis total que se animó en el momento de recuperación de la movilidad, mostrando una demanda acumulada. “El repunte en 2021 fue doméstico y regional. Los protocolos de seguridad homologados facilitaron los tránsitos, de ahí que la OMS insistiese en que fueran similares globalmente como un sistema de arbitraje. Las fronteras geopolíticas son transparentes para un virus”, señala.
La cadena de valor del turismo toca muchos palos. Hablar de turismo es hablar de transporte, de comunicación, de infraestructura, de energía, de sanidad, de seguridad jurídica, de hospitalidad, de restauración, de gobernanza y de cultura y patrimonio. Y, por supuesto, la sostenibilidad aplica en todas las actividades. “El turista no existe de espaldas a la realidad, empieza a ser consciente de su huella ambiental y no quiere viajar ignorándola”, cuenta Risi.
El turismo está implicado en múltiples ODS y en las 169 metas. El ODS 12, consumo responsable, es clave y también el 17, centrado en las alianzas. Sin el sector privado, el turismo no funciona. Además, se encuentra unido al paquete de los ambientales (7, 13, 14 y 15) y también al 8, trabajo decente. “Uno de cada 10 empleos está vinculado a la actividad turística. La mentalidad de que se trata de un sector que no requiere de mucha capacitación y tiene un nivel bajo de entrada también hay que cambiarla”, continúa Risi.
‘FLIGHT SHAMING’ Y ECOTURISMO
El mandato de la OMT no es el turismo como fin en sí mismo, sino como vehículo para generar oportunidades de desarrollo en todo el mundo. El responsable de comunicación destaca: “Nos interesa mucho diferenciar el concepto de turismo sostenible del ecoturismo, que no es más que una etiqueta de márketing”.
A mediados de los años 50 del siglo pasado los viajeros internacionales eran 25 millones. Hoy se mueven por todo el planeta más de 1.500 millones al año, casi la población de China. Las estadísticas que generan todos esos deslazamientos y que la OMT recoge suponen oro para la ONU a la hora de realizar sus informes sobre desarrollo sostenible. “El viaje se ha democratizado y no por ello hay que demonizarlo. Macroeconómicamente hablando, la cultura del viaje del todo incluido contamina lo mismo que la del mochilero”, señala Risi, y explica que las tendencias como el flight shaming (avergonzar a quien vuela) originado en países industrializados del norte cortan una vía de ingreso vital a los pequeños estados insulares en desarrollo, cuya economía depende del turismo.
Insiste en que la emergencia climática que padece el planeta se ha generado en el norte global desarrollado y, “tras haber contaminado alegremente durante décadas, ese flight shaming penaliza a quienes no han aportado tanto CO2, pasando factura a los menos poderosos”. Y sentencia: “Tener la conciencia tranquila a base de cortar ingresos vitales para algunas poblaciones es algo que hay que revisar. Reducir el impacto medioambiental sin afectar a la sostenibilidad económica es importante y ahí es donde la tecnología es aliada del turismo con sus avances en bioenergías o en el diseño de aeronaves que consumen menos”.
Las recomendaciones de la OMT recogidas en un informe acerca de la transición a una economía sostenible de viajes y turismo inciden en el papel de la tecnología para lograrlo. Señala, por ejemplo, como Valencia (España) está avanzando hacia la descarbonización de la actividad turística con una hoja de ruta de tres fases: cálculo inicial de la huella del destino y de sus actores, implantación de un sistema de gestión digital y desarrollo de proyectos de compensación en el territorio. La tecnología puede traer nuevas fórmulas para el uso y diseminación de servicios de calidad y sostenibles y el informe destaca la importancia de las inversiones dirigidas a promocionar una oferta basada en la sostenibilidad, la innovación y la digitalización.
Un asunto importante en el que tecnología y turismo se cruzan es la incidencia de plataformas tecnológicas como Airbnb, Uber y Cabify en la economía y la vida de las ciudades. Impactan en el sector hotelero, en el mercado inmobiliario, en el espacio público y en la configuración de los centros urbanos, favoreciendo procesos de gentrificación que desequilibran el mercado de la vivienda y dañan el tejido social y la convivencia en los barrios históricos. Risi añade: “Muchas de las aplicaciones de los móviles son turísticas o se usan vinculadas a la actividad. Volvemos a la transversalidad del sector. Una plataforma no es intrínsecamente buena ni mala. Demonizamos Airbnb cuando las autoridades locales también tienen implicación directa en ello al regular de una forma o de otra”.
EL DATO TURÍSTICO
La Unión Europea tiene claro que el dato es la nueva materia prima explotable en beneficio del rendimiento económico. Activar su valor permitirá desarrollar e implantar soluciones creadas a partir de datos y procesos de inteligencia artificial que impulsen la competitividad de la economía europea. Gaia-X es parte de la Data Spaces Business Alliance, una iniciativa europea que, partiendo del sector privado, fomenta la creación de una infraestructura de datos abierta, federada e interoperable, que impulse esta economía generada a partir del dato.
Los hubs nacionales de Gaia-X son espacios de creación de servicios intersectoriales, nodos de una estructura federada. Su objetivo es que las empresas locales entiendan qué es Gaia-X y comiencen a crear proyectos bajo ese modelo. Aunque los nacionales parten de la iniciativa privada, el español ha recibido además un fuerte impulso público. Su actividad está alineada con la estrategia España Digital 2026 y con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia como hoja de ruta para la transformación digital de España recibe apoyo desde la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (SEDIA).
“El hub español de Gaia-X no es un proyecto del Gobierno, sino que el Gobierno se suma a él con interés, apoyo y soporte para sacarle brillo a la economía del dato y que sea la iniciativa privada quien se beneficie de ella. Llevamos décadas hablando de la necesidad de activar el diálogo público privado y de cambiar los modelos productivos de determinados sectores. Apoyar la transformación digital y la creación de las nuevas arquitecturas operativas es básico en ambos puntos”, señala el responsable de Datos del Gobierno de España, Alberto Palomo, que es también el responsable de dar ese empuje público al hub español de Gaia-X desde la Oficina del Dato.
Tiene todo el sentido que por su peso en el PIB español dada la intersectorialidad en la que se mueve, el turismo sea una de las industrias prioritarias de análisis y generación de buenas prácticas. También que sea España quien empuje y lidere la revitalización del sector a nivel europeo con modelos basados en datos. Palomo detalla: “Desde instancias gubernamentales, en la SEDIA somos pioneros porque nuestro modelo no se centra en apoyar financieramente al hub local como hacen otros estados miembros, especialmente Alemania y Francia, sino que estamos empujando metodológicamente”. Ya en FITUR 2022 la Oficina del Dato propició un taller con hasta 80 empresas turísticas y consejerías y concejalías de turismo de comunidades autónomas y ayuntamientos para indagar cómo articular una cultura digital y de innovación para el sector.
El pasado junio, 250 expertos de 21 países participaron en Tourism Data Space, una jornada organizada por Gaia-X bajo el interrogante “¿Cómo pueden los espacios de datos contribuir al desarrollo del turismo en Europa mediante ofertas centradas en el ciudadano?” La SEDIA lideró su organización y la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, abrió el encuentro señalando que en la UE el sector turístico contribuye directamente a casi el 4% del PIB con 2,3 millones de empresas, la mayoría de ellas PYME. “Antes de fin de año tendremos un nuevo espacio digital para el turismo europeo, y esto es una magnífica noticia”, dijo.
En un posterior encuentro en exclusiva con Retina, Artigas detalló los próximos pasos para hacerlo realidad: “Lo más difícil es encontrar los incentivos para que las empresas industria compartan sus datos con sus competidoras. Y la única manera de lograrlo es que dichos datos les permitan resolver problemas que no pueden abordar por sí solas”. Poniendo como ejemplo los beneficios logrados en salud gracias a este enfoque a raíz de la pandemia, añade: “Antes de final de año queremos encontrar dos casos de uso para el turismo para poder empezar a lanzar una línea de subvenciones y ayudas, donde nuestro papel será el de agente catalizador”.
Palomo atendió a Retina justo antes de embarcar para Gran Canaria (España), donde la Oficina del Dato organizaba la jornada abierta Impulso gubernamental hacia una reindustrialización data-driven. Se trató de un encuentro “de evangelización” que, aunque generalista, mostró específicamente las prioridades estratégicas del sector turístico, además de compartir la muy lógica aspiración de España a llevar las riendas del liderazgo europeo en la materia. El responsable afirma: “No queremos que cuando los alemanes tengan sus proyectos avanzados nos los cuenten. En sectores como la automoción es lógico, pero en turismo sería perder una oportunidad”.
Sobre la firma
Ana García Huerta es periodista y creadora de contenidos estratégicos para organizaciones públicas y privadas. Ha colaborado con múltiples medios - Cinco Días entre ellos- y tras un paso por Naciones Unidas escribe sobre tecnología, innovación, sostenibilidad y propósito.